domingo, 12 de junio de 2005

Palabras



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso dar vida a algún personajes extrovertido y todo el mundo onírico que le rodeaba. Todo para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito a finales de marzo de 1993 y publicado en el número 14 de dicha revista. Fue la presentación de Basi Vos en sociedad.

Mapa de la isla inexistente
Mapa de la isla inexistente

Lord Vran se ha levantado con el pie izquierdo, como todos los días, pues Lord Vran perdió su pie derecho en la guerra de los cien años y ahora lo que tiene es un taquito de madera. Toca la campanilla y grita:

- Basi Vos Mayordomo.

Y aquí estoy yo, su mayordomo. Mirándome -Lord Vran a mí- fríamente a los ojos me pregunta:

- ¿En qué se diferencia alguien nacido en nuestra isla inexistente de un persona que llega, pongamos por ejemplo, del Norte de África e intenta hacer vida entre nosotros? Dame tu Basi Vos Opinión.

Cruzo los brazos. Carraspeo por dos veces con intención de aclarar mi voz y digo:

- Querido Lord Vran, no es fácil hallar distinciones viéndoles de lejos, pues físicamente tenemos condiciones semejantes (como vos sabéis, la especie es la misma, aunque diferimos en el color, vos sois verde y yo naranja, ellos son ausencia de color). Más de cerca, veréis que hablan otras lenguas y su cultura -desde nuestra óptica- es más primitiva que la nuestra -llegado hasta aquí, abandoné toda mi arrogancia insustancial y, bajando la voz, continué-. Luego viene lo de nuestra intransigencia, les tomamos injustamente por enemigos y les apartamos de nuestro lado; les aislamos no permitiendo la mezcla étnica, ni les dejamos que se acerquen a nuestras casas. Decimos «No son nuestro problema» y damos un portazo. ¡Qué equivocados estamos, mi lord! Vienen, muertos de hambre, por un trozo de pan y les negamos hasta la mirada. Pobres esclavos huyendo de la muerte a los que les matamos hasta la ilusión -o la esperanza- de un futuro mejor para sus hijos. Pobres abandonados en el metro a los que molemos a palos con nuestra policía y nuestra indiferencia, con nuestra xenofobia y nuestro odio -llegado hasta aquí, recuperé mi habitual arrogancia insustancial y, subiendo el tono, proseguí-. Pero no os preocupéis, el baño de mi señor está preparado con el agua a su gusto.

Abandoné la sala y con el alma tranquila -acallada- por mi perorata me fui a las habitaciones de mi eunuco y me dediqué horas y horas al amor.

→ Basi Vos firma#