jueves, 16 de febrero de 2006

De tus recuerdos



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas. Di vida a algunos personajes que me sirvieron para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. Ly fue uno de ellos. Sin duda eran tiempos de juegos, de encontrar mi propia mirada y de hacer experimentos con ella. El artículo que hoy recojo en este blog se escribió en octubre de 1992 y se publicó en el número 12 de dicha revista.

Tragedia y Comedia
Tragedia y Comedia
Esta noche, amor mío, iré a buscarte. Me acercaré con sigilo, después de las diez, embozado en mi capa. Treparé hasta el balcón de tu salón y con un empujón abriré la puerta.

Tu padre estará removiendo un café a la vez que lee las páginas deportivas del periódico. Tu madre estará tejiendo las mangas de un jersey que nunca te pondrás. Tu abuela parecerá dormida en el sofá y el gato me enseñará las uñas. Así, viéndoles, sabré que esos seres nunca podrán ser tu padre, ni tu madre, ni tu abuela, ni tu gato. Sabré que nunca volverás a tener un hogar desde lo de la bomba que explotó a tu puerta.

Pasaré de puntillas hasta tu habitación. Me abrirás temblorosa y malgastaremos un par de minutos en decirnos estúpidas palabras de amor. Entonces, nos miraremos a los ojos con reproche y me contarás otra historia de cuando la guerra, allá en tu país, de cuando los francotiradores serbios jugaban a matar. Me hablarás de la muerte de tu familia, de tu huida al sótano, del silencio de aquellas dos noches arropada bajo una manta; muerta de hambre, aterida de frío, llorosa de miedo... Me dirás que aquella soledad era insoportable:

- ...y así, entonces, cuando oía pasos, o al menor sonido, me sentía acompañada y empezaba a hablar con el ruido. Pero, ¿sabes?, se iba pronto y yo seguía estando sola...

Me darás, después, un beso y me iré triste pensando en lo cruel que es la humanidad.

Ly

miércoles, 8 de febrero de 2006

Adiós



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso dar vida a algún personaje con el que me atreví a hacer opinión desde otro punto de vista. Ly fue el primer seudónimo que utilicé. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito en abril de 1992 y publicado en el número 11 de dicha revista.

El armario
El armario
Dicen adiós con las manos los soldados que vuelven a casa. La guerra de Vietnam ha terminado. Se van, no saben cómo -si triunfadores o derrotados-; sólo que hay lágrimas y niños que cogen sus madres en brazos.

Sonríen, no saben que les espera en casa, pero es algo distinto a lo que dejaron. ¡Si ellos supiesen!

Siempre hay que decir adiós para volver, sin embargo, nunca es posible volver del todo. Nada -ni la fotografía que han dejado sobre la mesita de noche- permanece igual. Tiene una capa de polvo asentada, y parece que cada objeto se ha oxidado: ni siquiera el piano suena igual. Todo se ha entumecido por los años que le han caído encima a los músculos, por eso tiempo que siempre avanza hacia delante.

Adiós para nada. Para bajar a la calle y sentarme a tomar un vino en la taberna, para ver pasar otras gentes y decir adiós, para pagar la cuenta y no volver a casa.

Después recorreré las calles con los vagabundos pensando que un día, quizá el siguiente, les diré también adiós a ellos para regresar con mi mujer y mis hijos, que ya se habrán cansado de esperarme; tal vez me digan hola, pero no será como antes.

Así nos damos cuenta que cada decisión es un adiós y que ya nunca podremos dar marcha atrás.

Ly

sábado, 4 de febrero de 2006

Todos



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso en dar vida a algunos personajes que me sirvieron para hacer un poquito de opinión desde otro punto de vista. Ly fue uno de ellos. Sin duda eran tiempos de juegos, de encontrar mi propio punto de vista y de hacer experimentos con él. El artículo que hoy recojo en este blog se escribió en marzo de 1992 y se publicó en el número 10 de dicha revista.

Serie de siluetas. Silueta 32
Serie de siluetas. Silueta 32
Carlos se ha suicidado esta mañana. Tenía veintitrés años y un perro en su tierra natal de Málaga. Estudiaba informática aquí en Madrid. Compartía piso con un venezolano que escribía versos y un licenciado en biológicas sin trabajo. No tenía coche y fumaba mucho.

La sociedad -la de consumo- le ha matado; ella fue quien le empujó desde un quinto piso sin teléfono. Sí, hoy quiero hablar de los traumas psicológicos que crea el carácter socializador de las generalizaciones: «todo el mundo tiene teléfono» o «todo el mundo tiene televisor». La verdad es que me da miedo el todo el mundo acompañado del tiene. Pobre Carlos, señalado con el dedo, el bicho raro que no tenía...

Se generaliza porque, por lo visto, para sentar cátedra no bastan los casos individuales, sino un compendio de ellos y la consiguiente generalización. Esta técnica en manos del pueblo es peligrosísima, pues la «vox populi» no tiene la más mínima piedad con el individuo.

Por otro lado a quien no le guste Picasso no hay duda de que es un retrógrado que no entiende de arte. Tantos y tantos artistas nos han sido impuestos con esta técnica, ¿verdad?; hay que disimular nuestra ignorancia ya que «sabios doctores tiene la Santa Madre Iglesia».

Esta sociedad sería la perfecta madre para los tres sastres que vistieron al rey con su desnudez, y por padre, todos nosotros.

Ly