miércoles, 26 de diciembre de 2007

Posturas ejemplares



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso en dar vida a algún personaje con el que me atreví a hacer opinión desde otro punto de vista. Ana del Berro fue el último de los seudónimos y esta su última participación. El artículo que hoy recojo en este blog fue escrito en octubre de 1995 y publicado en el número 22 de dicha revista.

Estadio Vicente Calderón
Estadio Vicente Calderón
Las posturas ejemplares son aquellas que nos interrumpen la respiración por hermosas. Cuando digo hermosas pienso en una belleza moral más allá de lo corriente, es decir, aquellas que suponen un don en quien las ejecuta del que carecen mayorías e incluso minorías. Las posturas ejemplares se alejan del hombre, pues conllevan un sacrificio o manifiestan una decisión impropia. El problema de las posturas ejemplares es que son inevitablemente prácticas y nunca teóricas -surgen espontáneamente para ser imitadas, no se crean como entelequias- pues se amparan en la individualidad. Para solucionar tal carencia dogmática, creamos a partir de hoy una base programática con la que construir una libertad e independencia inventada para todos.

fmdo: Comité Revolucionario del 12 de octubre



POSTURA 3

Siempre ha habido equipos de fútbol para ricos y equipos de fútbol para pobres. Si nos quedamos en Madrid, unos tienen el estadio en la Castellana y los otros a la orilla del Manzanares o en Vallecas. El primero es un equipo para presumir, los otros, no queda más razón, para soñar. Para el primero se ha de ir al campo con traje y corbata; para los otros, como los obreros, con la tortilla en la fiambrera.

No es extraño que me declare seguidora atlética, aunque no pise nunca el estadio. A ello me impulsa el mismo sentimiento que me lleva a defender siempre posturas románticas; defender al desvalido perdedor, sentirme solidaria con las minorías; en fin, a oponerme a la prepotencia de los que ganan porque son los «los buenos» y sentarme con las causas en las que «palpita el corazón».

Ana del Berro



POSTURA 623

No hay otra palabra en mi boca que la de provocación. Voy a provocarte para que me revientes los labios con los tuyos. Voy a provocarte para que pienses que te deseo más allá de lo razonable. Voy a ser imprudente y desabrocharte el sujetador ahora que no me miras. Pero tú me conoces muy bien y sabes perfectamente que la única provocación posible que hay en mi boca es la intelectual, que he venido para cambiar de idea y explotar, para inventar otro punto de vista diferente y ridiculizar con él los anteriores.

En nuestra vida nos hemos creado unos principios que no van más lejos de ser un perchero sobre el que asentamos nuestras ideas como si de gabardinas se trataran; pero las ideas deben sostenerse por sí mismas o dejarse caer. Es la hora de romper los percheros.

Jesús Blazque -actual amante de Ana del Berro-

jueves, 13 de diciembre de 2007

El no de Ana del Berro



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso en dar vida a algún personaje con el que me atreví a hacer opinión desde otro punto de vista. Ana del Berro fue el último de los seudónimos, tuvo una pequeña columna que perduró durante dos números, luego se mudó al suplemento y allí participó en varios especiales. El artículo que hoy recojo en este blog pertenece a uno de esos espacial, en concreto uno que pedía decir NO. Fue escrito en abril de 1995 y publicado en el número 21 de dicha revista.

Decir no
Decir no
Sé que me han pedido un articulo NO para que en este suplemento haya voces femeninas; los hombres siempre han estado interesados en conocer a qué decimos no las mujeres, supongo que para imaginarse luego a qué diremos sí. Así que he decidido boicotearles y voy a proponerme el tema de otra manera: «Si yo fuese un hombre a qué diría no». Pensé que iba a ser más fácil, pero me encuentro con que los hombres dicen sí a todo, siempre y cuando el todo pueda ponerse faldas, o mejor aún, quitárselas. Se me ocurre algo: si fuese hombre diría no a la monogamia, la «grupalidad» sin competencia es lo mejor, eso de un amo y muchas esclavas es el ideal masculino. Sin embargo es triste pesar que si fuese un hombre sólo sería un pene, no os parece; así que voy a discurrir algo más. A ver que os parece esto, si fuese hombre me gustaría ser hermoso, tener un cutis de piel de melocotón y una mirada profunda desde mis dos ojazos verdes; también unas espaldas anchas, unas manos fuertes y la tez morena, aunque sin excederse. Por supuesto querría no ser inteligente, pero desgraciadamente soy una mujer y nunca podré llegar a cumplir este ideal.

Tal vez, bromas aparte, si fuese hombre diría no a exteriorizar los sentimientos en público, a mostrarme sensible por temor a caer en esa otra palabra que es sensiblero. Tal vez sea un miedo irracional a hacer el ridículo. Ellos, los hombres, siempre han temido al ridículo sobre todas las cosas; pues ocurre que carecen de los más simples conceptos de los límites. Ellos son esos individuos indecisos que no saben dónde está la frontera, ni siquiera entre el no y el sí.

Si fuese un hombre valiente diría no al fútbol -realmente a la masa que conforma y uniforma el fútbol-, no a la violencia como actitud ante la vida, no al desafío constante a los demás hombres, no al servicio militar ni a las armas, no a la irreflexión absoluta en la que vivimos, no a los políticos que nos han hecho entes irreflexivos, no a la intolerancia constante que nos rodea Pero resulta que soy una mujer y hace tiempo que dije no a todo esto.

Por cierto, me gustaría que la gente dijera no más a menudo de lo que lo hace; me aburren las personas tan tímidas que siempre, pidas lo que pidas, te dicen sí.

Ana del Berro

lunes, 12 de noviembre de 2007

Las horas de Ana (2)



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso en dar vida a algún personaje con el que me atreví a hacer opinión desde otro punto de vista. Ana del Berro fue el último de los seudónimos. El segundo artículo de un personaje nuevo siempre resulta complicado, pues afianza o derrumba el universo que se va describiendo. El artículo que hoy recojo en este blog fue escrito en febrero de 1995 y publicado en el número 20 de dicha revista.

Bohemio
Bohemio
Tirito de frío por la calle; las manos en los bolsillos y el pelo largo cruzándome la cara; yo sin fuerzas para quitármelo de los ojos y recogérmelo para que el viento no juegue con él. Tiemblo, mientras levanto los ojos hacia el cielo para ver el sol que no me cobija Debe ser la fiebre, así que entro en un bar para pedir un café, a ser posible con una aspirina y unas gotas de coñac. Cierro los ojos y empiezo a delirar. Deliro, como casi siempre, unos versos de Antonio Colinas y otros de Blas de Otero; luego, dos minutos después, pienso en él, moreno-ojos-verdes, que me los leyó -una noche sí, una noche no- dentro de la cama.

Hace casi tres meses coincidimos en el autobús a León. Estaba muy cambiado, yo también -me dijo-. Nos sentamos juntos y durante las cuatro horas y media de viaje charlamos de vez en cuando. El me contó vaguedades de su vida, anécdotas inútiles para llenar un silencio molesto; pero ni un solo verso. Es así, por pequeños detalles, como nos vamos dando cuenta de dónde se quedó nuestro «amor».

Él, ahora, lleva una americana sobre una camisa de rayas y un pantalón de vestir color verde oscuro. En su cara, perfectamente rasurada, ya no destaca su mirada de miope, pues ahora lleva unas lentillas. Así, a bocajarro, le disparo:

-¿Dónde has dejado tus vaqueros raídos, o tu perilla?

No sabe contestar, se masca las palabras buscando una disculpa. Me toca pues tomar la iniciativa y contar cómo me va la clase de yoga, lo hermoso que es el budismo y, aunque sigo loca por la música de Pink Floid, últimamente escucho mucho Los Protones, es que suenan muy bien con ese ritmillo británico y además PP tiene muy buena voz. Sigo hablando sola un rato y luego decido mirar por la ventana el paisaje de siempre.

Pienso en cómo pasan las horas, los días, las semanas, los meses, los años... y como perdemos las ilusiones. Vamos cambiando, él ya no lleva perilla ni recita versos. Vuelvo lentamente el rostro, le miro a los ojos y disparo, por segunda vez:

-¿Ya no escribes?

Le cuesta decir que no, que ni siquiera cartas. Me va dando pena, así que no sigo disparando. En dos años ha enterrado su juventud y ahora se viste un uniforme de madurez conformista, seguramente aún seguirá votando a los socialistas, pero simplemente por nostalgia. Toda su rebeldía duerme encerrada en un armario, bajo siete llaves, y él sin tiempo para pensar, ni para leer una historia ajena, ni para dejar unas letras impresas en una esquina de un folio, ni para tener una ilusión, ni... Es triste ver cambiar a un muchacho hacia un hombre. Triste.

Seguramente ahora dormirá inquieto por las noches, le apesadumbrará la idea del futuro y ya no buscará posturas o proposiciones nuevas con quien sea ahora su amante. Pero es más triste saber que yo voy por el mismo camino. Él es un espejo en el que miro el pasar de mis años, mi espeso envejecimiento. No hay dolor mayor sinó perder la inocencia de la juventud. Así pues vamos dejando de hablar. Cuando el autobús entra en la estación de León nos vamos despidiendo. Con las maletas en la mano él me dice:

-Llámame alguna tarde y nos tomamos un café.

Cierro los ojos; me llevo la aspirina a la boca, siento en el aire el vaho caliente del café y respiro un suave olor a coñac. Luego abro los ojos.

Ana del Berro

martes, 6 de noviembre de 2007

Las horas de Ana (1)



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso en dar vida a algún personaje con el que me atreví a hacer opinión desde otro punto de vista. Ana del Berro fue el último de los seudónimos. Es una evolución de Ly y de Basi Vos, y sin duda de los tres es la que resulta más madura. El artículo que hoy recojo en este blog fue escrito en noviembre de 1994 y publicado en el número 19 de dicha revista.

Cerebro republicano
Cerebro republicano
Cuando me ofrecieron esta columna -un jueves en un concierto de Ilegales- sólo pensaba en escandalizar -por qué sino me habían ofrecido este «dichoso» espacio-; pero tras charlar con Basi Vos una noche oscura, dentro de un trance romántico -entrada en una dulce sesión de espiritismo azul- con Lola, Mari Luz y Bárbara, lo he pensado mejor. Basi Vos dice que una palabra escrita no es más que un punto de referencia o bien para el recuerdo o bien para la reflexión. A mi, como ya saben los que me conocen, eso de la añoranza siempre me ha producido destemplanza y unos ligeros retortijones.

A la mañana siguiente -era lunes y tenía clase de yoga- dejé volar mis manos alrededor del aire para poder suspirar el principio. Mil gorriones, que despegaron sus leves alas y aletearon suspiros, se fueron persiguiendo el mío -una continuación que atravesó por el pequeño espacio que me permite descubrir mi ventana-. No lloverá, creo que dije.

¿Quién me vende un pensamiento?, pregunté el lunes en la clase de yoga. Fue así como descubrí que los buenos pensamientos, tal como los buenos consejos, no se compran, sino que te los regala una buena amiga cuando menos te lo esperas. Fue así, el lunes en la clase de yoga, como descubrí, por puro azar, que Carlos se inyectaba heroína, o que Eva se había comprado un libro titulado Teoría de Compiladores. Pero nadie me vendió una utopía y me gasté más de mil duros. Deduzco que hoy pasaré hambre, aunque tal vez me prostituya ¿Veis como soy una persona amoral, casi sin estudios y discapacitada para la constancia?

Han pasado tres párrafos -dos días midiendo el tiempo en otras unidades- y no tengo aún un mal pensamiento que llevaros a la boca del alma Así pues, me retoma la idea de Carlos encerrado dentro del lavabo mugriento de cualquier tugurio. Una jeringuilla en la mano preparada para lastimar una vena -la de siempre-, una sonrisa en sus labios -marchitos para siempre- y diciendo tonterías sobre un mundo que no es culpable de nada. Tampoco son culpables las horas de tedio. Eva encierra su soledad de otra forma, pero tiene menos que contar incluso: siguiendo -desde sus gafas y hora tras hora- el dibujo de unas letras en un libro titulado Teoría de Compiladores, mientras afuera mil gorriones -ellos son los únicos que me entienden completamente- persiguen un suspiro.

No hay caminos que seguir, no hay respuestas, no hay sentido, ni mundo siquiera; sólo ríos de ideas que vienen y van -que vienen del mar y van a morir al mar- con el propósito de ahogamos en sus aguas. Así, veo que es triste huir sin el propósito de inventar nada -nadar corriente abajo para sobrevivir-. Triste, también, es huir –otro huir-, para, simplemente, no estar. Más triste aún, si cabe, es despertar para no inventar nada. Tener las venas -o los ojos- picados y el alma ruin -o vacía- y muerta para no inventar nada; y pasar las horas sin retenerlas.

Luego estoy yo -sola y perdida como diría mi madre-, tal vez equivocada, matando las horas de mi silencio con una colección de palabras robadas a un suspiro.

Ana del Berro

sábado, 3 de noviembre de 2007

Ana del Berro vista por Ly



Nota: En el Coleópteros y Otros Virus (la revista de la Facultad de Informática), me creé varios seudónimos. Había una cierta paranoia, e incluso probaba que unos describieran a los otros. Me gustaba jugar con ellos. Hoy recupero para este blog la descripción que hizo Ly de Ana del Berro.

Ana del Berro
Ana del Berro
Al salir de la cárcel decido buscar trabajo, pero resulta imposible, todas las puertas a las que llamo me son cerradas con contundencia y hasta cierto desprecio, puedo decir sin mentir. Todo el mundo huye del expresidiario. La confianza –por muy país de católicos que seamos- se pierde para siempre, sin posibilidad de restituirse. Vago por calles y portales. Exploto mi mal aspecto. Extiendo la mano para que una moneda regalada me permita desayunar. En el calor del bar, «encuentro» un móvil y a mi cabeza sólo viene un número: el de Ana del Berro. Me contesta con el primer tono de señal. Su voz sigue siendo la misma, llena de matices dulces, pero sus palabras han cambiado, envejecidas. No tratan de romper el mundo, ni de descolocar, provocar, o descubrir; tampoco de modelar, de hacernos mejor a todos. Le digo que soy yo, que la vida me está resultado muy difícil y que necesito su ayuda. Me habla de dinero, dice que siempre puede «rascar» algo porque no le va mal del todo, pero que tiene que ser sin que su marido se entere. No es eso, le respondo, quiero sentirme una persona humana. Contesta que ahora no tiene tiempo para mis chorradas. Oigo una voz joven que le llama mamá. Presiento que con la palma de la mano sobre el auricular, para que yo no la escuche, le pide a la niña paciencia. Luego vuelve conmigo: «Miro a ver que puedo hacer y te llamo. Me ha alegrado mucho haber vuelto a hablar contigo después de tanto tiempo, aunque me apene la situación en la que estás. Ahora no puedo seguir hablando. Te llamo Ly. Te lo prometo». Colgué el teléfono sin despedirme, sabiendo que aquella era la última vez que escucharía su voz.

Ly

miércoles, 4 de abril de 2007

Por la tercera república

Nos vemos el sábado 14 de abril en Cibeles a las 18:00.


Cartel de la convocatoria


Para abrir boca algunas de las frases de Luis García Montero publicadas en el número 6 de la revista eñe de verano del 2006:

«En el calendario de la España progresista, el 14 de abril es el día de la reivindicación política, el recuerdo del esfuerzo pacífico de los ciudadanos por nacionalizar su país, por hacerse cargo de sus vidas y sus leyes».

«Si el republicanismo es melancólico no se debe en realidad a que festeje un acontecimiento de hace 75 años, sino a que defiende la dignidad de una actividad que las sociedades modernas quieren dar por cancelada».

«Aprovecho para decir que hay que recuperar la mirada humana de los políticos, que es injusto unir la palabra república con el insistente recuerdo de la Guerra Civil, porque eso fue precisamente lo que hizo el franquismo para desacreditar de un golpe no sólo a la II República, sino también a los políticos, a cualquier actividad política. El reto que tenemos hoy es precisamente la defensa de su dignidad, la justificación de un Estado capaz de penetrar en los nuevos lugares santos donde se oculta el poder con una familiaridad invisible e intocable».

jueves, 22 de marzo de 2007

Dirección Gritadero

Cartel de la obra«Dirección Gritadero» se representa en el Teatro María Guerrero dentro de la sala pequeña (la de la Princesa). Es un espacio acogedor, casi íntimo, que permite que la proximidad con las actrices sea máxima. «Dirección Gritadero» es una obra sencilla en la que tres mujeres, interpretadas por Paula Soldevila, Susi Sánchez y Consuelo Trujillo, esperan un autobús a la manera de Godot. Son tres personajes cotidianos (un ama de casa, una mujer en paro algo filósofa y una señora felizmente casada con amantes varios) en una sociedad aún más reglada y alienada que la nuestra, donde la violencia es un acto tan cotidiano como para que lo normal sea llevar pistola y en la que está prohibido gritar, salvo en el lugar establecido para ello: el gritadero, que se encuentra en las afueras de la ciudad y en el que se diferencian horarios para hombres y mujeres ya que esta sociedad es sexista y ha abierto un abismo entre los hombres y las mujeres. Como todo lo prohibido, ellas sienten a diario la necesidad de gritar y por lo tanto son asiduas del autobús que las lleva al gritadero. Pero hoy su espera es valdía, el transporte no llega, así que es el momento de hablar entre ellas para asumir o no su situación de indefensión y custionarse al menos el mundo que les ha tocado vivir.

Una escena de la obraToda la obra es una gran crítica social, sustentada tanto en un buen texto lleno de humor ácido, como en una gran interpetación de las tres actrices. Nos habla de un mundo totalitarista que promueve un consumismo atroz, en el que se ha abandonado toda comunicación entre las personas, que a su vez se sienten constantemente insatisfechas y cuya única vía de escape resulta ser unas horas de grito solitario dentro de una sala acolchada en un edificio comunal y el valium que te dan al salir.

Y algunas preguntas: «¿Qué gritamos cuando estamos sólos en una habitación dentro del gritadero?, ¿qué gritan los demás?, ¿gritamos lo mismo?». Iguales o diferentes.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Aranda. Concurso de Tapas

Tentación de Santo Domingo: tapa fría del Hotel-Restaurante El prado de las merinasEl fin de semana pasado estuve en Aranda del Duero, disfrutando del VI concurso comarcal de tapas, pinchos y banderillas. El mecanismo es muy sencillo, se presentaron 43 locales (bares, restaurantes, pubs...) y cada uno lo hizo con un vino (de la denominación Ribera del Duero) y una o dos tapas (en total han sido 78 las tapas que se han presentado). En el concurso hay un jurado oficial y otro popular. Para ser jurado popular, en el primer local en el que entras (y que compita claro) pides un carnet en el que están todos los sitios y el local te sella el carnet en su recuadro correspondiente cuando pides la tapa. Luego ese carnet lo vas llevando de bar en bar a que te pongan sellos con el mismo mecanismo. Al final, si tienes un mínimo de 12 sellos puedes participar eligiendo la mejor tapa caliente, la mejor tapa fría y la más original. Se me olvidaba, el precio del vino con una tapa es de 2€ (uno por cada). Hasta aquí la parte informativa de esta entrada.

Confitada: tapa fría del Hotel-Restaurante Finca los rastrojosEste otro párrafo es para hablar de mis impresiones. El ambiente estupendo, con todos los bares llenos. El nivel y la variedad muy buena, sobre todo porque cada año supera al anterior y me encuentro con más sitios que cuidan tanto el aspecto como la integración de los sabores, colores, texturas... No es extraño, la Ribera del Duero es una zona en pleno despertar turístico, donde ya no se conforman con ofrecer un recogimiento sobrio y castellano, sino que además tratan de que la calidad de la comida, el vino y la hospitalidad sean marca de la casa. Pero volviendo a las tapas, la verdad es que fueron tantas que ya se me mezclan los sabores, aunque no puedo olvidar «El hatillo del predicador» ni «La tentación de Santo Domingo» (foto primera) ni «La tapa del marqués» ni «La confitata» (foto segunda) ni «El chiquirritín»... La verdad es que fueron dos días de comer y cenar de buenas tapas y que seguro que el año que viene repetiré.

martes, 20 de marzo de 2007

Pasión Vega en concierto

Cartel del discoAnoche, en el Nuevo Teatro Alcalá tuve la oportunidad de escuchar a Pasión Vega en concierto, una de las voces más bonitas y cálidas que tenemos por aquí. La había visto hace dos años y resulta sorprendente comprobar lo mucho que ha crecido como artista desde entonces. Anoche ocupaba todo el escenario con su presencia, interpretaba cada palabra que cantaba, se emocionaba hasta escapársele las lágrimas. Una emoción que transmitió y que arrancó los «oles» del público que la despidió con todo el teatro puesto en pie.

Presenta su nuevo disco, «La reina del Pay-Pay», con una escenografía estupenda, con sumo cuidado en cada uno de sus detalles y con una gasa blanca que a veces divide en dos el escenario y permite crear nuevos decorados proyectados sobre ella con ayuda de la técnica. Los músicos estupendos, fundiendo todos sus instrumentos en un sonido único al servicio de la voz. Vamos un auténtico placer.

Pasión Vega ha dejado de ser una promesa.

La cabra o ¿quién es Sylvia?

Cartel de la obraHablar de sentimientos no resulta sencillo, sobre todo si se llevan al extremo. Nadar contracorriente tampoco. Ambos eran dos buenos argumentos para acercarse al teatro Bellas Artes de Madrid a ver «La cabra o ¿quién es Sylvia?». Sin embargo debe ser que ya no soy moderno: a mí no me gustó nada y me sentí claramente defraudado.

La obra habla del sentimiento del amor, de lo prohibido, de cómo verbalizarlo y de cómo los demás nos rechazan cuando somos francos porque no quieren entendernos ni ponerse en nuestro lugar. La sociedad ha dictado las normas de lo correcto y de lo peligroso. Para hablar de todo esto, el autor (Edward Albee) lo encuadra dentro de una historia de bestialismo y entonces nos damos cuenta que «los árboles no nos dejan ver el bosque». No me engaña, la zoofilia es sólo una anécdota para ridiculizar aún más la obra. Lo mismo que romper el decorado o que los diálogos pasen de lo trágico a lo absurdo en décimas de segundo para volver a lo trágico con la misma rapidez. Esos pequeños descansos, esas pequeñas frases que pretenden ser humorísticas, rompen toda la obra. El problema del texto se contagia a los actores. La mitad de ellos recita sus diálogos sin interactuar con los demás, concentrados en interrumpirse a sí mismos. Se trataba más bien de monólogos entorpecidos por otros monólogos, donde no se escuchaba a los compañeros. A Mercè Arànega le fallaba la voz -tal vez por su afonía- y se notaba su preocupación por sobreponerse y dar la cara. Álex García no fluía, necesita más práctica en escena, por lo que estaba tan impaciente que sobreactuaba y convertía la duda de sus gestos y posturas en debilidades de su personaje.

Una escena de la obraPuedo entender que José María Pou -uno de nuestros mejores actores- haya elegido este texto. Sin duda un «camaleón» como él debe sentir la necesidad de ponerse en la piel de personajes que sienten diferente. Su capacidad de interpretación se sobrepone a todo esto y resulta bastante creíble.

Aunque en las escenas finales oí a una mujer decir «esto no es serio» y acto seguido irse, lo cierto es que se escucharon aplausos sentidos, no en vano es una obra muy premiada. Yo comparto la opinión de esta señora y disiento de la mayoría.

lunes, 19 de marzo de 2007

El infarto

José Manuel Merello: Sobre el marNo se puede contar el camino que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos. Es un hábito incapaz de ser expresado en palabras. Al descender del metro me uno a la marabunta que subirá las escaleras mecánicas en pelotón. Oigo el murmullo de pies que se arrastran mientras me miro la mano y me cuento que están todos los dedos. Así me lo recomendaba mi psicoanalista cuando era más pequeño. Parece un acto estúpido: mirar la mano y contar: «uno, dos, tres, cuatro y cinco», levantar la vista y comprobar que allí siguen los demás pero que sin duda han pasado cinco segundos y nada se ha roto y yo tampoco me he descompuesto y todo avanza igual. Sigo caminando escaleras arriba y comienzo a sentir que el corazón me pesa algo más. El ritmo se acelera con un bombeo más fuerte, boom-boom, boom-boom, boom-boom... Recuerdo a mi tío Narciso porque murió de un infarto e inmediatamente detengo los pies, me aparto hacia la derecha y me apoyo en la cinta plástica que sirve de reposa brazos. Mi tío Narciso me enseñó a comprender el mundo, me dijo que en esta vida tan miserable, lo mejor es no arrepentirse de nada, que de lo que más nos lamentamos es de todas aquellas cosas que llegado el momento no hicimos. No le entendí, me lo contó siendo yo demasiado joven. Tal vez es ahora cuando comprendo la intención de lo dicho. La marabunta me va adelantando. La prisa es el mal de nuestros tiempos, esa prisa vacía por llegar a cualquier sitio para esperar nos atosiga. Y la soledad es el otro cáncer. Mi tío Narciso nunca estaba solo, incluso aquellas tardes en que le veía pasear sin ninguna compañía por el jardín. Los ademanes de sus manos me permitían seguir una conversación imaginaria con un interlocutor de los más estrambótico, siempre inventado por mí. La respiración me resulta más dificultosa. Me pasa algo. Intento buscar una cara en la que detener mi mirada para fijar su atención, pero cada una de las personas con las que lo experimento me rehuyen. La escalera termina y con paso vacilante piso suelo firme. Me tiemblan las piernas. Mientras una adolescente me pide que le deje pasar, que tiene prisa, que llega tarde a clase. Lleva un abrigo largo, tanto que va arrastrando unos diez centímetros, limpiando el suelo a su paso. Me doy cuenta de que es invierno, pero en este momento sólo puedo sentir calor. Me abraso. Tal vez tenga algo de fiebre. Me aparto para que pueda continuar. Después doy un paso más, luego otro y me llega un escalofrío que me cruza la espalda de principio a fin. Un temblor en las manos lo siguiente. Los párpados que cobran vida y suben y bajan por decisión propia. Mi tío Narciso estira su brazo para sujetarme y yo me desplomo antes de que él pueda cogerme.

José Manuel Merello: Niño soñando con su bicicletaDespierto horas después en un hospital. No sé como he llegado hasta aquí. Sigo vivo, y por un falso instante siento que eso es importante, que el principio para poder cambiar es poder tomar aliento. En la cama contigua una mujer duerme y en la silla que hay frente a su cama un niño de unos doce años vela su sueño. Le miro y levanto las cejas a modo de saludo. El niño me devuelve el gesto. Los dos sonreímos levemente a la vez. La vida no nos da para más. Pasan las horas muertas: dando vueltas sobre la cama, escuchando a las enfermeras que me dicen que me voy a poner bien en un par de días... Al despertarse la mujer, el niño le dice «mamá» y le coge la mano.

- No te preocupes, vida mía. Simplemente es que estoy muy cansada. Unos días aquí de descanso me harán muy bien.

- Lo sé mamá. El tío Narciso me lo ha contado todo.




Nota: Los cuadros (Sobre el mar y Niño soñando con su bicicleta) que decoran este relato son obras de José Manuel Merello.



viernes, 16 de marzo de 2007

Llach, la revolta permanent

Cartel del documental«Llach, la revolta permanent» es un documental sobre la lucha permanente contra la injustica y a favor de la libertad. Todo un grito para que el olvido no permita la tranquilidad de los culpables.

El origen del documental tiene que ver con lo que sucedió en Vitoria el 3 de marzo de 1976. En ese día la policía causó cinco muertos y centenares de heridos de bala al asaltar una asamblea de trabajadores que se estaba celebrando dentro de una iglesia. Aquella misma noche, Lluís LLach compuso, como homenaje, la canción «Campanades a morts». El tema de estos asesinatos me ha interesado siempre, baste de ejemplo la entrada de este blog en el día en que se conmemoraron los veintinueve años.

El documental, dirigido por Lluis Danés, se divide en dos partes: por un lado escuchamos los comentarios de las familias de las víctimas, escuchas de las radios de la policía de aquel día y las palabras de algunos políticos de la época (Rodolfo Martín Villa y Manuel Fraga) con lo que se nos va dibujando todo el escenario social, político y humano del momento; por otro vamos escuchando a Llach -en grabaciones televisivas, en su casa, en su coche, cantando...- que nos va pintando la época y la lucha de los artistas en favor de la libertad. Las dos partes se complementan y son totalmente necesarias, tanto que se terminan uniendo en una sola: Llach en Vitoria, treinta años después de la masacre, sobre el escenario, interpretando «Campanades a morts». Se juntan la emocion, el coraje y la rabia.



Esta es una película imprescindible para todos los españoles. No podemos pasar página porque aún tenemos la obligación de pedir explicaciones y de señalar con el dedo a quienes desde el poder del estado e impunemente orquestan y dirigen este tipo de asesinatos. No podemos quedarnos callados cuando escuchamos a estos políticos de origen franquista hablar cínicamente sobre este acontecimiento y otros similares; esos mismos políticos que en democracia seguían usuando los mismos viejos métodos que conocían de antes, que realizaron una transición para que siguiesen gobernando las mismas familias y que siguen cómodamente sentados en sus inmunes poltronas con una risa cínica entre sus dientes.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Viaje al vino de Rioja (El viaje)

Bodegas de Herederos de Riscal (Elciego)Prometí hablar del viaje, así que no queda más remedio que cumplir ya que uno es soberano de sus silencios y esclavo de sus palabras. No suelo hacer viajes organizados, soy bastante reacio, por lo que no esperaba encontrarme con el lado humano que hay en todo tipo de sucesos en los que se juntan más de tres personas.

Primero hablar de la organización impecable de Al Qatar que supo elegir un hotel muy cómodo (el hotel San Camilo), seleccionar los restaurantes donde degustar la comida típica de la zona (Hotel Antigua Bodega de D. Cosme Palacio y La cueva), organizar las visitas a las bodegas en el mejor orden posible (ver entrada anterior) y nos dejó espacio y tiempo para que recorriéramos por nuestra cuenta (Laguardia y Logroño) o en grupo (Samaniego y Elciego).

Estatua en LaguardiaDespués, hablar de los amigos que vas haciendo. Es curioso cómo una pequeña conversación y la casualidad te va uniendo a gente afín y cómo, casi sin quererlo, vas haciendo amistades perdurables. Incluso los escépticos como yo nos rendimos: también necesitamos hablar con desconocidos de vez en cuando, escuchar nuevas oponiones y por un instante sentir que formamos parte de un grupo, que no somos bichos tan raros. A veces con un ratito de conversación descubres personas con las que te sientes como si conocieras de siempre. Extrañas sensaciones y muy agradables.

Cambiando de denominación de origen, este fin de semana me voy al Aranda del Duero. Es el VI concurso comarcal de tapas, pinchos y banderillas. Todavía estáis a tiempo.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Viaje al vino de Rioja (Las bodegas)

Cata en la Bodega del Fabulista (Laguardia)El fin de semana pasado estuve por la zona de la Denominación de Origen Calificada Rioja con un viaje organizado por la vinoteca Al Qatar. Visitamos tres bodegas de la Rioja Alavesa para comprobar que hay tantas formas de hacer vino como sueños. Las bodegas son personalistas, marcadas por el carácter que imprimen sus propietarios. Cada una apuesta por un valor a modo de enseña.

Primero visitamos Bodegas Palacio, una bodega centenaria que se ha transformado por un lado construyendo una nueva instalación moderna e industrial y por otro convirtiendo su antigua bodega en un hotel rural con encanto. Actualmente forma parte de un grupo empresarial presente en distintas zonas vinícolas del país. Su apuesta es realizar un buen vino de forma industrial, que se identifique con Rioja y potenciar los mecanismos de distribucción. Era mi primera bodega y me encontré con que la elaboración del vino es un proceso con diferentes etapas. Allí las aprendí viéndolas.

Una de las viñas de Remírez de Ganuza (Samaniego)La Bodega El Fabulista parte de una filosofía muy distinta. Se trata de recuperar para el turismo el misterio de una bodega casera. Es hacer un museo temático sobre el proceso del vino, de la problemática y viabilidad de un sector que está de moda. Su apuesta es personal, incapaz de llegar a grandes mercados tiene que hacerse con el que llega. El propietario sabe contar su verdad y encandila con su conversación mientras catas el vino. En esta bodega descubrí el esfuerzo que está detrás para que todo funcione.

En Bodegas Fernando Remírez de Ganuza entramos en otro mundo. Cada detalle está cuidado y explicado. El azar apenas tiene sitio en el proceso de elaboración. La bodega es una apuesta personal de Fernando, que transmite su pasión en cada palabra. Es también la búsqueda constante para mejorar el producto, la limpieza meticulosa que salta a los ojos constantemente. Esta vez la lección recibida es la pasión que se encierra en este mundo y la importancia que tiene evolucionar, aprender e invertir. Para mí resultó asombroso descubrir cómo la tecnología está al servicio del vino y cómo funciona perfectamente; estoy demasiado acostumbrado a esa otra tecnología que se ha impuesto, esa de encender y apagar, de funcionar a medias, esa que tiene errores conocidos... Por eso encontrar un lugar en el que cada cosa está en su sitio y se emplea adecuadamente me produce felicidad.

Otro día intentaré contar algo más del viaje.

jueves, 1 de marzo de 2007

Tirso de Molina

El centro de Madrid respira mal entre tanto cemento, consumiéndose sin apenas zonas verdes. Es un mal con difícil solución, así que cuando comenzaron las obras en la Plaza de Tirso de Molina, como vecino -y a pesar de las molestias-, me sentí contento. Se proyectaba un mercado floral y para ellos se convocó un concurso público. Por un lado pensé que tendría espacio para pasear -supuse que al eliminar el tráfico en uno de sus latereles habría más plaza para caminar- y por otro, que por la temática, algún árbol más se plantaría, con algo de cesped y flores.

Tirso de MolinaLa rehabilitación de la plaza terminó, quedó espaciosa, con pocos árboles, eso sí, pero te permitía caminar. Sin embargo mi alegría duró muy poco. Primero surgieron unas hileras de bancos donde más pudieran estorbar y después aparecieron los nueve puestos de flores, unos quioscos de mucho diseño y que ocupan demasiado espacio público, haciendo incómoda y, sobre todo, pequeña la plaza. Por arte de magia y por un afán empresarial de nuestro ayuntamiento, el espacio público se había reducido. Desde su inaguración -el 16 de diciembre de 2006- sigo dándole vueltas a la idea de para qué tanto puesto. Desconozco su rentabilidiad, pero apenás hay diferencias entre unos y otros, ni clientes para todos ellos. ¿No bastaría con uno o dos y dejarnos el resto de la plaza a los vecinos?

Lo que también he notado, desde hace un par de semanas, es que la plaza se limpia de una forma mucho más ostensible con los nuevos vehículos de limpieza. Justo después de que Sánchez Dragó dijera aquello de lo sucios que especialmente son los madrileños.

miércoles, 28 de febrero de 2007

Tu vida en 65 minutos

Cartel de la películaLos domingos son esos días que están a medio camino entre la repetición de la semana laboral y la sorpresa del fin de semana, justo en ese punto en el que la curva comienza su descenso. Así comienza «Tu vida en 65 minutos», viendo cómo una lavadora da vueltas un domingo. Lo siguiente: un grupo de jóvenes amigos leen en la prensa la esquela del que parece ser un antiguo compañero del colegio. Para romper su monotonía se acercan al tanatorio y descubren que se han equivocado. A partir de aquí se teje toda una trama de casualidades sorprendentes que van enlazando sobre lo que se dijo, y más en general, sobre lo que se dejó de decir o de hacer. A pesar de que la muerte sobrevuela y se manifiesta constantemente, la película irradia la frescura de la juventud por todos sus poros y está contada con humor.

«Tu vida en 65 minutos» es una película dirigida por María Ripoll, con muy buenas interpretaciones, especialmente la de su protagonista Javier Pereira. En definitiva, una película necesaria, especialmente para disfrutar de un domingo por la tarde.

Por cierto, una pequeña anécdota para los que gustan de este tipo de anécdotas: el guionista se llama Albet Espinosa y en la versión teatral representaba el papel de Ignacio.

martes, 27 de febrero de 2007

Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor

Norma Aleandro durante la representaciónEste domingo vi por primera vez sobre un escenario a la excelente actriz argentina Norma Aleandro. Fue en el Centro Cultural de la Villa y representando la obra «Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor». Impresiona todo en ella, el manejo de cada centímetro de escenario, el sentimiento con que invade cada uno de los personajes que interpreta, su gesticulación medida y exacta. Juega en cada momento con todo su cuerpo para representar cada una de las palabras que declama. En la obra canta (ese cante recitado acompañado de una guitarra flamenca que pone la piel de gallina), recita versos, nos trae alguna escena de teatro en la que ella sóla llena todo el escenario y nos cuenta cuentos a los más profundo de nuestro corazón. Todo ello magistralmente.

Lo único, que ha elegido textos demasiados clásicos para mi gusto.

lunes, 26 de febrero de 2007

Autocensura

CensuraEl fin de semana eliminé una de las entradas de este blog. Era la primera vez que lo hacía, pero a veces uno mismo se ve en la obligación de censurarse. No tomé la decisión por moda o solidaridad, sino por coherencia. La pasada semana subí una entrada hablando de las disculpas de Sanchez Dragó sobre lo de los madrileños, la suciedad y los inmigrantes. Para fabricar dicha entrada apenas si ojeé la prensa. Me leí los titulares y con eso me construí lo que pensé que pasó pero que realmente no ocurrió. Luego, atando una soga por aquí, prejuzgando para allá y con una pizca de ironía escribí una entrada divertida, pero totalmente falsa. En el momento que me informé y me di cuenta de la forma en que había tergiversado la noticia, decidí suprimirla. Para mí ese es el límite, el que separa lo verdadero de lo falso, otro tipo de censura no me resulta aceptable.

viernes, 23 de febrero de 2007

Amor, lujuria y otros vicios

Cartel de la obraAyer me acerqué a ver «Amor, lujuria y otros vicios», una obra de teatro de la compañía «Cuarto y mitad de teatro». La obra comienza con una escena surrealista entre tres plañideras profesionales contratadas para un entierro, con esto me estaban avisando de que me iban a sorprender en todo momento. La promesa la cumplieron con creces. De repente me encontré en la antesala de las puertas del más allá, con los cadáveres de tres mujeres extravagantes hasta lo imposible, contándonos sus insólitas vidas. La interpretación de las tres actrices (Paula Arjona, Celia de Juan y María Ángeles Saldaña) es excepcional, tanto que me tomé cada uno de estos disparates de sus vidas como algo verdadero sin la menor duda. Si tengo que definir la obra con una palabra diría divertida.

El lugar donde la representaban era La plaza de las artes, un sitio a repetir, por lo alternativo y por lo acogedor.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Nueva teoría sobre el 11-M

Gel de baño con proteínas de leche CarrefourEsta mañana en mi baño me he dado cuenta de quién estaba realmente detrás del 11-M. No me lo podía creer, al volver el envase del gel de baño con proteínas de leche Carrefour pude ver claramente un anagrama de un bote abierto con la leyenda 12-M, el día después en el que todo comenzaría. En ese punto me quedó todo claro, la gran superficie francesa, cansada de la competencia nacionalista y brutal que le supone la marca española El corte inglés dentro de nuestro territorio corta por lo sano, para ello planifica los atentados y fabrica un gel de baño mortal que acabará con todos y empezará a comercializar al día siguiente. Seguiré tirando de este hilo para manteneros informados.

Para todos los aficionados a la química adjunto sus ingredientes que confirman esta teoría: Aqua, sodium laureth sulfate, cocamidopropylbetaine, PEG-7 glyceril cocoate, parfum, isotearamide mipa, milk protein + lactose, glycerin, disodium laureth sulfosuccionate, styrene acrylates copolymer, sodium chloride, nonoxynol-12 + PEG-5 octonoate, tetrasodium EDTA, lactic acid, avena sativa + propylene glycol, buxus chinensis, tocopheryl acetate + inoxitol + biotin + retinol + calcium pantothenate, methylchloroisothiazolinone + methylisothiazolinone, hydrolyzed collagen.

martes, 20 de febrero de 2007

La revelación

Cartel de La revelaciónDice Leo Bassi que el objetivo principal de la representación es hacer perder la fe a aquellos que aún la mantienen. Toda la obra trata las religiones monoteístas vistas a través del prisma de la racionalidad y claro, se caen por los suelos. Para ello «la revelación» hace un repaso de algunas de las muchas inconsistencias que presentan las «sagradas escrituras» y de aquellos temas que aparta.

Aunque el humor (muy divertida la parodia con la que comienza el espectáculo) está presente en todo momento y especialmente la ironía, Bassi habla con seriedad de cada uno de los temas que trata. Se desnuda, hasta el punto de plantear sus propias dudas con sus propias contradicciones. En ningún momento entiendo que la extrema derecha o la iglesia puedan atacar el espectáculo.

Una escena de la obraNo quiero contar nada más, pues lo mejor es acercarse al teatro Alfil a verla y crearse uno mismo sus propias opiniones sobre ella. A mí me ha encantado, por eso la aconsejo.

Bassi nos hace, a los espectadores un llamamiento activo para que realicemos una «cruzada laica» para salir del oscurantismo al que los líderes políticos y espirituales nos están llevando en nombre de la religión. Vaya por delante mi declaración pública de ateo.

sábado, 17 de febrero de 2007

Jugando

Carlo Carrá: Retrato de MarinettiMentir es una táctica a corto plazo. Pocas historias se pueden sustentar sobre ellas, ya que el tiempo juega siempre en contra. Las casualidades nos tiran perfectos castillos de naipes que construimos en el aire sin apoyar sobre algo tangible. Mi historia tiene que ver con todo esto. Después de dos años con Luis en los que todo estaba bien atado me dio por revisar su pasado. Sin escarbar apenas surgió el nombre de Laura. No es que me comieran los celos, me ocurrió que pensaba que los hombres prefieren lo que no tienen y para que no se escapen hay que domesticarlos. Creí que Luis había llegado a ese punto perfecto de asimilación de todas mis enseñanzas y quería asegurarme. Me resultó costoso saber algo de ella, pues Luis no quería hablar ni aunque le preguntase directamente. De sus concisas palabras deduje el color de su pelo, una mirada inquieta y unos pocos lugares comunes. Un día, en el que seguramente tenía sus defensas más bajas, me describió un lunar que tenía bajo el pecho izquierdo. Me confesó que le resultaba tan erótico que a veces seguía soñando con él y resultó como si me clavase un puñal. Aquella herida no pudo ya cerrarse.

Carlo Carrá: El manifiesto intervencionistaEn los tiempos muertos de mi trabajo decidí la estrategia. Daría de alta una cuenta de correo electrónico que pudiese identificar con Laura y empezaría a enviarle correos a Luis como si fuese ella. Aunque diez minutos después ya había creado toda la infraestructura, necesité un par de días para redactar el primer mensaje. Aprovechando la casualidad -se había publicado recientemente en «El país» un artículo sobre el último edificio que había proyectado Luis -, me escudé en que Laura había visto en prensa una foto suya y que le había vuelto a la cabeza el pasado común. Escribí también, para evitar las dudas que le desviasen de la hipótesis del azar, que no le había resultado nada complicado dar con él, pues en la entrevista que acompañaba la foto indicaba para qué empresa trabajaba y en sus páginas corporativas de internet venía, dentro de un amplio curriculum, esta dirección. Presenté una Laura un tanto cautelosa, pero que lanzaba la caña y, apoyada en los lugares que compartieron y de los que Luis me había hablado, entreabría ciertas puertas por las que él, si usaba la nostalgia, podría colarse con facilidad. Su repuesta no se demoró más de una hora. Aunque comenzaba indicando lo mucho que se alegraba, mantenía las distancias en todo momento. Pedía que le contara de mí. Se despidió con un frío «saludos» que consiguió defraudarme. No me rendí. Le conté que recientemente Laura había sufrido una enfermedad muy grave y que se encontraba muy sola, con demasiado tiempo para darle vueltas en la cabeza a lo que pudo ser y no fue. Luego le pregunté por si él también estaba solo.

Carlo Carrá: Funeral del anarquista Galli«Al final me casé con Lola, te acuerdas, aquella mujer de la que te hablé cuando nos vimos en Palamós. Nos va bien, aunque a mí me gustaría ser padre pronto y ella siempre me da largas, que si su trabajo, que si ahora tenemos la hipoteca, que a ti te va a dar un ascenso pronto. Empiezo a impacientarme y no sé de qué manera decírselo». Reconozco que a pesar de la indignación al ver como destapaba nuestros secretos más íntimos me tocó el alma hasta hacerme llorar. Las cosas van a cambiar, pensé mientras decidía abordarle esa noche durante la cena para resolver el problema y dejar esta estúpida correspondencia. No fue así, aquella noche Luis se mostró más esquivo que nunca, como si tuviese un secreto que ocultarme y a la mañana siguiente en el correo de Laura encontré un nuevo mensaje más íntimo aún. Me decía que desde el primer correo algo que no sabía que era se le había roto dentro y que empezaba a pensar en la ternura de Laura como el único pegamento posible. Le rogaba una cita, pues necesitaba verla. Respondí que imposible ya que, envuelta en la preparación de un viaje pendiente que la llevaría a Italia durante los próximos cuatro meses, no le quedaba un minuto libre. Sin embargo le prometí que a la vuelta hablarían con calma.

Aquella noche Luis no regresó. Me telefoneó a los dos días para explicarme que se encontraba envuelto en un «mar de dudas», replanteándose la vida y que le parecía estúpido que continuásemos juntos. Me dijo que como abogada que era preparase todos los documentos y que cuando estuviesen listos que él los firmaría con los ojos cerrados. Al mes, con todo dispuesto, nos vimos en café del centro. Garabateó su nombre en todas las hojas sin leerlas. Le habían nacido las primeras canas en el pelo y la mirada y aspecto mostraban a un hombre atormentado, pendiente de tomar una decisión sin vuelta atrás. Intenté cogerle de la mano para dar algo de calidez a la despedida, pero me rehuyó y se fue. No volví a verle hasta esta misma tarde en el aeropuerto. Le encontré más risueño, sobre todo cuando con una gran sonrisa dijo: «Mira Laura, esta es Lola, mi anterior mujer». Ella, sobre su regazo balanceaba un niño de meses.




Nota: Los cuadros (Retrato de Marinetti, El manifiesto intervencionista y Funeral del anarquista Galli) que decoran este relato son obras de Carlo Carrá.



miércoles, 14 de febrero de 2007

La noche de los girasoles

Cartel de La noche de los girasoles«La noche de los girasoles» es una de las cuatro películas que este año optaba en la categoría de «mejor director novel» (Jorge Sánchez-Cabezudo) a los premios Goya de la Academia de las artes y las ciencias cinematográficas de España. Era un mal año, como todos los últimos, para competir en esta categoría tan disputada. La película tenía dos nominaciones más que tampoco se llevó, la de «mejor guión original» (Jorge Sánchez-Cabezudo) y la de «mejor actor revelación» (Walter Vidarte).

Escena de la película«La noche de los girasoles» es especial, de esas que dejan un poso por el guión, pero especialmente por cómo está contada. Se basa en los personajes; cada uno de ellos tiene su historia y todas ellas cuentan la película al mezclarse en un mosaico perfecto. Bien estructurada y perfectamente tramada, sube de intensidad con cada minuto que pasa.

{}Nota: No he podido enlazar directamente la web oficial de la película, ya que el web de su distribuidora te obliga a pasar por su página principal y buscar la película desde allí sin ofrecer en ningún momento un enlace directo.

martes, 13 de febrero de 2007

11-M

La paredNo puedo entender la matraca con este tema. Se escapa de mi conocimiento la insistencia en los complots fabulosos (de fábula, no de estupendo) que se empeña en crear la derecha de nuestro país para intentar engañarnos a todos contando que ETA y ZP se pusieron de acuerdo para desmontar el «buen gobierno» del PP.

Se me abren los ojos. Desde mi óptica no es posible pensar que todo vale a cualquier precio. Nadie que esté en su sano juicio y que de verdad tenga un pensamiento político comprometido, progresista y de izquierdas cambiaría un solo muerto por llegar al poder. Lo que sí pienso, después de todo esto, es que ellos (la derecha de siempre que sigue en el mismo sitio) sí que lo hubieran hecho. No les resulta repulsivo, simplemente lo consideran como una forma útil que les permita conseguir sus objetivos. Tanto como un pronunciamiento militar contra un gobierno legítimo.

{}Actualización del 14-02-2007: No he podido evitar añadir este vídeo que he encontrado hoy.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Un enemigo del pueblo

Cartel de la obra Un enemigo del puebloQue «la mayoría no tiene la razón» es una frase que comparto. Muy pocas veces se escucha y se defiende con pasión sobre un escenario a través de un protagonista. El otro día la escuché sobre en el Valle-Inclán. «Un enemigo del pueblo» es una obra teatral de Ibsen que se está representando estos días y en la que se cuenta la lucha de la razón frente al poder político y cómo éste escamotea la verdad siempre que perjudique algún interés que ellos vigilan (económico especialmente). La obra nos cuenta los conflictos de un hombre libre a la hora de elegir defender «la pura verdad» (aquella que es indubitable, clara y sin tergiversación) y el precio que se debe pagar por tal atrevimiento. Nos va contando las presiones (directas e indirectas) que se va a encontrar (familiares, económicas, laborales, sociales…) para indicar que no somos suficientemente libres como para decidir y que por lo tanto el sufragio universal no es la forma sobre la que debe sustentarse un gobierno. El miedo está latente en todo momento y es administrado con el objetivo de silenciar todo aquello que no se considera oportuno. «Un enemigo del pueblo» nos cuenta el funcionamiento de los mecanismos de manipulación que el poder utiliza para gobernar.

Francesc Orella en escenaEn esta obra tan cargada de mensaje, los actores se convierten en el megáfono preciso para que las palabras presenten toda la fuerza expresiva que necesitan. Para mí destacan, junto a Francesc Orella, Walter Vidarte (soberbio en la escena en la que habla de sus ancestros y le plantea un nuevo dilema al protagonista para que el decida el futuro de sus hijos) y Enric Benavent (el papel del hermano alcalde).

Cambio de escenografía de Un enemigo del puebloLa escenografía comparte lo sencillo con las nuevas tecnologías. El escenario se monta y desmonta rápidamente mientras el decorado se construye virtualmente sobre pantallas. La televisión está presente en todo momento, tal y como nos rodea en nuestra vida cotidiana.

No había visto el teatro desde la reforma, desde que era la antigua sala Olimpia. Por fuera me horroriza pero por dentro es de lo más acogedor y funcional que pueda encontrarse.

lunes, 29 de enero de 2007

Ay Carmela

Cartel de la obra Ay CarmelaAyer estuve en el teatro Fígaro viendo la obra «Ay Carmela». Reconozco que se me mezclaron muchas sensaciones a la vez. Por un lado el gusto de ver a dos de mis actores favoritos otra vez sobre un escenario. Por otro recuperar lo que había visto hace años en la película (son mundos distintos que se cortan en algún punto y están construidos con el mismo espíritu). Y finalmente sufrir, absorto en el texto y a la vez sintiéndome un espectador de un teatro durante la guerra, pero sabiendo que se iba a hablar de injusticias, de memoria, de lealtades, de fantasmas y de fusilamientos. El hambre de entonces se muestra en el camino de Carmela (Verónica Forqué) y Paulino (Santiago Ramos) subsistiendo con dificultad como lo que son: dos cómicos de variedades que debe hacer reír a los que están luchando en nuestra guerra. La niebla les ha engañado, y sin darse cuenta han cruzado las líneas para encontrarse en un viejo teatro de Belchite cuando este pueblo ha sido tomado por el bando rebelde. Una escena de la obra Ay CarmelaPara probar que los cómicos no tienen ideología se ven obligados a representar una función al gusto «nacional», les va la vida en ello. La vida y la muerte están separadas por una delgada línea. Nuestras decisiones nos pueden llevar de un lado al otro, y en tiempo de guerra, la dignidad y los principios tienen un valor más alto aún, tanto que no nos permite vivir sin nuestra ideas, salvo que decidamos seguir arrastrándonos. Paulino se mueve en ese mundo de soportar lo insoportable, de mudar de piel (o de camisa) para sobrevivir. Carmela no es capaz de quedarse callada ante la injusticia cuando pasa a su lado. Aunque no entiende todo lo que está ocurriendo, no tiene nublada su capacidad de tomar decisiones con el corazón. Su acento andaluz suena precioso en todo momento, en las tristezas y en las alegrías, en la vida y en la muerte. Sobre todo destaca el final, en el que mirándonos a los ojos, Carmela nos pide que no olvidemos. Vuelvo a sentir la piel de gallina recordándolo.

jueves, 25 de enero de 2007

Decisión sobre De Juana

Ojos de De Juana ChaosAntes de hablar del caso De Juana Chaos enlazo esta entrada y esta otra. Tanto Manuel Rico como Ignacio Escolar expresan lo que opino de una forma muy clara. Comparto con ellos todos los matices.

Llego tarde a la disputa, pues la Audiencia Nacional ha determinado que De Juan Chaos continúe en la cárcel. Me queda sólo la duda de si toda esta discusión ¿no será solamente un enfrentamiento entre los que creen en la pena de muerte y los que no creemos en ella?

miércoles, 24 de enero de 2007

La suerte

Caseta de la onceHoy sólo quería contar que en la calle de Duque de Alba, esa que en Madrid va desde la plaza de Cascorro a la de Tirso de Molina, y de apenas ciento setenta y seis metros de longitud, podemos encontrarnos con tres casetas de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (O.N.C.E.). Muchas me parecen para tan corto espacio, aunque también hay que pensar que hay tres bancos (ahora que ya han cerrado el Popular y el BBVA), un cine porno y poco más si descontamos las tiendas al por mayor. Me sigue dando mal rollo esta institución. Estoy seguro que realiza una labor social importantísima, pero no me fío. Cada vez que paso por delante de estas casetas me viene a la cabeza Miguel Durán (ex director general de la O.N.C.E. y ex presidente de Telecinco) y empiezo a mezclar solidaridad con dinero, intereses políticos, beneficios empresariales, lucro, especulación, ambiciones personales, corrupción, participación en medios de comunicación, prebendas, negocios turbios, influencias, maletines, exenciones fiscales, prepotencia, fraude, escándalos financieros, manipulación...

lunes, 22 de enero de 2007

Diálogo

Desde lo del atentado en Barajas quería hablar del diálogo político. Dejo claro que es ETA quién rompió la tregua y sobre quien se debe cargar toda la responsabilidad del atentado.

Aeropuerto de Barajas el día del atentadoDesde hace bastante tiempo soy partidario de una solución dialogada, como en cualquier conflicto, ya que cualquier otra vía no dejará de ser un parche temporal. Una negociación consiste en que los participantes lleguen a un acuerdo suficientemente válido para cada una de ellos. Es decir, es a la vez una cesión y una ganancia.

Para la derecha sólo hay un camino, una verdad absoluta, la suya, independientemente de que sea real o construida. Le dijo Mariano Rajoy Brey a José Luis Rodríguez Zapatero la semana pasada que «Si usted no cede le pondrán bombas y si no le ponen bombas es porque ha cedido». No entro en otras roturas de tregua de tiempos pasados, ni hablo de la falta de memoria de la derecha con respecto a lo que dijo entonces. Para eso están las hemerotecas. En realidad, cada día tengo más claro que la derecha no está interesada en que cesen los atentados y las muertes, sólo persigue gobernar a cualquier precio. Manipular y mentir hasta que su amasijo de falsedades, de ambiente prebélico por una rotura de la España única que no existe y del miedo en una sociedad amenazada por un terror fantasma y por falta de una hipotética seguridad, les permita seguir moviendo el dinero público hacia el sector privado para dinamizar la economía de «todos» dentro de sus bolsillos.

No sé cómo debe retomarser todo este desbarajuste para llegar a algún sitio, pero sé que en Irlanda se llegó al entendimiento: hubo atentados, nuevos periodos de tregua, muertos, diálogo, acercamiento de posturas, ganas de acabar con el terrorismo… La pelota la tiene Batasuna en su tejado. Para continuar es necesario que den un nuevo paso, se distancien de la postura de las armas y las bombas y empiecen a tomar las riendas del proceso político imponiéndose a ETA. Después, el gobierno podrá empezar de nuevo con su voluntad de acabar con el terrorismo.

jueves, 18 de enero de 2007

Revolución

Juan Genovés: LitografíaHágase la revolución. Y la revolución se hizo con la sangre de unos pocos de nosotros y con el arrojo de casi todos. Lo cierto es que mi muerte llegó en el primer lance de la primera batalla. No hay mal que por bien no venga, pues me convertí en mártir antes de que lo humano empequeñeciera lo divino. Me señalaban como uno de aquellos que había vencido a la utopía convirtiendo en real todo lo que, hasta entonces, no era alcanzable. «La Historia hablará de él» decían los que utilizaban mi nombre como avanzadilla del coraje deseado en el combate. «Bayoneta en ristre, el primero de todos en enfrentarse al enemigo» continuaban para luego rematar un discurso apasionado sobre lo que nos espera con el triunfo de la revolución. Nuestra rebelión estaba abocada a la derrota desde antes de empezar, pero los principios no nos permitían otra forma de lucha. Derramar nuestra sangre lo considerábamos un precio justo para que nuestros hijos tuviesen una oportunidad futura de alcanzar la victoria, de mirar con la altivez necesaria a nuestros patrones, de conseguir ser lo que no fuimos nosotros. La Historia es un tiempo por llegar bosquejado en otro anterior. Las revoluciones fraguan un poso en nuestras almas que se transmite, al menos, a las dos siguientes generaciones, entregándo ardientes motivos que permitirán avanzar a los que, como yo, nada tienen para conservar.

La mina, en los siete años anteriores, me había llenado de tierra las manos y los ojos, me cegó de ausencias que no puedo compartir, de tiempo imposible de doblegar, de cansancio, de lecturas sin empezar, de justicia huida, de sangre obtenida a golpes, de muertes, desesperanzas... «Así se forja un luchador», me decían en el café del sindicato. Enrabietado constantemente por todo lo pendiente, por los deseos que me llenaban la boca cada vez que hablaba, no les contestaba. Soportaba sus bromas sin la menor seña de contrariedad en mi cara, como un peón comprensivo que admite que su único movimiento es un paso al frente. Me insultaron mil veces mis propios compañeros, me fotografiaron desnudo mientras me duchaba y colgaron la foto en el tablón de la taberna de Galio, la más bulliciosa del pueblo. Las mujeres se reían pícaramente al cruzárseme por la calle. Todo ello por si no fuera suficiente la dureza del trabajo en la profundidad de la montaña. Extraíamos carbón casi sin la ayuda de las máquinas, como si de una cuestión personal entre dios y cada uno de nosotros se tratase. Cada pedazo que arrancábamos era una victoria incontestable. Luego estaban los capataces, los ingenieros y el resto de ralea que nunca veíamos pero que daban las órdenes desde unos despachos lejanos. Un día tras otro nos dejábamos la piel para engrosar unas estadísticas frías que nada tenían que ver con nosotros.

Juan Genovés: ManchaAquella noche, durante el saneamiento de galerías, se produjo el derrumbe. Las operaciones de rescate comenzaron instantáneamente. A mí me sacaron a las dos horas. A Tomás, mi único amigo dentro de aquel mundo subterráneo, a los tres días; afortunadamente la ventilación resultó suficiente. Cuando encontraron a mi padre ya era tarde. Recuerdo la boca de la mina, al patrón y a la Guardia civil rodeándole para protegerle de los mineros. Recuerdo el chirrido de la jaula al llegar a la superficie. Recuerdo a Manuel y Dimas sujetando el cuerpo muerto de mi padre. Recuerdo a Toño tocándome el hombro para darme su pésame. Recuerdo la huelga y el encierro que vinieron después. El hambre nos mordía el estómago mientras el patrón hacía números para ver cuánto podría aguantar y hasta dónde estaba dispuesto a hacernos pagar el atrevimiento una vez que todo esto se terminase. El comercio, solidario con la economía que les permite subsistir, cerró sus puertas y una especie de silencio, como de luto, se fue impregnando en todo el pueblo. Hollín que cubrió las calles y las plazas, sobre los tejados, en las hojas de los árboles… Tras el primer mes las fuerzas empezaron a flaquear y las consignas se nos cayeron de los labios para descansar con nuestra fatiga. No hubo cambios y comenzaron las primeras voces que cuestionaban el futuro de la decisión. Toño los calmó a todos, con la tranquilidad que trasmitía el líder sobrio que era. Cada uno de nosotros pensó que se guardaba un as bajo la manga del oscuro tabardo con el que se protegía del frío. No fue así, él sabía que la única vía era seguir resistiendo, sin ceder un centímetro, con el orgullo intacto, heridos por la cólera de lo razón negada. Aguantamos otro mes hasta que un día, de la noche a la mañana, nuestros representantes sindicales nos anunciaron que se había acabado la huelga, que habíamos ganado. La victoria consistió en unas pocas pesetas más en el sobre de cada mes e idénticas condiciones laborales sin una mínima mejora relacionada con la seguridad. Tan desprotegidos como siempre volvimos a bajar al infierno para seguir enriqueciendo a los dueños de los sistemas de producción por un mísero jornal, para continuar nuestra cansina senda llena de funerales que periódicamente seguirán ocurriendo, unas veces por accidentes, otras por enfermedades.

Juan Genovés: Sucesión de indiciosHan pasado los años sin que se haya sentido el menor avance. Las casas se han ido quedando vacías mientras el aliento de la vida huye por la carretera principal hacia la capital. La taberna de Galio permanece abierta como una fotografía anclada en el tiempo que se niega a evolucionar, pero las sillas y mesas se encuentran tan desvencijadas que para tomarnos la cerveza lo hacemos acodados en la barra. No discutimos pues el conformismo, o al menos la idea de que la utopía no es posible en esta tierra, se ha apoderado de cada uno. En la pared un cartel de otros tiempos se va despegando día a día, dejando a la vista una marca de humedad en la pared. A nadie importa. El resto del pueblo ha seguido el mismo ritmo cansino del tiempo, envejeciendo al unísono. No se escuchan niños jugando en las calles. Las únicas novedades que se pregonan son los entierros de los que nos van dejando. En otoño, el viento que tira las hojas cruza el pueblo arremolinando toda la suciedad que va encontrando a su paso. En su bufido se escucha lo que las bocas no dicen. El tiempo que pasa nos hunde al acentuar la miseria de un año para otro.

Juan Genovés: El abrazoAl final de una cerveza de tantas, Toño me pasa su brazo sobre mi hombro –como aquella otra vez- para decirme: «Tú eres joven todavía. Si quieres un futuro mejor debes luchar por él». Después me habla de otros compañeros del sindicato y de unos políticos que pronto se levantarán en armas contra la derecha que nos oprime y ahoga. Me dice que la revolución del proletariado está en marcha. Me señala dónde apuntarme y me desea toda la suerte del mundo. Me quedo rumiando la idea mientras pido una nueva cerveza en la que mojar mi angustia. Nada tengo que perder que no sea mi vida, y la verdad es que apenas tiene ya valor si esto no mejora. Apuntarme y esperar, mi siguiente acción. Esperar a que me avisen.

Sonó mi puerta aquella mañana para albergar en mi casa una reunión clandestina. Todo se aceleró de golpe. Un fusil cayó en mis manos y la instrucción precisa de unirme a otros compañeros bajo los robles de la entrada al pueblo. No hubo muchas órdenes: tomar el ayuntamiento y leer nuestro manifiesto. Hacer algo más de ruido y confiar en que otros lugares, otras minas, otras fábricas, siguieran nuestro ejemplo empujados por sus dirigentes obreros. No esperábamos que la Guardia civil estuviera sobre aviso y nos saliera al encuentro en la orilla del río. Cruzamos andanadas de disparos de un lado a otro. Calé mi bayoneta y en un impulso me levante arremetiendo contra ellos. No llegué a sentir el impacto que acabó con mi vida. Un instante que me privó del futuro de mi esperanza.

Desde mi tumba veo que la alegría ha vuelto al pueblo, que luce el sol, que suena el río bajando limpio, que los niños no van descalzos a la escuela, que Tomás fuma en el porche de su casa mientras juega con sus nietos, que Dimas ha cambiado el tejado de su casa para que no se le encharque el piso. Miro y sonrío, pues en todo lo que vendrá después está aquello que me hubiera gustado vivir.




Nota: Los cuadros (Litografía, Mancha, Sucesión de indicios y El abrazo) que decoran este relato son obras de Juan Genovés.



lunes, 15 de enero de 2007

Soterrar

Obras de la M30Desde hace algún tiempo cada vez que vuelvo en autobús a casa desde León o Asturias tengo la absurda impresión de que Madrid se ha ido alejando. Las tres horas y media que llevaba el viaje desde León antes ya son cuatro sin que tenga que intervenir en ningún momento la mala suerte. Las últimas veces la culpa la ha tenido el faraónico proyecto de Gallardón con el que pretende soterrar la M-30. Cortarla ya hace tiempo que la cortó, pero alternativa propuesta ninguna. A hacer kilómetros, a encontrar nuevos atascos, a perder el tiempo… que obras son votos.

Por cierto, volvía a esa hora en que atardece y que los cielos de Castilla se llenan de unos tonos naranjas preciosos. Esto sucedía al pasar por Benavente, pero no tomé ninguna fotografía, pues era imposible sacar el cielo sin una maraña de cables de alta tensión que estropean el paisaje. Tal vez alguien ya tenga en mente soterrarlo y haya pensado en la alternativa para que el impacto sea el menor posible. O tal vez no, quizá no todos los votos valen lo mismo.

jueves, 11 de enero de 2007

Jiménez Losantos

Jiménez Losantos plastificadoPlastificar a Federico Jiménez Losantos es plastificar la mentira, la manipulación y la amenaza. Baste escuchar su «advertencia» a los ecuatorianos que viven en España y a quienes se permite explicarles nuestra ideosincrasia política que ellos, claro está, «desconocen». Podría decirse mucho más del tema, pero ya se ha encargado con su habitual maestría Manuel Rico en ésta entrada de su bitácora.

{}Actualización del 25-01-2007: Casualmente he encontrado este web con las mejores frases del plastificado.

lunes, 8 de enero de 2007

El triunfo

Cartel de El triunfo«El triunfo» se presentó en el festival de Málaga del 2006 y se estrenó comercialmente el 28 de abril. No duró mucho en las salas, ya sabemos que el cine español lo tiene difícil, así que me tuve que quedar con las ganas de verla en pantalla grande en su momento. Gracias a lo poco visible que se pone la televisión en tiempos vacacionales, y a que el videoclub de mi barrio es de lo más variado que se puede encontrar, he podido verla recientemente. Es una película bien contada de una directora –Mireia Ros- con oficio en la que no sobra una sola escena. Tramada de principio a fin y avanzando con el ritmo preciso para no desvelar todas las cartas hasta el último momento; sin perder un gramo de interés por el camino. Cuenta historias muy duras vividas con toda la crudeza de lo cotidiano, caminando sobre el filo de una navaja, rondando la muerte que está a la vuelta de cualquier esquina de las estrechas calles de nuestro barrio. Nos narra una lucha conocida, la de los suburbios, donde sobrevivir sin ilusiones es imposible, pero tenerlas es más difícil aún. Ilusiones que se quiebran constantemente porque los principios que gobiernan el arrabal son soberanos y no pueden permitirse el lujo de presentar debilidades que se deben pagar con la vida. Y hasta aquí puedo leer, pues las películas se cuentan con sus imágenes, sus diálogos y sus silencios.