lunes, 11 de febrero de 2008

La memoria histórica



Nota: El 31 de agosto de 2004 escribí un artículo hablando de memoria histórica. Hoy lo recupero para este blog.

Para este artículo se han utilizado los carteles de los siguientes autores: Mauricio Amster (Ministerio de Instrucción Pública, 1937), Joseph Reanu (Reforzad las filas, 1937) y Pérez Contel (Solidaridad, 1937). Todos estos carteles han sido obtenidos del magnifico web de la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores.

Las milicias de la cultura
Las milicias de la cultura. Mauricio Amster (Ministerio de Instrucción Pública, 1937)
Últimamente leo muchas novelas que se desarrollan durante nuestra guerra civil y su posguerra. La mayoría me cuenta una historia novelada que me interesa desde la primera línea y despierta mi curiosidad. Poco a poco, todas estas novelas están presentándome una realidad que se entrecruza y extiende entre todas ellas. Aparecen personajes que compruebo son reales y que viajan de una historia a otra. ¿Coincidencias? No. El deseo de recuperar una memoria histórica de la España republicana y el orgullo de mostrar aquellas personas admirables que deberían ser paradigmas del comportamiento humano.

¿Dónde está nuestra historia reciente? Es una pregunta que trato de resolver personalmente, ya que he percibido que una gran parte del siglo XX nunca me fue enseñada. Mi educación, y la de varias generaciones de españoles, está llena de lagunas unas veces y de mentiras otras. La historia de España que se enseñó y se enseña en nuestras escuelas es una historia segmentada, manipulada y tergiversada. Una historia que nuestra transición política a la democracia sacralizó al no permitir removerse el pasado, ya que veía en ello una amenaza de vuelta atrás que se empeñó en señalar como un camino equivocado, lleno de sangre, que todos debíamos olvidar.

Reforzad las filas
Reforzad las filas. Joseph Reanu (Partido Comunista, 1937)
Debemos recordar que nuestro regreso a la democracia significó una vuelta a la monarquía manteniendo todos los símbolos y estructuras franquistas y olvidando que la II República fue en todo momento un gobierno legítimo elegido por el pueblo, que representó unos ideales de progresismo, igualdad y libertad que no hemos vuelto a recuperar. Una República que comenzaba a reformar nuestra sociedad con un ímpetu de modernidad que nos hubiera puesto a la cabeza de Europa, de una Europa que nos miraba llena de ilusiones y esperanzas.

Solidaridad
Solidaridad. Pérez Contel (Socorro Rojo Internacional, Comité Provincial de Valencia, 1937)
Para mí nuestra guerra civil y posguerra es un tema abierto que nos atañe a todos. La derecha (los rebeldes, la dictadura que instauraron después durante cuarenta años, la cobarde transición política continuista) desarrolló mecanismos psicológicos unas veces de culpa y otras de dolor, impuso el miedo como método de dominación político, nos convenció de que aquél fue un periodo maldito que no debería recordarse en ningún momento y organizó la desmemoria colectiva como un bien objetivo. Ahora, tenemos la obligación de exigir el recuerdo y homenaje a los que lucharon por la república y sus ideas, por el progreso y la igualdad. No podemos permitir que nos borren la historia, que se queden en sus poltronas con una risa burlona, que clamen al cielo y se desgarren las vestiduras cada vez que queremos saber y reconocer mientras nos acusan de indignos. No puedo olvidarme de las Brigadas Internacionales, de cómo jóvenes de todo el mundo se acercaron a nuestros compatriotas para ayudar a defender con su sangre esas ideas de progreso que compartían; no me puedo permitir pensar que se sacrificó su esperanza sin más y que se pasó página por el bien nacional.

Pienso en los muertos enterrados en fosas comunes, en el dolor y la incertidumbre de sus familias. Pienso, más aún, en los vencidos a los que se acalló; en aquellos que fueron humillados, en los que fueron torturados, en los que no pudieron honrar a sus muertos. Todos ellos, derrotados, tuvieron que guardar un silencio respetuoso que no dañase los oídos del represor y cruel vencedor. Es imprescindible rendir homenaje a los que aún están vivos y que cada uno de ellos reciba la debida reparación y reconocimiento de forma honesta y pública, y hay que hacerlo ahora, antes de que estén todos muertos. Mis esperanzas en el ser humano dependen de ello.

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