sábado, 20 de diciembre de 2008

50 años de Revolución

Cartel del 50 aniversario de la Revolución cubanaMañana me voy para La Habana a festejar con los cubanos los cincuenta años del triunfo de la Revolución. Es mi segunda visita a esa otra isla, a la que existe y tantas veces me llena de esperanza. «Viva la Revolución».

Ignacio Fernández Toxo

Ignacio Fernández ToxoAyer se votaba en CC.OO. para elegir Secretario General. No se ganó de calle, pero por apenas 28 votos de diferencia salió elegido Ignacio Fernández Toxo. Aunque en este momento pueda resultar una incógnita, para mí representa una gran esperanza de reavivar la actividad sindical en este país, actividad un tanto dormida o apagada o alejada de la clase obrera durante los últimos años. Creo que es una gran oportunidad para Comisiones que lo lidere un sindicalista honrado, con experiencia y acostumbrado a pelear en la calle por los derechos de los trabajadores; un líder que levanta el puño cuando suena La Internacional.

Para ampliar información: Ignacio Fernández «Toxo» elegido nuevo Secretario General de CCOO.

domingo, 14 de diciembre de 2008

La taberna fantástica

Cartel de la obra«La taberna fantástica» se representa en el teatro Valle-Inclán-. Decir que me he encontrado con una interpretación maravillosa por parte de todos los actores, como hace mucho tiempo que no veía, y esto se agradece mucho. Era la primera vez que veía a Antonio de la Torre en directo y me impresionó con su interpretación de Rogelio, un «quincallero» perseguido por la justicia que le acusa de complicidad en la muerte de un guardia y que vuelve al barrio para el entierro de su madre, pero al que no llega a ir entretenido bebiendo en la taberna del «gato negro».

Se trata de una obra de realismo social, escrita por Alfonso Sastre que se cuela por una mirilla para mostrarnos el lumpen de los arrabales y la periferia del Madrid de finales de los 60. Nos muestra la vida en directo -como la que vemos hoy en tantos realities y talk shows-. La cruda realidad diaria ocurre dentro de la taberna, unas veces directamente y otras porque nos lo narran los actores. No hay tregua, no hay esperanza para aquellos a los que el sistema ha excluido. Es básicamente una historia que habla de los defectos humanos y de la falta de oportunidades.

Escena de la obraA pesar de todo lo dicho, me entró cierto sueñecito con ella, pues resulta un tanto aburrida ya que la acción es lenta y lo que pide al espectador es simplemente contemplación.

Quería contar dos detalles más que me parecieron curiosos. El primero sobre el arranque de la obra, en la que el tabernero corta la radio en la que está sonando una canción de Raphael y uno de los actores en nombre del autor nos presenta la obra. La segunda, un poco de flamenquito que «el carburo» -interpretado por Felipe García Vélez- nos canta en directo. Decir también que en la obra se bebe mucho, por lo que sales sediento, así que recomiendo tomar un par de vinos antes de entrar.

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sábado, 13 de diciembre de 2008

La ola

Cartel de la película¿Sería posible que en la Alemania de hoy, los nazis volvieran al poder? es la pregunta que un profesor traslada a sus alumnos en la semana de proyectos para explicar la autocracia. La respuesta automática de los estudiantes es «no»; sin embargo, el profesor avanza llevándoles más allá de la teoría. Primero con la fuerza de la unidad (se llega más lejos y se es más fuerte formando un equipo) que con control, ideología y disciplina se convierte en un ejército. Después llega el uniforme para que no existan diferencias, lo que en el fondo nos hace perder nuestra personalidad para anteponer el bien de grupo. Finalmente el marketing que lo convierte en un nuevo régimen al representarlo con un nombre y un símbolo. Los alumnos seducidos por la parafernalia, en tres días, han creado su grupo, excluyente y poderoso, pues cada uno de ellos ha encontrado en esta forma de fascismo algo de lo que estaba necesitado: el solitario consigue hacer amigos por primera vez, el tímido encuentra los mecanismos para alzar su voz y que sea respetada, la enamorada silenciosa se sirve para la conquista del chico que le gusta, el niño rico se topa con un nuevo juego divertido... Pero jugar con los fascismos es peligroso y este experimento pronto se escapa de las manos, al convertirse en una forma de poder que ejercen sobre sus compañeros de instituto e incluso con el resto de la sociedad. Una solución que en manos de una juventud aburrida, sin esperanza de futuro y carente de objetivos comunes avanza imparable. Cuando ven hasta dónde pueden llegar, se plantean que no puede acabar, que les presenta grandes aciertos y que bastaría con solucionar los errores. Es entonces la tragedia y el fanatismo la que les dice que no hay salida por ese camino.

Este es el argumento de «la ola». Película del director alemán Dennis Gansel y con Jürgen Vogel en el papel protagonista del profesor. Aunque algo demagógica, es una película que da lugar a la reflexión, especialmente sobre cómo el fascimos dan protagonismo -colectivo- a los mediocres.



Sabiendo que estaba basada en hechos reales, me preguntaba hasta que punto es fidedigna a la realidad, así que he usado google para saber que se basa en lo que ocurrió en 1967 en Palo Alto (California) cuando el profesor de secundaria de la materia de Historia Ron Jones realizó una recreación experimental de la Alemania nazi con la intención de intentar explicar por qué los ciudanos alemanes permitieron al partido nazi exterminar a millones de judíos, gitanos... El profesor lo transmitió con ideas simples, disciplina en clase, sentido de unidad... y en poco tiempo se creó un movimiento dentro de la escuela con más y más alumnos uniéndose. Así que el profesor detuvo el ejercicio y explicó que dicho movimiento tenía un lider mundial llamado Hitler. Existieron rumores de la implicación de todo este experiento en el suidicio de uno de los alumnos. Posteriormente Todd Strasser se basó en esta historia para escribir la novela titulada «La tercera ola» que es la que adapta Dennis Gansel en esta película.

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jueves, 11 de diciembre de 2008

Crisis

La magia del capitalismoNo sé por qué, pero no termino de creerme la magnitud de esta crisis. En mi opinión, este capitalismo que nos ha tocado en suerte ha creado sus propios ciclos de expansión y de reajuste, ambos con el objetivo único de que el dinero cambie de manos: desde las de los que menos tienen a las de los que más atesoran. En las épocas de bonanza, para que inviertan sus ahorros los trabajadores; en las de reajuste, para recoger y poner mayor distancia entre los que siempre salen ganando y los que perdemos comúnmente.

Pienso que esta vez se trata de obtener dinero que no fluctuaba, en este caso el público que los diferentes estados han puesto a su disposición rápidamente sin recibir nada a cambio. Salvar un sistema económico, demostradamente corrupto e inhumano, ha sido el objetivo de nuestros dirigentes. Ahora el capitalismo ha encontrado un nuevo nicho de financiación, un precedente que nos va a lastrar en situaciones futuras y al que se pretenderá volver a acudir. Creo que los políticos han tenido un comportamiento servil con quienes manejan el dinero (banqueros, grandes empresarios...) que nos hipoteca a los ciudadanos y que crea modelos nada sociales. Si querían invertir nuestro dinero, deberían empezar pensando en nacionalizar aquello que crean que debemos salvar -repito: con nuestro dinero-. Es una ley natural, quien compra se queda con la propiedad.

Sobre nuestros empresarios (no hablo de los autónomos y pequeños comerciantes, a los que considero obreros por cuenta propia), decir que siempre priorizan sus dividendos frente a cualquier otro tema y que su única manera de reducir gastos es congelar salarios e iniciar un ciclo de despidos, no es nada nuevo, ya que vienen aprovechando cualquier atisbo de temporal para ajustar sus plantillas y apretarnos más nuestro cinturón de clase asalariada. Se olvidan de los grandes beneficios (desorbitados si hablamos de la banca) obtenidos durante los últimos cinco años que parece ser no sirven para capear la marejada. A menudo me cuentan esa historia de que el empresario es el que arriesga su dinero y que por eso hay que permitirle ciertas libertades y capacidades de decisión sobre su plantilla y de que manera tratarla. No nos engañemos, esos empresarios -o banqueros- no se juegan su dinero, ni permiten que éste corra ningún riesgo (como mucho una pequeña cantidad de su fortuna personal que a fin de cuentas no la necesitan para seguir viviendo con el mismo ritmo).

Número para solicitar la prestación social por desempleoEmpujamos esforzadamente hacia dónde dicen nuestros empleadores y de la manera que nos piden, porque los medios de comunicación nos enseñan imágenes de la cola del paro y es entonces cuando nos damos cuenta que el despido es libre en España (aunque no gratis, que es realmente lo que buscan) y que nos puede tocar en cualquier momento. Les hemos entregado nuestras plusvalías para su beneficio; les cedimos nuestros derechos mientras adquirimos mayores deberes y, de pronto, ellos se ven obligados a limpiar la empresa y te ves en la calle, sin una explicación coherente del motivo: «Chico, lo siento, pero es la crisis, realmente no hay ningún motivo de comportamiento, rendimiento o nivel de trabajo, pero...» .

Tengo también que hacer una crítica a los sindicatos, a los que estoy viendo callados y poco efectivos a la hora de defender a los obreros. Espero que sea solamente una apreciación y que realmente estén trabajando. Creo que esta solución globalizada y casi unánime de tantos gobiernos les ha pillado por sorpresa y están todavía digiriéndola, mirando de reojo a ver que se hace en otros países. De todas formas, en unos meses no será asumible que sigan sin hacer nada.

Al final, la crisis pasará, y al día siguiente que los medios de comunicación comiencen a cerrarla oficialmente, los que han tenido siempre el dinero volverán como si nada hubiera pasado y a nosotros nos costará mucho más levantar la cabeza.

Para terminar, encontrarás puntos de vista interesantes en este artículo de Entre dos orillas y en los recogidos en la bitácora Cáncer Capitalista.

martes, 9 de diciembre de 2008

El cuerno de la abundancia

Cartel de la obraAprovechando que en La Habana son fechas del Festival internacional del nuevo cine latinoamericano y para recordar aquello, me he ido al cine a ver una comedia cubana muy divertida: «El cuerno de la abundancia». Es una película curiosa, desde el punto de vista del elenco, pues vuelve a reunir a los tres protagonistas de Fresa y Chocolate (Jorge Perugorría, Vladimir Cruz y Mirta Ibarra) con uno de sus directores Juan Carlos Tabío.

La película cuenta que en la Isla el apellido Castiñeira es tan corriente como en España Pérez, así que el pequeño pueblo de Yaragüey explota cuando aparece una herencia del siglo XVIII para repartir entre todos los que así se apellidan. El personaje del comunista recalcitrante nos avisa al decirnos que «el dinero regalado, siempre trae dolor». Todos, sin excepciones, ante la posibilidad de alcanzarlo, como si del cuento de la lechera se tratase, se embarcan en realizar los cambios en sus vidas que sus sencillos sueños les piden: la intimidad que necesita una pareja, una casa, una boda con la chica de sus sueños, arreglarse un poquito el físico, conseguir acostarse con el amor del colegio...


Sobre la película, destacar que ofrece una visión de Cuba realista, con sus gentes llenas de esperanza, vida, ingenuidad y humor, siendo un claro ejemplo de la comedia de enredo que se hace allí. Arranca con el protagonista, mientras pedalea en su bicicleta para llevar un encargo, me presenta al resto de personajes con los que se va cruzando y se dirige a mí directamente, diciéndome que va contar su historia. Así, en un instante, en apenas dos minutos y usando el humor, el director ha conseguido meterme en la película sin apenas preámbulos y de la que ya no me deja salir hasta que termina.

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lunes, 8 de diciembre de 2008

Y sin embargo te quiero

Cartel de la obraLa Transición vuelve. Después de treinta años es tiempo de revisitar, analizar y recomprender lo que aquella etapa significó para los españoles. Ese espíritu de perdón sin condiciones es el que he respirado viendo «Y sin embargo te quiero» en el Teatro Galileo. Agradezco que este tipo de obras, en el que el pensamiento básico es de izquierdas, se lleven a la escena, pero personalmente me gustaría que dieran un paso más y no se quedasen en una falsa igualdad.

Sobre el escenario dos actrices, una cándida Alejandra Torray frente a una impresionante Ángeles Martín. La obra trata de la relación que se establece entre una rica señorita latifundista extremeña -Rosa- y una de sus domésticas -Ana-. La sirvienta, interpretada por Ángeles Martín, evoluciona a lo largo de la obra, que al principio parece anclada en un tiempo irreal si no fuese por esa insistencia sobre los malos jornaleros que ocupan el tiempo del padre y le acarrean todos sus problemas. La evolución de Ana surge porque entiende la diferencia entre los dos mundos de su entorno: los amos y los que les sirven. Sin embargo no puede dibujar una línea clara de separación, pues los sentimientos personales, los vínculos establecidos con la Rosa persona, le llevan a mezclar los dos extremos, el suyo, el de clase obrera (pobre, oprimida y hambrienta) y el de La Casa Grande, el de los que mandan y pueden, pero a los que hay que tener compasión porque la cuidan. Desde esta confrontación se vislumbra que la relación establecida entre ambas mujeres no es de igual a igual, por mucho que el autor se haya interesado en decirnos que las tragedias son de las personas y no de las ideas, que debemos matizar y ser justos con los comportamientos humanos, sin prejuzgar.

En la obra vivimos varias situaciones, que como decía al principio, agradezco. Se cuenta como los aviones fascistas destruyen las barriadas más humildes mientras escuchamos caer las bombas. Se cuenta con detalle el fusilamiento a manos de los rebeldes fascitas de Pedrito, el compañero de Ana. Se cuenta también el encarcelamiento del latifundista y cómo muere en la cárcel, como el Frente Popular recoge armas en la casa... Y, al terminar la guerra, Ana tiene que huir y exiliarse en Francia, desde dónde volverá para el reencuentro final, cuando la Transición haya triunfado y sea necesario el abrazo final de reconciliación. Echo en falta una sóla palabra de la etapa de dictadura, que el autor se salta como si no hubiera existido nunca, como si estuviera prohibido mentarla. Echo de menos que la obra no termine con la música de «A cántaros», para decirme que vamos a juzgar a los que le pegaron el tiro a Pedrito. Sin embargo, la música que cierra es «Libertad sin ira», para contarme que es necesario el perdón sin condiciones y con olvido.

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