jueves, 29 de enero de 2009

La clase

Cartel de la películaViendo «La clase» he tenido la sensación de haber vuelto a las diferentes aulas por las que pasé siendo alumno. He visto en el protagonista François -François Bégaudeau, que también es autor de la novela en la que se basa la película- las intenciones de algunos profesores de que aprendiéramos a pensar por nuestra cuenta y los muros que se encontraban -por nuestra parte en plena edad de rebeldía sistemática, por sus propias limitaciones o prejuicios, por la ideosincracia del instituto o de la ciudad y por los lejanos planes de estudios construidos desde el Ministerio de Educación-. Durante más de dos horas, me he sentado en la butaca del cine a escuchar como si realmente estuviera dentro de la clase que nos propone el director Laurent Cantet, un experto en teñir el cine de un realismo extremo, hasta el punto que la película podría llegar a considerarse un falso documental.



Nos encontramos en un barrio periférico, con diferentes culturas, razas y religiones. Es difícil integrar todos estos elementos en el aula, sobre todo cuando se ven ciudanos de segunda a los que el gobierno de su país desprecia y en esa edad en que se cuestiona toda autoridad. No hay recetas que nos den una respuesta y cada profesor va a la búsqueda personal del modelo educativo que simplemente funcione. François opta por escuchar y dialogar con sus alumnos, piensa que sabe adaptarse a cada uno de ellos y que además su experiencia y conocimientos le permitirán siempre salir adelante en estas confrontaciones. Juega con la ironía, pero se equivoca con cierta pasividad al no anticiparse a los problemas y quedarse conforme con el acto de advertir. Vemos algún instante al profesor de historia, más academicista y también buscando una solución para que la educación funcione, pero tampoco ha encontrado la respuesta.

La película avanza con diferentes escenas de lo que ocurre en las clases de François y al final de la clase vemos a Souleymane, un estudiante de origen malinés, callado, ausente y poco participativo. No se esfuerza por aprender, no es fácil conseguir su participación o al menos su interés. Es un alumnos con problemas que se quedan fuera el aula, imposible de sujetar y que cuestiona no sólo la autoridad y las normativas, sino el mismo sentido de que intenten enseñarle. El sistema pedagógico no funciona con él y sin embargo el resto de compañeros le aprecia y le defienden en todo momento. Es un líder nato, al que nuestras escuelas no tienen nada que ofrecerle. Hasta que surge el incidente, la discusión, el enfrentamiento para decirnos que Souleymane no es controlable. Saltan todas las alarmas que desemnbocan en el consejo disciplinario donde la defensa del alumno resulta imposible y la expulsión posterior. La respuesta es que si el sistema no funciona, se traslada al alumno a otro instituto y con él el problema. Esta historia es el verdadero eje de la película, la que permite desencadenar la discusión, la que nos habla de la falta de ideas en nuestras escuelas.

¿A qué se limitan los procedimientos del instituto? Marcas en el cuaderno personal del alumno indicando las faltas, charlas individuales con los padres donde sólo se dicen generalidades y se cubren las espaldas por el hecho de avisar de los problemas de los hijos, discusión de las notas en el claustro de profesores con los delegados de clase presentes, visitas al despacho del director y comités disciplinarios como paso previo a la expulsión del centro.

La claseHe elegido este fotograma con el aula vacía o llena de impotencia como se prefiera, como metáfora de la película, donde cualquier acción educativa es inutil. La película termina con François preguntándoles a sus alumnos que han aprendido durante ese curso, para que vayamos viendo las diferencias entre las personas. La crítica al sistema o la esperanza continúa con la alumna que le dice que ella ha aprendido mucho, pero fuera del instituto, leyendo «la República» de Platón. La impotencia con la alumna que confiesa que no ha aprendido nada de nada.

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miércoles, 28 de enero de 2009

Cuba no está sola

Cartel de la manifestaciónManifestación en Madrid convocada por el movimiento de solidaridad con Cuba para el sábado 31 de enero de 2009 a las 18 horas y que discurrirá desde la glorieta de Bilbao hasta el final de la calle Génova.

Los movimientos de solidaridad con Cuba, así como las organizaciones de carácter político, sindical o social, han decidió dar una respuesta clara y contundente a las agresiones, injerencias e injurias que por parte de Esperanza Aguirre (presidenta de la Comunidad de Madrid) y del PP viene sufriendo la Revolución Cubana en estos días en una clara campaña de acoso y derribo.

Cuba no está sola. Contra la injerencia extranjera en los asuntos internos de Cuba, por el cumplimiento de las resoluciones de la O.N.U. de levantar el bloqueo norteamericano contra Cuba y por otros 50 años de Revolución. ¡Viva Cuba Socialista!

Manifiesto completo.

martes, 20 de enero de 2009

Bienvenidos al Norte

Cartel de la película«Bienvenidos al Norte» es una gran comedia que nos viene de Francia y está dirigida por Dany Boon, una persona que ha hecho de todo en esta profesión (mimo callejero, cómico, doblador de películas de animación, monólogos y sketches en programas de televisión y en directo, músico, guionista, actor y director de cine y teatro), al que no le ha bastado con escribir y dirigir la película sino que interpreta al entrañable Antoine.

Nuestra vida está llena de tópicos que nos permiten sentirnos cómodos suponiendo que conocemos lo que nunca hemos visto. En el sur de Francia, piensan que el Norte-Paso de Calais es un territorio helado, paupérrimo, primitivo y lleno de ignorancia y alcoholismo, con un dialecto incomprensible llamado ch'ti. Por eso la «peor» noticia que le pueden dar a un funcionario es que su próximo destino está por aquellas tierras. Esto es lo que le ocurre a Philippe. Sin embargo, lo que se encuentra nada tiene que ver con esta idea, son personas llenas de humanidad, acogedoras, generosas, entrañables, con problemas cotidianos (amor, madres superprotectoras...), que se divierten, que dialogan y resulta que además tampoco hace tanto frío (lo de beber es otro cantar, vamos casi sin querer). El problema es que su relación con su mujer no va bien, ella prefiere quedarse en el tópico y él no se atreve a contarle la verdad, lo que produce escenas hilarantes.

Escena de la películaHe visto un buen guión, con estupendas interpretaciones y un perfecto manejo de las situaciones. Me he reído a carcajadas, me ha llegado al corazón en otros momentos, para después pasar horas hablando de trasladar el guión a esta España, llevándolo a Asturias -que aunque no tiene mala prensa, sí que ayuda en el resto de tópicos y realidades, sobre todo con esa lengua suya llena de palabras acabadas en «u» y «es»- para caricatuzar justamente a los que son de fuera, para ver que muchos localismos son universales. Como dice Antoine «cuando uno del sur llega a Norte-Paso de Calais berrea (llora) dos veces, al llegar y al marcharse».



Nota: El enlace oficial de la película que he seleccionado es el francés debido a que el ofrecido por la distribuidora no es enlazable directamente. No obstante se puede encontrar la ficha completa en Wanda Vision navegando a través de su catálogo.

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lunes, 19 de enero de 2009

Enamorados anónimos

Escena de la obraEn el teatro Rialto-Myspace se puede ver «Enamorados anónimos» que se vende como el musical de la copla. Fui a verla porque me llamó la atención que el libreto estuviera firmado, entre otros, por Daniel Sánchez Arévalo -el director de «Azuloscurocasinegro»-, que en la dirección musical estuviera Javier Limón y porque me gusta la copla, sobre todo cuando se «aflamenca», cosa que viene haciendo Javier con muchos de sus artistas en los discos que produce. Durante las tres horas que dura la función, me encontré con la mayoría de las coplas clásicas -más dos temas de Sabina-, pero todas ellas con unos arreglos alejados del flamenco y demasiado modernos para mi gusto, que van de lo melódico, a la fusión con latin-jazz y ritmos similares y que sin duda buscan atraer al mayor número de público.

Escena de la obraAl espectáculo le falta mucho sentimiento y toda la pasión que necesita una copla para ser interpretada, todo esto se ha sustituido por mera corrección. La excepción es J. Carlos del Pozo, que interpretando al travesti muestra toda la fuerza que debería haber sido la seña de identidad de esta obra. Lástima que sólo esté cinco minutos sobre el escenario para cantarnos «La Zarzamora» y poco más. Dentro de lo correcto se mueven Mara Barros, Sandra Carrasco, Carlos Vargas, Juan Manuel Mora y Ondina Maldonado.

La trama argumental, que abusa de tópicos, es un mero pretexto para saltar de una canción a otra y se nota, ya que resulta floja además de previsible. La parte dramática -mientras no cantan- se presenta bastante descuidada, pesando como una losa sobre un elenco al que le falta experiencia sobre un escenario teatral, por lo que pierden el diálogo, se traban, se desacompasan, se ríen...

A pesar de lo dicho, entretiene, sobre todo por el repaso musical, las cuidadas coreografías que destacan por lo vistosas que resultan -aunque pequen de una estética demasiado multimedia- y lo correcto de las voces. Os dejo un vídeo promocional.



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sábado, 17 de enero de 2009

Un dios salvaje

Cartel de la obraDe «Un dios salvaje» tengo que decir que resulta una obra redonda. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en un teatro como anoche y reconozco que tenía ciertos prejuicios. El primero, el propio teatro Alcázar cuya programación no suele coincidir con mis gustos. El segundo, un elenco muy vinculado al cine que me hacía pensar en que la obra podía quedarse en un mero reclamo por ver en directo a Maribel Verdú, Aitana Sánchez-Gijón, Pere Ponce y Antonio Molero. La tercera, mis dudas sobre la autora, Yasmina Reza, que aunque tiene una obra impresionante como es «Arte», esta vez prodría encontrarme con algo similar a la útima de sus obras que vi, «Tres versiones de la vida», que me resultó decepcionante en su momento. Me equivoqué totalmente.

La obra parte de una anécdota -la reunión de dos parejas porque el hijo de una de ellas ha pegado al hijo de la otra- que va creciendo para hablarnos de que la tolerancia y las buenas maneras son tan solo un baño sobre nuestro primitivismo y que a poco que escarbemos no se sostiene ninguno de los dos valores. Verónica (Aitana) se ha fabricado como mujer a base de cultura, de transformaciones, de ética para convertirse en una persona ecuánime, pero que siempre tiene la razón. Álex (Pere) es el abogado incapaz de sentir compasión, intolerante y soberbio, que dice que las cosas son como son y que no van a cambiar porque esa es su naturaleza. Ana (Maribel) y Miguel (Antonio) van moviéndose de un lado a otro porque son tan conciliadores que no se implican, se limitan a dar parabienes a quién mantiene en ese momento el diálogo, no quieren enfrentamientos y no van a luchar.

Escena de la obraAl igual que en «Arte» la obra se dispara con rapidez por situaciones inesperadas, pero sin perder en ningún instante la verosimilitud; y se dispara por la confrontración dialéctica, por los argumentos. De la misma forma, también plantea situaciones cómicas como válvulas de escape que minimizan la profundidad de las cargas de lo dicho. Encontramos también lucha de sexos, discusiones de pareja, comportamientos hipócritas de una clase media y mucho primitivismo que aflora al menor descuido. Nos hace pensar; a mí en dos cosas, lo necesaria que se va haciendo la asignatura de «Educación para la ciudadanía» y en darle una vuelta al argumento para que los reunidos sean todos políticos de la O.N.U. y tengan que tomar una decisión sobre las sanciones que van a aplicar a Israel por los borbardeos de su ejército sobre Gaza. La obra no hubiera cambiado demasiado.

Una curiosidad sobre Yasmina: su padres se conocen en París, dónde ella nacerá después, pero sus orígenes familiares son de lo más variponinto; de padre moscovita descendiente de una familia judía expulsada de España por la Inquisición que se refugió en Uzbekistán y madre -violinista- de una familia de judíos húngaros.

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viernes, 16 de enero de 2009

Makarov

Escena de la obraTambién aproveché mi viaje a Cuba para ir al teatro. Elegí el Café Teatro Bertolt Brecht una sala alternativa -algo más grande que las que tenemos de este tipo en Madrid y con un sistema de butacas plegables muy ingenioso- para ver «Makarov». Un texto del dramaturgo Edgar Estaco representado por la compañía Teatro del Círculo.

Lo primero que me sorprendió en la cola de entrada, fue la edad del público: la mayoría no pasaba de los veinte años. Tal vez ayude a ello que Cuba es un país que apoya la cultura y no la mercantiliza.

Hablando de la obra, decir que no tengo muy claro si la comprendí del todo, pues se trata de una obra cargada de simbolismos. La representación discurre en dos planos independientes, el primero formado por Quijote y Sancho y el segundo, más mundano, agrupando a cinco prostitutas, su chulo y el policía de la zona.

Rueda de aplausos al finalQuijote y Sancho no son de este mundo y tengo que pensar que hablan en metáforas. Le doy vueltas a que son dos estatuas que cobran vida durante la noche y que juzgan nuestra sociedad desde otro prisma, muchas veces sin entenderla, desde un plano de las ideas. Pienso a ratos si también quieren simbolizar dos visiones paradigmáticas de la Revolución cubana, en Quijote la Revolución pura de la clase dirigente de principios un tanto anquilosados e incapaz de percibir una realidad emergente y en Sancho las nuevas generaciones más pragmáticas que ven el presente sin conciencia del futuro ni del pasado. Pero pienso que esta visión es un deseo mío de interpretar este simbolismo confuso, más que una realidad. En mi opinión estas dos figuras no nos traen el esquema clásico y oficial de estos dos personajes, además sus situaciones y diálogos no aportan valor alguno a la trama.

La otra parte, la historia de corrupción, resulta más tangible, aunque el autor también se empeñe aquí en ser parabólico: las prostitutas estan en guerra, camufladas en las trincheras para acabar con sus clientes y para esconderse de la Policía, a la que por cierto soborna su chulo. Destaco la interpretación de «La Jurado» un travesti interpretado por Ariel López que traspasa su emoción en todo momento al público, la caricaturización del policía Alberto que llega a humanizar al personaje, la perfecta dicción castellana de Quijote y el dinamismo, en gran medida por la música de Frank Delgado y en parte por la gran movilidad de los elementos escenográficos y el uso del espacio.

Por si alguien tiene duda de la libertad de expresión que existe en Cuba, esta obra se representa en el centro de la ciudad y habla de prostitutas -alguna de ellas lesbianas-, aparece un travesti, un policía corrupto, el abuso, la muerte, la justicia...

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jueves, 15 de enero de 2009

Omertá

Cartel de la películaEn mi viaje a Cuba no podía dejar de visitar el cine Yara. La película no pasaba de ser una mera disculpa para volver a sentarme en aquel majestuoso cine, entre cubanos, con su puntualidad, sus risas...

Ponían «Omertá», una película cubana de gansters dirigida por Pavel Giroud y que se había estrenado durante la XXX edición del festival internacional del nuevo cine Latinoamericano de la Habana, después de que en la edición 27 se llevará el premio de guión inédito.



No me resultó una película con una trama compleja, más bien diría previsible y de ritmo algo lento. Lo que más me gustó fue su ambientación, que me recordaba a las comedias teatrales representadas en una gran mansión, con personajes que entran y salen mientras se va enlazando el nudo de la historia. No está contada de forma lineal, sino que revisita el pasado para completar la trama y permitirnos ir entendiendo al personaje central.

Destacar la interpretación protagonista por parte de Manuel Porto que da vida a un antiguo guardaespaldas llamado Rolo Santos. Es un personaje muy compensado, que se mueve entre la añoranza de lo que fue y la desesperanza por su incapacidad de poder hacer otra cosa, que resulta ir cumpliéndose con lentitud mientras envejece. La edad le lleva constantemente a hacer un balance de la vida en el que no le salen bien los números, como si aún se le debiera otra mano a este jugador de póker cuyas jugadas oscilan entre la inteligencia y la fanfarronería. Así, en el último instante, una misión le salva, le permite levantarse y forma una banda, como antes, como siempre.

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