miércoles, 15 de julio de 2009

Cuando las novelas se escriben con el corazón

«La lista de los 14» conmueve

En la carpa A Quemarropa se vivió uno de los momentos más sentidos de esta Semana Negra de Gijón. Se trató de la presentación de la novela «La lista de los 14», escrita por Nacho Guirado y editada por MR Ediciones.

Guirado es uno de esos autores que forman parte de las tertulias de las 17:00. Bastante callado y siempre muy atento. Un buen chico en resumidas cuentas. Fernando Marías, su anfitrión en esta presentación, representa lo contrario: en las tertulias habla por los codos, realiza preguntas inquietantes y se encarga de cambiar de tercio, llevándose la charla a nuevos terrenos si le dejan. Esta vez, no tuvo necesidad de preparar una historia inventada, se bastó con la propia, la de su padre y con ella preparó los sentimientos de los presentes antes de darle la palabra al autor.

«La lista de los 14» es una novela histórica, escrita desde una mirada de la izquierda, hecha desde el corazón y manteniendo una fuerza desgarradora. En ella el lector encontrará a un hombre que perdió la guerra y que viene a Asturias a trabajar de esclavo en las minas. De su mano se encontrará con el entramado de la mina y toda una generación donde hay seres humanos de toda calaña. Se presenta con una mirada, desde la posguerra, de lo que fue la guerra, fabricada de hombres honestos que lucharon y perdieron, pero que jamás dejaron de creer en sus ideales.

Cuenta Guirado que con quince años solía ir a casa de sus abuelos Ignacio y Luisa a jugar a las cartas. Ignacio abuelo, forjado en el carácter adusto que se asocia a los castellanos, estaba hecho de silencios: «Yo hablo poco y la mitad de lo que digo me sobra». En aquellas partidas contaba a su nieto alguna anécdota, pero nunca le habló de la guerra. Tras la guerra estuvo prisionero en Guadalajara con su padre y su hermano, pero tuvo algún problema que le llevó a pedir el traslado. Las condiciones de la nueva cárcel eran aún peores, así que su padre y su hermano, que seguían en la prisión de Guadalajara, guardaron parte de su ración diaria que luego vendieron para lograr enviarle un giro. Cuenta también hasta la emoción, cuando ya mayor su abuelo Ignacio le hace un regalo a su mujer, una caja de pañuelos, y con su letra temblona le escribe sobre la caja «Si volviera a nacer, me volvería a casar contigo». Así continúa desgranando momentos mágicos de ese material que subyace en la escritura de esta obra, con su misma emotividad. Dice Guirado que la novela es una deuda y una necesidad, la de responderse a sí mismo una pregunta que nunca le hizo a su abuelo, la de saber en qué momento un hombre se plantea que quiere seguir viviendo a cambio de dejar atrás toda su trinchera ideológica.

Este hombre que dice venir de las ciencias en lugar de las letras, siente que por dicha causa sus cinco novelas anteriores han sido una preparación -un aprendizaje- para encontrar el camino que le ha permitido escribir ésta.

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