domingo, 19 de julio de 2009

El final de una edición sólo supone el principio de la siguiente

Se clausura la XXII edición de la Semana Negra de Gijón

La Semana Negra de Gijón del 2009 se acaba. La carpa del Encuentro acoge la ceremonia donde se entregan los premios literarios del festival. Premios que se hacen tangibles en una estatuilla que recibe el nombre de Rufo. Siempre hay uno especial, con el que los organizadores premian la labor y el trabajo de entidades ajenas. En esta ocasión el Rufo especial ha sido para la Empresa Municipal de Transportes de la ciudad de Gijón.

Es este el turno de hacer balance. Taibo comienza diciendo que éste resultaba a priori un año complicado en cuento a lo técnico, pues el cambio de recinto nuevamente supuso nuevas construcciones, desagües e infraestructuras costosas. También había otras complicaciones, esta iba a ser una Semana Negra en una economía de crisis. Pero la realidad manda, y ella se encargó de arrasar todos los miedos.

Son muchas las palmadas en la espalda que los vecinos de los barrios de La Calzada, Natahoyos y Jove les han dado, contentos de esta nueva ubicación, dentro de sus barrios obreros. «¿Dónde vais a ir que estéis mejor que aquí?» les decían. En todo momento la organización se sintió cuidada y querido por ellos, así que Taibo devolvió el cariño al grito de «Vivan los vecinos de los barrios populares de Gijón».

Dice Taibo, para empezar a hablar sobre la crisis, que Asturias resiste, que «no ha perdido empleo». Después de aleja de lo político para contar que se puede luchar de muchas maneras, pero la cultura es la confrontación a la crisis, un elemento de vanguardia para vencerla. Una parte de ella está en la cabeza y es la fiesta y la cultura las que reviven la esperanza y logran erradicarla de los pensamientos. Las cifras han crecido otro año más, a las doce se maneja el dato de 54.108 libros vendidos y regalados, y aún queda una tarde.

No se olvida de los detractores a los que lanza un abrazo, porque ellos hicieron publicidad gratuita durante dos meses a la Semana Negra y en estos tiempos donde los fondos dan para tan poco se agradece.

Desveló el misterio de la foto que presidía este año la barra de la carpa. Se trata del príncipe Piotr Kropotkin, uno de los mejores escritores sobre la revolución y al que nos emplaza a buscar en Google.

El éxito también se mide por los 106 periodistas internacionales que se acreditaron en esta edición y que han dado una difusión mundial a las actividades. Recordó la última periodista en acreditarse, una joven rusa que escribe para un periódico que se hace en Madrid en lengua rusa para emigrantes de aquellas tierras que aquí viven.

Y los escritores, venidos de 13 países, con su dimensión humana, participando y colaborando, siempre dispuestos para llegar hasta este momento en el que toca echar el cierre a esta edición. Vendrá luego la resaca y el recuerdo de la inmensa intensidad con la que se vivieron estos días.

Comienza a nombrar a sus colaboradores, pues todo lo visto es un esfuerzo colectivo que supera cada uno de los obstáculos. Habla de su mujer Paloma que a diario le recuerda lo que son, «soldados de la república de los libros que sirven al pueblo». Los va nombrando uno a uno, sin dejarse a nadie, por pequeña que haya sido su labor. Para cada uno de ellos tiene buenas palabras, y va presentándoles con cariño, a manera de justo reconocimiento por su labor.

Luego hablan los políticos. Aunque en la mesa hay otras cuatro personas, dos de ellas, Ángel Fernando Menéndez, director de la zona Gijón de Cajastur, y Mercedes Álvarez González, consejera de Cultura y Turismo del Gobierno de Asturias, son sólo presencias que no tienen voz. Quien sí habla es la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, que recuerda que este festival da trabajo a mucha gente, que además lo hace con entusiasmo desmedido. Después toma la palabra Vicente Álvarez Areces, presidente del Principado de Asturias, para hablar del éxito un año más de la Semana Negra, convertida de nuevo en un lugar de convivencia y diversidad que muestra una forma de entender la vida.

Cierra Taibo, despidiendo esta edición y abriendo la próxima. Nos vemos en la 23.

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