martes, 14 de julio de 2009

La literatura que se nutre de contradicciones

Los escritores latinoamericanos toman la feria

En la carpa del Encuentro de la Semana Negra de Gijón, Alonso Cueto nos presenta su literatura. Con sus tres novelas a cuestas «La hora azul», «Grandes miradas» y «El susurro de la mujer ballena», se detiene en explicarlas. Toda ellas construidas de individuos, de lo que les pasa y de los conflictos -propios y ajenos- con los que conviven. Unas para hablar de las secuelas que deja la guerra, de la venganza y de la corrupción, enfrentando a los protagonistas con su pasado; otras de personajes que ocultan tras una cortesía fluida toda una historia de violencia y un pasado familiar vergonzante. Siempre con el Perú de telón de fondo y de subsuelo intrínseco que sostiene sus novelas, tan pegadas a sus paisajes que el propio autor, cuando escribe una escena que transcurre en un determinado parque va a esta allí y sentado en uno de sus bancos la escribe. Habla Cueto del atraso de la sociedad peruana achacándoselo a un racismo no superado, que minusvalora y desprecia aquello con origen andino o amazónico y del nuevo proceso que se ha abierto para solucionar estos problemas de integración.

No se acaban las historias de escritores latinoamericanos en la carpa del Encuentro. Más tarde es la colombiana Laura Restrepo la que presenta su novela «Demasiados héroes». Se trata del diálogo entre una madre y su hijo adolescente que busca encontrar a un padre desaparecido voluntariamente por un episodio oscuro. En un cuarto de habitación de un hotel, el muchacho interroga a su madre, militante clandestina de izquierdas como el padre, para aclarar aquello, pero el joven no se fía de su interlocutora que le habla de un héroe, una invención de un mito cultural fabricado de retórica y política, en lugar del ser humano con carne que él precisa. Es un diálogo difícil que se lleva el 90% de la novela, lleno de desencuentros y que muestra dos estructuras vitales distintas, tan alejadas como las dos generaciones que representan. La autora habló mucho de las palabras, sustento de la literatura y también de estos tiempos dispersos, poco dados a la épica, que no admiten respuestas únicas. La literatura se escribe con las entrañas y en plena libertad para ejercerla y también para desentrañar las verdades de una América Latina con un pasado por contar y un futuro en construcción. En opinión de Restrepo, la literatura latinoamericana se ha encontrado a menudo con un bache, una frontera que pocas veces se atreve a cruzar, se trata de la intimidad. Esa ha sido su apuesta: afrontar esta novela desde un punto íntimo, con la tragicomedia que supone vivir a diario en la que debemos decidir si comportarnos como héroes o como payasos.

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