sábado, 24 de octubre de 2009

Un cuento encantador

Se estrena en las salas comerciales la película de Terry Gillian «El imaginario del doctor Parnassus» para mostrar la eterna lucha entre bondad y maldad.


Cartel de «El imaginario del doctor Parnassus»
Cartel de «El imaginario del doctor Parnassus»
«El imaginario del doctor Parnassus» es una bocanada de aire fresco y una explosión de los sentidos. Con una estética del cine fantástico recupera para las pantallas la eterna lucha entre la pureza y el beneficio que la maldad reporta al ser humano. La pureza, o la inocencia, se dibuja como una bondad extrema que para preservarse se aísla y por tanto se convierte en una burbuja conservadora. En la película lo puro se muestra protegido a través de una huida extenuante que obliga a esconderse, reducirse, abandonarse y perder toda fuerza para una batalla desigual. Inocencia carente de seña de bondad, pues es nuestra sociedad actual quien la recluye, convirtiéndola en una excentricidad o etiquetando como tontos a las personas bondadosas. Pureza rodeada de protectores un tanto anquilosados, alcoholizados y necesitados de que alguien más mundano pueda ayudarles en su labor, permitiendo que la inocencia pueda salir de su caparazón a convertirse en bien. La película se reinventa con la llegada de Tony (Heath Ledger) y el proceso de arrepentimiento que este personaje vive. Es la experiencia de los que han sido egoístas y su insatisfacción sobre lo material lo que revaloriza el sentido de lo bondadoso y señala como salida posible nuevas sociedades más altruistas que no aspiren a gobernar el mundo, sino que permitan que éste se gobierne por sí mismo, con la responsabilidad de cada uno de sus ciudadanos. Se trata de un canto a la mezcla, la fusión y la convivencia, como el ejemplo que permite la ruptura con el conservadurismo para progresar. Protoger la inocencia no debe suponer un fin, lo bondadoso sabrá abrirse paso.

He hablado demasiado de filosofía y muy poco de cine, transmitiendo tal vez un mensaje equivocado de una película pesada que nada tiene que ver con la realidad. «El imaginario del doctor Parnassus» es ante todo cine en estado puro. Terry Gilliam ha hecho una película divertida que entretiene, sustentada por un guión muy original y diferente para estos tiempos, con un gran reparto seleccionado con inteligencia y que ofrece grandes interpretaciones y adornada con bonitos efectos especiales. Sin ser este un cine novedoso, ni experimental, presenta un tratamiento muy imaginativo que recupera lo exótico para mezclarlo con los tiempos modernos.

En este cuento, el mal, que vive el tiempo de manera infinita, se aburre e inventa juegos, apuestas en las que el doctor Parnassus -que representa el bien- termina siempre enredado. Cada una de estas competiciones se transforma en una aventura que salta de la mente del profesor a la pantalla con gracia y con esperanza. Los sueños que encierra este cuento marcan el ritmo de la película y despiertan, con cariño, en el espectador encandilado la necesidad de nuevas aventuras, tanto como de justicia.

Verne Troyer, Andrew Garfield, Christopher Plummer, Lily Cole y Heath Ledger en una escena de «El imaginario del doctor Parnassus»
Verne Troyer, Andrew Garfield, Christopher Plummer, Lily Cole y Heath Ledger en una escena de «El imaginario del doctor Parnassus»
Decía que las interpretaciones son excelentes. Heath Ledger borda un papel que humaniza y acerca la película, él es sin ninguna duda el alma que late durante todo el largometraje. Christopher Plummer maneja un personaje muy complicado lleno de contemplación, por el que el actor sabe desenvolverse y enriquecerlo. Por su parte, Tom Waits interpreta al maquiavélico Mr. Nick, una caricatura que realiza magistralmente para que la maldad no sea un simple concepto aterrador sino que presente contradicciones que permitan al espectador seguir apostando contra él. En la misma línea se mueve Verne Troyer con un personaje desconfiado que sirve de contrapeso al exceso de imaginación. La pareja Lily Cole y Andrew Garfield resultan acertados, transmitiendo la sensación de pureza a preservar que el guión exige.

Terry Gilliam es un autor considerado maldito, comparado muchas veces con Orson Welles y con la etiqueta de visionario. Sus películas presentan siempre rodajes difíciles y tortuosos en los que se acaba el dinero obligando a detenerse indefinidamente, rondando siempre la posibilidad de no terminarse. Éste también ha sido así, su rodaje supero el presupuesto y tuvo que sobreponerse a la muerte de su protagonista cuando no se había llegado a rodar aún ni la mitad. Gilliam le dio una vuelta de tuerca para terminarla, acudió a Johnny Depp, Colin Farrell y Jude Law para convertirlos en la transformación de Heath Ledger cuando cruza el espejo que representa la mente del doctor Parnassus. Se trata de un gran acierto, pues la película se enriquece con sus estímulos, así como con los matices y variantes que cada uno de ellos ofrece al personaje de Tony. El paso de los tres por la película va más allá de lo testimonial para entrar en lo fundamental.

A modo de pequeño anecdotario: Heath Ledger murió durante el rodaje de esta película, el 22 de enero de 2008 tras una sobredosis accidental de barbitúricos. El sábado anterior a su muerte, el actor había finalizado el rodaje de la parte real de «El imaginario del doctor Parnassus», pero faltaban las escenas de las incursiones en la mente de Parnassus, para las que se ofrecieron desinteresadamente -donaron su sueldo a la hija de Ledger- Johnny Depp, Colin Farrell y Jude Law. Se dice de Ledger que sufría de un fuerte insomnio que apenas le dejaba dormir un par de horas al día. La prensa sensacionalista señala como causa de este problema su separación de la actriz Michelle Williams que supuso el alejamiento de su hija de Matilda.

No fue esta la única muerte durante la película, ya que también falleció el productor William Vince y el propio Terry Gilliam sufrió un atropello en el barrio londinense del SoHo que le llevó al hospital.


El imaginario del doctor Parnassus
Título original: The Imaginarium of Doctor Parnassus
Países: Reino Unido y Canad
Género: Drama, fantástico, aventuras
Fecha de estreno: 23/10/2009
Duración: 122 min.
Dirección: Terry Gilliam
Productoras: Davis-Films, Grosvenor Park Productions, Infinity Features Entertainment, Parnassus Productions y Poo Poo Pictures
Productores: Terry Gilliam, Amy Gilliam, Samuel Hadida y William Vince
Productores ejecutivo: Patrice Theroux y David Valleau
Guión: Terry Gilliam y Charles McKeown
Fotografía: Nicola Pecorini
Montaje: Mick Audsley
Sonido: André Jacquemin
Música: Mychael Danna y Jeff Danna
Dirección de arte: Dan Hermansen y Denis Schnegg
Diseño de producción: Anastasia Masaro
Vestuario: Monique Prudhomme
Peluquería: Sarah Monzani
Maquillaje: Ailbhe Lemass
Decoración del escenario: Caroline Smith y Shane Vieau
Ayudante de dirección: Sam Harris
Dirección de producción: Brendan Ferguson y Suzanne Reid
Coordinador de post-producciónScott Watson y Tim Grover
Casting: Irene Lamb y Maureen Webb
Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España
Reparto: Heath Ledger, Christopher Plummer, Johnny Depp, Colin Farrell, Jude Law, Lily Cole, Tom Waits, Verne Troyer y Andrew Garfield.

jueves, 22 de octubre de 2009

La felicidad contagiosa

«La Cabra Mecánica» inicia en Gijón su gira de despedida.


Viernes 16 de octubre de 2009. En Casino (Sala Acapulco). Gijón


Portada de «Carne de Canción», disco de despedida de La Cabra Mecánica
Portada de «Carne de Canción», disco de despedida de la Cabra Mecánica
En Gijón arrancó la última gira de «La Cabra Mecánica», la de la despedida, ya que Lichis ha anunciado que tras ella el grupo desaparecerá. Así que acudí al concierto con angustia, con ese pesar que se siente por aquello que se quiere pero se conoce que tiene los días contados. Sus canciones representan para mí los tiempos de la felicidad y con su desaparición otro cromo más se me rompe de todo aquello que ya dejo de ser, que me hago mayor, que los tiempos evolucionan... Los grupos entran y salen, con su recorrido por el que van oscilando con diferentes momentos y conceptos, paralelos a un público que les convierte en historia a las primeras de cambio, pero que a su vez les encorseta y aprisiona. Lichis pide libertad, para crear de otra forma. Los discos de La Cabra quedarán ahí, sus directos son experiencias vividas imborrables, desde aquella primera vez que les vi en La Riviera de Madrid.

La Cabra para mí representa una explosión que contagia alegría y buen rollo, que invita a la diversión, a la fusión, a la crítica, a una sociedad distinta y con esperanza que está por llegar... Escucharles y ser feliz es lo mismo. Así, de golpe, a las primeras notas, canturreando, moviéndome, saltando, entre lo cotidiano que se mira con otro prisma y a la vez alejado de mi propia rutina. Difícil de explicar si no se ha estado frente a ellos. Con esa misma fuerza arrancó el concierto entre las notas de «Felicidad» y me di cuenta de que Lichis, por mucho que cierre La Cabra, seguirá sobre los escenarios: se le ve espléndido, divirtiéndose con su banda, disfrutando.

Ninguna de sus mejores virtudes se han perdido. Cambian los músicos, ya no está «Nuria Fergó» (Julián Kanevski) y las guitarras de Pepo López y Fernando Polaino toman matices diferentes, pero salto y canto. La batería de Dani Ortín suena distinta, con otra fuerza, pero todo encaja a la perfección y salto y canto. Las nuevas versiones llevan a las viejas canciones a caminos sorprendentes, pero salto y canto. Me divierto como si fuera la primera vez.

No habla mucho sobre el escenario, en realidad no lo necesita para comunicarse con el público, pues ya se encarga de hacerlo su música. Si que saluda a «los compañeros del metal» que en Gijón toma un doble significado, o, con frecuencia grita «Viva la República» como apuesta de vida y esperanza de una sociedad más justa.

Presenta las tres nuevas canciones «Valientes», «Carne de canción» y «Yayo yaya» y sus letras llevan la misma carga de profundidad. Suena «La lista de la compra», «Que te follen» o «La fábula del hombre lobo y la mujer pantera» y el público enloquece. Sus viejas canciones «Arroz con ajo», «Vengo de Lavapiés», «El último cantautor», «Reina de la mantequilla», «La maceta», «Todo a cien»... se han convertido en himnos. Las de su disco anterior «Hotel Lichis», «Gracias por nada», «Pinocho» o «Antihéroe» sin dejar de ser personales se vuelven más emotivas y colectivas.

Y así sigue, repasando casi todo su repertorio en un concierto largo y sentido que cierra con el el mítico «Knocking on the heavens door».

Supe entonces que Lichis no nos dejará huérfanos, que cambiará el nombre de su proyecto y que su evolución le llevará por otros rumbos, pero seguirá cuidando de nosotros, los que necesitamos de su alegría contagiosa, con sus nuevas canciones. Yo por mi parte lo tengo claro, a repetir en Madrid.

A modo de pequeño anecdotario: El próximo proyecto de Lichis se llamará Miguelito. Se trata de un homenaje a la canción que le escribió su amigo Jairo Zavala, de Depedro. En paralelo también forma parte del grupo de blues «TroubleMakers».

Banda:
Miguel Ángel Hernando «Lichis» (voz y guitarras)
Fernando Polaino (guitarras españolas y acústicas)
Pepo López (guitarras acústicas y eléctricas)
Jordi Jornet «Cobre» (bajo)
Daniel Ortín (batería)

jueves, 15 de octubre de 2009

Preparando un susto que no llega

«[REC]2» pierde la fuerza, misterio e interés de la primera parte.


Cartel de «[REC]2»
Cartel de «[REC]2»
Que nadie vaya a esta secuela esperando volver a ver una película como [REC], pues ésta no se le acerca. Aunque explora territorios similares, se olvida de que los logros de la primera parte se consiguieron, en principio, por su originalidad y que si intenta repetir el mismo mecanismo uno se encuentra con que se ha perdido frescura y ya no se mantiene la misma sorpresa. Me di cuenta de que la película no funcionaba cuando escuché risas en el público. Miedo y carcajadas a la vez no encajan y además tampoco tienen sentido.

Es una película de acción que logra mantenerse durante todo el tiempo para que el espectador apenas si pueda pensar, sino que vaya dirigido. Es un mecanismo que los directores controlan con habilidad. Logran mantener la atención, aún sin guión, sin apenas conversaciones y sin una trama suficientemente construida. Son capaces de dominar la tensión y las expectativas del espectador.

Es una película en la que no abundan los sustos, tal vez para magnificar los pocos que hay se minimizan muchos de ellos, se preparan para que luego no ocurra nada en realidad, como para pillar desprevenido al público y esto supone una gran merma en la intensidad.

Es corta, no llega a la hora y media, y con eso juega también para crear la falsa impresión de querer dar una sensación en la que el tiempo pasa en un suspiro, una rapidez en la propia duración que se acentúa realmente por su brevedad. En realidad no pasa casi nada, y al no seguir la idea de la primera en la que se cuenta de forma secuencial, ésta secuela minimiza el argumento. Realmente es una trampa retomar a media película una segunda cámara que va a tomar imágenes paralelas a las ya mostradas en la primera parte, para llegar a un punto de confluencia desde el que cerrar la película. No rompen la regla no escrita de que todo lo mostrado en el largometraje ha sido captado con una cámara, pero al tener dos cámaras pierde eficacia.

Óscar Sánchez Zafra y Javier Botet en una escena de «[Rec]2»
Óscar Sánchez Zafra y Javier Botet en una escena de «[Rec]2»
Hecho en falta diálogos y algo más de historia, que se desvela a las primeras de cambio para no tener variaciones durante el resto del tiempo. Aunque es más directa que la primera parte, sin embargo no presenta grandes sorpresas, ni demasiadas escenas de miedo. Mi opinión es que se trata de aprovechar el éxito de la primera parte y a la vez de preparar una tercera parte de carácter apocalíptico. Le falta una vuelta más al argumento.

No hay mucho espacio para los actores, sin embargo Manuela Velasco logra aprovechar sus breves diez minutos para destacar con fuerza, lejos de los acentos y el misterio del sacerdote, de la inalterabilidad previsible y cerrada de los policías o del pánico que muestran los adolescentes. Ella tiembla y el público lo hace con ella, engañado por sus titubeos, asustados, con una presupuesta inocencia y una fuerza a la que ningún otro personaje se le acerca.

En resumen, se deja ver, pero no llega a las expectativas logradas en la primera parte de la saga.

A modo de pequeño anecdotario: El personaje de la niña Medeiros lo interpreta un hombre, el actor Javier Botet. La otra anécdota es que la distribuidora ha confirmado que rodará una tercera parte, pero tanto los directores como Manuela Velasco han indicado que no formarán parten del equipo.

[REC]2
País: España
Género: Terror
Fecha de estreno: 02/10/2009
Duración: 85 min.
Dirección: Jaume Balagueró y Paco Plaza
Productoras: Castelao Producciones
Productores: Julio Fernández
Productores ejecutivos: Julio Fernández y Carlos Fernández
Guión: Jaume Balagueró, Paco Plaza y Manu Díez
Fotografía: Pablo Rosso
Montaje: David Gallart
Sonido: Xavier Mas
Música: Carlos Ann
Dirección de arte: Gemma Fauría
Vestuario: Gloria Viguer
Peluquería: Imma Pérez
Maquillaje: Lucía Salanueva
Efectos especiales de maquillaje: David Ambit
Ayudante de dirección: Daniela Forn
Dirección de producción: Teresa Gefaell y Oriol Maymó
Efectos visuales: Álex Vilagrasa
Casting: Cristina Campos
Distribuidora: Filmax
Reparto: Jonathan Mellor, Óscar Sánchez Zafra, Ariel Casas, Alejandro Casaseca, Pablo Rosso, Pep Molina, Andrea Ros, Àlex Batllori, Pau Poch, Juli Fábregas, Manuela Velasco, Carlos Olalla y Javier Botet.

viernes, 9 de octubre de 2009

«Nuestro modelo de sociedad no es este»

CC.OO. organiza un Encuentro con el compañero Marcos Ana para homenajearle.


Jueves 8 de octubre de 2009. Auditorio Marcelino Camacho de CC.OO. Madrid


Cartel anunciador del Encuentro con el compañero Marcos Ana
Cartel anunciador del Encuentro con el compañero Marcos Ana
Se trató de un acto más recogido que el que le rindió el PCE en Córdoba el mes pasado, al calor del auditorio de CC.OO., para presentar el libro de memorias de Marcos Ana, «Decidme cómo es un árbol», y mantener un encuentro con el poeta. Presentó el acto Carmen Rivas haciendo una semblanza del autor, para dejar el escenario a los actores Juan Diego Botto y Amparo Climent que recitaron varios de sus poemas. También intervinieron el editor del libro Osmán Gómez para explicar los motivos que le llevaron a pedirle que escribiera el libro, Gervasio Puerta, presidente de la Asociación de Ex-presos y Represaliados políticos, que recordó vivencias de ambos y Javier López, secretario general de CCOO de Madrid, con una emotiva intervención.

Tomó la palabra Marcos Ana, cargado de fuerza, recordando los meses pasados en los que fue propuesto como candidato para recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. No se anduvo por las ramas, directamente expresó la opinión de muchos al decir que «esta democracia no está todavía preparada para entregar un premio institucional a un republicano comunista». Habló de cuando estando en el CISE se afilió simbólicamente a CC.OO. y de que no ha perdido nunca su relación con el sindicato.

Contó lo incómodo que se siente en estos homenajes, que van siempre más allá de lo que su modestia le permite. Lo explicó con sencillez, porque cada vez que recibe uno, él piensa en «esa gente sencilla y anónima, sin nombre, a veces sin rostro» que aún no ha recibido el reconocimiento público que merecen y necesitan. Gentes que lucharon porque nuestro país recuperara la libertad y la democracia. Por eso considera este homenaje a la memoria de los que tienen nombre.

Tras salir de la cárcel, en su viaje a Chile conoció a Pablo Neruda, con el que se pasó una larga noche contándole sus anécdotas de la prisión. Al terminar de exponerlas Neruda le dijo «Marcos, somos unos insensatos; si hubiéramos tenido aquí un magnetofón tendrías ya el libro escrito. Alguna vez lo escribirás, alguna vez, pero yo te puedo asegurar que no tendrá nunca el temblor que han tenido tus palabras esta noche». Lo decía porque hasta las cosas más humanas terminan mecanizándose y en aquel entonces estaba todo en carne viva. Pasaron más de cuarenta años hasta que Marcos Ana se decidió. Su intención, la de «escribir un libro sencillo para llegar al corazón», escrito desde el costado más humano y cercano al pueblo. Y lo hizo porque se dio cuenta de que se daban situaciones en España «que yo creía que me obligaban a decir lo que yo había vivido, lo que había sufrido, porque podía ser un exponente general de lo que ha significado la lucha por la reconquista de las libertades en nuestro país». Últimamente se le acercan muchos nietos y nietas con fotografías de sus abuelos para preguntarle si habían estado con él en la cárcel. Son gente que se enteró hace muy poco que sus familiares fueron fusilados. Jóvenes sorprendidos de algo que ellos no conocían, pues nuestra Memoria Histórica ha estado dormida mucho tiempo y empieza a despertar. Respecto al mensaje de la derecha y ultraderecha solicitando que se pase página, Marcos Ana dice «pasar página sí, pero después de haberla leído.».

Marcos Ana al final del encuentro
Marcos Ana al final del encuentro
Marcos Ana dice no tener edad ya para ver el triunfo de los ideales de izquierda y que por eso pone su esperanza en las nuevas generaciones. Para ello, primero hay que llegar al pensamiento y al corazón de la juventud, comunicándose de tú a tú con ellos. Nos piden que intentemos saber lo que piensan y lo que quieren. Habla también de que la experiencia puede ser conservadora y, a veces, contrarrevolucionaria, que necesita ponerse en orden con el tiempo en el que se vive, porque de lo contrario se convierte en un obstáculo frente a los impulsos de la juventud. «Hay que partir de cómo son para hacerlo como queremos y como necesitamos». Nuestros jóvenes no están politizados, no votan porque dicen que que la política se ha convertido en un circo. Sin embargo es gente que lucha, que están en movimientos solidarios. Es nuestro objetivo ganárnoslos, porque nos pertenecen desde el punto de vista de las ideas. Hay que recuperarlos a ellos y a los espacios que por su naturaleza social son de la izquierda y que hemos ido olvidando.

La primera lección es la solidaridad que debe globalizarse, pues hoy en día se debe aplicar tanto a las cosas más inmediatas como a las universales. El futuro es de la izquierda, aunque tengamos que esperar mucho tiempo porque las mediadas históricas y las humanas son diferentes. En el espacio de una vida no se puede transformar las cosas, no se pueden hacer cambios profundos, pero hay que tener confianza en nuestra ideas en una lucha a favor del destino de los pueblos que mejoren nuestras condiciones de vida. «Nuestro modelo de sociedad no es este. Luchamos por otra sociedad distinta porque esta no es nuestra sociedad». Tendremos dificultades, pero no hay duda «todos los caminos conducen al socialismo».

Recitó dos poemas y se despidió mientras sonaba la canción musicada por Paco Ibáñez «A galopar». El público se levantó y en pie, todos juntos y sin que sonase por megafonía, se cantó la primera estrofa de «La internacional». Luego los aplausos otra vez, cargados de cariño, que aún siguen resonando en mis oídos

Escucha el discurso completo de Marcos Ana.

jueves, 8 de octubre de 2009

Tapar y destapar

«Gordos» utiliza la ficción para indagar en las causas particulares de nuestras obsesiones.


Cartel de «Gordos»
"Cartel de «Gordos»
«Gordos» es una película en la que salen gordos. En realidad va de muchas más cosas, ya que señala una intención de reflejar la compleja sociedad de nuestros días cargada de contradicciones, en la que utilizamos obsesiones y fobias para esconder nuestros anhelos y frustraciones.

Vivimos tiempos de cánones donde existe todo un discurso sobre si la gordura y la felicidad son opuestos o por el contrario no tienen relación. Por otro lado, se habla de la necesidad de aceptar nuestras condiciones para superarlas. Esos son los parámetros en los que se mueve la película. Causas, efectos, complejos, excusas, soledades, culpas, terapias, perezas, deseos, disgustos, conformidades, dudas... Sí, una película de engaños, en el que los personajes esconden una persona detrás de muchas capas con las que se tapan y sobrellevan, a modo de coraza, la angustia y las agresiones de la vida diaria, aún a costa de ir perdiendo libertad. Es el espectador quién tendrá que ir destapando para desenmascararles, y durante este proceso, con independencia de su físico, terminará por identificarse con ellos.

Es un gran largometraje lleno de trabajo y realizado sobre un guión con mucha inteligencia que no ofrece descansos y en el que la emoción se hace cercana. Me reconozco en lo que veo, en lo que pasa y en lo que dicen, a pesar de mi metabolismo, capaz de digerirlo todo y que me sitúa en 63 kilos.

Roberto Enríquez, Antonio de la Torre y Fernando Albizu en una escena de «Gordos»
Roberto Enríquez, Antonio de la Torre y Fernando Albizu en una escena de «Gordos»
Al tratarse de una película de personajes, las interpretaciones suponen otro pilar importante sobre el que se sustenta. Antonio de la Torre borda su papel llenando de matices una interpretación compleja que sin embargo resulta natural y cercana. Leticia Herrero, que sorprende gratamente en esta su primera película, y Raúl Arévalo aportan mucha frescura y buen humor en su lucha particular entre el bien y el mal. Roberto Enriquez marca con genialidad la cordura que va cayendo imposible de sustentarse para mostrar debilidades y ausencias. María Morales resulta otro gran descubrimiento, sobre todo cuando desnuda su alma y exterioriza magistralmente sus sentimientos. Y así se podría seguir son el resto del elenco Verónica Sánchez, Fernando Albizu, Pilar Castro, Adam Jezierski, Marta Martín, Teté Delgado, Roberto Álamo... en el cada uno de los actores y actrices con sus aportaciones ayudan a tener un tapiz excepcional en el que no existe la menor estridencia.

He pasado de puntillas sobre el humor que aparece en la película, quería dejarlo para cerrar el artículo. El largometraje resulta dramático, pero, sabiamente, por él también transita la comedia, a modo tanto de válvula de escape como de realidad cotidiana y habitual. Son personas humanas que aplican las soluciones que conocen. Y el resultado que produce en la pantalla va más allá de la acidez y la amargura, ya que también busca la risa sana y abierta. No debió ser fácil de conseguir, pero lo logra con maestría. Sin duda una de las mejores películas de este año.

A modo de pequeño anecdotario: Daniel Sánchez Arévalo necesita rodar en entornos personales. Así que para su primera película, «AzulOscuroCasiNegro», rodó en el piso de su madre. En esta segundo ha utilizado la casa de su padre, el dibujante José Ramón Sánchez.

Pero sin duda, lo más curioso de la película ha sido los cambios de peso obligados en el elenco. Leticia Herrero, modelo de tallas grandes, perdió 25 kilos. Antonio de la Torre engordó 33 kilos en un duro proceso en el que los primeros 40 días subió 15 kilos, dejó de fumar para producirse mayor ansiedad y le resultó muy difícil volver a bajarlos. Cronológicamente el 20 de diciembre de 2007 pesaba 69 kilos; a finales de abril principios de mayo de 2008 alcanzó los 102 kilos; a mediados de julio marcaba 88 y en octubre de 2008 consiguió quedarse en 73 kilos.


Gordos
País: España
Género: Comedia dramática
Fecha de estreno: 11/09/2009
Duración: 120 min.
Dirección: Daniel Sánchez Arévalo
Productoras: Tesela y FilmaNova
Productores: José Antonio Félez y Antón Reixa
Productor ejecutivo: José Antonio Félez
Guión: Daniel Sánchez Arévalo
Fotografía: Juan Carlos Gómez
Montaje: David Pinillos y Nacho Ruiz Capillas
Sonido: Carlos Faruolo
Música: Pascal Gaigne
Dirección de arte: Curru Garabal
Vestuario: Tatiana Hernández
Peluquería: Pepito Juez
Maquillaje: Almudena Fonseca
Ayudante de dirección: Antton Zabala
Dirección de producción: Óscar Vigiola
Coordinador de post-producción: Iván Benjumea-Rey
Casting: Eva Leira y Yolanda Serrano
Distribuidora: Alta Films
Reparto: Antonio de la Torre, Roberto Enríquez, Verónica Sánchez, Raúl Arévalo, Leticia Herrero, Fernando Albizu, María Morales, Pilar Castro, Adam Jezierski, Marta Martín, Teté Delgado, Roberto Álamo y Pepa Aniorte

miércoles, 7 de octubre de 2009

Los vinos de Extremadura

Crónica de un fin de semana en busca del sabor extremeño de sus vinos


Depósitos troncocónicos de la Bodega Pago de las Encomiendas
Depósitos troncocónicos de la Bodega Pago de las Encomiendas
El fin de semana estuve de viaje de enoturismo con la vinoteca Al-Qatar. Sí, eso de visitar bodegas y hacer catas. Dicen que el vino entra por tres sentidos: la vista, el olfato y el gusto. Se olvidan de otros dos, algo menos importantes pero también necesarios. Lo primero es el tacto al coger la botella, sentir su temperatura fresca en las yemas de los dedos es la primera iniciación. Luego llega el sonido al caer desde la botella a la copa, una sensación que se mezcla con la de la vista: vemos su color y oímos cómo se desliza. Acercarlo a la nariz para oler aromas es un juego de evocación, de recuerdos y, a la vez, una forma de domar la paciencia, de esperar que el cuerpo se prepare. Devolver la copa a la mesa y agitar su contenido, para que el vino respire. Volver a oler y encontrar los aromas que estaban escondidos y que con el empujón han despertado. Y, por fin llevárselo a la boca para jugar con él, moviéndolo sobre la lengua, contra el paladar, frotándolo en los laterales... para sorber de golpe al final. Un segundo trago, esta vez más corto. No, no es un ritual, es una pauta, una señal de respeto mientras se dialoga con la naturaleza. Las opiniones posteriores tienen poca importancia, pues la experiencia, por mucho que se quiera compartir es personal.

Extremadura es el destino elegido. Una comunidad estupenda, llena de convivencia y buenas gentes, con un gusto excepcional por lo que la naturaleza produce: vinos, embutidos, quesos... Es una tierra difícil, de esfuerzo de sus gentes trabajadoras, con mucho calor en verano y un tanto aislada. Sorprende el precio de las cosas aquí, más hecho al bolsillo de las personas. Los vinos de aquí son de alta graduación, básicamente porque el calor de la zona produce mayor cantidad de azúcar en la uva.

La primera visita es la Bodega Habla, a la entrada de Trujillo. No es una Bodega normal, es un «negocio» -como insiste en decir uno de los socios- y la verdad es que lo parece. Su negocio es apostar por la calidad y rodearse de los mejores asesores para cada tema. El resultado: qué todo sale muy caro. Sus vinos están buenos y tienen un toque de autor interesante. Son ricos, pero se les escapa algo que no se definir, algo que tal vez tenga que ver más con el cariño que con el saber. Probamos su segunda marca Habla del silencio, los que están ahora en el mercado Habla nº 4 (a mi gusto el mejor) y Habla nº 5 (de mayor complejidad) y también el próximo en salir que actualmente no se ha embotellado (no está en su mejor momento, pero promete ser un buen Syrah). Ayer, como empresa que cuida el marketing y la publicidad, eran los vinos que se bebían los concursantes de «Granjero busca esposa». No me extraña, son vinos que sueltan la lengua, como se pudo comprobar en el autobús tras la cata, que pasó del silencio al bullicio.

Llegamos a Trujillo, para comer en su Parador Nacional y luego dar una pequeña vuelta por sus calles y plazas, cargadas de monumentos históricos y de balcones esquinados. Según se va subiendo hacia el castillo se recuperan los acontecimientos pasados sobre el empedrado de sus callejuelas y en los museos tradicionales, a los que se suman nuevos espacios para la artesanía del presente. Es una ciudad encantadora.

Barricas de la Bodega Señorío de Payva
Barricas de la Bodega Señorío de Payva
Mérida, por el contrario me decepcionó; convertida en una ciudad que extiende la mano hacia el turismo y donde lo tradicional va dejando paso a lo rápido, para aprovechar el minuto libre del turista dentro de su visita organizada. No digo que no queden espacios para los emeritenses, que también recorren sus calles, llenan sus plazas y su bares, pero...

Los romanos habían pensado en casi todo, así por ejemplo su sistema de alcantarillado seguía usándose en el siglo XX. La sensación que da es que por mucho tiempo que haya pasado apenas si hemos avanzado desde entonces. Anfiteatro y Teatro -especialmente este- resultan sobrecogedores, pero ya no suelen ser los espacios públicos que fueron. Se han convertido en abigarrados museos, con una historia sintetizada y repetida de grupo en grupo para ser devorada antes de una migas o de una torta.

La Bodega Pago de las Encomiendas, en Villafranca de los Barros, no tiene nada que ver con Habla. Se les nota el cariño por lo que hacen, su selección y el mimo con el que tratan cada uno de los procesos que convertirán la uva en vino, como un camino que es una continuación de la vida que mantenía el fruto en la propia vid y que se continúa dentro de la botella. Son una bodega pequeña en la que catamos los tres vinos que elaboran Nadir Rosado, Nadir Roble y Xentia. Me quedo en este último primero por su sabor intenso y segundo por su historia, pues el nombre que lleva es el de la primera tabernera que servía vinos en la la ciudad de Emérita Augusta (Hispania).

Con una pequeña visita vemos La Bodega Martínez Payva, en las cercanías de Almendralejo. Se trata de la única de las visitadas en este viaje que está dentro de una denominación de origen («Ribera del Guadiana»). Me resulta un poco rancia, y no es por ser centenaria, ni porque le falte tecnología que se ve que sigue entrando en ella. Es una sensación que percibo en su sala de barricas (a pesar de que presente una zona para i+d) y en el discurso de su presidente en el que no se señalan riesgos sino conformismos. Y sobre todo porque lo que veo es que con los años parece que se va convirtiendo en un salón de bodas, en otro negocio por el que las costumbres apenas si varían. Al terminar las explicaciones pasamos al comedor, pues aquí vamos a realizar una comida de maridaje entre vinos y platos. Se trata de un entrante, un pescado, una carne y un postre. La cocina que realizan está bien elaborada y es abundante, me gustan sobre todo su entrante (cremita blanca de jamón con huevo escalfado y virutitas de foie con reducción de Tempranillo dulce) y su postre (torrijas caseras en crema inglesa con chocolate caliente), pero los vinos no tienen la fuerza de las otras dos bodegas. Rico su vino dulce Señorío de Payva Moscatel, flojillo su blanco Señorío de Payva Cayetana Blanca, aceptable su vino más elaborado Señorío de Payva Tinto Crianza y totalmente prescindible su Señorío de Payva Tempranillo Dulce.

viernes, 2 de octubre de 2009

Desde el aburrimiento a la indiferencia

Jim Jarmusch se columpia con «Los límites del control».


Cartel de «Los límites del control»
"Cartel de «Los límites del control»
Dice Jarmusch, hablando sobre este largometraje, «tenemos una película de acción sin acción, sin drama, sin venganza. Fue como quitar todas las expectativas de la gente y ver lo que quedaba al final». Sin duda es una buena descripción de la película. A mí no se me ocurría una forma mejor de contar lo vacía que se encuentra esta película. Cierto es que no engaña, desde la primera escena se presiente el aburrimiento, pues el director comienza con una larga toma desde arriba de un hombre haciendo taichi en el baño de un aeropuerto.

Por mucho que viaje su protagonista por paisajes que me resultan próximos y conocidos (Madrid, Sevilla y Almería) me pierdo en el laberinto que es la película, con la idea de que la obra no camina hacia ningún punto. Resulta cansino el afán de repetición del propio guión que se basa en la repetición (o variación como ha insistido el director) de frases y consignas que dotan a todos los diálogos de una misma simetría, pero que a su vez se cargan de un simbolismo un tanto cerrado del que no ha intención de que sea desentrañado y sí de que resulte ilógico o irreal.

La película se asienta sobre los silencios de su protagonista (Isaach de Bankolé), un hombre con una misión seguramente ilegal, dentro de una red de la que va recibiendo información o comprándola, o las dos cosas a la vez, que hasta en eso resulta confusa. Sus silencios se ven rotos por las conversaciones -variaciones del mismo diálogo con pequeños matices- del resto de personajes con los que se va topando, cada uno más irreal que el anterior para producir, tal vez, la sensación de pesadilla.

Isaach de Bankolé en una escena de «Los límites del control»
Isaach de Bankolé en una escena de «Los límites del control»
Son estos personajes, interpretados por actores de primera fila, uno de los mayores reclamos de de la película. Apenas si pueden lucirse en su escaso guión, limitándose a recitar unas frases absurdas y mostrando alguna excentricidad antes de dar paso al siguiente. Me gustó Óscar Jaenada por ser su personaje natural, nada cargado de la artificiosidad del resto, tal vez se lo pueda permitir porque se trata de un camarero que nada tiene que ver con la trama. Impresiona la neoyorquina Paz de la Huerta, casi siempre desnuda o vestida simplemente con un impermeable transparente. Impresiona por contraste, o porque no consigo diferenciar si es real o un sueño del protagonista, o por la hermosa asimetría de sus pechos. Sin duda el director apostó por la plasticidad en las imágenes y se dejó en el camino la historia.

El final es abrupto. Sin explicaciones nos encontramos al protagonista y al personaje del Bill Murray dentro de una habitación blindada, a la que sólo es posible entrar usando «la imaginación». Yo sigo preguntándome qué es lo que quería contar en «Los límites del control» su director. Seguro me hubiera resultado más interesante que me lo contaran tomando un café que haber perdido el tiempo viéndola.

A modo de pequeño anecdotario: Jarmusch tiene varios amigos que viven o veranean en España, lo que en cierta manera explica que haya rodado aquí. Por ejemplo, el músico Joe Strummer (The Clash) tenía una casa en Almería y en la carretera se encontraba siempre con una casa muy rara de la que le enseñó a Jarmusch una fotografía -es la casa donde está el personaje de Bill Murray- y Chema Pardo, director de la Filmoteca Española, tiene un piso en el edificio madrileño Torres Blancas, lugar donde se aloja el personaje de Isaach de Bankolé mientras está buscando información en Madrid.

Otra anécdota del director es que mientras escribe el guión va haciendo recopilaciones con las canciones que le van inspirando y que suelen acabar siendo usadas en la banda sonora de la película. Mientras escribió las 25 páginas de este guión escuchaba Boris and Sunn O))), de Earth and The Black, «Adagio» del Quinteto de Cuerda de Schubert, la petenera «El que se tenga por grande» interpretada por La Truco y la malagueña «Por compasión» cantada por Manuel el Sevillano.


Los límites del control
Título original: The limits of control
Países: USA y Japón
Género: Thriller
Fecha de estreno: 02/10/2009
Duración: 116 min.
Dirección: Jim Jarmusch
Productoras: Entertainment Farm (EF) y PointBlank Films
Productores: Stacey Smith y Gretchen McGowan
Productor ejecutivo: Jon Kilik
Guión: Jim Jarmusch
Fotografía: Christopher Doyle
Montaje: Jay Rabinowitz
Sonido: Robert Hein
Música: Boris
Vestuario: Bina Daigeler
Diseño de producción: Eugenio Caballero
Casting: Ellen Lewis
Distribuidora: Universal Pictures
Reparto: Isaach de Bankolé, Alex Descas, Jean-François Stévenin, Luis Tosar, Paz de la Huerta, Tilda Swinton, Youki Kudoh, John Hurt, Gael García Bernal, Hiam Abbass, Bill Murray, Óscar Jaenada, Héctor Colomé, María Isasi, Norma Yessenia Paladines, La Truco, Talegón de Córdoba y Jorge Rodríguez Padilla.