jueves, 26 de noviembre de 2009

47FICXixón: Cuando los actores se convierten en directores

El día ha dado para hablar de friquis, cortometrajes, documental y una comedia tan negra como ácida


En Gijón y en torno al festival, hay algún que otro friqui. Los hay locos por el cine, pero también los que se han construido a sí mismos en base a la soledad. Si miro al principio de la sala puedo ver al que viste una gabardina y debajo el cómodo chándal de estar tumbado en el sofá; o al hombre gordo con sombrero, un muchacho que siempre está preocupado de sus amigos, haciendo las colas, guardándoles el sitio... cuya tez tan blanquecina evidencia que no sale mucho; o al repeinado estilo años sesenta que se sienta al lado de alguien para entablar una conversación con la disculpa del Festival, no le dura mucho la charla, enseguida se apagan las luces y aunque espere a su «víctima» hasta la salida, ésta no suele ir más allá de un «nos vemos otro día» rápido en la escalera mientras huye.

El Festival Internacional de Cine de Gijón, además de las películas, programa un ciclo de conciertos por las noches (exactamente quince minutos después de terminar la última proyección del día en los cines Centro), todos ellos gratuitos. Siempre ha sido este un certamen que aúna el cine con la música.

«Louise-Michel» comedia negra y ácida

Cartel de la película «Louise-Michel»
Cartel de la película «Louise-Michel»
Desde Francia llega «Louise-Michel» una comedia negra tan absurda como disparatada. Se proyecta dentro de la sección Post Burlesque y ha sido dirigida por los cineastas Gustave de Kervern y Benôit Delépine. La película arranca cremando un cadáver. La mesa-ascensor sobre la que se sitúa el ataúd no sube, el horno no se enciende... Nada funciona, pero mientras lo intentan suena «La Internacional».

Cuando llevas muchas películas a la espalda en un festival, lo que les pides a cada una de ellas es que tenga alguna seña de identidad, algo que pasados unos días te permita diferenciarla del resto. Esta película lo tiene, parte por su guión, parte por las interpretaciones y otra gran parte por lo que no se llega a decir. Louise antes se llamaba Jean Pierre, pero para conseguir un trabajo se transformó en mujer. Michel nació siendo Cathy, pero lleva una vida como hombre porque le acomplejaba su aspecto físico enorme para una niña. Sus cambios de identidad sexual nada influyen en la película, salvo en aumentar el disparate. ¡Vaya sociedad la nuestra!, ¿no? Pero el trabajo de Louise se acabó, tanta deslocalización hace que cierre la fábrica y las empleadas quieren sacarse de encima la explotación de todos estos años, así que deciden usar el dinero de la indemnización en contratar a una persona que asesine al patrón. En ese punto entra Michel, un tanto fanfarrón, pero que a la larga es incapaz de terminar el «trabajito» para el que tiene que subcontratar -malos tiempos- a moribundos para llevarlo a cabo.

¿Quién es el culpable?, ¿el jefe de aquí, su jefe en la pirámide de multinacionales que esconden el entramado...? Clara crítica a este sistema capitalista despiadado que juega con el trabajo. No es una gran película, pero tiene inteligencia y consigue los objetivos que se propone con su reflexión sobre la explotación de los obreros por parte de las multinacionales. Y además, me reí.

Cortos de ficción del cine español

Natalia Mateo, Luis Callejo y Raúl Arévalo en una escena del corto «Pichis»
Natalia Mateo, Luis Callejo y Raúl Arévalo en una escena del corto «Pichis»
Curioso, tres de los cinco directores que presentaban corto son actores: Marta Aledo («Pichis»), Candela Peña («9») y Álex Brendemühl («Rumbo a peor»). Otra de las casualidades es que varios de los cortometrajes tratan la temática de zanjar asuntos pendientes que los protagonistas llevan muchos años cargando sobre sus espaldas.

«Yanindara» de Lluís Quilez es un corto rodado con gitanos rumanos sin experiencia en lo del cine. Buena fotografía para una drama fantástico que si peca de algo es de un guión demasiado juvenil y con poco experiencia detrás.

«Pichis» es divertido. Una historia de lo que queda pendiente en las pandillas de juventud cuando se reencuentran en la despedida de soltera de una amiga de aquellos años. Los anhelos, las historias inacabadas, las relaciones que pudieron ser y la nueva oportunidad de zanjar aquello o dejarlo como está.

De «9» poco puedo decir: un fragmento de conversación en la que los personajes, desnudos todos, hablan de numerología mientras intentan definirse o encontrarse. Yo me quedé perdido. Bonita la presentación previa en la que parte del equipo se encargó de cantar en la sala un trocito de la canción que cierra los títulos de crédito.

«Rodilla» de Juanjo Giménez, es muy ingenioso. Trata sobre las obsesiones y el mecanismo por el que regresan como un síntoma de soledad. En el corto un fotógrafo se cruza con un taxista que resulta ser Rodilla, el delantero del Celta cuyo cromo de la temporada 74-75 le quitó otro niño de clase y le dejó la colección incompleta. Con un corte humorístico fantástico, que ya se intuyó en la propia presentación de su director.

Finalmente el inexplicable «Rumbo a peor». Durante los 13 minutos de metraje busqué darle un sentido. Menos mal que los títulos de crédito comienza con un In Memoria a Samuel Beckett y así puedo entender que lo que los protagonistas hacen durante el corto es entretener el tiempo mientras esperan a Godot.

«Vivir de pie. Las guerras de Cripriano Mera» la fuerza que da la dignidad del ser humano

Cartel de la película «Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera»
Cartel de la película «Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera»
Dentro de la sección Esbilla y compitiendo por el premio de «No ficción y Documental» se presenta «Vivir de pie. Las guerras de Cripriano Mera», del director Valentí Figueres. Se trata de una obra que mezcla la historia con potentes imágenes poéticas para dotarlo de una plasticidad especial que pueda representar los sentimientos. Cipriano Mera, dirigente de la CNT, pasa de albañil a general durante la Guerra Civil y durante toda su vida representa la necesidad de luchar por la ideas libertarias. Se trata de un documental con muy buenos momentos, donde una voz en off va leyendo textos del propio Mera mientras se desgrana su historia y sus circunstancias, para lo que se recurre con frecuencia a entrevistas con testigos de aquellos hechos. Uno de los muchos símbolos que se utilizan es de las grietas que se abren en el muro de la historia, pequeñas aperturas que los seres humanos debemos aprovechar para luchar por nuestra dignidad caminando hacia la revolución social que se base en justicia, igualdad y fraternidad.

Dice el director que este documental es la respuesta a una pregunta que se lleva formulando durante 40 años sobre si el ser humano puede mantenerse fiel a sus ideales independientemente de la situación social o histórica en la que se encuentre. Para mi gusto el documental es interesante, aunque resultaría más ameno si se redujese la duración.

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