Las memorias de Manolo López cuentan sus motivos para ser comunista
Martes 17 de noviembre de 2009. Centro Abogados de Atocha. Madrid

Cartel del acto
El primero de los ponentes, Javier López, dijo estar aquí como representante de los trabajadores madrileños para trasladar su agradecimiento al esfuerzo con el que Manolo López dedicó toda su vida para defenderlos, porque el derecho es la esencia de la libertad y de la igualdad. Manolo López, por sus características, es un referente para su generación, un hombre que se interesa por el sufrimiento humano. Destacó de él su trabajo para llevar a los tribunales, en todos los casos, la mejor defensa posible. Comentó que sus archivos los tiene CC.OO. y que deben ser fuente para investigar y escribir mucho sobre aquella época. Finalmente indicó que este libro es una cita con la vida digna y el trabajo decente y que la mejor forma de honrar su memoria es fortaleciendo la lucha de los trabajadores.
Por su parte, el abogado José Luis Saavedra, mirando al auditorio, señaló que muchos de los compañeros de Manolo estaban allí presentes y que cualquiera de ellos podría haber presentado el libro. Se trata de un libro que no se puede separar de Lolita Sacristán y el hijo de ambos Manolo López Sacristán, porque empezó a escribirlo tras la muerte de ella para explicarle su vida a Manolín. Para Saavedra, el libro, de gran prestancia, se articula en tres partes; una primera dedicada a «los machacados de la vida» y la Viña P. en la que dibuja su adolescencia; otra segunda parte para hablar de su vida en Francia, su militancia y las largas estancias en diferentes sanatorios; y una tercera en la España franquista. De su amistad con Manolo recordó anécdotas, y trajo su figura contando la última vez que se vieron en Galicia, que quedaron para comer y Manolo llegó con dos objetos muy importante: el álbum de fotos familiar con instantáneas de su nieto, su hijo y su nuera y la dentadura postiza en el bolsillo dispuesta para la comilona. A los pocos días murió, en un momento que su familia colmaban todas sus necesidades de felicidad.
Tuvo palabras también para señalar lo impresionante que resulta leer las páginas dedicadas a las torturas que padeció cuando le detuvo la policía, sobre todo por la distancia que consigue tomar sobre los torturadores, un respeto que le engrandece a él. Hablo del prólogo escrito por el hijo con una profunda ternura y del apéndice que escribe su amigo José Manuel Torre Arca «Pin» para resumir los años a los que no llegaron las memorias.
El libro le ha gustado mucho, pero dice Saavedra que le ha dejado mal sabor de boca, porque se da cuenta de los despilfarradores que han sido y de que los tiempos que corren no son buenos, que se necesita de todo el mundo. Manolo López siempre fue de Comisiones, mandase quien mandase, y hoy el Sindicato tiene una labor difícil con esta crisis para defender los derechos de los trabajadores, para que no se vulneren. En esta línea le ofrece su ayuda y la de los compañeros a Toxo para que desde Comisiones puede articularse una asesoría que permita utilizar el conocimiento, la ética y el caudal de toda aquella generación para que de alguna forma sirva para apoyar lo que CC.OO. quiera hacer.
Pide que el libro se siga leyendo, que se divulgue, porque es el reflejo moral, ético y de lucha mantenida por un hombre que merece el reconocimiento de todos. Agradece que se haya respondido tan bien a lo que Manolo se merecía.

José Luis Saavedra, Ignacio Fernádez Toxo y Javier López durante la presentación del libro «Mañana a las once en la Plaza de la Cebada» de Manolo López
De Manolo señaló que era una persona generosa y comprometida, rigurosa en todo lo que emprendía, con fuertes principios de libertad y justicia, cargada de compromiso político y de dignidad en todo momento, sensible a los problemas sociales y volcado con las víctimas de las injusticias, que hasta los últimos días de su vida colaboró con Comisiones. Un hombre que llevaba fatal los enfrentamientos, que vivió directamente los ocurridos a finales de la segunda mitad de los 80 y principios de los 90, pero que aún así siempre se mostró dispuesto a seguir trabajando. Contribuyó activamente a una época dorada de la Seguridad Social y el derecho laboral.
Finalmente recordó a los asistentes el objetivo del libro para Manolo, transmitir a su hijo su historia para que entendiera por qué era comunista, explicando que no hay otro camino más justo.
En mi caso esta era la segunda vez que acudía a una presentación de esta autobiografía. Lo había hecho recientemente en Gijón, el 16 de octubre, y como de aquel acto no realice reseña, retomo mis notas de entonces para completar ésta. Aquella la recuerdo más entrañable, donde la cercanía de todos los ponentes con la figura de Manolo López la hicieron más cercana y emotiva.

Invitación al acto-presentación de Gijón
«Pin» Torre Arca habló del apéndice que ha escrito para este libro, para cubrir 35 años que Manolo dejó sin escribir en 20 páginas. Lo hizo en virtud de una amistad de más de 50 años en la que no hubo altibajos. Se conocieron en París, en noviembre de 1955, dice que por casualidad, porque ambos andaban buscando aires de libertad que no existían en España y desde entonces compartieron trabajos, inquietudes, amistades, ideas y hasta la cama por lo caros que eran los hoteles en Francia. Cuenta cuando les admitieron en el colegio de España y lo poco que les duró la alegría porque Manolo tuvo que dejarlo a las pocas semanas porque padeció una tuberculosis pulmonar que traía desde la postguerra. Luego ingresaron en el PCE y Manolo volvió a España llena de barriadas pobres que visitaba con frecuencia a modo de «ejercicios espirituales».
Explicó el título: Jorge Semprún cruzó la frontera desde Francia para informarse y organizar la clandestinidad en el Partido, por dicho motivo habían fijado una cita para las 11 de la mañana en la Plaza de la Cebada. El día antes la policía detiene a Manolo, le encarcela en la Dirección General de la Puerta del Sol y comienzan a torturarle. Durante ese tiempo Manolo sólo tiene una cosa en la cabeza, aguantar hasta que pase la hora de la cita.
También habló de otros momentos de Manolo, como por ejemplo cuando Carrillo le puso en cuarentena hasta que finalmente abandonó la dirección del Partido, aunque no la lucha. Habló del 78 cuando discrepó públicamente del PCE por el asunto de Perlora. Fue la única vez y recuerda lo que internamente sufrió por ello. Recordó sus éxitos profesionales, tanto en derecho laboral como penal, en los que se convirtió en un defensor que a la vez se transformaba en un camarada y un amigo para sus defendidos. De la dureza de su vida siempre sacaba experiencias positivas. Según Pin, Manolo era el mejor contador de chistes que conoció.
Siguió hablando de la relación que tuvo con muchos dirigentes asturianos, e incluso de cuando Carrillo, por aquel asunto del peluquín, eligió entre todos los abogados del Partido a Manolo. Terminó instando a las nuevas generaciones a que lean el libro, pues figuras como él deben ser recordadas para que no se repita aquella triste historia.

Alberdi, Areces, López Sacristán y Torre Arca durante la presentación del libro «Mañana a las once en la Plaza de la Cebada» de Manolo López en Gijón (foto: Citoula)
Finalmente tomó la palabra Manolo López Sacristán, su hijo, para decir que le jodió mucho que su padre se hubiera muerto sin contar muchas cosas que se deberían decir. Contó un sueño de su padre que representaba a la perfección la dicotomía en la que se movía: sueña y se ve que en una mano lleva la cruz y en la otra la hoz con el martillo. Esa fue siempre su voluntad, la de unir en lugar de separar.
Dice que su padre siempre expresaba sus ideas, en cualquier sitio, aunque no se las pidieran. De ese espíritu se nutren las páginas de la autobiografía, que van más allá de un único ámbito de la militancia. Las comenzó con 65 años para que su hijo entendiese lo que significa ser comunista, porque lo era y porque se debía seguir siéndolo en esa puesta al día que supone la evolución de uno mismo y de sus ideas. Habla de su infancia en la panadería, de las milicias en Sidi Ifni, de París, de la tortura (lo más abyecto y lo peor que puede realizar un ser humano), de la cárcel de Palencia y de sus avatares de abogado laboralista y comunista, que siguió siéndolo hasta el último día de su vida pensando que algo, algún día, tenía que cambiar en este mundo. Siempre vivió pensando que había mucho que hacer.
Después sonó La Internacional. A la salida del acto, la gente se agrupaba para solicitar un ejemplar del libro, ya que el Principado se había comprometido a hacer entrega del libro a todas las personas a las que Manolo López había defendido.
2 comentarios:
Fantástica reseña. No la había localizado hasta ahora y me ha emocionado mucho. Es una lástima que la difusión del libro se haya quedado en poca cosa en comparación con la que debiera haberse hecho.
En cualquier caso, te quedo muy agradecido: se nota el cariño, el respeto y la honestidad de contar las cosas tal cual suceden.
Un fuerte abrazo,
Manuel López Sacristán.
Estoy de acuerdo contigo que el libro merece mucha más difusión de la que ha recibido. Es uno de esos libros que sabe ser a la vez entrañable y necesario. Espero que el boca a boca vaya ayudando.
Muchas gracias por tus palabras y por tu estímulo. Para mí resultó un placer escucharte hablar de una forma tan directa en la presentación de Gijón.
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