jueves, 13 de mayo de 2010

Non solum, la fiesta de los mismos

El teatro se pone en pie para aplaudir con clamor un gran texto y una soberbia interpretación del actor Sergi López


Miércoles 12 de mayo de 2010. Teatro Español. Madrid


Cartel de la obra Non solum
Cartel de la obra Non solum
Escuché decir a Sergi López que Non solum es «una obra más difícil de explicar que de ver». Se deja ver con facilidad ésta comedia, y es sorprendente porque no tiene un hilo conductor. Curiosamente, igual le pasa a la vida que tampoco está guiada y nos puede sorprender a cada vuelta de esquina.

Me sincero desde el principio, la obra me gustó muchísimo. En primer lugar porque el texto es una genialidad. Podría completarlo diciendo que resulta algo diferente, inclasificable, imaginativo, un tanto surrealista y a la vez muy cercano, pegado a nuestra piel. En segundo lugar por la soberbia interpretación de Sergi López, que sostiene este monólogo sobre el escenario durante más de hora y media. Me encantó verle trabajar como un clown para conseguir explotar toda la comicidad de la obra, entregado y a la vez jugando y divirtiéndose como un niño. Una magia que se traslada desde el escenario al público que lo disfruta y sabe agradecerlo. El actor ha recorrido un largo camino desde 1991, cuando debutó como payaso en el espectáculo de circo de calle Malakas de Escarlata Circus.

El propio Sergi López y Jorge Picó se han encargado de toda la creación artística que hay detrás. De sus cuatro manos, de sus gestos y de sus palabras ha salido este texto en el que hay muchos personajes, pero en el que se da la paradoja de que todos son iguales. Non solum arranca con la fiesta de los mismos. Sergi López se multiplica sobre el escenario para dar vida a distintas personas que van entrando en una casa de un tamaño infinito y poco a poco se van percatando de que todos ellos son tan iguales como una gota de agua a otra. Surge la sorpresa, así que no es extraño que cuando se encuentran todos a la vez se hagan la pregunta de «¿Qué está pasando aquí?» y resulte que contestándose se vuelvan un tanto existenciales. Y siendo todos iguales por fuera descubrimos que hay algo dentro que les hace ser distintos: a veces los sentimientos, otras las acciones, los gustos, comportamientos... Pasamos desde la aceptación del «Todos somos iguales» a que cada un es distinto sin dejar se ser semejante. Y es que ninguno es de una sola manera. No nos gusta que nos definan, pues un rasgo no representa nunca al conjunto de lo que somos. Sin embargo, no es ésta una historia que hable de lo individual, lo suyo, lo que hay debajo, es lo colectivo. No podemos dejar de identificarnos, de darle vueltas en la cabeza a lo que vamos viendo, pues sin duda la inteligencia se nos despierta en este monólogo que nos lanza con fuerza una pregunta: «¿Qué es lo que estamos haciendo hoy día?».

Sergi López en una escena la obra Non solum
Sergi López en una escena la obra Non solum
Decía más arriba que Non solum está llena de magia, pero no lo explicaba. Es así, sobre todo, porque da con la clave de la comunicación: describe para obligar al espectador a que ponga la palabra precisa, la que siente como suya, a que interprete en su propia realidad. Es la parte en la que cuenta su primera experiencia sexual, en la que nos dibuja otro ser igual a él sin decir cabeza, pies, brazos, piernas, ojos, pene... Parece esta historia algo desencajada del resto de la obra, sin embargo nos enseña el lenguaje común de toda la obra, la necesidad de interpretar para entender. Me fascina ese despliegue de un lenguaje descriptivo que todo lo va explicando y cómo en la cabeza va surgiendo el verdadero nombre de las cosas.

Así, cuando Sergi López en otra de las partes se sienta entre el público para ser uno más del «gran nosotros», nos señala como iguales. Probablemente es la parte más graciosa donde todos nos reímos a carcajadas de un escenario vació que el actor nos va explicando desde el palco. No puedo narrar este momento por irrepetible y por personal. Veo un aplauso al trabajo callado del mundo de la cultura, motor imprescindible para el cambio y el progreso. Es curioso descubrir que cada uno forma parte de muchos «nosotros» a lo largo del día, que se identifica y se funde, que desaparece a la espera de que otros empujen.

De regreso al escenario se establece un diálogo con uno que no es igual en esta república de todos. No dice su nombre porque no hace falta, le señala con un dedo que apunta a la oscuridad para dar las gracias por haber encontrado un pequeño agujerito para poder asistir al teatro. Es uno de los que decide, es uno que gestiona lo público, es uno que bien podría ser corrupto como tantos otros lo son.

Sergi López en una escena la obra Non solum
Sergi López en una escena la obra Non solum
Sergi López es un hombre sólo que lleva en su interior toda una orquesta de voces. El escenario está vacío, bueno, hay una caja de madera en el centro. Tampoco hay muchas luces, ni grandes efectos. Muestra la soledad del cómico frente al público. Se sirve de lo que tiene, de su chaqueta, de una gafas de plástico y de su mímica para representar el resto del mundo. Actúa, tararea y canta sin el menor acompañamiento musical. Se comporta como un hombre orquesta con sus canciones populares que tanto cuentan sin el disfraz de la solemnidad. No son meras transiciones entre escenas. En lo musical, se luce con la canción cantada en catalán de Pau Riba L'home estàtic para explicar que si no participas estás muerto. Acude también al bolero, y cierra con uno: Nosotros de Pedro Junco Jr., que dice eso de «Nosotros, que nos queremos tanto / debemos separarnos / no me preguntes más. / No es falta de cariño, / te quiero con el alma, / te juro que te adoro / y en nombre de este amor y por tu bien / te digo adiós». Y estoy seguro que quiere decir algo. No sé si habla de autonomías, de federaciones o simplemente se despide del público.

A estas alturas se han despertado hasta las suspicacias, pues Non solum crea una necesidad constante de leer entre líneas, de concretar. Todo son interpretaciones, como en la vida donde cada detalle está lleno de signos a descifrar o a dejar en su silencio para que otros arqueólogos más ilustres puedan desvelar. ¿De qué habla cuando se pone unas gafas que hacen ver el mundo de otra forma? ¿Son acaso un escudo desde el que decir frente a frente la verdad? ¿Y las ironías de una juventud en un eterno camino de construcción y «tan distinta» a los adultos?

Asumir sin esconderse, aportando, responsabilizándose. Veo todo esos mensajes en algún momento, durante esa lucha entre lo individual y lo colectivo, un enfrentamiento que sin duda gana lo humano, que es a la vez las dos cosas. Y aplaudo con fuerza al terminar, de pie, como la mayoría del público porque he disfrutado y yo también me he construido un poco más sintiéndome igual que los que están a mi lado y un poco diferente a la vez. Entiendo que Sergi López no está solo, como dice el título, porque tiene al público acompañándole.

Luego, por el pasillo, mientras abandono el patio de butacas me pregunto que es lo mejor de la obra. Tal vez que Non solum nos da risa y sin embargo no deja en ningún momento de ser seria. Una seriedad sin complejos, crítica, certera y con capacidad para observar desde muchos puntos de vista. No sé como lo han hecho López y Picó para conjugar todo ésto, que nos riamos, que salgamos pensando y que queramos hablar los unos con los otros de lo visto.

No quisiera cerrar la reseña sin indicar que todo lo escrito no es sino una interpretación propia de lo visto, desbordada por los sentidos que son quienes me han gobernado a la hora de escribir y en el momento de verla. Además seguramente nada tendrá que ver con la realidad de lo que han visto otros y de lo que pensaron sus autores. Decir también que para mí es lo mejor que he visto en teatro en los últimos años; una obra maestra con una actuación soberbia.

A modo de pequeño anecdotario: Jorge Picó y Sergi López fueron alumnos en París de la escuela de teatro de Jacques Lecoq. Se conocieron entonces, en 1990, aunque no llegaron a trabajar juntos entonces. Sin duda esas enseñanzas compartidas les unen y cuando se encuentran realizan un trabajo perfecto a cuatro manos con las que comparten la escritura del texto, la dirección del monólogo... Llevan 5 años haciéndolo en catalán, cuatro en francés y desde hace cinco meses también en castellano.

2 comentarios:

Axel_Tarragona dijo...

Sin lugar a dudas, una de las obras más recomendables de las últimas temporadas. Se necesitan obras como Non solum, que te hagan divertirte pero, sobre todo, que te hagan reflexionar sobre lo que está pasando y lo poco o nada que hacemos para cambiarlo.

Ah!! Gracias por explicar tan bién la obra.

Javi Álvarez dijo...

Sí, la verdad es que a mí me encantó la obra. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto en un teatro.