domingo, 30 de mayo de 2010

Toni Zenet deja el Lara impregnado de sabor a Los mares de China

El lento triunfo del trabajo bien hecho


Viernes 28 de mayo de 2010. Teatro Lara Madrid


Entrada del concierto
Entrada del concierto
Pensaba que no tenía oído para el jazz, que era una música que no podía conmoverme más allá de un puro instante, donde unos tipos improvisaban sobre un compás que se marcaba con un pie golpeando contra el suelo o chasqueando los dedos y que la primera canción estaba muy bien, pero que lo malo era que después de la primera canción venía siempre la primera canción otra vez. Quizá sea una música de matices, hecha a fuego lento por personas que aman la armonía, el sonido y su propia individualidad que les hace diferentes pero compañeros de viaje perfectamente sincronizados. Una música de otro tiempo pero fabricada ahora.

Lo que hace Toni Zenet y sus músicos, en realidad, es fusión: tango, boleros, sonidos flamencos, copla... y todo envuelto por un jazz que enamora. A la voz de Zenet le acompañan en su gira excelentes maestros, pues no hay descuidos ni casualidades cuando este artista se enfrenta al público. Él es un maravilloso intérprete; de todo, de música también. Su presencia llena el escenario y eso que es muy delgado y algo bajito, pero es inquieto, dicharachero, con mucha formación dramática y gestual. No deja huecos porque se entrega con pasión y tiene en su voz un instrumento más de una orquesta selecta de músicos elegidos. José Taboada se encarga de la guitarra española de la que va extrayendo las notas con cariño. Pepe Rivera desliza unas manos prodigiosas sobre las teclas del piano y éste salta y se agita inocente. Manuel Machado con cualquiera de sus dos trompetas suena perfecto, a viento fuerte que golpea el cristal de una ventana enamorada o a confesión suave bajo la luz de una farola. Ove Larson desliza las varas de su trombón para acercarse al cielo. Lucho Aguilar mantiene una lucha a vida con el contrabajo y Yimmy Castro juega con la batería como un niño. Esos son los músicos habituales, pero para este concierto se les unió Raúl Márquez para obtener de su violín sonidos divinos.

La banda comenzó con un tema instrumental en el que fueron sonando solos de todos los componentes. Un tema largo, un preludio, que dio pie tras los aplausos a la entrada de Toni Zenet. Habló como maestro de ceremonias, jugando con el micrófono a terminar de probar esta parte más de la puesta en escena. Comentó lo agradable que es tocar en un teatro como el Lara que parece el interior de una caja de música. Después contó del viaje que le ha llevado por Los mares de China, un disco excelente edificado sobre las letras de Javier Laguna. Escuché hace tiempo a Zenet explicando que Laguna proponía tanto una primera frase como una melodía determinada y que a partir de ellas comenzaba a trabajar con los músicos. El disco se hizo rápido, construyéndose durante la grabación, pero con mucho corazón.

Portada del disco Los mares de China de Toni Zenet
Aunque el disco es muy bueno, no le hace ni sombra a lo que Zenet consigue en directo. Lo dota de nueva vida, lo prolonga y consigue que se cuele, con su interpretación, por las rendijas del alma. No se guarda nada ante su público que le adora. Los mares de China suena completo y en orden. Así que el primer tema es Soñar contigo, tal vez el más conocido. Le sigue Estela, una canción que me enamoró y que escuchando el disco me había pasado más desapercibida. Con Un beso de esos ya no hay barreras, las ha traspasado todas, y juega con el público para que le hagan los coros, para que acompasen con los chasquidos de los dedos, para que se diviertan como él lo hace.

En el mismo lado de la cama mantiene la cercanía con el público. Canta Entre tu balcón y mi ventana y recuerdo que la canción formaba parte de la película Una palabra tuya y que fue nominada a los premios Goya. Me acuerdo también que aquel largometraje lo dirigió la que hoy es ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde. Después viene Yo que un día te quise siempre y como ha pasado ya una hora se hace un alto, un descanso, para tomar algo en la barra del teatro y comentar las primeras impresiones.

Zenet tiene muchos amigos, pues entre el público se ven caras conocidas, y gente variopinta que muestra grandes sonrisas de felicidad. Unos hablan de lo expresivo que resulta en el escenario, otros de su timbre vibrante o de su dulzura. Todos se admiran de la excepcional instrumentación de los temas. Son sentimientos lo que ha despertado.

Al volver la banda se entretiene con otro tema instrumental, otra oportunidad ganada para demostrar el trabajo en equipo y los valores individuales de cada uno. Con Dientes de rata regresa Zenet al escenario. Después Agua de levante y Las causas perdidas una declaración de intenciones para los que siempre pierden. Cierra con Na de ná un homenaje a la gran Édith Piaf y a su interpretación del tema Non, je ne regrette rien.

El público quiere más y Zenet regresa con la banda para hacer Fue por casualidad, un tema que no aparece en la primera versión del disco pero sí en la edición especial. Zenet tiene un aire canalla y los músicos que le acompañan son los cómplices, bromean con él. Castro parece encerrado en una batería colocada muy baja, como de juguete pero que suena engrasada. De pronto deja las baquetas a un lado y golpea los tambores con sus manos. A Rivera se le van dedos y lo que suena es un chotis improvisado. Machado y Larson soplan una música celestial. Taboada, Márquez y Aguilar rasgan cuerdas que parecen llorar. Zenet saca su larga lengua, gesticula, posa y sobre todo sonríe envuelto por el humo de su música. Se miran todos otra vez pues saben que las canciones siempre suenan diferentes en cada concierto, que tienen la magia de lo irrepetible.

Boquiabierto disfruto, consciente de que Toni Zenet ha construido un concierto inolvidable. Así que rendido desde este momento, ante su trabajado triunfo, me declaro incondicional seguidor.

A modo de pequeño anecdotario: Toni Zenet no surge de la nada, tiene una historia detrás que, para el público en general, comenzó cuando interpretó a El joven Picasso en una serie de televisión. Muchos años separan aquella historia y la de Los mares de China, tantos que le ha dado tiempo a ser mimo, vendedor en puestos de artesanía medieval, componente del grupo musical Sur S.A., animador en barcos, camarero, peón de albañil, pintor de brocha gorda, vendedor de enciclopedias y técnico de documentales de naturaleza. Y siempre, y además, actor. Le vimos en películas como Morirás en Chafarinas, La Ley de la Frontera, Ilona llega con la lluvia, Mensaka, Camarón o El camino de los ingleses y también apareciendo en muchas de nuestras series televisivas.

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