viernes, 9 de julio de 2010

El tren que une

La experiencia de ser uno más en el Tren Negro que lleva a los escritores de la Semana Negra a Gijón


Viernes 9 de julio de 2010. Tren Negro


Uno de los vagones
Uno de los vagones
Hace años que miraba con deseo las noticias del Tren Negro, sentía como un sueño el hecho de poder viajar alguna vez en él. Desde ahora, si no voy dentro, lo miraré con nostalgia, pues el deseo se ha convertido en realidad. Un poco más tarde de las 8:10 partí en él para vivir un año más con intensidad la Semana Negra de Gijón. Enganchado a una droga metafórica que se ha apropiado de mi sangre y que me obliga a señalar siempre en el calendario sus fechas, prohibiendo cualquier otro acontecimiento. Todo mes de julio tiene siempre de antemano reservados esos días.

El tren negro es ante todo felicidad, los problemas se han quedado atrás desde el momento en que las ruedas comienzan a moverse. El mundo pierde su peso asfixiante porque se viaja con amigos, aunque nunca hayas hablado antes con ellos. El tren une.

No hay nada extraño, nada diferente a cualquier excursión, como siempre que se mezcla gente, se van encontrando en el viaje. Aquí se mezcla una gran variedad de acentos, locales e internacionales. Se comparten inquietudes y no todo es charlar de escritura. Se van contando sus cosas, se bromea y se discute, por ejemplo de religiones y culturas diferentes. Hay quienes cantan. Luego se forman corros, en el que tengo más cerca están contando chistes. Cuando camino por el pasillo escucho otras conversaciones, pero sobre todo hay una que está en boca de todos, la del pulpo Paul que hasta aquí se ha colado. Se hacen fotos los unos a los otros, para el recuerdo cuando se agote el presente.

No falta de nada, hasta el A quemarropa, el periódico de la Semana, se distribuye entre los viajeros. Es el primer número de este año.

Yampi y su guitarra
Yampi y su guitarra
Es un tren antiguo, de tres vagones de lo que era la clase preferente en los años 80. Sillones amplios y cómodos, espaciosos, tapizados de aquel verde levemente rayado que tanto representó a Renfe en una época. Los cortinajes, también verdes y muy tupidos, evitan que los rayos de sol despierten a los que ayer más trasnocharon y hoy dormitan. El vagón de en medio es un vagón cafetería, donde se van celebrando las ruedas de prensa del día. El mismo vagón también dispone de varias mesas de trabajo. En la ventanilla que ya no hace de cocina se sirven dos tipos de bebidas, agua y Pepsi. Personal de Renfe se mezcla con autores, invitados, organizadores y periodistas, para ellos es un viaje más distendido, más cariñoso, pues la alegría se contagia. El tren se detiene en algunas estaciones, para dejar paso a otros trenes, pues no recoge viajeros por el trayecto.

Varias personas recorren los pasillos, se van saludando, muchos no se veían desde la Semana Negra del año pasado y ya se estaban echando de menos. Los datos fríos hablan de 140 viajeros de los que soy uno de los 40 periodistas que nos hemos dado cita en él.

Durante el viaje hay tiempo de casi todo, hasta para que Yampi, el cantautor autóctono de la Semana Negra, nos amenice el viaje con su guitarra y su voz. Confiesa que cuando empezó tenía un libro de canciones, ahora carga con ocho. Taibo le mira, le pide que cuide la voz que la Semana es un maratón y le pregunta después si recuerda la primera canción que tocó en un tren negro. «Sí. Calle Melancolía de Sabina». Hoy elige otro repertorio que va mezclando temas propios con los ajenos y es que estamos llegando a Mieres y el vagón se mueve mucho.

Llegada a Mieres
Llegada a Mieres
En Mieres hay parada. Nos esperan parte de los organizadores con la prensa local. Tras los abrazos al bajar, una gaita y un tambor comienzan a tocar y tras ellos vamos todos cruzando las calles de la ciudad. En el patio de un colegio nos espera la comida, una «espicha» con sidra, empanadas, «bollinos preñaos», embutidos y dulces. Queda tiempo para un café, o una caña, que de todo hay y regreso al tren. Se respira la cercanía del destino entre el verde paisaje de la cuenca minera del Caudal. En Oviedo el tren se detiene otra vez para el saludo protocolario del presidente Areces a la comitiva.

Quedan solo las últimas conversaciones, pues entramos en Gijón donde nos reciben la banda municipal y los trabajadores de Chupa Chups a los que les amenaza un expediente de regulación de empleo y el cierre de su fábrica.

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