domingo, 28 de noviembre de 2010

Frío recibimiento del público a la ganadora

La película rumana Marţi, după Crăciun (Tuesday, after Christmas) se llevó los premios de mejor largometraje, mejor actor y mejor actriz en la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón

Vicente Areces, presidente del Principado de Asturias le entrega a la actriz Mirela Oprișor el premio de mejor película durante la gala de clausura de la 48 edición del Festival de Cine Internacional de Gijón
Vicente Areces, presidente del Principado de Asturias le entrega a la actriz Mirela Oprișor el premio de mejor película durante la gala de clausura de la 48 edición del Festival de Cine Internacional de Gijón
En la mayoría de los festivales, al día siguiente, cuando ya todo ha acabado y quienes lo organizaron están durmiendo por fin después de tanto ajetreo, se suelen proyectar las películas ganadoras. El Festival Internacional de Cine de Gijón no es una excepción en esto.

Sección oficial: Marţi, după Crăciun

Marţi, după Crăciun (Tuesday, after Christmas) sin duda ha sido la gran ganadora de esta edición de 2010: mejor película, mejor actor (Mimi Brănescu) y mejor actriz (ex aequo: Mirela Oprișor y Maria Popistașu). Representa bien la ola de cine rumano que nos llega y a costa de la cual se han hecho tantos chistes este año en el Festival. Marţi, după Crăciun forma parte de esa nueva cinematografía que se está dando en Rumanía, de historias sencillas, realistas, de personajes que resultan próximos, de tomas fijas, sin grandes textos, ni grandilocuencia en los diálogos, que pretende ser directo, de ritmo lento y que resulta un tanto aburrido. Es como rodar un gran drama, pero hacerlo poniendo todo el detalle en lo cotidiano. Es un cine cargado de hastío.

Cartel de la película Marţi, după Crăciun (Tuesday, after Christmas)
Cartel de la película Marţi, după Crăciun (Tuesday, after Christmas)
Marţi, după Crăciun no tiene muchas escenas, y en ellas nos cuenta cosas que parecen intrascendentales para que vayamos entendiendo a los personajes. Pero son fríos, de emociones contenidas. Habla de tomar partido, de romper una situación insostenible y quizá lo mejor es la valentía con la que se expresa la decisión, pues las tomas anteriores nos habían pintado a un hombre más bien conformista del que sospechábamos se encontraba acomodado en su entorno.

Marţi, după Crăciun puede ganar un festival, pero no va a levantar pasiones en el público pues carece del brillo de lo excepcional. Su encanto es el mismo que tiene la propia vida, así que no hay relumbrón posible. En lo técnico, la película se ha hecho con corrección. En lo artístico, se ha sustentado por las tres magníficas interpretaciones de sus protagonistas. Costará el año que viene acordarse de la película que ganó en 2010.

Al terminar la película, frío recibimiento del público, que rápidamente se fue levantando y abandonando la sala en silencio. No se escuchó ningún aplauso. No hubo corrillos a la salida de gente hablando apasionadamente de la película.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Finaliza la 48 edición del Festival Internacional de Gijón entre risas

Se estrena No controles, la nueva película de Borja Cobeaga

El Festival Internacional de Cine de Gijón echa el cierre a su 48 edición. Se acabaron estos días repletos de películas, se queda atrás el cansancio acumulado y empieza a formarse el poso del recuerdo que deberá servirnos de consuelo hasta el próximo año. Se le añora porque, con independencia de que a uno le hayan gustado más o menos las películas, es un Festival diferente, que busca miradas personales y diferentes, que abre una ventana a los cortometrajes, a las películas que no son de ficción, a lo que ha triunfado en otros países, a lo más moderno. Así es el Festival y así es la ciudad de Gijón.

Esta tarde ha vuelto a llover. A eso de las cinco eran cuatro gotas, pero camino de los cines, mirando hacia el mar, en su horizonte nacía un hermoso arco iris. Resultaba espectacular por su base tan ancha. Me paré a mirarlo y al volverme observé que toda la gente a mi alrededor estaba sacando sus teléfonos para fotografiarlo. Me di cuenta de la hermosura de lo efímero, de todo aquello que si no estás en el momento adecuado, te lo pierdes porque no volverá a pasar, ni a ser igual. De la misma forma que ocurre con el Festival.

Ciclo ¿Europa? ¿Qué Europa?: Akadimia Platonos

Cartel de la película Akadimia Platonos
Cartel de la película Akadimia Platonos
Akadimia Platonos es una película griega tan interesante como inteligente. Todo arranca desde el planteamiento. Los cuatro protagonistas tienen muy clara su identidad: son griegos. Han nacido en Grecia y siempre han vivido como griegos, además lo saben con certeza porque tienen un perro, «Patriota» se llama, que sólo ladra a los albaneses. Viven en un barrio que envejece, del que el futuro parece haberse ido. Van llegando los chinos con otros ritmos y agilidad. Y los cuatro protagonistas les ven trabajar mientras hacen sus teorías: «los chinos tienen más energía». Los cuatro amigos beben frappé y extrañados miran, desde sus sillas de ciudadanos acomodados, a los orientales sin comprenderlos, pero sabiendo que son otro cultura que ha venido para quedarse.

Para un griego la identidad es un valor muy importante, pues ha sido un país que ha sufrido muchas invasiones, un pueblo sometido a lo largo de los siglos. Así se instala un desprecio hacia lo turco, lo albanés… Los albaneses son tratados como ciudadanos de segunda.

¿Y si uno de los cuatro fuera albanés, qué cambiaría? ¿Le mirarían igual? Algo de eso ocurre, y de pronto la mirada de quien se ve afectado cambia, porque simplemente la forma en la que ahora le perciben los demás es distinta, nota en su piel la misma política que el aplicaba a los extranjeros.

En ese punto se empieza a construir un camino para unir lo separado. Entre los gustos que se comparten está el rock clásico, lo universal, que poco a poco se va imponiendo a lo local.

Gala de clausura

Los premiados en la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Los premiados en la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Paula Prendes y Pepe Colubi son los dos presentadores encargados de conducir esta gala de clausura. Buscan hacerlo con humor que a veces se les dispara a lo escatológico y aparecen los protopios del hombre inteligente y la mujer monísima. Son dos presentadores desiguales. Colubi juega a que el Festival ha pasado en un instante, que tras la gala de inauguración se durmió y al despertarse ya todo había pasado: las fiestas, las películas… la vida.

Después se fueron entregando los premios con bastante agilidad, en poco más de una hora ya estaba todo el «pescado vendido». Me quedo con algunas pinceladas, como que el equipo del corto Módulo 10 han donado el premio a la galería de presas de Villabona, lugar en que se rodó. Explican que su intención es la de que el premio, allí expuesto, se convierta en un símbolo de esperanza para las reclusas. El talento puede estar en cualquier parte.

Divertido se mostró Shimmy Marcus, que tras escuchar la voz del traductor lo buscaba con sus ojos como si fuera algo mágico. Quien traducía era Luis Mallo, al que, como a un espectro, no se veía, pero su voz llenaba el teatro.

Increíble fue escuchar a la actriz rumana Mirela Oprișor salir dos veces a recoger premios y dar las gracias con un pequeño discurso diferente en castellano. O a Eugène Green, director homenajeado, que entregaba uno de los premios, y también utilizó un perfecto castellano. La magia que se hace presente.

Muy aclamada fue la jurado joven que salió para entregar un premio, en realidad su vestido negro muy cortito y vaporoso que dejaban ver unas largas piernas enfundadas en unas vistosas medias también negras.

Para terminar Prendes cantó el tema No controles, tenía que mostrar lo polifacética que podía ser. Momento en el que apareció el equipo de la película No controles, la que cierra el Festival. Si durante la velada se habían hecho ya varias bromas con el cine rumano, Borja Cobeaga hizo la última. Recordó que cuando le dieron el premio por su corto en otra edición del FICXixón, también había una mujer rumana con un bolso recogiendo el premio. Por cierto, contaron que era el cumpleaños de Unax Ugalde y el público se animó a cantarle el cumpleaños feliz.

Al final, y antes de que se pasara la película, los premiados subieron de nuevo para hacerse la última foto, la que servirá para recordar el palmarés de este año.

Sección oficial: No controles

El actor Unax Ugalde, el director Borja Cobeaga y la actriz Alexandra Jiménez durante la rueda de prensa de la película No controles
El actor Unax Ugalde, el director Borja Cobeaga y la actriz Alexandra Jiménez durante la rueda de prensa de la película No controles
En el pase de prensa de la mañana de No controles, el público salió de buen humor, a pesar de la hora temprana de proyección que no era la más propicia para risas y mucho menos para carcajadas. Nos reímos, así que como comedia no hay ninguna duda de que la película de Borja Cobeaga funciona a las mil maravillas.

No hay retórica, No controles es una comedia de situación que se basa en los personajes, capaces de hacer el ridículo sin quererlo, tiernos e inocentes, sin maldades. Y ese humor, el de mantener la ingenuidad en este mundo de «vampiros» y competitividad como valor único, funciona por contraposición. No hay más pretensiones, y ahí radica su grandeza: quiere que el espectador se ría, deje todo aquello que le pesa a la puerta del cine y pase el mejor rato posible.

Cobeaga define el largometraje como «La jungla de cristal del amor». Sabía que se la jugaba, su nueva película, después del éxito de Pagafantas era algo muy esperado. Y Cobeaga gana.

También ganó en la rueda de prensa, primero por lo bien acompañado que vino con Unax Ugalde, Alexandra Jiménez, Mariam Hernández, Julián López, Miguel Ángel Muñoz, Tomás Cimadevilla y Juan Carlos Caro. Segundo, por su verborrea inagotable que salpica de buen humor. Bromeó al confesar que se acojonó un poco cuando le llamaron, pues sabiendo que venía a Gijón iba a ser necesario realizar algunos cambios a la película: Alexandra aprendió rumano para doblarla, se le añadió otra hora y media y diseñaron unos bonitos carteles que decían si te gustó Aurora, No controles te gustará aún más.

A la hora de escribir la película, youtube resultó una gran fuente de inspiración. A esto le añadimos la capacidad de trabajo y el talento, como hacen Borja Cobeaga y Diego San José. Podemos temblar, pues anunció que su próxima película será una comedia sobre el conflicto vasco, algo muy complicado, pero de lo que dio detalles hilarantes que voy a dejar sin desvelar.

Palmarés del 48 Festival de Cine Internacional de Gijón

El Festival Internacional de Cine de Gijón se cierra con un palmarés muy concentrado

Películas de la sección oficial premiadas en la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Películas de la sección oficial premiadas por el Jurado Internacional en la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón

SECCION OFICIAL:

El Jurado Internacional de la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, integrado por Ana Torrent, Rui Pereira, Pablo Stoll y Juan Cavestany ha concedido los siguientes premios a las películas participantes en la Sección Oficial:

Premio Principado de Asturias al mejor largometraje: Marţi, după Crăciun (Tuesday, after Christmas) de Radu Muntean (Rumanía)

Premio al mejor director: Kelly Reichardt por Meek’s Cutoff (Estados Unidos)

Premio al mejor actor: Mimi Brănescu por Marţi, după Crăciun (Tuesday, after Christmas) (Rumanía)

Premio a la mejor actriz: (ex aequo) Mirela Oprișor y Maria Popistașu por Marţi, după Crăciun (Tuesday, after Christmas) (Rumanía)

Premio al mejor guión: Benjamin Heisenberg y Martin Prinz por Der Räuber (Alemania)

Premio Gil Parrondo a la mejor dirección artística: Vali Ighigheanu y Andrea Popa por Aurora (Rumanía / Francia / Suiza / Alemania)

Premio Especial del jurado: Tilva Roš de Nikola Ležaic (Serbia).

RESTO DE PREMIOS:

Premio Principado de Asturias al mejor cortometraje: (ex aequo) Coming attractions de Peter Tscherkassky (Austria) y Mercúrio de Sandro Aguilar (Portugal)
Mención Especial para: Fotografía de Victor Dragomir (Rumanía)

Premio No ficción: Invernadero de Gonzalo Castro (Argentina)
Mención Especial para: The forgotten space de Noël Bruch y Allan Sekula (Holanda / Austria)

Premio del público a la sección Rellumes: The Happy Poet de Paul Gordon (Estados Unidos)

Premio FIPRESCI de la Prensa Internacional: Meek’s Cutoff de Kelly Reichardt (Estados Unidos)

Premio del jurado joven al mejor largometraje: (ex aequo) Blue Valentine de Derek Cianfrance (Estados Unidos) y Todos vós sodes capitáns de Oliver Laxe (España)

Premio del jurado joven al mejor cortometraje: The External World de David OReilly (Alemania / Irlanda)

Premio Efants Terribles al mejor largometraje para mayores de 13 años: Soulboy de Shimmy Marcus (Reino Unido)

Premio Efants Terribles al mejor largometraje para menores de 13 años: Iep! de Ellen Smit (Holanda / Bélgica)

Premio Día D'Asturies: (ex aequo) La mirada circular de Iván Sainz-Pardo, Dirk Soldner y Jim-Box (España) y Módulo 10 de Ángeles Muñiz y Teresa Marcos (España)

Primer premio Nuevos realizadores del Principado de Asturias al proyecto: La chica que se baja del tren presentado por Elisa Cepedal

Segundo premio Nuevos realizadores del Principado de Asturias al proyecto: Eremita Stew presentado por Juan Díaz-Faes Díaz

Premio al proyecto corto Canal + 2009: Voice Over presentado por Kamel Films y Kowalski Films, con guión de Luis Berdejo y dirigido por Martín Rosete

viernes, 26 de noviembre de 2010

Los gijoneses se resisten a que el Festival termine

Un soplo de aire y algo más de diversidad

Si algo voy a echar de menos del Festival Internacional de Cine de Gijón, son los coloquios espontáneos; esos que hacen las personas que esperan en los cines, sentados en sus butacas, cuando se ponen a hablar de películas. Cuentan lo que han visto, lo que les gustó y se recomiendan unos a otros lo que no deben perderse. Parecen amigos de toda la vida y la mayoría de las veces no se conocen previamente. Según van comentando unos se abren otros corrillos. Yo me quedo en mi butaca absorto e hipnotizado escuchando hablar de cine.

Veo rostros cansados, con muchas ojeras, entre los que llegan los primeros a las salas. Han salido de una sesión y corriendo vuelven a entrar a la siguiente. Solitarios algunos y en pareja otros, les ves desenvolviendo su bocadillo y empezar con hambre a comérselo. Los grupos más grandes, los que no han venido con él de casa lo compran en los bares cercanos y se lo comen en la plaza, con un ojo atento a la cola para que no les crezca demasiado.

Ha lucido un poco el sol, lo que ha permitido que la playa esté más bonita si cabe con un cielo azul emborronado a trozos con alguna nube. La marea estaba baja, lo que permitía caminar y correr por la arena. Algún valiente se había acercado con su tabla confiando que las olas fueran creciendo. A la noche, si cabe, el mar embelleció más, sobre todo por el sonido bravo del agua llegando al muro y rompiendo contra él. Me acodo en la barandilla. Escucho.

Rueda de prensa: Eugène Green

El director homenajeado Eugène Green
El director homenajeado Eugène Green
Me pareció muy interesante Eugène Green en su rueda de prensa. A pesar de ser uno de los directores homenajeados con un ciclo, no había elegido ninguna de sus películas para ver, pero escuchándole me di cuenta de que me había perdido algo importante.

Green empezó tarde en esto del cine, había pasado muchos años dentro del teatro barroco, incluso había creado la compañía «Teatro de la Sapiencia». Dice que son dos artes diferentes, que incluso se oponen. El verdadero teatro se basa en aceptar la falsedad del propio teatro y el cine utiliza como materia bruta la realidad del mundo material. Añade que su intención es la de expresar una espiritualidad. En el teatro se hace a través de una máscara, mientras que en el cine se consigue lo mismo mediante la energía espiritual que se esconde en el interior de ese mundo material. El teatro es más sencillo, necesita menos material técnico. Hacen falta muchos fondos para rodar. Comenta que paradójicamente sólo consiguió un poco de reconocimiento al final, en los últimos años, y sin embargo en el cine lo consiguió desde la primera película que rodó. Habló también de las dos categorías de cine. Una comercial con películas de entretenimiento que está planteado como una industria que fabrica un producto buscando obtener beneficios con él. En ese cine también podemos encontrar algunas películas con valor artístico, pero Green reconoce que no puede hablar de ellas porque no las ve. El otro tipo es el denominado cine de autor, que se considera un arte y que lo que busca es el reconocimiento. Un reconocimiento que le llega al director por las críticas y por los festivales, que son el sitio donde se pasa el cine de más calidad y las apuestas más arriesgadas. Destacó en esto el papel del Festival de Gijón como el mayor representante de los Festivales de cine de autor.

Después habló de la palabra, que en el teatro es algo central por ser la base del espectáculo teatral. Un texto dramático puede leerse directamente como literatura, algo que con los guiones de cine no ocurre, pues la calidad de un texto no determina la calidad de la película. En su cine, las palabras le sirven para emitir la fuerza, recoger los sentimientos más potentes por los que fluye la energía, y eso lo hace usando una cantidad muy pequeña de palabras, las suficientes para despertar los sentimientos de los actores que es lo que realmente busca. Volviendo a la palabra indica que desempeñó un papel fundamental en la cultura occidental que se extiende desde la antigua Grecia hasta el Barroco. Explica que en aquellas épocas, la palabra tenía tres estratos. El primero, el de designar un elemento material o un concepto abstracto, es decir, el que nombra la realidad material. El segundo, de carácter polisémico, para denominar a las ideas que sólo al ser pronunciadas toman cuerpo y alma, aquellas que dan el sentido del ser humano. El último corresponde con el verbo, el lugar donde se encuentra a la vez el hombre y lo sagrado. A partir del Barroco se pierden los estratos segundo y tercero. La llegada del cinematógrafo supone la sustitución de la palabra por la imagen y una recuperación de nuevo de los tres niveles: capta la realidad, presenta un aspecto espiritual y también le concede una polivalencia, pues un mismo plano, según como se monte puede adquirir un significado u otro.

Green se mostró optimista cuando ve la situación de la cultura occidental, pero señala como necesario que los europeos se den cuenta de la ocupación invisible que está sufriendo. En España y en Portugal se sufrieron dictaduras donde la fuerza militar se ocupaba del país. Hoy también existe una ocupación, aunque no tiene militares en las calles, nuestros jóvenes beben refrescos de cola y consume los productos que vienen de Barbaria, el término que utiliza para referirse a Norteamérica. Antes había un público al que le gustaba el cine, pero a partir de los ochenta surge la ocupación del arte. Sin embargo, en Gijón ha visto razones para no perder la esperanza, salas llenas en sus proyecciones, mayoría de gente muy joven. Tiene que haber una resistencia organizada que permita volver a liberar el cine.

Preguntado por qué en sus películas hay tantos planos de pies, responde que la fragmentación de los cuerpos es una figura de estilo que él utiliza. Añade que trata de representar la parte por el todo. Cuando graba pies y manos sólo se filma una parte del cuerpo, pero vemos lo que está ocurriendo mejor que si se grabara toda la persona. El detalle, la mano, el pie, expresan las acciones y se transmiten con más fuerza.

Sección Rellumes: Cold Weather

La vida nos lleva por fríos caminos que a menudo nos hielan las esperanzas. Sentimos que nos traga de lo insignificantes que somos. El protagonista de Cold Weather abandonó, dejó sus estudios de criminología -quizá por un desengaño amoroso- y se conformó con una vida gris trabajando en el turno de noche de una fábrica de hielo y regresando a casa de su hermana. En las novelas que leyó se quedaron anclados sus anhelos, ahora sólo se siente defraudado consigo mismo.

La vida pasa sin sobresaltos, hace amistad con un compañero de trabajo, su hermana consigue una cita con alguien al que ha conocido a través de Internet, su exnovia vuelve a la ciudad… Y de pronto un suceso extraño que cambia el género de la película, que de intimista pasa a convertirse en policiaca. A partir de aquí vivimos una investigación amateur que va pasando con humor por todos los tópicos que aparecen en televisión. Lo hace como crítica, intentando banalizar la grandilocuencia del poderoso cine detectivesco desde una pequeña producción Indie.

Entretiene y su director, Aaron Katz, ha sabido mantener el ritmo cinematográfico en ambas partes, haciéndolas coexistir, fluyendo ambas con naturalidad. El final resulta un tanto abrupto, como si aún le restase una escena, el típico recurso para que trabaje el espectador.

Sección oficial: Blue Valentine

Cartel de la película Blue Valentine
Cartel de la película Blue Valentine
Blue Valentine supone un cambio de color en el festival, pues nos trae tonos alegres en cierta manera dibujan algo de felicidad. Muy interesante el tratamiento temporal que va intercalando el pasado cuando el espectador necesita conocer esa información y a la vez permite a su director, Derek Cianfrance, construir el ritmo de la ficción guardando secretos para ir dosificándolos y desvelándonos gradualmente el enigma.

Su temática principal responde a la pregunta de cuánto se puede aguantar antes de explotar, antes de empezar a hacerse daño. Para todo final existió su comienzo y las relaciones, cuando están descompensadas, cuando tienen sus deudas que pagar, se descomponen y se hunden sin remedio. ¿Cuándo descubre el espectador el declive?, ¿dónde percibe que empieza el fingimiento? No sabrá decirlo porque ha llegado sin darse cuenta. Sin duda es una desgarradora historia de amor de las que no deja indiferente a nadie.

Destaca el trabajo de interpretación que realiza la pareja de protagonistas en la reconstrucción de ese descenso, su versatilidad para mezclarlo con la ilusión y la felicidad del comienzo.

Sección Esbilla: La recolectora

Se trata de un corto de Sara Mazkiarán que el año pasado recibió el premio Proyecto Corto de Canal Plus en el FICXixon 2009, lo que le ha permitido rodarlo. De excelente factura, gran interpretación, cuidada fotografía hasta el mínimo detalle y enorme sensibilidad. Sin duda Sara es una promesa de nuestro cine que ya despunta.

Sección Esbilla: Dispongo de barcos

Las películas de Juan Cavestany suelen resultar tan difíciles de catalogar como de contar. Ésta no es una excepción. Se trata de humor absurdo, disparatado, muy simbólico, irónico, con bastante crítica y construido para que el espectador tenga que reflexionar sobre los mensajes que ha recibido y se haga sus propias preguntas. Son cuatro personajes que se persiguen por la ciudad, puede ser que tengan un pasado común o no. Al final el destino les une. Habla de soledades individuales en nuestras ciudades, del punto de locura que nos crean, y del intento de romper esa soledad, aunque sea a través de formas ridículas.

Cuenta la necesidad de planificar y de colaborar los unos con los otros para alcanzar un fin. Se puede ver una metáfora del mundo laboral, con el jefe que propone el objetivo, con el típico trabajador que lo que quiere saber es cómo tiene que hacer lo que le han pedido porque no sabe, con el que duda de si llegarán a tiempo, con el que pone pegas. Muy divertidas, de carcajada, las escenas con el cura, o sellando papeles o reunidos para planificar el golpe. Muchos son los temas que trata Dispongo de barcos, pero sobre todo habla de las dudas que genera una mala comunicación.

Cuenta su director que está rodada en los huecos que les dejaban otros proyectos y en condiciones muy precarias: sin iluminación, grabado con primeras tomas, con presupuesto cero, así que el resultado no ha sido uniforme. Nada tiene que ver con la producción habitual del cine, ni el título tiene que ver con la película, ni los personajes dicen lo que piensan, ni lo que dicen tiene que ver con sus sentimientos. Confiesa el director que tuvieron poco ensayo, así que hay varias escenas en la que los actores tenían el guión en la mano y lo iban leyendo.

La idea surge al principio de «Animalario» y la escena en la que se reúnen los cuatro personajes para planificar el atraco en realidad es una escena teatral para ir representando en los bares por los actores de la compañía. Después siguieron arrastrando la historia y la rodó como un corto: El último golpe. Ahora se han empeñado en hacer un largo con el mismo material.

Sección Esbilla: Carne de neón

Vicente Romero en una escena de Carne de Neón
Vicente Romero en una escena de Carne de Neón
José Luis Cifuentes, el director del Festival, se encargó de presentar la película bromeando con que es «una de esas píldoras que nos permiten desengrasar de tanto cine rumano».

Carne de Neón es una película muy divertida, que levantó bastantes aplausos entre el público. De ritmo muy ágil, que se mueve entre la comedia y la acción desbordada. En ciertos momentos, se nutre de la estética del mundo del cómic. Acude al enredo para tramar y destramar lo más insospechado. Tira de violencia gratuita y de dureza, pero también contrapone ciertos momentos de ternura. Su único afán es entretener.

Si hay que destacar algo sobre todo son las interpretaciones, y es que entre su elenco están Dario Grandinetti, Ángela Molina, Antonio de la Torre, Vicente Romero y Macarena Gómez.

Vicente Romero explica que se ha hecho con mucha carne, con mucho cariño y con mucha implicación de todo el equipo. Su director Paco Cabezas añade que se ha hecho con poco dinero, pero con bastantes ganas. Pide al público que no se rinda, que uno no sabe que le puede pasar mañana, así que hay que aprovechar cada momento y luchar por las cosas que cada uno quiere hacer.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El FICXixón tras la estela del nuevo cine contemplativo

Narraciones fragmentadas que buscan la participación del espectador a la hora de construir la historia

Farola decorada con el cartel del Festival
Farola decorada con el cartel del Festival
Esta mañana estuve viendo la obra de Reynold Reynolds, a quién el Festival Internacional de Cine de Gijón le ha dedicado un ciclo en esta edición. No fue en ningún cine, sino que en una de las salas de exposiciones del Antiguo Instituto se pueden ver ininterrumpidamente algunas de las obras de este director. Allí estaban Secret life, Secret machine, Sugar

Después paseé por la ciudadela de Celestino Solar, una mezcla entre parque y museo etnográfico para quien quiere conocer como eran las viviendas de la clase obrera que promovían los empresarios y comenzadas a construirse a finales del siglo XIX. La de la calle Capúa se inició en 1877 por deseo de Celestino González Solar, un indiano que a su vuelta de Cuba invirtió en la construcción de veinticuatro casas para ser alquiladas a trabajadores, en las que se estima que podían vivir una centena de personas. Cada vivienda ocupaba 36 metros cuadrados, disponiendo de cocina, dos habitaciones y una sala. Los retretes eran comunales y se encontraban en una construcción aparte para todos los vecinos. Otros servicios comunes eran el lavadero y un pozo. En la Ciudadela de Celestino Solar vivían entre ochenta y cien personas. Me gusta pasear por su patio, sobre todo los días lluviosos y mirar hacia aquellos muros y pensar en lo dura que era la vida de quienes aquí vivían entonces. Si me paro puedo oír las voces de alguna madre que llama al hijo a voces porque es la hora de llevarle el bocadillo al padre hasta la fábrica, la tortilla ya está hecha y si tarda mucho se va a enfriar. Puedo escuchar una conversación entre dos vecinas, hablan de las jornadas tan largas y de lo cara que está la vida. Giro la cabeza y puedo ver entrando por la puerta a dos hombres con sus monos azules, traen la cara sucia y arrastran un cansancio infinito, se despiden con un seco gesto de las manos y cada uno camina hacia una casa diferente. Así imaginando, ha dejado de llover.

Sección oficial: La mitad de Óscar

El director Manuel Martín Cuenca y la actriz Verónica Echegui durante la rueda de prensa de La mitad de Óscar
El director Manuel Martín Cuenca y la actriz Verónica Echegui durante la rueda de prensa de La mitad de Óscar
Sugerir más que contar. Intuir. Un lento fluir de imágenes como piezas de un puzzle a encajar, semejantes a ideas de un director que cobran vida al ser filmadas para deshacer el nudo de su obsesión. Descubrir los estados emotivos de los personajes a través de la correa de transmisión que es el cine. Y contemplar. Y contemplar otra vez. Lo cierto es que la película avanza a trompicones, con un espectador que va haciéndose ideas con las que interpretar lo simbólico que abunda en esta película. Uno sabe que casi nada es por azar, así que está obligado a darle demasiadas vueltas a los detalles. La propuesta de la película es una narración fragmentada, o tal vez muchas historias que tienen por común el fracaso de quien las emprendió.

En La mitad de Óscar, todos los personajes van arrastrando por la vida una soledad angustiosa. Transitan por un paisaje árido que pasa de ser un escenario teatral a convertirse en un personaje más. El director busca la atención del espectador pues necesita que no pierda detalle. A veces los personajes están de espaldas, otras en que las cosas se escuchan pero sólo se ven fragmentariamente. Es una estrategia, una forma más interesante de ver la realidad y que aporta mayor información. La apariencia de los telediarios de contarlo todo, suele esconder el hecho de enseñar la nada, por eso la cámara prefiere fijarse en los detalles porque ocultar es una forma más sutil de enseñar.

Otra potente arma usada por el director es el sonido, que intencionadamente se convierte en la única banda sonora de la película. A través de él se trata de vislumbrar las emociones personales, para conectar a los propios personajes con el espectador. En el fondo ese runrún que suena es la mente de Óscar. Importante también es el paisaje de Almería, que simboliza un espacio de frontera, describe el punto en el que se encuentran los protagonistas, pero además es un lugar que han ido buscando cada uno de ellos, el espejo de sus sentimientos.

Dice Manuel Martín Cuenca, su director, que la película es una puesta en escena narrativa y mitológica sobre los amores imposibles, pues todo gran amor resulta imposible de encajar. Un amor que fue pasado, pues se cuenta desde ese punto en el que la relación ya está herida, cuando vuelve de pronto. Juega todo el tiempo con lo que no se puede contar y también con lo que no se quiere contar y son las fotografías las que van dando información subliminal. Martín Cuenca señala que a veces nos cuesta mirar, pero que si lo hacemos vemos que está ahí toda la historia de la película. El pasado está siempre presente en el largometraje.

Señala que la contención ha sido importante, pues es un factor habitual de la vida ya que a nadie le gusta ir exhibiendo sus emociones. Todo tiene que estar abierto al espectador, para que sea éste quien decida lo que ocurre a partir de lo que les pasa a los personajes. Sobre el final señala el director que tiene un punto de final feliz pues se demuestra que no es una relación inventada en su cabeza. Óscar ha perdido, pero sabe que aún el amor sigue en ella.

Denis Eyriey interpreta a un francés que no habla español, alguien que se mueve como un espectador en la película, pero que a la vez está dentro de ella.

Sección oficial: Aurora

A veces se prescinde del guionista porque hay autores cuyo ego y concepción del arte les hace minimizar el digno trabajo de escribir la historia por parte de un profesional. Cuando se mata al guionista, se acaba con el cine, surgen los bostezos y hasta alguna cabezadita. No digo que sea el caso de Aurora, pero lo parece sospechosamente.

Cristi Puiu ha realizado una película anodina, en la que ha necesitado tres horas para describir un personaje que parece actuar sin sentido. En esto no me equivoco, pues después de ir de un lugar a otro y de pasar tanto tiempo con nosotros en la pantalla, el director piensa que el espectador aún debe andar perdido y entonces el personaje, al final de la película y ante incrédulos testigos, confiesa, desnudando con sus palabras todo lo que llevaba dentro y que las imágenes no han sabido completar. Es el gran contrasentido de una película tediosa que se ha querido explicar a través de imágenes y que se da cuenta de que no lo ha logrado. Tal vez la culpa sea de la elección de las escenas, donde a menudo escamotea la parte más sustanciosa con el fin de aumentar la intriga. Qué intriga, me pregunto, si lo que vemos es el deambular de un personaje sin explicar, que además vemos que se muestra incapaz de poner en pie su vida.

Sección Esbilla: Bihotz umet bat

Bihotz umet bat es un corto de animación muy poético, en los textos que se recitan. Sus imágenes se mueven entre dos polos, las bucólicas y las duras. Estaba grabado originalmente en euskera, pero en el Festival se ha proyectado una versión en castellano.

Sección Esbilla: The freebie

Cartel de la película The freebie
Cartel de la película The freebie
Antes hablaba de lo que pasa cuando se mata al guionista. The freebie es un caso extraño, pues aquí se trata de la primera película que dirige la actriz Katie Aselton, así que nos encontramos con una película de actores, donde lo más importante es la interpretación, el explicar como se sienten los personajes y el tomarlos con la cámara en planos muy cortos, para que se aprecie el detalle de cada gesto.

La película resulta interesante y se deja ver con gusto. No tiene estridencias y además es corta. Su protagonistas caen bien: son jóvenes, atractivos y tan sinceros que uno podría adoptarlos encantados. Pero ese embrujo se rompe, pues sabemos que la pareja, al tomar la decisión que da pie a la película, se está equivocando y lo pagarán. Pero no podemos ayudarles, debemos esperar a ver como solucionan ellos mismos sus problemas y en ese camino vemos que no todo era tan perfecto, que en realidad no habían profundizado lo suficiente. Conocer, ahondar, es algo que duele. No es lo único que hace daño, las dudas, lo que se callan, lo que se imaginan, también les va a causar sufrimiento.

En la trama también se desliza algo de humor, lo que se agradece.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El Festival proyecta el documental que Berlusconi prohibió en Italia

Der Räuber y Videocracy levantan los aplausos del público

Anoche estuvo Erice, en uno de los encuentros con el público, hoy es el tema de conversación en todos los corrillos

Entre los lugares de proyección del Festival Internacional de Cine de Gijón hay uno un poco más especial, se trata del Antiguo Instituto. En un lateral del patio de techo acristalado sobre el que, cuando llueve, repiquetea con su ritmo de monotonía el agua, en diagonal con la escalera de caracol, se encuentra la sala de proyección. Es la más pequeña de todas las que ofrecen programación y en ella se celebran por las mañanas las ruedas de prensa.

Me entretuve después por la estación de Feve, pues Asturias es de los pocos sitios en los que siguen vivos los Ferrocarriles de Vía Estrecha. Hay una ruta que une Gijón con Oviedo, el camino es una vía que serpentea entre la naturaleza a través de frondosos árboles, pequeños regatos y las verdes laderas. Son los colores del otoño los que se fijan en mi retina, y un sol que tímidamente va apartando las nubes. A la vuelta sigo entretenido en la contemplación del paisaje y en lo alto dos potros negros corren, el mayor cocea al más joven, como diciéndole que no le siga, levanta los casos traseros doblando las patas y los lanza con fuerza hacia atrás pateando el aire. La estampa duro poco, pues el tren no se detiene por nada.

Sección oficial: Todos vós sodes capitáns

El director Oliver Laxe y el actor Shakib Ben Omar en la rueda de prensa de Todos vós sodes capitáns
El director Oliver Laxe y el actor Shakib Ben Omar en la rueda de prensa de Todos vós sodes capitáns
En las ruedas de prensa los autores suelen explicar la idea de su película, algunos detalles… pero en general, a la prensa nos sirve para encontrar el punto de vista, la mirada del director que lo tiñe todo, algo tan profundo que transciende a la película. Todos vós sodes capitáns no me gustó, pero su director sí. Oliver Laxe es un hombre de hablar pausado, reflexivo, experimentado, a pesar de su juventud, y con mensaje. A veces se va perdiendo por los caminos del arte, tal vez por tanto magnificarlo.

No me gusta porque se olvida del público desde el primer fotograma, quizá no le importe el fin de su proceso creativo. Es más una postura estética que otra cosa. Su ritmo es lento, de agua goteando en una fuente, tal vez para dar tiempo a reflexionar, tal vez porque en Tanger las horas pasan así de despacio.

Cuenta el director que ha grabado en 16 milímetros porque significa no tener plan B, si se te escapa una imagen la has perdido y tienes que aceptarlo. Esa aceptación es un perfecto símil de la vida de los muchachos que participan en el taller de cine que es el objeto de la película. En este contexto, Laxe apunta que una imagen bonita no es una bonita. Del guión señala que es un tratamiento de 30 escenas para evitar riesgos en el rodaje, él mismo tenía que aparecer en plano en cada una de ellas, pero mediante trucos va consiguiendo que hacia la mitad le expulsen del proyecto y así sólo estar al otro lado de la cámara ya liberado para que las imágenes sean más desnudas. Se trata de la escena 15 y a partir de ella rompen el guión. Al poco de empezar el rodaje percibió que el taller se le escapaba de las manos, pero su filosofía es que cuando tienes una herida lo que has de hacer es profundizar en ella y apretarla; así que toma la decisión de no informar a los alumnos, de utilizarles como marionetas. Siempre hay un juego, un baile con la realidad. Sabe que la vida es injusta, así que parte de esa base y a lo que Todos vós sodes capitáns va a dedicar tiempo es a buscar la respuesta del equipo: jugar.

Laxe explicó que el cine roba la vida, así que los cineastas están obligados a devolver algo más interesante. El arte debe estar por encima del bien y del mal para que sea eficaz. La película es en blanco y negro, salvo el final en el que se introducen imágenes en color grabadas por los chicos del taller, el director explica que lo hace para provocar un choque cromático y no por democratizar el cine porque «afortunadamente el arte no es democrático» dice. Aprendió que cuando a un niño le das una cámara lo primero que hace es darle la vuelta y filmarse a sí mismo. El cine tiene que ser una respuesta más que un síntoma, pues la sensibilidad sola no basta para construir una película. El autor crea porque se siente inadaptado y a través de la obra va participando en el mundo. No se atreve a clasificar la película, cuenta que respeta al cine en su falta de respeto. Señala luego que es irregular, ya que en esos desajustes es donde el cine respira.

Sección oficial: Der Räuber

Cartel de la película Der Räuber
Cartel de la película Der Räuber
Después de unos días muy irregulares, volví a escuchar aplausos generalizados en una proyección. Se trataba de Der Räuber, la película de Benjamin Heisenberg. El público, que es generoso, agradece que le sepan contar una historia. En esta ocasión, los hechos están basados en una suceso real, el de un hombre que se prepara para correr maratones y que el dinero para vivir lo saca de robos a bancos.

Heisenberg dedica el largometraje a observar el comportamiento humano, sin explicaciones, siguiendo como se desliza conducido por un destino voraz que espera paciente hasta el último minuto en que ha de llegarle su turno. Tenemos la acción de los robos y de la persecución, y por otro lado una interesante dicotomía que se mueve entre la superación en el deporte y la impotencia ante unos instintos vencedores. ¿Por qué hacemos lo que hacemos, incluso por encima de lo que la razón nos aconseja?, ¿una tendencia a la autodestrucción, algo asimilado y convertido en hábito, la adrenalina que suelta el riesgo, el mal carácter, la tensión…? ¿Quién lo sabe?

A este cóctel hay que añadir la excelente fotografía y muy buenas interpretaciones del elenco artístico.

Sección Esbilla: Last train home

Lixin Fan nos trae con Last train home un documental social rodado en China que logra conmover. Se adapta a su ritmo, en la parte de la ciudad nos muestra su agobio y en la de campo nos deja ver crecer la hierba. Es una historia generacional, donde los hijos son cuidados por los abuelos, lejos de los padres que han emigrado a otras poblaciones mayores con cierta industria que les permita ganarse la vida. El problema es que esos hijos han crecido con una angustiosa sensación de abandono. Ahora, cuando la rebeldía de la adolescencia se dispara no pueden convertirse de la noche en la mañana en una figura de autoridad que nunca ejercieron. Unos padres que han delegado la educación de sus hijos, confiados en que su presencia o ausencia no ha de influirles, ni generar, o dejar de hacerlo, carencias afectivas.

Padres alejados físicamente de los hijos, que para reunirse vuelven a casa por el año nuevo chino. Se suben a un tren y emprenden un largo viaje. Sin embargo no es un proceso fácil, porque toda China quiere hacer lo mismo esos días. Surgen las aglomeraciones, los tumultos, la lucha por colocar todos los bultos en el portaequipajes. Impacta las escenas en que hay retrasos de varios días en la salida y las multitudes que esperan su tren se rebelan. Impacta aún más la discusión entre la hija y el padre que termina con una violencia doblegadora que nace de la impotencia pues el hombre sabe que ya no es una figura respetada para esa joven.

Se observa también la importancia que tienen los antepasados en esta cultura. Se ve el abandono del campo ya que solo lo trabajan abuelos y nietos, pues la generación de los padres, quienes son la fuerza de trabajo, ha emigrado a la ciudad, absorbidos por la necesidad de mano de obra de las fábricas textiles. Un trabajo de 14 horas que les deja cansados, sin tiempo y que les convierte en conformistas al asumir su situación de sobreexplotación como único camino de supervivencia. Y a la vez en la pantalla de la televisión esas mismas gentes van viendo de fondo el esplendor de los juegos olímpicos en Pekín.

Ciclo ¿Europa? ¿Qué europa?: Videocracy

Cartel de la película Videocracy
Cartel de la película Videocracy
Si algo consigue Videocracy es cabrear, pues es inexplicable ver hasta donde ha llegado el modelo de televisión de Berlusconi sin enfadarse. Erik Gandini examina a fondo este fenómeno que cambió el modo de hacer televisión, pero también el sistema político italiano y los valores de la población. La sociedad italiana se ha dejado cegar por la superficialidad y se ha convertido en un mercado del cuerpo humano, especialmente femenino. Berlusconi ha impuesto su modelo primero desde sus tres cadenas privadas y, tras entrar a gobernar la nación, también en las públicas, usando la televisión como instrumento de apoyo a su forma de hacer política, donde se le ha dado todo el poder de la democracia para convertirla en degradante espectáculo. Comenzó una revolución terrorífica que se escondía bajo la piel de un cordero.

El documental habla de Berlusconi, de su banalización de todo y sobre todo, de una juventud que ya solo aspira a salir en la tele, aunque sea haciendo el ridículo. Vemos a Ricky Canevali que lleva un montón de años preparándose para ser famoso al mezclar en su persona a Ricky Martín con Jean-Claude Van Damme. Conocemos a Lele Mora, un productor y agente que se encarga de descubrir nuevos talentos y de formarlos en la inutilidad. Mora es muy amigo de Berlusconi, y no muestra ningún pudor en decir que añora a Mussolini, incluso de mostrar los himnos de aquella época acompañados en un vídeo con imágenes fascistas que incluyen la esvástica. Nos presenta a Fabrizio Corona, un despreciable producto televisivo que se declara un Robin Hood que roba a los ricos para quedarse el dinero él.

El documental ha sido vetado por la RAI y las cadenas de Mediaset de las que es propietario Berlusconi.

Da tristeza ver en qué nos hemos convertido y hacia dónde van las nuevas generaciones educadas en las rodillas de la televisión y que sólo aspirarán a triunfar teniendo un minuto de gloria al aparecer en un programa. Él éxito es ese, salir en la tele para que un futbolista de éxito las vea un instante y, seducido por una sonrisa silenciosa, la elija para casarse con ella. Ese es el retrato final de una sociedad del espectáculo en toda su magnitud, sin sentir la menor vergüenza, la más esperpéntica y orgullosa de su ignorancia, la más mortífera, la más manipuladora, la que duerme las conciencias.

martes, 23 de noviembre de 2010

Tilva Ros nos habla de adolescentes creciendo en ciudades deprimidos

Del realismo y las intenciones

Papeleta de votación para el premio del Público
Papeleta de votación para el premio del Público
En el Festival Internacional de Cine de Gijón también hay un premio del público. La particularidad es que no se elige una película de la sección oficial, sino que las seleccionables son las de Rellumes. La papeleta de votación es un cartón con el diseño del Festival en el que aparece el título de la película y 10 cuadrantes numerados del 1 al 10 sobre los que señalar la puntuación. Cuando los espectadores entran a ver un largometraje de la Competición Especial Rellumes se les entrega la papeleta que se recoge en una urna al final de la proyección.

Mi paseo matinal me llevó lejos del centro, hasta el Centro Municipal de Empresas de La Calzada que no conocía. Se trata de una antigua fábrica de la empresa Cristasa. Un edificio modernista, de ladrillo rojo, que en 1992 acondicionó el Ayuntamiento para albergar diferentes proyectos empresariales de la ciudad. Bonito por fuera y por dentro básicamente funcional aunque manteniendo su encanto.

Los labios cargados de impotencia

Cartel del largometraje argentino Los labios
Cartel del largometraje argentino Los labios
Recuerdo, siendo adolescente, la eterna pregunta en las clases de literatura de si era posible un realismo total. Varios escritores lo intentaron, pero ninguno se quedó lo suficientemente satisfecho. Recuerdo uno que creyó haber encontrado el método perfecto: dejó un magnetófono abandonado en una calle y luego se limitaba a transcribir lo grabado. Se vanagloriaba de haber dado con la objetividad absoluta, la manera de no influir en la realidad. Pronto sus amigos le desengañaron, le hablaron de un punto de subjetividad en el método primero, le dijeron que había elegido el lugar donde colocar el magnetófono. El escritor no le dio importancia, le pareció una nimiedad y lo consideró una inferencia soportable. Después los amigos le hicieron una nueva pregunta: «¿Cuántas horas tienes grabadas?». «Muchísimas» contestó. Insistieron: «¿Vas a usarlas todas?». Respondió que no, que sería una tarea inabarcable en una novela. Los amigos sonrieron y uno de ellos le dijo: «Así que has hecho tu propia selección de la realidad». Así es Los labios: una selección de la realidad. La película argentina de Iván Fund y Santiago Loza, presentada en la sección oficial del Festival, parte de la ficción para retratar unas condiciones alarmantes de pobreza, marginalidad y problemática social y lo hace con las voces reales y con la palabra de sus mismos habitantes.

Tres mujeres se encargan de elaborar un censo sanitario en una zona muy depauperada. Son tres asistentes sociales enfrentadas directamente con la exasperante dificultad de lidiar con un trabajo que realizan de la forma más humana posible, pero que las divide entre la urgencia de ser útiles y la impotencia de ser superadas por las circunstancias. Viven juntas en una casa abandonada facilitada por el ayuntamiento, hogar acondicionado y abastecido con mucha precariedad. Además cada una de ellas se encuentra en una etapa vital diferente, lo que se plasma en asunciones distintas de la situación.

Cuando se habla de objetividad en el cine de una forma obsesiva siempre se acaban haciendo experimentos que en aras de un realismo todopoderoso sacrifican muchos valores del cine y hasta la paciencia del espectador. La película cojea en sus personajes, de los que no se habla del pasado, del que se intuye pero no se avanza, de un presente que nos explica, de unos comportamientos sin justificar. Me resultó demasiado áspera de ver. No encontré otra cosa en ella que un realismo anodino y construido por encima de un barrio deprimido que sin bien produce cierto desasosiego no consigue fijar la atención.

Tilva Ros, adolescentes patinadores

El director serbio Nikola Lezaic en la rueda de prensa de su película Tilva Ros
El director serbio Nikola Lezaic en la rueda de prensa de su película Tilva Ros
Al este de Serbia hay una población minera llamada Bor donde va a cerrar una mina de cobre que da trabajo a miles de personas. En la misma ciudad un grupo de adolescentes encara el verano definitivo que pondrá fin a su adolescencia ahora que han terminado en el instituto. Les gusta patinar y grabar vídeos con las estupideces que se les van ocurriendo para colgar en youtube. La realidad, la terrible situación económica de paro que se cierne en su entorno social, no sienten que les pueda afectar y ni siquiera les interesa. Viven con inconsciencia, preocupados sólo de sus bromas, sin nada que hacer. Crecen sin perspectivas, ni obligaciones. Los protagonistas son chicos listos, que se comportan como los adolescentes que son.

Tilva Ros, que compite en la sección oficial del Festival, me ha parecido una película sincera y cruda, que en cierta manera explica la cultura jackass como una válvula de escape, como la forma de rellenar el presente, justo cuando se van a acabar todos sus privilegios y tendrán que convertirse en la siguiente generación de adultos.

El director serbio Nikola Lezaic en la rueda de prensa explicó que no fue skater durante su juventud y que nada tiene que ver con el mundo del monopatín, pero que vio un vídeo de youtube hace tres años de un grupo de jóvenes de 19 años en su localidad. Le despertó la curiosidad y se puso a investigar. Se preparó un borrador antes de conocer a los patinadores. Después, al conocerles fue modificando el guión, ajustándolo para que tuviera credibilidad. Se tomó la película como un puzzle donde encajar y explicar cada uno de los vídeos colgados en Internet. El guión terminado nunca se lo entrego a los chicos para que lo leyeran, así que iban escena a escena.

A Lezic le gusta decir las cosas claras y muestra en todo momento el entorno social, las huelgas de los mineros, sus manifestaciones, el mundo del trabajo en manos de los empresarios… Es el fondo, el peligro hecho realidad pero que los chicos ignoran.

Preguntado sobre la violencia tomada como parte de la diversión de estos muchachos, respondió que la juventud de hoy en día consigue hacer amigos con mayor facilidad. Dice que en general se piensa que los adultos no entienden a los jóvenes, siempre ha sido así. No cree que en la actualidad sean más violentos que otras generaciones anteriores, pero ahora tienen más medios para captarlo y compartirlo. Hay gente enferma en cada esquina, pero el problema no tiene que ver con la juventud, sino con personas concretas.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Animal Kingdom deja sabor de película grande

Lo personal tiñe todas las miradas

Por la mañana he dado un largo paseo por Gijón, me he quedado un rato, como siempre, viendo las olas entrar y deshacerse entre la arena, y después, camino del café de media mañana con el pincho de pollo, me he cruzado con una estampa anacrónica que me ha recordado mi infancia: un carro tirado por una mula al trote, entre el medio del tráfico, al mismo ritmo que los coches, deteniéndose en los semáforos. Gijón es así, desde la más moderna tecnología al servicio de sus ciudadanos, hasta la pura convivencia de lo extinto. Resulta una imagen inverosímil hoy, pues los primeros motocarros, a los que siguieron furgonetas y pequeños camiones, eliminaron este tipo de vehículos en nuestras calles.

A primera hora, con la primera película, ya estaba el periódico del Festival Internacional de Cine de Gijón que este año también se puede consultar en Internet. No es extraño ver en cualquier lugar a personas con un ejemplar extendido y leyéndolo con interés a la búsqueda de la mejor elección para ese día, dejándose aconsejar por lo escrito en sus páginas.

Año bisiesto, un thriller psicológico

Mónica del Carmen y Gustavo Sánchez Parra en una escena de la película Año bisiesto
Gustavo Sánchez Parra y Mónica del Carmen en una escena de la película Año bisiesto
Año bisiesto es un largometraje mexicano de Michael Rowe que compite en la sección oficial. La mayor parte de la película uno piensa que sabe de qué va y que la tiene controlada, que se está enfrentando a una de esas películas costumbristas que tanto abundan en la que vemos la vida aburrida de una mujer solitaria en una gran ciudad. Algo de sexo esporádico, algo de sexo individual y lo anodino que envuelve el ambiente. Intercambio de llamadas con la madre, con el hermano, con su jefe… Nada vislumbramos de cuando la protagonista sale de casa, pues la cámara no cruza nunca la puerta. Del exterior vemos lo que ella ve desde su ventana: unos ancianos en el bajo y una pareja enfrente. Los planos siempre son fijos.

La necesidad patente de amor de quienes se han ido desde el pueblo a la gran capital se fija como tema principal. Esa ausencia de cariño lo tiñe todo, así que cuando uno de los hombres quiere repetir encuentro algo cambia, se entabla una relación morbosa y brutal que va avanzando en la película. Celos, machismo y sexo, parece un cóctel demasiado alejado del amor, pero las visitas del hombre se repiten y ella va cumpliendo todos sus caprichos. Y aquí, es el momento para entender que la película habla de otra cosa.

El peligro es la clave de La vida sublime

Cartel de la película La vida sublime
Cartel de la película La vida sublime
Hoy en día hay un gran número de directores que se han empeñado en rodar sus películas a través de planos fijos para que las «cosas» pasen ante la cámara, que esta sea un simple testigo o que se comporte como un espectador sentado en su butaca. Antes las películas se definían como la mirada propia de su director, unos ojos que giraban y volvían para no perdernos detalle. Quizá los espectadores no eran tan listos y no se necesitaban más vueltas, ni pedían a gritos información no tratada para tomar ellos todas las interpretaciones. Ahora se prescinde de los intermediarios, para que en la sala sólo estén el cine y tú. Como Michael Rowe, Daniel V. Villamedia se ha empeñado en hacer su película a través de planos fijos.

Según la R.A.E. «sublime» se define como «Excelso, eminente, de elevación extraordinaria. Usado más en sentido figurado aplica a cosas morales o intelectuales. Se dice especialmente de las concepciones mentales y de las producciones literarias y artísticas o de lo que en ellas tiene por caracteres distintivos grandeza y sencillez admirables». No sé que decir de La vida sublime sin hablar de filosofía. Que se presenta en la sección Rellumes, que tiene un buen arranque diciendo que ni raíces, ni orígenes, ni pasado, ni presente. Después toma ejemplo y presenta un tiempo –largo- en el que no pasa nada más que los grandes campos de trigo de Castilla. Más tarde, el protagonista, emprende un viaje conceptual inspirado en el Erice de El Sur, en una segunda parte escrita pero no filmada. Y en este punto, con el camino iniciado la película cambia, juega. Hay un misterio familiar en torno al abuelo, un vacío de unos meses en los que vivió en Cádiz y que el protagonista, en su deseo de rellenarlo, va inventando. Su antepasado se negó siempre a contarla, motivo suficiente para usar la imaginación. El nieto, ya que puede, la construye llenándola de épica, convirtiéndola en una vida sublime al estilo de la descripción aportada por la R.A.E. El nieto inventa proezas en la historia construida de su abuelo, retos que él va a ir repitiendo. El camino se exagera, se hace absurdo en parte y es en este punto cuando la película se dispara, al caerse por un sumidero toda la seriedad del carácter rudo del castellano. Disparate a disparate todo va saliendo volando, pues «el peligro es la clave de la vida sublime».

Me gusta la valentía, y en esta película hay mucha, pues es un cine diferente, que se permite mantener una discusión política e inteligente entre anarquismo y comunismo. La vida sublime es osada en la forma de contar, la pasión por narrar una historia, el uso de la palabra directa y el gesto. Es sorprendente.

Sehnsucht y las pocas palabras

Dentro de la sección Una cierta idea de cine: La Escuela de Berlín se proyecta la película Sehnsucht de la directora Valeska Grisebach una película que compitió en el 2006 en este Festival de Gijón y salió triunfadora al llevarse el premio del jurado internacional y también el de la prensa. En ella, nos encontramos con un hombre de pocas palabras que conquista a dos mujeres sin querer, que sin querer se deja llevar como vértice central sobre el que se mueven dos lados. Otra vida anodina, la de un herrero que es voluntario en el servicio de bomberos de su localidad, que ni el amor salva. No ha perdido la pasión, es simplemente desapasionado.

Es una historia en la que hay personajes que ponen todo su acento en el romanticismo como valor principal y entonces surge el desencanto como hábito, con la angustia vital de ir tirando el tiempo a cada minuto, perdiendo el sentido y la inquietud. Ciudadanos alienados que viven en sociedades inmaculadas confeccionadas por políticos, dormidas por los medios, compradas por la publicidad. Seres insatisfechos los europeos que se pasan el día dándole vueltas a la cabeza.

Con tanto reconocimiento en el 2006 pienso que algo se me escapa y busco quitarme esta sensación de corto muy largo, de historia que no necesita tanto tiempo para contarse porque, en realidad, se digiere muy rápido. Le doy vueltas al elemento de contagio que debe tener, más allá del paisaje verde y amplio tan similar al de aquí. Pienso que hasta la directora debió tener sus dudas sobre si el espectador iba a encontrar el nudo principal, supongo que ese es el motivo para introducir el debate final de los niños del pueblo que opinan y cuentan el asunto.

Animal Kingdom, una historia bien contada

Cartel de la película Animal Kingdom
Cartel de la película Animal Kingdom
El australiano David Michôd presenta a concurso en la sección oficial su película Animal Kingdom. Se agradece una película sobria, coherente, armada sobre una historia, aunque sea cruda y cargada de una brutalidad que se respira más allá de la pantalla. Engancha desde los primeros fotogramas, donde va trazando con firmeza cada uno de los pasos que se van a dar en ella. Con personajes bien descritos y mejor desarrollados, habla de una banda de atracadores en Melburne. Todos los miembros son familia, así que los lazos sanguíneos marcan el estilo de vida, la educación y los valores. Encerrado en un microcosmos, no hay a quién contarle el secreto, así que la tela de araña va creciendo y sumergiendo al protagonista para que le resulte imposible encontrar vías de escape, o lo que es lo mismo: condenándole a la misma vida de miedos que arrastran el resto de los miembros de la familia, donde se ha establecido una jerarquía basada en el principio de la selva del más fuerte, que desarrolla un instinto familiar de protección entre los fuertes que protegen y los débiles protegidos.

De Animal Kingdom se podría decir que sabe a cine criminal clásico. Película contada con un lenguaje cinematográfico y una estructura convencionales, aborda el tema de las venganzas, a veces directas, de tiro en la nuca, y otras soterradas. Destaca en ella su final sorprendente, de esos que hacen exclamar al espectador porque no se lo esperaba.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Del comunismo al consumismo en My Perestroika

Un domingo cargado de cine de no ficción

Taquilla de los cines Centro
Taquilla de los cines Centro
La ciudad de Gijón, los domingos y días de partido de guardar, o sea cuando juega el Sporting, varía de humor según el resultado: si gana todo es sidra y alegría, si pierde, como hoy, se respira un cierto silencio y un dolor, hacia el costado, por el sufrimiento que se presagia hasta final de temporada. Esos días, en los «chigres», al terminar el encuentro, no se discute más allá de unos minutos de cortesía, luego cada uno paga su botella y se va un tanto cabizbajo, a confiar en que la próxima semana, que juegan en casa, cante otro gallo.

Los cines Centro son un punto neurálgico de todo el sistema que es el Festival Internacional de Cine de Gijón. Están en la última planta de un centro comercial, a unos metros de la playa y en pleno centro de la ciudad. No presentan el glamour de otras sedes como el Jovellanos, la Laboral o el Antiguo Instituto, pero en ellos se cuece todo. Hoy había tanta gente, que hasta había que hacer colas para tomar las escaleras mecánicas que suben hacia ellos.

Hoy todo el mundo hablaba de Alamar, el estreno del día y una película que suena en todas las quinielas porque dicen que transmite una gratificante sensación de paz. Pero hoy busqué una programación alternativa: cortos, documentales y el ciclo Una cierta idea de cine: La escuela de Berlín.

Cortometrajes: historias completas o proyectos de largometraje

Cartel del cortometraje La gran carrera
Cartel del cortometraje La gran carrera
Entre los seis cortometrajes de la Sección Oficial que forman el primero de los cuatro programas, me topé con una joya: La gran carrera de Kote Camacho, un trabajo en el blanco y negro de las viejas películas y el No-do, hecho con humor, ironía y una gran capa de cinismo. Me gustó porque es en sí una gran metáfora de muchas ideas. La primera es la de la capacidad de adaptación de nuestra sociedad ante algo dramático, le bastan unos minutos de sobrecogimiento para luego seguir mirando por lo suyo. Vi también entre líneas un mensaje que cuelga a los peones como sacrificio en tiempos de crisis. Y todo ello en una carrera de caballos.

Junto con La gran carrera, Room de Fernando Franco y A silent child del sueco Jesper Klevenas conseguían contar una historia completa. John’s go de Josh y Bennie Safdie, Zoe de Stefan Lengauer y Muscles de Edward Housden, sin embargo, me resultaron más bien el entrenamiento para un largo, un videocurriculum que mostraba la capacidad de sus directores para realizar una película mayor.

Corsino, by Cole Kivlin: de aquí son sus raíces de allí su vida

Luis Argeo en sus dos trabajos ha contado historias de quienes se fueron. En Corsino, by Cole Kivlin, que se presenta dentro de la sección Esbilla, nos plantea el dilema de un niño de la guerra asturiano, Corsino Fernández, que salió de España con 7 años para terminar convirtiéndose en el norteamericano Cole Kivlin. Su vida se llenó de dudas, de preguntas sin respuestas, de una necesidad de encontrar su pasado y sus raíces. Cuenta como intentó buscar a sus familiares a través de la iglesia católica y que la única respuesta que recibió es que todos habían muerto. De la frustración que percibió por el poco interés que mostraban cada institución cuando preguntaba y de esa vida partida y silenciada, que se va desvaneciendo en la memoria con los años, pero aumenta su peso en el corazón, las dudas de quién se es. Llega a un punto en el que Corsino-Cole intenta dar a conocer a su familia texana, a sus hijos, lo que le había pasado de niño. Y estos se sorprenden, pero a penas indagan, que se quedan cosas sin contar porque ese día de Acción de gracias ponen fútbol americano por la tele.

Corsino, by Cole Kivlin es un documental que emociona. Sobre todo cuando, en el 96, viene a España para buscar sobre el terreno sus raíces y se encuentra con tres hermanos suyos que aún viven. Su conflicto se acentúa, aquí un asturiano como todos, allí un norteamericano de pies a cabeza. Cuenta Argeo que ese reencuentro lo ha tenido que recrear en el documental a través de los escritos de Corsino-Cole.

No es el suyo un caso único, hay otros veinte parecidos, así que su historia representa la de muchos más.

My Perestroika, la desilusiones ideológica de una generación

Cartel del largometraje My Perestroika
Cartel del largometraje My Perestroika
Cuando el comunismo entró en crisis en la U.R.S.S., se consideró agotado sin discusión, se renunció a un Estado fuerte para velar por los derechos de sus ciudadanos y se produjo como solución una veloz transición que les llevara de cabeza hacia el modelo capitalista de las democracias europeas neoliberales. Ahora que el capitalismo sufre su crisis, no hay voces que aboguen por otra alternativa que no sea su refundación salvaje, el más de lo mismo pero con menos derechos. El Estado es la estructura política esencial y debe situarse por encima de los intereses privados y de los mercados. Un Estado débil se dejará llevar por el viento.

Dentro de Esbilla se ha proyectado la película My Perestroika, de la directora Robin Hessman. Un documental en el que la última generación que se crió tras el telón de acero reflexiona sobre lo que tenían, lo que soñaron y lo que tienen. Para ello recoge los testimonios de cinco ciudadanos rusos, de la misma promoción y que se educaron en el mismo colegio que nos van contando sus ideas, que nos describen la Rusia actual. Utiliza también grabaciones caseras y audiovisuales propagandísticos de los años 70 y 80.

My Perestroika habla de la frustración de quienes pusieron sus esperanzas en aquel cambio y que ahora se sienten defraudados, engañados y traicionados, como si hubieran vivido una pantomima que no les ha llevado a ningún punto, que simplemente sirvió para desmantelar un mundo organizado con axiomas ideológicos labrados en la revolución proletaria soviética. Sienten que sus vidas sufren el mismo derrumbe.

Me quedo con la imagen de los rusos bailando en las calles la lambada como símbolo del cambio que venía, como señal de una falsa libertad a la que sus nuevos gobernantes trataron de llamar democracia y hoy saben que tan solo era consumismo.

Schläfer, una de espías en la Universidad

Uno de los ciclos más destacados del FICXixón de este año es el llamado Una cierta idea de cine: La Escuela de Berlín, así que caí en la tentación y elegí Schläfer del director Benjamín Heisenberg para poder opinar. Es una película de dudas, con personajes bien trazados, pero que se alarga inútilmente, donde al final es lo sentimental y lo egocéntrico lo que les mueve a tomar sus decisiones a los protagonistas.

sábado, 20 de noviembre de 2010

El día que se estrenó Todas las canciones hablan de mí

Diversidad de gustos y salas repletas a todas horas

Con tanta lluvia que ha caído hoy en Gijón, con tanto ir bajo el paraguas por sus calles entre sesión y sesión, me he dado cuenta de que el artilugio resulta tan relajante como la ducha, porque en ambos sale nuestro yo más creativo. A salvo de la lluvia, escuchando su repiquetear a uno se le va la cabeza a sus cosas y sin querer se ve a sí mismo silbando la melodía de Cantando bajo la lluvia. El cine es así, un paraguas gigante que nos mantiene protegidos de todas las adversidades, y a la vez un refugio desde el que reflexionar, donde sentirse individuo con derechos y deberes de esta sociedad nuestra.

Noto que últimamente abunda un cine que trata de llevar a las pantallas la realidad más cotidiana, lo digo porque sigo dándole vueltas a la película de anoche I’m still here, en la que me encontré con el lado contrario, cuando es la ficción la que intenta convertirse en realidad, usurpándola y continuándola. En todos los corrillos se hablaba hoy de ella, pues nos picaba la curiosidad o la interpretación de qué podía ser verdad y qué ficción.

Pensé que la lluvia, tan propicia para la pereza y las tardes caseras de sofá y manta, dejaría huecos en las salas. Me equivoqué, el agua, por fuerte que caiga, no hace parar a las gentes de esta ciudad. Largas colas en las taquillas, salas repletas donde se ocupaban hasta las butacas de la primera fila… Festival Internacional de Cine de Gijón es una gran fiesta que disfrutar.

Carlos Álvarez Novoa y Félix Corcuera Llano en una escena del corto Sangre
Carlos Álvarez Novoa y Félix Corcuera Llano en una escena del corto Sangre
Sangre, el espacio de la memoria

Algunas de las sesiones programadas son de entrada libre, basta recoger el mismo día las localidades en la sala que se proyecta, porque hay un cine más necesario que otro, tanto que debe estar al alcance de todos. Es el que habla de nuestra memoria. El FICXixón fomenta este tipo de encuentros, como el de esta tarde con el director Ramón Lluís Bande. Estrenaba su corto Sangre que se presenta en la sección Llendes.

Se trata de una reconstrucción de una vivencia de Manolín «el de Llorío» el último fugado vivo de Asturias. Para contar Sangre basta con dos actores, el paisaje y una cámara. Ver al abuelo contando al nieto su pasado escondido emociona. Conocer cada una de esas historias familiares es un deber que tenemos pendiente de verdad, justicia y reparación.

En el corto, la cámara se queda quieta, alejada de cada escena, estática como si fuera un vouyer escondido y asustado, como si tuviera miedo a escuchar la verdad. Con esta distancia, el director nos priva de primeros planos del abuelo, tal vez crea que la palabra posee tanta fuerza que sobran los gestos.

Mammuth, el repaso de la vida de un hombre simple que interpreta Gérard Depardieu

Mammuth, la película francesa de la sección oficial dirigida por Benoît Delépine y Gustave de Kervern, destaca por mostrarnos de cerca a los raros, los diferentes, las personas más simples. Nos los enseña con sentido del humor y, a la vez con un cierto dolor, enfrentando al espectador con los dos lados de la balanza. De quienes se aprovecharon entonces, veremos hoy que tampoco les valió para mucho, que siguen igual o peor. Del simple terminaremos por encontrar el sosiego de quienes nada tienen de qué avergonzarse, por muy ridícula que desde fuera pueda parecer su vida. Depardieu nos lleva a lomos de su moto, por bucólicas carreteras, para retroceder con él a otro tiempo, el de sus primeros años laborales y abordarlos con la perspectiva de quien ya se jubila.

Jonás Trueba, Bárbara Lennie y Gerando Herrero en la rueda de prensa de Todas las canciones hablan de mí
Jonás Trueba, Bárbara Lennie y Gerando Herrero en la rueda de prensa de Todas las canciones hablan de mí
Todas las canciones hablan de mí, la película de Jonás Trueba

De los chicos tristes e inteligentes que viven sin proezas, con la pesadumbre de unos tiempos salvajes que imponen prototipos, valores y metas, no hablan muchas películas. Jonás Trueba lo hace con su película Todas las canciones hablan de mí que compite en la Sección oficial. Son personajes agobiados por no encontrar la felicidad que la publicidad les dice que tienen al alcance de sus manos, pero que viene envuelta y sin libro de instrucciones. Unos chicos tristes como muchos, que sienten que todas las canciones hablan de ellos, porque les hablan de las ilusiones que tuvieron pero que han perdido y de aquellas pocas batallas que una vez se ganaron.

La película me gusta, porque me siento identificado: en las sensaciones por las que he pasado, en las mismas calles que recorro a diario, en el amor por los libros, en el caminar rápido con una prisa autoimpuesta e innecesaria, en la longitud de un abrigo que es un tres cuartos y en lo difícil e incompleto de contar los sentimientos. Es una gran película. Fue una larga ovación la que el Jovellanos le entregó, tal vez por esa timidez desde la que se alza para hablar de fracasos e insatisfacciones, capaz de tocar muchos corazones.

¿Dónde está el secreto? En la mirada de Ramiro (Oriol Vila). En la templanza de Andrea (Bárbara Lennie) tan confundida como él pero que parece tenerlo todo más claro, como si caminara un paso por delante. En el ritmo tan personal. En las discusiones. En las contradicciones. O en la voz en off del propio Jonás para descubrirnos lo que los personajes se callan, o para llevarnos hacia atrás rellenando los espacios que el presente necesita recordar. Una voz que nos aproxima a donde no quisieron ir y a los espacios íntimos.

Contaba Jonás por la mañana, en la rueda de prensa, que se reconoce en la película porque responde a él en un momento determinado. Confiesa que no es un retrato generacional, que son retazos de gente que conoce, de sus amigos. Se mostró muy contento con el reparto, porque una película vale lo que luce el trabajo de sus intérpretes.

Jonás es tímido, algo que no le impide expresarse con claridad y asumir todo el peso de las preguntas de la prensa. Dice que siempre ha querido dirigir, que de niño pensaba que haría su primera película con 17 años, pero confiesa que tuvo la suerte de no hacerlo y de ponerse a escribir guiones. Hay muchos libros en esta película donde la literatura aparece fluida y ordenada en fragmentos, como a él le gusta. Así que usó recursos literarios para construirla.

No faltó la pregunta sobre su familia a la que respondió que se lleva muy bien tanto con su padre como con su tío, con los que habla a menudo de cine, pero que él ha querido siempre mantenerse independiente en todos los sentidos. Les ha dado el guión a leer y ellos han opinado, pero se han mantenido a distancia para dejarle hacer a él su película.

Cartel de la película R
Cartel de la película R
La crudeza de la vida carcelaria

En la sección Rellumes se presentó la película danesa R de los directores Michael Noer y Tobías Lindholm. Es una cinta cruda que nos muestra una realidad carcelaria que sobrecoge. La dificultad para sobrevivir y la dignidad que se va perdiendo por los desagües de las letrinas cada día. Es una película con mucha fuerza, donde la violencia aparece en escenas contadas, pero que avisa al espectador.

R es una película sin concesiones, donde el realismo se sobrepone a una terminología de ética, amistad y valores profundos muy utilizada en muchas otras cintas de este género. Habla de drogas, de reglas masculinas, de humillación y sobre todo del castigo a quien se salta esas reglas, las que imponen los más fuertes en una estructura piramidal que marca las jerarquías y también los odios.

La venganza está justificada sólo como principio básico para sostener esa pirámide y siempre se ejerce desde lo alto de la pirámide, porque cada uno tiene su sitio y no va dejar que se lo roben.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Charo López, reina del Festival Internacional de Cine de Gijón por un día

I’m still here una película sobre los polémicos últimos años de Joaquin Phoenix inaugura la 48 edición

Cartel de la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Cartel de la 48 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
El Festival Internacional de Cine de Gijón (FICXixón) 2010 empieza hoy, no es que el trabajo empiece ahora, sino que es el día en el que pasa a convertirse en visible el proyecto. Ayer todo era ajetreo en la oficina del Festival, el que suele darse cuando se está terminando de poner «el tren sobre la vía» para que se suban «los viajeros» y «el jefe de la estación» pueda dar la señal. Son 171 las películas que se van a proyectar en más de 250 proyecciones en estos nueve días.

Hacía tiempo que no sentía tanta nostalgia de esta tierra como cuando ayer el autobús me llevaba desde el aeropuerto a Gijón. El campo verde-verde, con las vacas pastando y el «orpín» que «ye una lluvia perfina carauterística de la cornisa cantábrica» cayendo despacio, muy despacio. Y el sol que sale tímido entre las nubes, sin que haya dejado de orvallar. Y el mar embravecido esperándome a la puerta de casa. No es más, ni menos, que un paisaje que me hace rememorar sensaciones queridas.

Volviendo al Festival, la prensa y los profesionales tenemos una acreditación asociada a la tarjeta ciudadana de Gijón. Además, el público también puede comprar una acreditación similar que le permite ver cualquiera de las proyecciones. Con la tarjeta se accede directamente a las sesiones de prensa y acreditados, y si quieres ver alguna otra sesión sólo tienes que ir con la tarjeta ciudadana a las taquillas para que te den las entradas que solicites. Hoy había colas, era el primer día que se empezaban a vender y muchos ya habían planificado todo el Festival.

Charo López pinta el momento actual del cine español con destemplanza

El premio nacional de cinematografía Nacho Martínez que otorga el Festival se le ha concedido este año a Charo López, en reconocimiento a su trayectoria. En rueda de prensa, la actriz agradeció el premio, primero porque Asturias siempre le ha supuesto trabajos profesionales queridos y porque trabajó en tres ocasiones con Nacho Martínez, al que le unía una gran amistad.

Charo López durante la Rueda de Prensa
Charo López durante la Rueda de Prensa
Charo López se mostró muy pesimista con el momento actual del cine español. Tiene hambre de cine, pero dos grandes y preciosas películas que estaba preparando no se han hecho porque no hay dinero. Faltan productores con dinero que lo arriesguen, ahora que las televisiones no tienen capacidad para producir. Indica que por primera vez puede dedicar tiempo a su familia mientras espera que la industria se arregle. Le entusiasma el cine, pero habla con enorme tristeza de esta situación. Porque ama al cine espera que todo renazca. Señaló que siempre ha tratado de hacer las mejores funciones y que tampoco ha dicho sí a cualquier televisión. Ha dicho que no a muchas cosas, con algunas considera que ha acertado, pero en otras no. Se lamenta de no haber hecho Matador cuando se lo propuso Almodóvar, porque era muy joven y tenía muchos miedos, cuenta. Confiesa que de esas cosas le han pasado muchas, unas por mala suerte, otras por no haber prestado demasiada atención y algunas por no saber pelearlas, pero eso es la vida.

Las actrices, a partir de una edad, no cuentan. Por eso se lamentó de que el cine en este país lo hagan demasiados hombres que piensan que a partir de los cuarenta una tía deja de estar buena y desaparece de las pantallas hasta que cumple los ochenta para ofrecerle representar a desdentadas abuelas. Con este motivo explica que no recomienda esta profesión a una mujer que quiera empezar en ella, es mejor que se vuelva a casa tranquila y se ponga a leer un libro, porque para ser actriz no hace falta nada si no es saber a qué puerta llamar.

Se acordó de Gonzalo Suárez con el que trabajó en trece ocasiones, suya es la culpa, pues cuando ni ella era actriz, ni el aún director la llamó para interpretar un papel y ella dejó su trabajo de profesora.

El pasante, más allá de la fachada de un hotel

En la sección Rellumes se ha presentado la película Argentina El pasante de la directora Clara Picasso. Cuenta los primeros días de trabajo de un nuevo botones en un gran hotel. Con una mirada inquieta, la directora nos propone que miremos a lo que hay al otro lado del cartón piedra, a esos espacios escondidos para el huésped donde se esconde la actividad callada de muchas personas. Juega también con la imaginación, convirtiendo el hotel en un decorado sobre el que poner en pie las fantasías de los personajes, donde casi nada nunca es lo que parece, donde se pueden construir otras vidas llenas de intriga, donde una recepcionista puede ponerse en la piel de un empresario y el botones convertirse en su amante despechada, pero sin que ella pierda su locuacidad, ni él su parquedad, sin dejar de ser ellos mismos. El pasante transcurre a un tiempo lento, como de realidad cotidiana, tras la que se esconden otros trasfondos.

Pepe Colubi presentó la ceremonia de inauguración

Vinila Von Biskmark & The Lucky Dados durante su actuación en la Gala de inauguración del Festival
Vinila Von Biskmark & The Lucky Dados durante su actuación en la Gala de inauguración del Festival
En el teatro de la Laboral se celebró la gala de inauguración. Abrieron Vinila Von Biskmark & The Lucky Dados con tres de sus temas que llenaron de rock & roll, swing y boogie el escenario. Después, Pepe Colubi con gracejo bromeó sobre la crisis, recordó a Berlanga, no olvidó las doce ediciones en las que participó trabajando en el Festival, indicó la necesidad de que en los colegios se enseñen las Ciencias Marrones para que podamos tomar con naturalidad esas situaciones complicadas de la vida que tanto nos sonrojan, y citó a Truffaut para señalar que «Preciado tiene razón y Mourinho ye un faltosu». Presentó las distintas secciones de esta edición y se hizo acompañar por Johannes Nyholm, Reynold Reynolds y Kim Longinotto, directores invitados de los que se presentan sus obras en esta edición. También presentó a parte del jurado internacional: Rui Pereira, Ana Torrent y Pablo Stoll.

Tras ellos, Colubi dio paso a la locutora Conchita Casanovas para que se encargase de entregar el premio nacional de cinematografía Nacho Martínez a Charo López. Conchita resaltó de la premiada la dignidad del mejor cine hecho en este país, la mirada que no se olvida, la voz profunda, su profesionalidad de pies a cabeza y la tremenda personalidad que tiene. Al recoger el premio, la actriz agradeció de corazón el premio por considerarse íntima amiga de Nacho Martínez. Ella y él eran dos buenos cómplices, juntos se han reído mucho.

Primera ovación para I’m still here

La gala se cerró con la proyección de la película I’m still here del director estadounidense Casey Affleck, un falso documental sobre Joaquin Phoenix, una historia que pareció real en la vida del actor pero que recientemente han desmentido ambos tras la premiere en Venecia. En el 2008, el actor anunció que abandonaba el cine porque interpretar le hacía perder su autenticidad. Había decidido emprender una carrera como cantante de hip-hop. Después apareció en el show de Letterman en tal estado que hacía dudar de su salud mental, y fue acompañando su vida de otras situaciones similares para intentar hacer verosímil en la realidad la historia de la película, una especie de juego. La interpretación es estupenda, tan exagerada como necesita para resultar creíble. I’m still here es desmedida en todos los sentidos, y sin embargo uno se la traga con naturalidad, con atención incluso, atraído por el encanto de una realidad sorprendente que ha sido construida como una película. Un largometraje que se sale de la pantalla para que su personaje protagonista siga moviéndose en la vida real, una historia que juega sobre el difícil filo que existe entre la realidad y la ficción, para crear confusión o realidad, las dos a la misma vez. Al terminar sonó una fuerte ovación, un buen augurio para esta edición que arranca. Fuera esperaba una lluvia fuerte, la que limpia el aire y la tierra.