martes, 23 de noviembre de 2010

Tilva Ros nos habla de adolescentes creciendo en ciudades deprimidos

Del realismo y las intenciones

Papeleta de votación para el premio del Público
Papeleta de votación para el premio del Público
En el Festival Internacional de Cine de Gijón también hay un premio del público. La particularidad es que no se elige una película de la sección oficial, sino que las seleccionables son las de Rellumes. La papeleta de votación es un cartón con el diseño del Festival en el que aparece el título de la película y 10 cuadrantes numerados del 1 al 10 sobre los que señalar la puntuación. Cuando los espectadores entran a ver un largometraje de la Competición Especial Rellumes se les entrega la papeleta que se recoge en una urna al final de la proyección.

Mi paseo matinal me llevó lejos del centro, hasta el Centro Municipal de Empresas de La Calzada que no conocía. Se trata de una antigua fábrica de la empresa Cristasa. Un edificio modernista, de ladrillo rojo, que en 1992 acondicionó el Ayuntamiento para albergar diferentes proyectos empresariales de la ciudad. Bonito por fuera y por dentro básicamente funcional aunque manteniendo su encanto.

Los labios cargados de impotencia

Cartel del largometraje argentino Los labios
Cartel del largometraje argentino Los labios
Recuerdo, siendo adolescente, la eterna pregunta en las clases de literatura de si era posible un realismo total. Varios escritores lo intentaron, pero ninguno se quedó lo suficientemente satisfecho. Recuerdo uno que creyó haber encontrado el método perfecto: dejó un magnetófono abandonado en una calle y luego se limitaba a transcribir lo grabado. Se vanagloriaba de haber dado con la objetividad absoluta, la manera de no influir en la realidad. Pronto sus amigos le desengañaron, le hablaron de un punto de subjetividad en el método primero, le dijeron que había elegido el lugar donde colocar el magnetófono. El escritor no le dio importancia, le pareció una nimiedad y lo consideró una inferencia soportable. Después los amigos le hicieron una nueva pregunta: «¿Cuántas horas tienes grabadas?». «Muchísimas» contestó. Insistieron: «¿Vas a usarlas todas?». Respondió que no, que sería una tarea inabarcable en una novela. Los amigos sonrieron y uno de ellos le dijo: «Así que has hecho tu propia selección de la realidad». Así es Los labios: una selección de la realidad. La película argentina de Iván Fund y Santiago Loza, presentada en la sección oficial del Festival, parte de la ficción para retratar unas condiciones alarmantes de pobreza, marginalidad y problemática social y lo hace con las voces reales y con la palabra de sus mismos habitantes.

Tres mujeres se encargan de elaborar un censo sanitario en una zona muy depauperada. Son tres asistentes sociales enfrentadas directamente con la exasperante dificultad de lidiar con un trabajo que realizan de la forma más humana posible, pero que las divide entre la urgencia de ser útiles y la impotencia de ser superadas por las circunstancias. Viven juntas en una casa abandonada facilitada por el ayuntamiento, hogar acondicionado y abastecido con mucha precariedad. Además cada una de ellas se encuentra en una etapa vital diferente, lo que se plasma en asunciones distintas de la situación.

Cuando se habla de objetividad en el cine de una forma obsesiva siempre se acaban haciendo experimentos que en aras de un realismo todopoderoso sacrifican muchos valores del cine y hasta la paciencia del espectador. La película cojea en sus personajes, de los que no se habla del pasado, del que se intuye pero no se avanza, de un presente que nos explica, de unos comportamientos sin justificar. Me resultó demasiado áspera de ver. No encontré otra cosa en ella que un realismo anodino y construido por encima de un barrio deprimido que sin bien produce cierto desasosiego no consigue fijar la atención.

Tilva Ros, adolescentes patinadores

El director serbio Nikola Lezaic en la rueda de prensa de su película Tilva Ros
El director serbio Nikola Lezaic en la rueda de prensa de su película Tilva Ros
Al este de Serbia hay una población minera llamada Bor donde va a cerrar una mina de cobre que da trabajo a miles de personas. En la misma ciudad un grupo de adolescentes encara el verano definitivo que pondrá fin a su adolescencia ahora que han terminado en el instituto. Les gusta patinar y grabar vídeos con las estupideces que se les van ocurriendo para colgar en youtube. La realidad, la terrible situación económica de paro que se cierne en su entorno social, no sienten que les pueda afectar y ni siquiera les interesa. Viven con inconsciencia, preocupados sólo de sus bromas, sin nada que hacer. Crecen sin perspectivas, ni obligaciones. Los protagonistas son chicos listos, que se comportan como los adolescentes que son.

Tilva Ros, que compite en la sección oficial del Festival, me ha parecido una película sincera y cruda, que en cierta manera explica la cultura jackass como una válvula de escape, como la forma de rellenar el presente, justo cuando se van a acabar todos sus privilegios y tendrán que convertirse en la siguiente generación de adultos.

El director serbio Nikola Lezaic en la rueda de prensa explicó que no fue skater durante su juventud y que nada tiene que ver con el mundo del monopatín, pero que vio un vídeo de youtube hace tres años de un grupo de jóvenes de 19 años en su localidad. Le despertó la curiosidad y se puso a investigar. Se preparó un borrador antes de conocer a los patinadores. Después, al conocerles fue modificando el guión, ajustándolo para que tuviera credibilidad. Se tomó la película como un puzzle donde encajar y explicar cada uno de los vídeos colgados en Internet. El guión terminado nunca se lo entrego a los chicos para que lo leyeran, así que iban escena a escena.

A Lezic le gusta decir las cosas claras y muestra en todo momento el entorno social, las huelgas de los mineros, sus manifestaciones, el mundo del trabajo en manos de los empresarios… Es el fondo, el peligro hecho realidad pero que los chicos ignoran.

Preguntado sobre la violencia tomada como parte de la diversión de estos muchachos, respondió que la juventud de hoy en día consigue hacer amigos con mayor facilidad. Dice que en general se piensa que los adultos no entienden a los jóvenes, siempre ha sido así. No cree que en la actualidad sean más violentos que otras generaciones anteriores, pero ahora tienen más medios para captarlo y compartirlo. Hay gente enferma en cada esquina, pero el problema no tiene que ver con la juventud, sino con personas concretas.

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