viernes, 10 de diciembre de 2010

Todas las canciones hablan de mí: lo que llega tras una ruptura sentimental

Porque uno no se da cuenta del valor de lo que tiene hasta que lo pierde

Cartel de la película Todas las canciones hablan de mí
Cartel de la película
Todas las canciones hablan de mí
De Todas las canciones hablan de mí se podría decir que es una comedia romántica, pero ambas palabras resultan contrarias al sentido real de la película. No es una comedia, pues sus protagonistas son chicos inteligentes que viven sin proezas, con cierta tristeza incluso, apesadumbrados, sin encontrar su verdadero lugar, en proyecto de búsqueda, descartando valores, prototipos y metas que no sienten, camino de una felicidad que se dan cuentan que resulta siempre intangible. No es romántica, pues habla del final de un amor, roto sin querer, sin saber, sin posibilidad de pasar página. Lo romántico se encuentra tal vez entre la melancolía y la nostalgia con las que sobrellevar la ruptura.

Cuenta Jonás Trueba, su director, que la película «apuesta por la vida que vivimos, no por la que supuestamente tendríamos que vivir» y eso, como las canciones, nos la acercan y la hacen próxima, tanto como para identificarse no sólo con la melodía de Todas las canciones hablan de mí sino con las sensaciones por las que van pasando cada uno de sus personajes. Es ante todo una película auto-identificativa, que nos dice que por nuevo que nos parezca un sentimiento otros ya lo sufrieron.

Hay un camino de búsqueda de la felicidad emprendido por su protagonista, Ramiro Lastra (Oriol Vila), que quiere llegar a conclusiones con su propia experiencia. Algo le pesa, le lastra, y es una amargura de darle vueltas a todo y no atrapar lo bueno que nos rodea, dejar escapar el instante por un concepto abstracto superior que se ha construido. ¿Qué es la felicidad?, ¿cómo la reconoceré cuando llegue?, ¿dónde se puede encontrar la felicidad que a uno le toca?, ¿qué se queda en el camino de esa búsqueda? Las respuestas se encuentran en las canciones, en nosotros mismos que reflejamos y somos reflejo de sus estribillos.

Oriol Vila y Bárbara Lennie en una escena de la película Todas las canciones hablan de mí
Oriol Vila y Bárbara Lennie en una escena de la película Todas las canciones hablan de mí
Sin querer uno se pone melancólico, o filosófico que viene a ser lo mismo, cada vez que quiere hablar de la película. No hay tal opción, es algo que se puede llevar a un terreno más simple, más intuitivo –caminos por los que se desenvuelve a la perfección la película-, para contar las historias de jóvenes que apenas han dejado atrás la adolescencia y la primera juventud, pero que se han visto obligados a empezar a asumir las responsabilidades de una madurez pesada sobre la que les han enseñado que cada acto tiene su consecuencia. Surge el drama de ser joven y se muestra la incapacidad frustrante de admitir lo imposible de poder abarcarlo todo. Lo cercano nos asusta y ponemos distancia por medio, hablamos de aquello que desconocemos con fascinación, magnificamos lo inconcreto porque nos rendimos a lo material que lleva pegado cada día, a la posibilidad de que todo lo que queda siga siendo igual. No sabemos si queremos rutina o emociones.

Trueba recurre a su propia voz en off durante el largometraje en varios momentos, lo que permite completar la mirada parcial de los personajes. De la misma forma, las canciones que suenan durante la película nos hablan de lo que los protagonistas callan, y con ellas nos expresan la otra mitad de la escena. Es la banda sonara un pilar cargado de intenciones sobre el que se construye la película. Suenan Franco Battiato, Bola de Nieve, Bill Evans, Aroah… pero es Nacho Vegas con su canción Crujidos quien nos da la pieza clave, la que explica de pies a cabeza la historia y además la califica como algo que en realidad no es una tragedia ni un drama, más bien algo a superar.

Siguiendo con los aciertos, la estructura narrativa de la historia, en su vaivén entre lo complejo y lo más sencillo resulta perfecta. Además se construye utilizando recursos de la Literatura. Hay muchos libros en esta película donde lo literario se presenta de forma fluida, ordenada y sabiamente fragmentada, acompañando a la perfección la historia. Sobre esta estructura Jonás Trueba imprime su ritmo, que resulta personal, novedoso y cinematográfico para adentrarnos en lo íntimo de sus personajes, los cuales han sido trazados con firmeza y constancia. Así vemos la mirada de Ramiro (Oriol Vila) que desnuda todo su interior; o la templanza de Andrea (Bárbara Lennie) tan confundida como él pero que parece tenerlo todo más claro, como si caminara un paso por delante. Asistimos a sus discusiones, en las que nunca se levanta la voz, en las que realmente no se muestra nada roto, que se van cargando las contradicciones a arrastrar. Y el reparto lo asume y lo interpreta con naturalidad, con la justa medida de las cosas que hacen el guiso sabroso. No en vano dice Jonás Trueba que «una película vale lo que luce el trabajo de sus intérpretes».

Por si fuera poco, la película recorre las mismas calles por las que camino a diario, a través de mi propia geografía recorro esos puntos propios que me anclan a la ciudad, a lo cotidiano de mi vida y a lo universal de tantas otras. Hay, también, un amor profundo por los libros que comparto con Todas las canciones hablan de mí. Su protagonista tiene un caminar rápido, como de quien llega tarde a una cita en un lugar que aún queda lejos. Un andar con autoimpuesta e innecesaria prisa que, al igual que le pasa a muchos madrileños, he ido perfeccionando durante años, pero que visto en la pantalla me causa una amplia sonrisa. Incluso suelo llevar en invierno un abrigo tres cuartos, no como el del protagonista pero que tiene similitudes. Porque hay una timidez latente, como de cierta vergüenza, de fracasos e insatisfacciones, y aún así resulta optimista.

Es una película muy personal, y sin embargo me gusta sobre todo porque me siento identificado con ella, por lo explicado antes y también por sentirme como uno de tantos chicos tristes que sienten que todas las canciones hablan de ellos, porque les cuentan sobre las ilusiones que tuvieron y les ratifica en aquellas pocas batallas que una vez ganaron. Sensaciones por la que pasamos todos.

A modo de pequeño anecdotario: Jonás Trueba ha trabajado de guionista para películas como Más pena que Gloria, Vete de mí y El baile de la Victoria. Entre una y otra ha podido dirigir el cortometraje Cero en conciencia, preparar una obra de teatro Pienso a menudo en ti, editar libros de cine para Plot Ediciones y escribir un blog de cine llamado El viento sopla donde quiere en el diario elmundo.es.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Facebook deshabilita el perfil de Fiesta PCE

Cartel de la Fiesta PCE 2010
Cartel de la Fiesta PCE 2010
En la tarde del día 2 de diciembre, desapareció el perfil de Fiesta PCE en Facebook. No hubo aviso previo ni ninguna explicación posterior, simplemente al intentar acceder aparecía un mensaje indicando que dicho perfil se encontraba deshabilitado. Facebook ponía así, de forma unilateral, el punto final de más de un año de trabajo informativo para difundir la Fiesta del PCE entre sus simpatizantes. Año y medio manteniendo una actividad social con cinco mil amigos del perfil y otros tantos de la página asociada a dicho perfil que nos permitió seguir creciendo cuando alcanzamos el tope de amistades que permite el sistema y que también ha desaparecido. Diecinueve meses informando, añadiendo las crónicas, subiendo las fotografías. Quinientos cincuenta días con nuestro carácter festivo, sin ofender, intercambiando opiniones, siendo un puente entre comunistas.

Se ha intentado recuperar el perfil a través del formulario y enviando correos electrónicos a los diferentes departamentos de la empresa sin obtener ninguna respuesta, ni explicación. Su muro de silencio se convierte en un comportamiento despótico que produce un sentimiento de indefensión. Se puede entender que Facebook es una empresa privada, que presta un servicio gratuito y que además puede variar las condiciones de dicho servicio cuando considere oportuno. La Fiesta del PCE es una reunión festiva anual de los militantes y simpatizantes del partido político español PCE, un partido democrático que concurre a las elecciones nacionales dentro de la coalición IU y que tiene representación parlamentaria. La Fiesta del PCE no es una persona física pero ya lleva 33 años celebrándose cada mes de septiembre y en ese tiempo ha ido haciendo amigos en la vida como las personas reales. Creo que son motivos suficientes como para permitir la existencia virtual de la Fiesta del PCE en una red social.

El perfil deshabilitado de la Fiesta del PCE es un aviso de nuestras limitaciones como usuarios. Se hace necesaria una reflexión sobre el uso de las redes sociales cuando éstas dependen de una empresa que busca un beneficio concreto y que por tanto condiciona y manipula el sentido de la herramienta para hacerlo coincidente con sus intereses.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Neds: Cuando los jóvenes ya no tienen futuro

Da lo mismo la inteligencia, las calles marcan el destino

Cartel de la película Neds
Cartel de la película Neds
Neds es una película fatalista, de las que avisa sobre que estos tiempos no permiten esperanzas para nuestros jóvenes si no hay intervenciones sociales que resuelvan las raíces del problema. El entorno funciona como condicionante de la realidad y es imposible escapar de él. Da lo mismo los esfuerzos que se realicen.

Neds es un film valiente y directo, que nos habla de un niño John McGill (Conor McCarron) con una prometedora infancia: premios en el colegio como mejor alumno, monaguillo… Su hermano es otra cosa, un delincuente juvenil que ya no vive en casa, un hogar que se va haciendo siniestro y en el que presentimos situaciones difíciles. Todo cambia cuando John tiene que pasar al instituto, entonces se convierte en víctima del acoso de los mayores por ser novato y empollón y además le colocan en una clase de segundo nivel porque aún se acuerdan de su hermano. No importa, lucha y se supera, pero ha entrado en una espiral de la que no va a salir tras pedir ayuda a su hermano y entrar a formar parte de una nueva pandilla. A partir de aquí se convierte en un verdugo que utiliza la violencia como único camino y lentamente va apartando su inteligencia. Alcanza un punto de no retorno, su nueva realidad deja de gustarle, le asusta incluso, pues sabe perfectamente a donde le conducirá, los problemas de su casa no parecen tener solución y ya no es el tiempo de simular que no le afectan. Pero no es posible volver, el camino elegido no permite marcha atrás.

El largometraje es el recorrido de John hasta convertirse en un joven No Educado y Delincuente (NED). Este viaje que emprende el chico, intentando encontrar su lugar desesperadamente, nos sitúa en el Glasgow deprimido de los años 70 y sus suburbios. Son problemas que siguen vigentes, que se han desarrollado con mayor virulencia y que seguirán afectando a los jóvenes.

Conor McCarron en una escena de la película Neds
Conor McCarron en una escena de la película Neds
¿Entre que pueden elegir? Formarse bajo el estigma de pertenecer al suburbio, donde la fuerza siempre prevalece sobre la cabeza, o dejarse arrastrar para sobrevivir. No resulta difícil decantarse entre la vida que representa su hermano, ampararse en la seguridad que le ofrece su apellido, ganarse el respeto de sus amigos a golpes, la facilidad para acercarse a las chicas que ahora le hacen caso… La violencia es una forma de escape, un camino emprendido que permite desahogar al protagonista todo aquello de su entorno que le va carcomiendo, una forma de ganar reconocimiento y respeto. A la larga no tiene futuro y John lo intuye desde el principio, sabe que cada paso que da le hunde un poco más en la cloaca, le aleja de una vida con futuro.

Punto fuerte es el personaje del padre de John, débil, alcohólico y maltratador, que ofrece las imágenes más crudas de la película. Sin duda señala el condicionante que arrastra el chico, su desesperanza en la vida, su imposibilidad de escalar en la pirámide social, pues le dice tanto de dónde viene como hasta dónde le van a dejar llegar. Su padre son los límites que cierran toda posibilidad.

La escuela tampoco es una solución, en ella vemos excelentes profesores, pero que unos ya se han rendido y otros, los que aún tienen ilusión por cambiar las cosas, la van a perder pronto. Lo que queda al fondo, es el barracón de los desperdicios, la clase abandonada donde van los irrecuperables para que no molesten al resto, dándoles por perdidos, encerrándoles allí para malgastar su tiempo.

No hay compasión en Neds, sin salidas fáciles, la película duele porque habla de la impotencia de los seres humanos. Ese, sin duda, es el valor que la convierte en una gran película.

Destacan dos interpretaciones. Sobre todo, la del adolescente Conor McCarron que sostiene la historia, que contiene toda la emoción y que permite cada uno de los estallidos en mil pedazos en que se convierte su vida cada vez que toma una decisión equivocada. Y la de Peter Mullan que se deja más que la piel en su trabajo interpretativo.

Neds compitió en la Sección oficial Festival de cine de San Sebastián 2010 y se convirtió en la ganadora al llevarse la Concha de oro a mejor película y Conor McCarron la Concha de plata a mejor actor.

Me gustó la película sobre todo por atreverse a enfrentar al espectador con una realidad que no ha cambiado en cuarenta años, que es dura, pero por la que no se hace nada para cambiarla. Un largometraje con buen ritmo y acción, hecho para no dejar indiferente a nadie.

A modo de pequeño anecdotario: Peter Mullan no sólo es el director y guionista de Neds sino que aprovechando su experiencia de actor se reserva el papel del padre atormentado y borracho en la película. Comenta Mullan que dicho personaje tiene cierta relación con su propio padre, pero que el real aún era peor que éste. Su hermano temía que la interpretación le pudiese afectar psicológicamente, así que pensó en ofrecerle el papel a Brendan Gleeson. Pero al final, por pura economía, se decidió a hacerlo el mismo.

Como director ha realizado tres cortometrajes: -Close (Premio Marc Samuelson 1993 a la Mejor Película), Good Day for the Bad Guys y Fridge (ganador del BAFTA Escocés)- y dos largos - Orphans (Premios ISVEMA, Pierrot y de la Crítica en el Festival de Venecia 1998, Mejor Película en el Festival de París 1998) y Las hermanas de la Magdalena (León de Oro en el Festival de Venecia 2002; Premio Descubrimiento en el Festival de Toronto 2002 y Premio Media en el Festival de Cannes 2003)-.