lunes, 18 de abril de 2011

Nacho Vegas ofrece un gran concierto en el Jovellanos

La magia de quien apuesta por la calidad del sonido y las buenas letras.


Sábado 16 de abril de 2011. Teatro Jovellanos. Gijón


Una instantánea de archivo de Nacho Vegas
Una instantánea de archivo de Nacho Vegas
Abrieron la noche los Wellcome Culebras, un grupo con un buen sonido, entidad propia y canciones muy elaboradas, que ofrecieron un pequeño concierto de cuarenta y cinco minutos.

Pero era la noche de Nacho Vegas. Al fondo del escenario se ve como única decoración el cuadro completo de Adolfo P. Suárez que le ha servido para elaborar la portada de su disco La zona sucia, un paisaje inspirado en edificios de Madrid y Gijón y donde a las farolas del cuadro se le han añadidos unos focos para darle vida y evocar un aire bohemio, local y universal. La tarima del escenario parece una tienda de instrumentos musicales; además de la batería, un cajón, los teclados, un acordeón y el bajo se observan seis guitarras eléctricas, dos acústicas, un banjo y un pequeño guitarrín. No es tan grande la banda para tanto instrumento, a Nacho Vegas le acompañan sus cuatro músicos, pero sin duda se cuida cada sonido que se exprimirá siempre con el instrumento adecuado.

Suenan los primeros acordes de Cuando te canses de mí y aparece un instrumento más, una de esas guitarras que se tocan sentado, sobre las rodillas, para darnos matices legendarios del Misisipi. Es un buen arranque y el público, entregado desde el principio aplaude encantado. Le siguen Cosas que no hay que contar y Reloj sin manecillas. Con Dri Martini S.A. se produce el primer momento mágico, la banda está engrasada y al ritmo de la música, que va subiendo, vemos botar a la vez a teclista y bajista. No pueden evitar estar contagiados, el público tampoco.

Dos pequeñas mesitas recogen diversos vasos de los que van bebiendo los músicos, son como dos minibares. Después de algunas canciones, se acercan y beben un sorbo. Se miran, intercambian complicidades y siguen. Nacho Vegas no se quita la chaqueta, impasible al calor de los focos, concentrado en todos los detalles del concierto. Todo es intencionado, cada nota que suena, cada palabra que dice.

Portada del disco La Zona Sucia que presenta en el concierto
Portada del disco La Zona Sucia que Nacho Vegas presenta en el concierto
Tocan Hablemos de Marlén, me quedo observado al público porque me sorprende el silencio sepulcral que se respira. Les miro y me sorprendo, todo son rostros concentrados, atendiendo, sin perderse el menor detalle de lo que va pasando en el escenario, absorbiendo la esencia de un concierto esencial, de un artista completo. Me da lo mismo en el rostro en el que me detenga, todos presentan la misma ilusión, el mismo deseo.

Le sigue Maldición, otra canción muy triste, trágica como la anterior. Es el acordeón quien nos da las pistas del lugar, el instrumento que nos hace evocar en nuestros recuerdos la historia que nos narra Nacho Vegas. Sus canciones parece que se pegan a la piel de quien las escucha, no sé si es por la extrema sensibilidad, por su poética o por qué otro secreto; pero cuando uno las oye por primera vez piensa que ya las conocía, que esas palabras forman parte también de quien las escucha, que llevan desde siempre dentro de uno mismo, como si fueran parte de su esencia. No son canciones fáciles, no hay estribillos pegadizos. Lo que hay es mucha verdad, la historia de un hombre tímido que hace buena música con lo que le pasa. Las letras de Nacho Vegas están cargadas de sus intimidades, tamizadas levemente a lo sumo. El público las recibe con cariño, agradecido y entregado.

Es el turno de Incendios. Después suben las hermanas Mar y Alicia Álvarez que forman Pauline en la playa, le acompañan para poner los coros a Perplejidad. Nacho Vegas no suele decir nada entre canción y canción, acaba una y empieza la siguiente. Sin embargo en este punto recuerda que «hoy se cumplen 80 años y dos días de la proclamación de la II República Española», para conmemorarlo toca Canción de palacio #7, un tema emblemático que hoy adquiere una nueva connotación para mí y en el que además se escucha el pequeño guitarrín y una excelente segunda voz que va siguiendo partes del texto como un eco, o mejor como una memoria que recuerda la palabra dicha.

Nacho Vegas aprovecha para presentar a la banda. Lo hace de una forma desenfrenada, divertida. Dice que son la trama asturiana y comienza presentado a Abraham Boba, de Vigo, aunque con la misma mala leche cómo si hubiera nacido en Campo de Caso, añade después. Boba acaba de sacar disco propio que Vegas recomienda: Los días desierto. Al bajo Luis Rodríguez que recientemente ha tenido que emigrar a Madrid, una leyenda urbana de esas que Tinín Areces dice que no existen. La batería es cosa de Manu Molina, cordobés con gran melena, toda ella le ha crecido en Asturias. Las guitarras son cosa de Xel Pereda, tan buen músico que no necesitaría ni siquiera afinar.

Es el turno de Me he perdido y Xel se luce con el banjo que también utiliza con la siguiente canción Va a empezar a llover. El concierto está llegando a lo más alto. Muchos aplausos con las primeras notas de La gran broma final que suponen una explosión en el público. Los seguidores de Nacho Vegas son variopintos, no hay un estereotipo común, ni domina una estética determinada. Es gente calmada que escucha atenta, que comparte, que se emociona.

Regresan las chicas de Pauline en la playa para hacer los coros. Nacho Vegas afina su guitarra, surgen bromas «no afino ni con afinador». Mar se mete con él y Nacho le devuelve la broma: «mientras yo afino, Mar os va a contar una cosa muy graciosa que le ocurrió». Son momentos simpáticos que terminan con una nueva guitarra en el escenario. Vuelve el acordeón, suenan las palmas en el público para llevar el compás de Lo que comen las brujas y una especie de nube encantada se intuye flotando por el Jovellanos. Las chicas se quedan y suena Taberneros, es el final del concierto.

Con los bises, Nacho Vegas vuelve solo al escenario. Con su acústica hace la Canción del extranjero. No necesita más, llena todo el Jovellanos rítmicamente. La banda sube a arroparle para hacer El hombre que casi conoció a Michi Panero y el público rompe en aplausos con los primeros acordes. El final es apoteósico. Tocan El mercado de Sonora como la banda potente de rock que son y Xel Pereda termina por los suelos, jugando con sus pedales. Todos juntos han conseguido hacer un concierto inolvidable, de los que se quedan marcados a fuego.

A modo de pequeño anecdotario: Para la portada de La zona sucia, Nacho Vegas ha utilizado una enorme z que rasga un telón negro y deja ver parte del cuadro de Adolfo P. Suárez. El mismo cuadro aparece completo y solo en el interior, pues no quería mancharlo con el título del disco ni con su nombre.

sábado, 16 de abril de 2011

La omisión de la familia Coleman. Un teatro nuevo

Claudio Tolcachir nos trae el aire fresco del teatro alternativo argentino


Martes 12 de abril de 2011. Matadero - Naves del Español. Madrid


Cartel de la obra de teatro La omisión de la familia Coleman
Cartel de la obra de teatro La omisión de la familia Coleman
Claudio Tolcachir armó La omisión de la familia Coleman en 2005. Desde entonces la ha paseado por muchos lugares y siempre ha resultado novedosa, algo que hace que vuelva a escena una y otra vez, que le pidan que se represente de nuevo porque hay siempre público expectante. Son seis años de éxito continuo. A mí, me ocurría que cuando la obra venía a Madrid yo estaba en otro sitio. La omisión de la familia Coleman se me había convertido en una asignatura pendiente. Así que, lo reconozco, tenía mucha curiosidad; quería saber dónde estaba escondido su secreto. Esta vez no se escapó.

Desde el primer minuto observo que es un teatro diferente, cargado de inteligencia. El escenario representa la casa de una familia. Está lleno de objetos, de detalles que nos hablan de cómo son los Coleman: una máquina de coser, una bicicleta, una cama que sirve para dejar la ropa que alguien confecciona con la máquina, un sofá envejecido donde gastar las horas, una mesa vacía, unos zapatos sobre una silla... Se acumulan los objetos con un cierto desorden. Cuando los actores salen a escena, no lo hacen desde atrás, sino que utilizan los mismos pasillos por los que entró el público unos minutos antes, como si cualquier espacio del teatro formase parte de la propia casa. Se ha roto la famosa cuarta pared para poder introducir al espectador en el interior de la obra.

Un hombre y una mujer hablan. ¿Quiénes son?, ¿qué relación tienen?, son las preguntas que surgen. Y antes de responderlas ya se oyen las primeras risas. Es teatro de personajes, de gentes que tienen una historia que contar, de secretos a rascar, de incertidumbres. Es la vida en directo, con el ritmo propio de la misma vida.

Tamara Kiper y Lautaro Perotti en una escena de la obra La omisión de la familia Coleman
Tamara Kiper y Lautaro Perotti en una escena de la obra La omisión de la familia Coleman
Vemos lo cotidiano de la familia, lo que viene ocurriendo cada día desde hace seguramente mucho tiempo, sin poder remediarse. Una convivencia difícil cargada de conflictos y un difícil equilibrio que parece a punto de quebrarse, con relaciones construidas a lo largo de muchos años soportándose. Violencia para solucionar el caos unas veces, otras un humor ácido y corrosivo -casi negro-, y las más de las veces pura indiferencia. Conviven los Coleman cansados de una rutina que marca las relaciones y les conduce camino de lo absurdo como escape, sabiendo que otro día igual es imposible, que no podrán aguantarlo, aunque al final lo sigan haciendo, sobrevivan. Enfilan lo absurdo sin perder un ápice del interés, sin desviarse de un realismo misterioso que hace cada escena tan creíble como posible. El texto se asienta en lo verosímil con maestría.

El factor de lo patético y su uso en la obra hacia lo cómico resulta natural, tanto que el público termina asumiéndolo de tanto que lo ignoran los personajes agotados de vivir con ello. Algo que sin duda enriquece la dialéctica de la obra que crece y se hace más interesante a cada momento. La atención está fija en lo que ocurre, en cómo ocurre. Hacemos un viaje guiado al interior de los Coleman, a cada una de sus intimidades y sin querer nos sentimos uno más en su espacio.

Se intuyen secretos, historias que harían encajar el puzzle que desperdigado se muestra sobre el escenario, ausencias nombradas que cerrarían el círculo. Y éstas se desvelan, o no, pues lo que no sale a la luz también forma parte de la historia. Siempre hay apuestas de quién será el que termine yéndose de la casa, cada uno va buscando sus salidas, como si vivir en otro sitio hiciera que la vida fuese mejor. Sin embargo la costumbre les ancla.

Lautaro Perotti, Araceli Dvoskin, Miriam Odorico, Inda Lavalle y Jorge Castaño en una escena de la obra de teatro La omisión de la familia Coleman
Lautaro Perotti, Araceli Dvoskin, Miriam Odorico, Inda Lavalle y Jorge Castaño en una escena de la obra de teatro La omisión de la familia Coleman
El pasado se revuelve, se intuye y se enfrenta o se esconde o se deja estar como un mueble más sobre el escenario, que cumple una finalidad. Todo vale en la realidad que tiene ejemplos para todo. Parece ser el azar quien rija el tiempo y el destino, pero en el fondo cada personaje se labra su futuro mientras lo espera. El tiempo gastado esperando se hace convincente y necesario; cómo se trastea con él y se pierde, va ganando en fuerza e intensidad. La omisión de la familia Coleman es una obra tan rica en matices que uno no pierde ni un instante la atención, interesado en una vida familiar tan sorprendente como cargada de cotidianidad.

El texto es extraordinario y las interpretaciones soberbias. Lautaro Perotti sostiene un personaje histriónico con una naturalidad rotunda, en una de las mejores actuaciones que he visto sobre un escenario. Miriam Odorico también está maravillosa, moviendo un personaje desequilibrado que siempre se encuentra arriba pero que los demás ven abajo. Araceli Dvoskin, la abuela aglutinadora, es el contrapunto, la sensatez que sostiene con su dureza a la familia y sus vínculos, no dejando que se rompan. Tamara Kiper hace el papel de hormiga que veladamente va asumiendo las tareas necesarias de las que el resto huye, su interpretación supone una solvencia que la obra necesita.

¿Cuál es la omisión? Hay muchas, tal vez tantas como espectadores. Supongo que cada cual encontrará la suya, pues la que cierra la obra, la soledad encontrada al final perturba. Lo cierto es que después surge una fuerte y larga ovación de reconocimiento por parte de un público encantado. Se ve en las caras de los actores y actrices que acogen con satisfacción los aplausos. Al irme siento algo que debe ser felicidad subiéndome desde el estómago. No es extraño, me siento agradecido por haber visto una obra sobresaliente.

A modo de pequeño anecdotario: Claudio Tolcachir es uno de los fundadores de la compañía Timbre 4. En 1999, un grupo de profesionales del teatro con orígenes y formaciones diversas, se juntan. En 2001 tuvieron la necesidad de generar un espacio propio donde poder llevar a cabo investigaciones, entrenamientos y exposiciones, para lo cual se construyó según sus necesidades ese lugar.

El nombre de la compañía hace referencia al espacio físico teatral, Timbre 4, que construyeron y que dirige Claudio Tolcachir. Fue desde el principio un lugar de trabajo. Hoy, no sólo funciona como sala teatral, sino que durante toda la semana recibe alumnos de teatro que entrenan y se forman como actores. El compromiso de la escuela apuesta por una formación personalizada y específica, que, al mismo tiempo, incentiva a los alumnos a ser multidisciplinares. Dicen sus fundadores: «Es una casa. Y la casa es una escuela. Y la escuela es un teatro...»

jueves, 14 de abril de 2011

Hace 80 años tuvimos la II República. Hoy trabajamos porque venga la III

Un jueves de espíritu festivo


Jueves 14 de abril de 2011. Madrid


Escarapela republicana bien lucida en una solapa (Foto: Toni Gutiérrez)
Escarapela republicana bien lucida en una solapa (Foto: Toni Gutiérrez)

8:00. Me levanto de buen humor, con una sonrisa lo más republicana posible que espero no perder en todo el día.

8:15. Facebook se ha vuelto tricolor. Muchos amigos se han cambiado la foto por banderas, chapas, 14 de abriles... Casi todos han puesto algún texto en su estado para recordar la fecha. Sorprende encontrar otros amigos con los que nunca hablo de política que también han participado hoy, que han mostrado que son y se sienten republicanos. Pienso en eso que se dice, eso de que si hubiera un referéndum lo perderíamos; otro día vale, pero hoy no.

10:30. Ateneo de Madrid. José Luis Centella presenta la II lectura continuada de la Constitución de la II República Española. Veo amigos de carne y hueso y gente de la que soy fan sin tener que pulsar un me gusta. Echo en falta algunas caras, pero sé que se irán «conectando» a lo largo del día.

10:36. Ateneo de Madrid. Julio Anguita con voz firme lee el Articulo 1º que dice así «España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo. La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones. La bandera de la República española es roja, amarilla y morada». No añade nada más. Le sigue un chico joven, de color, que habla el castellano con el acento de su país. Lee el Artículo 2º: «Todos los españoles son iguales ante la ley». Lee después un hombre mayor, que en sus espaldas carga mil historias: «Artículo 3. El Estado español no tiene religión oficial». Y así van pasando personajes conocidos y desconocidos que nos hacen reflexionar a todos con un texto sencillo, humano y más progresista que el de ahora. Uno siente que el paso que dimos hacia atrás no lo hemos recuperado aún.

II lectura continuada de la Constitución de la II República Española
II lectura continuada de la Constitución de la II República Española

10:55. Ateneo de Madrid. Ahora leo yo, es el Artículo 29, el que dice «Nadie podrá ser detenido ni preso sino por causa de delito. Todo detenido será puesto en libertad o entregado a la autoridad judicial, dentro de las veinticuatro horas siguientes al acto de la detención. Toda detención se dejará sin efecto o se elevará a prisión, dentro de las setenta y dos horas de haber sido entregado el detenido al juez competente. La resolución que se dictare será por auto judicial y se notificará al interesado dentro del mismo plazo. Incurrirán en responsabilidad las autoridades cuyas ordenes motiven infracción de este Artículo, y los agentes y funcionarios que las ejecuten, con evidencia de su ilegalidad. La acción para perseguir estas infracciones será pública, sin necesidad de prestar fianza ni caución de ningún género».

18:55. Plaza de Cibeles. Aún no han cortado el tráfico y la gente se agolpa en las aceras. Unos buscan la sombra, otros quieren sol. Las banderas se van desplegando. La gente sigue llegando, vamos a ser una multitud.

19:00. Plaza de Cibeles. Oigo a lo lejos unas campanadas. El último autobús desciende por Alcalá y tras él se cortan los carriles de bajada a la plaza. Saltamos a la calle. Se despliegan las pancartas. Llegan los Nacionales (los policías, se entiende) y se colocan al final, para que los coches sigan pasando por la plaza. Sigue llegando más gente. Viandantes despistados me preguntan qué pedimos. La respuesta es sencilla una sociedad mejor, donde todos seamos iguales y con los mismos derechos, sin admitir excepciones «reales». Una democracia verdadera en la que el pueblo elija a todos y cada uno de sus representantes. Una sociedad laica que progrese en valores de fraternidad, libertad, justicia y ciudadanía, donde la participación nos permita asumir todas las responsabilidades. Retomar las utopías porque deben convertirse en realidad.

19:30. Plaza de Cibeles. Parece que nos movemos. El camión de la UJCE ha adelantado unos metros para unir su pancarta a la del PCE. Los megáfonos rugen, aunque tras alguno empieza a escucharse una voz que ya se ha quedado afónica.

Banderas republicanas al inicio de la manifestación conmemorando el 80 aniversario de la II República (Foto: Toni Guitiérrez)
Banderas republicanas en la Manifestación conmemorativa del 80 aniversario de la II República (Foto: Toni Guitiérrez)

20:15. Alcalá. Somos muchos los que vamos Alcalá arriba. Somos republicanos. Lo gritamos bien alto. Si echo la mirada veo tres cosas. La primera, mucha juventud, más que otras veces. La segunda, originalidad: la bandera tricolor aparece en miles de sitios, la encuentro en escarapelas, tirantes, pulseras, bufandas, gorros de lana, pañuelos doblados en el bolsillo de la solapa, flores... La tercera, buen rollo. En el fondo toda manifestación ciudadana es una fiesta.

20.35. Puerta del Sol. Ya casi hemos llegado todos. El oso se viste de republicano para zarandear goloso el madroño. Al fondo veo el pequeño escenario. Según voy llegando escucho que sobre él hay quien toca y canta y quien recita poemas. Carlos Tena se arranca con una décima republicana y después lee el manifiesto que las organizaciones convocantes han preparado. Aplaudimos, regresa la música. Y al final, cuando ya me voy yendo, escucho el himno de Riego sonando en la Puerta del Sol.

21:30. Pongo la televisión, había llegado tarde para el telediario de la Uno, así que aprovecho la redifusión en el Canal 24 horas. Estoy por rendirme pensando que nada van a poner, tentado de hacer zapping, cuando al final, ya casi como preámbulo de los deportes, se les escapan unos minutos para recordar el aniversario de la República y sacar unos pocos instantes las manis de Madrid, Barcelona y Sevilla. No se han lucido mucho, pero nadie va a pedirle peras a un olmo.

23:10. Apago la tele y termino de escribir éste día como si lo hiciera en un diario, para recordarlo, para que no se me olvide. Me doy cuenta que no se me ha borrado la sonrisa con la que amanecí. Estoy seguro, más que nunca, que veré la Puerta del Sol festejando la llegada de la III República.

Una de las pancartas de la Manifestación pidiendo la III República (Foto: Toni Guitiérrez)
Una de las pancartas de la Manifestación pidiendo la III República (Foto: Toni Guitiérrez)

miércoles, 13 de abril de 2011

Santiago Alba Rico publica sus crónicas sobre la Revolución Tunecina

Túnez, la Revolución, las crónicas de cuando la Qasba se convirtió en la plaza más hermosa del mundo, la que reunió toda la memoria revolucionaria de la historia


Lunes 11 de abril de 2011. Librería Traficantes de sueños. Madrid


Portada del libro Túnez, la Revolución de José Daniel Fierro y Alma Allende (Santiago Alba Rico)
Portada del libro Túnez, la Revolución de José Daniel Fierro y Alma Allende (Santiago Alba Rico)
Para presentar Túnez, la Revolución acompañan a Santiago Alba Rico el tunecino Farouk Jhinaoui y la española Teresa Aranguren. Dice Alba Rico de Jhinaoui que le ha ayudado mucho a entender la realidad de lo que pasa en Túnez y que siempre lo ha hecho de una forma cariñosa y atenta. Añade que es un hombre de izquierdas que vive en España, comprometido con los procesos revolucionarios del mundo árabe.

Jhinaoui, cuando comienza su intervención, no sabe por dónde empezar: «son tantos detalles, son tantas historias». Elige la última semana de febrero, cuando aquí se dejó de informar pues el foco de las noticias internacionales fue movido por los medios hacia Egipto, luego a Libia y finalmente a Japón. En aquella semana tuvo lugar la segunda ocupación de la Qasba, lo que supuso un acto que formuló seis peticiones políticas elementales. De aquella ocupación se logró hacer caer el gobierno y establecer uno nuevo provisional con el único fin de elaborar una ley electoral con la que poder convocar elecciones que formen una nueva Asamblea Constituyente. No fue gratis, hubo enfrentamientos, hubo muertos. Jhinaoui habló del Consejo para la Protección de la Revolución como órgano que articula el cambio, un Consejo en el que participan todas las organizaciones políticas del país y dónde no hay exclusiones. También de la importante presencia de la Central Sindical como motor de la revolución. Habló de consenso nacional como único camino emprendido para la toma de decisiones, de lo lento que resulta el proceso, de la esperanza que emana de él... Cuenta que hay muchas cosas que no sabían hacer porque han pasado de una larga dictadura a una falta absoluta de presencia de control policial en las calles. Han echado a todo el mundo y, los propios ciudadanos desde las organizaciones locales, van a empezar a organizarlo todo. Lo cierto es que funciona. Están aprendiendo a hacer política, a gestionar y sobre todo a dialogar. Esos son los pequeños pasos que van dando. Están preparando la ley electoral, no saben si listas abiertas o cerradas, pero tienen claro que deben ser paritarias: un hombre, una mujer, una mujer, un hombre. También tienen que haber un sitio para los jóvenes.

Farouk Jhinaoui, con una gran sinceridad, se encoge de hombros y dice que no sabe lo que pasará, que todo es muy agotador porque se pasan el día discutiendo; hay que estar en muchos detalles que les resultan nuevos a los tunecinos. Señala que se han pasado mucho tiempo haciendo activismo, pero que no aún no saben cómo se hacen las leyes: «Túnez nunca ha sido una país democrático. No sabemos como serlo», pero se han puesto en camino. Advierte Farouk Jhinaoui que los tunecinos no son socialistas, ni progresistas, que nunca tuvieron la posibilidad de discutir de política. Agradece a la izquierda española, que, aunque es pequeña, haya apoyado con fuerza la Revolución de Túnez. Los islamistas siempre han estado en Túnez, no es posible excluirlos, hay que ver como se les integra. Dice Jhinaoui que están ahí y que representan a mucha gente. El camino que ha de seguir la Revolución lo deben hacer con todas las fuerzas políticas y con el diálogo.

Túnez: Qasba revolucionaria (Foto: Ainara Makalilo)
Túnez: Qasba revolucionaria (Foto: Ainara Makalilo)
Teresa Aranguren destaca de todo este movimiento que haya partido de lo que tienen y no de una realidad que no existe. Es una verdadera Revolución, pues se está mejor en las calles que en las casas. De Túnez, la Revolución señala que refleja un modo de pensamiento que se preocupa por «conocer lo que ocurre preguntándose cómo ocurre mejor que por qué»; es una forma de aproximación más humilde. Describe el libro como un diario de la Revolución tunecina que va detallando cómo pasan las cosas y lo hace a través de seres humanos concretos. No desde la anécdota, sino que se convierte en un forma de transmisión más honda, porque se cuenta desde dentro, estando presente y sintiéndose parte de lo que está ocurriendo. Se limita a ser una crónica informativa.

Aranguren señala que los medios de comunicación se han mostrado sorprendidos y han manifestado sus reservas, preguntándose siempre dónde están los islamistas. Pero lo que estaba ocurriendo era que la ciudadanía se había puesto en pie. Una ciudadanía variopinta, harta de la falta de libertad, cansada de ser humillada y sometida. Un universitario que se inmola porque ya no puede aguantar más provoca la ira y las movilizaciones que tumban la dictadura de una manera civilizada. Los tunecinos alzan su bandera, la misma que levantaron contra la colonización en su emancipación. Nada está escrito, no sabemos que ocurrirá, pero el status quo previo se acabó.

Cuando Santiago Alba Rico toma la palabra, agradece las palabras previas de sus amigos y lo hace porque han hablado de lo que cuenta el libro y no del autor. El libro lo publica la editorial Hiru y recoge fotografías de Daniel Fierro y las crónicas de Alma Allende, el heterónimo que utilizó Santiago Alba Rico. Son crónicas que hablan de una Revolución, de una justicia espontánea y de mucha generosidad. Para escribirlas utilizó como eje visual las imágenes que iba captando Ainara Makalilo. Son fotografías intensas que recogen una realidad que ya no existe, pues cada tras desalojo lo limpiaban todo en unas horas. La Qasba se convirtió en la plaza más hermosa del mundo, donde se reunió toda la memoria revolucionaria de la historia. Recuerda una pintada que decía «Pueblo, la historia nace bajo tus pies sólo si caminas». Pero ya no quedan esa huellas en la plaza.

Santiago Alba Rico en un foto de archivo
Santiago Alba Rico en un foto de archivo
Respecto al estallido de la Revolución siente que le pilló un tanto por sorpresa, Túnez era un país en el que nunca ocurría nada. Sin embargo, lo realmente sorprendente es que no hubiera sucedido antes. Se trata de una segunda independencia, la necesidad que tienen de apropiarse de su propio país. Haciendo una cronología, el autor defiende que hasta el 14 de enero hubo una revuelta, y a partir de ahí se debe considerar una Revolución, pues surgen luchas políticas y sociales, justo cuando la prensa abandonó su mirada y se la llevó a otro sitio. ¿Qué tenían antes de todo esto? Paro, pobreza y una miseria moral, algo que ha caracterizado a todas las juventudes que han participado en las revueltas árabes de los distintos países. Irrumpen rompiendo todos los clichés preestablecidos sobre esa zona y eso es una gran noticia. No son revueltas socialistas, son revoluciones sociales y democráticas. Los medios no entienden que estos pueblos hayan salido a la calle porque quieren democracia y afirman que si lo han hecho es porque están manipulados. Ese es uno de los grandes malentendidos, el otro está relacionado con la solidaridad y la conciencia de unidad que está marcando todos estos procesos de emancipación, otro concepto que Occidente no entiende en esa zona.

Hay fracturas sociales que vuelven. Sin embargo lo ocurrido y lo que seguirá ocurriendo en Túnez y en el mundo árabe marcará el siglo XXI, pues involucra a más de 100 millones de personas. Son Revoluciones que dan preferencia a lo general sobre lo específico, que nos ponen en aprietos por lo inesperado, porque tienen otra mentalidad. Miramos a ver como se organizan las izquierdas árabes, esperamos la forma en que las apoyen las izquierdas latinoamericanas y occidentales. Vamos observando grandes amenazas, el peligro de una contrarrevolución. Sin embargo en dos semanas han hecho mucho más de lo que hizo España en 35 años. Debemos hablar de sus logros y también estamos obligados a evitar que los gobiernos extranjeros impongan una evolución parecida a la nuestra. La Unión Europea esta cuidando de que en Túnez continúe la misma política privatizadora e inmigratoria de Ben Alí.

¿Por qué escribió bajo un seudónimo? En cierto modo tiene que ver con una cierta culpabilidad. Aunque Santiago Alba Rico vive en Túnez desde hace mucho tiempo, nunca había escrito nada sobre ese país. Había una censura férrea y por su compromiso político, cada vez que emprendía un viaje fuera de sus fronteras tenía temor a que no le dejaran volver. Al estallar las revueltas receló, pensó que si escribía podría ser expulsado. Su hija Lucía, que siempre había vivido en Túnez, se había traslado a España recientemente, donde ha comenzado a estudiar filosofía. Milita en Izquierda Capitalista y al estallar la Revolución Tunecina escribió un manifiesto. Santiago Alba le pidió que no lo firmase con su nombre, pues algún día querría volver a Túnez. Así fue como terminaron eligiendo el de Alma Allende. El primer artículo es de su hija, pero a partir de aquí, Alba Rico, sintió la necesidad de escribir sobre lo que estaba ocurriendo en Túnez. Aún cuando ya podía escribir con su nombre, decidió seguir usando el de Alma Allende. Confiesa que le ha producido mucho dolor acabar con ella y revelar su autoría.

Después respondió a las preguntas de los asistentes. Contó que el programa económico de los islamistas se resume como capitalismo más moral religiosa. Que las nuevas tecnologías no han sido la causa, aunque sí que han ayudado en las movilizaciones. Que Facebook aportó la velocidad de respuesta y permitió que se colgaran los primeros vídeos que mostraban lo que ocurría. Que hubo blogueros que fueron a la cárcel por difundir información los primeros días. Que han ayudado mucho los teléfonos móviles, algo cotidiano entre la población. Pero al final, las grandes manifestaciones las ha convocado la Central Sindical por métodos tradicionales.

martes, 12 de abril de 2011

¿Qué se debe fotografiar?

Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939, una exposición impresionante de cuando la fotografía era un arma en la lucha de clases.

Una de las fotografías de la exposición
Una de las fotografías de la exposición Una luz dura, sin compasión.
El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939
Jorge Ribalta es un historiador de la fotografía que lleva mucho tiempo trabajando para rescatar el movimiento fotográfico obrero que surgió en 1926, un movimiento documental del proletariado antes de la II Guerra Mundial. Ha sido un trabajo largo y difícil de recopilar, pues durante el siglo XX se ha impuesto un gran silencio sobre este tipo de fotografía política y obrera. De su esfuerzo ha surgido la exposición Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939 que se puede visitar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía desde le pasado 6 de abril y hasta el 22 de agosto. La exposición es amplia, conformada por más de mil obras que incluyen instantáneas, series, libros, revistas, panfletos, carteles y películas con el objetivo de mostrar la cruda realidad en la que vivían aquellos obreros.

Se puede preguntar uno, recorriendo las paredes de la exposición, por qué tantas series. La respuesta es sencilla, el movimiento trataba de crear un elemento discursivo, para lo que una fotografía a veces resultaba insuficiente. El movimiento de fotografía obrera no es un movimiento periférico menor, sino que está en la línea de fuerza. Se quería construir un macrorrelato con pequeños microrrelatos que son las fotografías y las series. Quieren hacer visible lo social y para ello no buscan una imagen aislada, sino muchas que se complementen. Es el tiempo de convertir la fotografía en una arma de la lucha de clases que conduzca hacia el socialismo. Se plasma el horror de la miseria social y las condiciones precarias del proletariado. Un instante en el que se mezcla el arte, con lo político y su propaganda, donde la autoría se diluye porque se mezclan trabajos anónimos, colectivos... Donde la imagen aparece, desaparece y se transforma.

El movimiento de la fotografía obrera supone una identidad entre los autores y marca una modernidad fotográfica a partir de la fotografía directa y el estilo documental. La fotografía obrera es la raíz del documental y en aquel momento se trató de potenciar el documental desde dos corrientes divergentes. La primera perspectiva lo enfoca desde una socialdemocracia de tintes reformistas que pretende enseñar a los desfavorecidos para hacer con ellos una propaganda y señalar que el Estado se va a encargar de solucionar todos estas injusticias. La segunda es más revolucionaria, nos llama a tomar el poder superando el enfoque paternalista de la primera, resignificando el modelo de documental proletario.

Jorge Ribalta, comisario de la exposición, durante la visita guiada (Foto: Toni Gutiérrez)
Jorge Ribalta, comisario de la exposición Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939, durante la visita guiada de presentación de la exposición (Foto: Toni Gutiérrez)
Se trata de una vanguardia artística, que no se puede ver separada de la vanguardia revolucionaria, que busca la democracia de las masas en cada una de sus fotografías y representaciones. Por primera vez señala el carácter público de la fotografía, en la que todavía existe un gran potencial político. Lo que vemos en la exposición es a la vez arte, conocimiento y política.

También presenta una crítica hacia lo institucional, pues se trata de obras que en muchos casos han sido realizadas como una creación colectiva y anónima. Frente a ello, nos encontramos con la concepción generalista de los museos, donde prima el artista con nombre y apellido. En este caso es una exposición de los excluidos que nos hace una pregunta directa hacia cómo construimos la historia.

Resulta sin duda una exposición moderna y nos habla de las relaciones de poder entre el fotógrafo y el sujeto desde otra óptica. Ahora no se pueden usar imágenes de otros si no media un pacto entre ambos. Un modelo que entonces no hubiera permitido tomar aquellas instantáneas. Ahora vivimos una época mercantilizada dónde falsamente pensamos que podemos hacernos ricos con los otros, donde nuestra imagen se ha convertido en mercancía canjeable.

Este movimiento surge en Alemania y en la URSS. Su inauguración se marca en el año 1926, cuando la revista alemana AIZ (Arbeiter Illustrierte Zeitung: diario ilustrado del trabajo) convocó un concurso invitando a los lectores para que aportaran fotografías que documentaran su situación, tanto en las fábricas como fuera de ellas, que contaran la vida proletaria. Son imágenes que por un lado muestran la belleza del trabajo y por otro el horror de la miseria social. La idea da pie a la revista Der Arbeiter-Fotograf y al movimiento Arbeiterfotografie (fotografía de los trabajadores). Simultáneamente, en la Unión Soviética nace la revista Sovetskoe Foto con la misión de construir el nuevo estado socialista creando una nueva cultura fotográfica soviética.

En 1929 empiezan a crearse las primeras asociaciones de fotógrafos obreros. Es una época en la que surge un arte proletario, con su poética y su difusión a través de los medios de comunicación que se ponen a su servicio. El público se convierte en autor y a la vez en productor de su propia obra al pasar a ser un colaborador para los medios. Sin duda este hecho supone una gran ruptura revolucionaria. Con ella surge la fotografía social, es el origen del foto-periodismo que aumenta la importancia de lo visual y se convierte en una fuerte oposición a la prensa burguesa. La primera parte de la exposición está dedicada a este periodo constituyente del movimiento que supone una especie de experimento artístico, que se desenvuelven en Alemania y en la Unión Sovietica y que abarca de 1926 a 1932. Sin duda el ejemplo más representativo es la serie 24 horas en la vida de la familia obrera en Moscú (Familia Filippov) que realizaron los fotógrafos Arkady Shaikhet, Max Alpert y Solomon Tules para publicar en Alemania. En 1931 se copió la idea, el fotógrafo Enrik Rinkel retrató a la familia Fournes, alemanes y proletarios. John Heartfield, artista pionero del fotomontaje, es un personaje vertebrador de este movimiento, y estará presente en toda la exposición, al igual que el cineasta holandés Joris Ivens. Se recogen también fotografías de Eugen Heilig y encontraremos los reportajes de Walter Reuter para Der Arbeiter-Fotograf.

A finales de 1931, AIZ distribuía una tirada de 500.000 ejemplares semanales. Sin duda ese año supone su momento culminante y también su punto final en Alemania con la caída de la República de Weimar y en la URSS al acabarse la revolución cultural.

Uno de los libros que forman parte de la exposición Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939
Uno de los libros que forman parte de la exposición Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939
La segunda parte de la exposición comprende los años que van de 1930 a 1935. El experimento se ha convertido en un movimiento político. En esta parte se observa como hilo conductor la expansión del movimiento de la fotografía obrera y la red que va creando en Centroeuropa. En 1933 y 1934 se celebran en Praga las Exposiciones de Fotografía Social I y II, en 1934 se publica el libro del checo Lubomír Linhart Sociální fotografie, en Budapest triunfan el círculo y la revista Munka que dirige Lajos Kassák, en Austria se edita la revista Der Kuckuck, en Inglaterra tenemos WIN -aunque allí se trató de un movimiento pequeño-, el auge en Holanda con fotógrafos como Eva Besnyö y el propio Joris Ivens, se presentan los trabajos de los húngaros Kata Kálmán, Kata Sugár y Judit Kárász. También llega a Estados Unidos con la Photo League americana que le añade componentes estéticos y donde encontraremos a Aaron Siskind, Harold Corsini, Morris Engel, Sid Grossman, Paul Strand con su marcado cariz político y Tina Modotti.

La última parte va de 1935 a 1939 y supone la transformación del movivimiento hacia una historia biográfica y generacional. Es la época del Frente Popular en Francia y de la Comuna de París. Tal vez se trata del último momento feliz antes de que el optimismo se acabase. Lo inmediato resultó ser oponerse al auge de los fascismos europeos. En este periodo el trabajador se convierte en soldado y finalmente en derrotado al caer todo el proyecto revolucionario con la Guerra Civil española que cierra esta exposición. De esta época es la revista francesa Regards en la que también publicó Heartfield y recogió los trabajos de Robert Capa, Louis Aragon, Henri Cartier-Bresson, Josep Renau, Eli Lotar... Es también el debate sobre el socialismo, donde surge una nueva iconografía de las clases sociales y un eco de la primera etapa del movimiento.

De la República Española y la Guerra Civil, se recogen diferentes series de las Misiones Pedagógicas, trabajos de José Suárez y Agustí Centelles, la presencia de Mikhail Koltsov, los carteles del Socorro Rojo, los álbumes del Comisiarat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya y la llegada de los fotógrafos internacionales para cubrir la contienda: Heartfield, Reuter, Capa... Son las fotografías que recogen al soldado víctima. El final de una historia que el tiempo ha cubierto de silencios.

lunes, 11 de abril de 2011

Las recomendaciones en un Vaso de leche

Vaso de leche es un boletín mensual donde el diseño y el boca a oreja son piezas clave


En marzo, alguien me recomendó Vaso de leche, un boletín mensual de recomendaciones sobre literatura, música, cine, teatro y artes en general. Me puse en contacto con ellos y lo único que pidieron es que eligiera algo que realmente me hubiera gustado mucho. Hay una película que, cuando alguien me pide consejo, siempre recomiendo. Se trata de Bulworth.

¿Y si los políticos se atrevieran a decir la verdad?

En 1989, Warren Beatty dirigió, interpretó y produjo esta sorprendente película. Un senador demócrata en plena campaña de re-elección contrata su propio asesinato. A partir de ahí nada tiene que perder, así que en el último fin de semana, coincidiendo con los últimos actos electorales, se dedica a decir lo que piensa. No cuenta más que verdades que resultan tan revulsivas como esperanzadoras y su imagen se relanza. Sin duda la película supone una maravillosa crítica a la falsedad del mundo político y a los intereses que hay detrás.

Es un largometraje divertido que se ve en todo momento con la boca abierta y que sin embargo fue relegada por las grandes distribuidoras. En España no llegó a doblarse. Nada que ver con el cine comercial, pues la verdad suele situarse muy distante de la corrección política.

domingo, 3 de abril de 2011

¿Para qué sirve un oso? Todos somos un oso

Tom Fernández nos pasea por Asturias, entre sus paisajes, y nos abre la conciencia para que defendamos la Naturaleza

Cartel de la película ¿Para qué sirve un oso?
Cartel de la película ¿Para qué sirve un oso?
¿Para qué sirve un oso? abrió, el 26 de marzo, el Festival de Cine de Málaga de este año. No fue un paseo en balde, se trajo tres premios: Mejor Director para Tom Fernández, Mejor Actriz de Reparto para Geraldine Chaplin y Mejor Montaje para Ángel Hernández Zoido. Después se pre-estrenó en el recién inaugurado Centro Oscar Niemeyer de Avilés, el día 31 de marzo. Y el 1 de abril llegó a los cines. Con estos antecedentes se podía pronosticar, sin muchos riesgos, que algo tiene la película de Tom Fernández.

Pues sí, tiene cierto atractivo que permiten pasar un buen rato. Personajes cargados de humanidad, entrañables, que destilan empatía en quien los ve, pues defienden con coraje posiciones utópicas en nuestras sociedades tan capitalistas como contaminadas. Científicos de sólidos principios, con ideas claras y comportamientos extraños que velan por una justicia universal en la que cada uno de nosotros somos parte importante, pesos que equilibran una balanza. Podría hacernos ser más cívicos, más comprometidos con el planeta, pero la doctrina pasa a un segundo plano porque Tom Fernández simplemente nos quiere hacer reír sin que perdamos el norte. Los osos sirven para muchas cosas, para hacernos preguntas, para compararlos con los protagonistas que tienen comportamientos instintivos y de especie, para defender una causa verdadera con ilusión, para que no se esquilmen nuestros recursos naturales y el paisaje no pase a convertirse en una larga fila de urbanizaciones.

¿Para qué sirve un oso? es una película menor, una comedia blanca, muy ligerita, pero cargada de buen rollo, que mezcla ecologismo y diversión mientras se va haciendo muchas preguntas que la sociedad industrializada, impuesta por el primer mundo, esquiva y desoye. Hemos perdido la batalla de salvar el planeta, el cambio climático es una realidad dolorosa sobre la que nuestros políticos callan.

Javier Cámara y Gonzalo de Castro en una escena de la película ¿Para qué sirve un oso?
Javier Cámara y Gonzalo de Castro en una escena de la película ¿Para qué sirve un oso?
¿Para qué sirve un oso? no es La torre de Suso, anterior película de Tom Fernández, ni tiene la profundidad de aquella. En las dos hay personajes que emprenden un camino para buscarse a sí mismos, un entorno familiar crudo y un entorno social que se muestra afectivo y distante según el momento. Hay sentimientos que se callan, muros que derribar.

En el mundo hay cuentos de princesas que terminan con besos, e historias, pocas, que hablan de la realidad directamente. La aventura está sobrevalorada. Ambas premisas son utilizadas por Tom Fernández, que nos quiere contar un cuento dulce, fuertemente asido por lo verdadero, por la esencia de las personas. Un cuento en el que también caben princesas, besos y premios. Un cuento de convicciones, donde el mundo aventurero no nos seduzca, ni nos tape el bosque que tenemos enfrente.

Son los actores el alma de la historia. Javier Cámara y Gonzalo de Castro tienen el duelo interpretativo principal. Les acompaña Emma Suárez, haciendo un personaje con un pie en la realidad y otro en la fantasía, alguien que dice poco pero cuya presencia marca el ritmo en sus escenas. Más corto aún es el papel que desempeña Geraldine Chaplin, una mujer alocada de férreos principios que sirve de motor a los protagonistas. Después tenemos a los jóvenes Jesse Johnson y Oona Chaplin como contrapunto al resto, decididos y dubitativos a partes iguales.

Entre ellos sobresale Sira García, una niña con una mirada limpia cuyo encanto y ternura traspasa la pantalla. Ella hace las preguntas que necesitan ser respondidas.

Me he dejado el paisaje para el final. Asturias aparece esplendida, verde como siempre, desbordada por una naturaleza salvaje. Cuenta Tom Fernández que con esta película pretendía que el espectador diese un paseo de 90 minutos por la naturaleza. Yo tuve esa sensación en todo momento, rodeado de paisajes idílicos que también pueden servir como escenario a una película. Envidio las viviendas que aparecen porque me resultan hogares soñados que se construyeron integrados en la naturaleza, para que todos formemos parte de ella.

Al final una conclusión: que todos y cada uno de nosotros somos un oso, un árbol, una niña que pregunta...

A modo de pequeño anecdotario: Geraldine Chaplin no es la única Chaplin que actúa en ¿Para qué sirve un oso?. Su hija Oona Chaplin también tiene un papel destacado en la película. Esta joven madrileña es hija de Geraldine y del director de fotografía chileno Patricio Castilla y lleva por nombre Oona, el mismo que su abuela, la esposa de Charles Chaplin e hija del dramaturgo Eugene O'Neill.

sábado, 2 de abril de 2011

Público entregado en la noche de estrenos de la PNR

Se estrenaron cuatro cortos dispares hechos con el corazón y la cabeza


Martes 29 de marzo de 2011. Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes. Madrid

Cartel del cortometraje Alergia
Cartel del cortometraje Alergia
La Plataforma de Nuevos Realizadores presentó su noche de estrenos. Se trata de una actividad mensual, realizada en el Cinestudio del Círculo de Bellas Artes, con entrada libre y donde se estrenan diferentes cortometrajes de sus socios. Se encarga de presentar el evento la actriz Amanda Guadamillas que con unas pocas palabras introduce las proyecciones y añade un poco de calidez y proximidad con el público.

Le tocó abrir a Cara y Cruz de la directora Isabel Coll. Se trata de un corto documental que nos describe un barrio obrero de Santa Cruz de Tenerife. La disculpa, una nueva tradición que empieza: la asociación de vecinos del barrio Nuevo Obrero de Ofra organiza una Cruz de Mayo que los vecinos engalanan. Coll nos enseña a los habitantes del barrio en primeros planos, entre unas calles con muchas necesidades y que parecen dejadas de la mano del ayuntamiento. Cuenta Agustín Guimerá, su productor, que entre los vecinos tienen un 70% de paro. Añade después que este documental cuenta la historia de la gente sin historia. Es cierto, en el documental escuchamos hablar de sueños, de realidades, de pasado y de esperanza. Allí hay una escuela de taekwondo y de ella han salido varios campeones, nacionales y europeos. Vemos en cada fotograma el esfuerzo vecinal de luchar y seguir adelante con sus propios medios. Sabemos que no han perdido la esperanza de cumplir sus sueños. Sin duda es un barrio de gente que trabaja por mejorarlo todos los días con las manos, algo que el documental capta a la perfección. Isabel Coll cuenta en el coloquio del final que se hizo en dos días, con mucha improvisación, pero que se siente muy agradecida por la experiencia personal que vivió y por lo emotivo de encontrar personas desando que haya quien cuente su barrio.

Pedro Moreno del Oso presentó Alergia, un cortometraje con un excelente guión que juega con lo inesperado. La vida explota en cualquier momento, un factor que enriquece la historia. Engaños, apariencias, bromas, sociedades opresoras que colocan etiquetas, personajes que crecen cuando la vida les hace más pequeños, un lugar donde casi nada es lo que parece y en el que lo más extraño termina resultando natural. Alergia es un trabajo de equipo redondo que se agradece ver sobre una pantalla. A su director no le gusta hablar, pero aún así en el coloquio contó alguna cosilla. Por ejemplo que es un guión de hace cuatro años que ahora ha retomado. «Pedimos una subvención a la Comunidad de Madrid, no nos la dieron y nos dijimos: vamos a hacerlo». Del casting comenta que a Dani Ortiz le había visto en un videobook por internet y que se puso en contacto con él. De Ismael Fritschi había visto otros papeles. Le resulto sencillo contactar con ellos y también trabajar juntos.

Cartel del cortometraje La Hégira
Cartel del cortometraje La Hégira
Pablo Bullejos ha dispuesto de muchos medios para realizar No existe el adiós. Cuenta una historia de amor, o quizás tres que se han asentado en diferentes etapas de una vida. Reencuentros, o encuentros, en un mismo lugar y un mismo tiempo. Destaca del corto la estética personal por la que apuesta el director y un mar omnipresente siempre de fondo. Grandes actores con poco ensayo, algo que se nota, igual que los medios técnicos, porque trabajar con profesionales siempre permite meter sutilezas y enfrentar paradojas que se quedan impregnadas en cada fotograma. Pablo Bullejos estaba deseando el estreno para que por fin se pudiera ver su trabajo.

La hégira, del director Liteo Deliro, es cine grande de pequeña duración. La historia de una encrucijada, una migración como decisión única que puede ser tomada en un lugar sin futuro, fronterizo, donde el presente pesa como aire cargado de polvo en el desierto. La tradición hace que la voz del padre se imponga, que sea él quién decida el destino de su hijo, que marque un camino que supone incertidumbre y pérdida. El protagonista sabe lo que deja atrás, todo aquello a lo que no podrá volver, siente que es el precio de madurar y tener una esperanza que su tierra no puede darle. Es consciente del punto en el que se encuentra y de lo dramático de tomar la decisión, de emprender ese viaje a un nuevo lugar en el mundo. No importa que acierte o se equivoque, ni lo que ocurra después, pues los momentos de su adolescencia se van a quedar atrás definitivamente como una historia sin terminar. Cabeza y corazón enfrentados en un punto sin retorno. La hégira es una ficción de desarraigo contada en árabe y subtitulada al castellano, con grandes interpretaciones que logran una sorprendente autenticidad. Cuenta Liteo Deliro que resultó difícil reunir ese casting, pues, aunque hay muchos actores de orígenes no europeo en España, se encuentran muy dispersos por nuestra geografía y su acceso al cine se limita a papeles secundarios. Reunirlos a todos y ver el resultado le hacen mostrarse satisfecho.

A modo de pequeño anecdotario: En la noche se dio una curiosa casualidad. Isabel Coll, directora de Cara y Cruz participó en La hégira, de Liteo Deliro, tanto colaborando en el casting como en el análisis de guión. Son las cosas de la Plataforma, que también sirve para que quienes hacen cortometrajes se conozcan, entablen amistad, se ayuden y trabajen juntos.