sábado, 18 de junio de 2011

Antonio Bartrina y Ariel Hernández se pasan al tango íntimo

Tango jondo supone un proyecto paralelo a Malevaje, un espacio para un tango más crudo y esencial


Jueves 16 de junio de 2011. Colectivo La Latina. Madrid


Cartel del concierto de Tango Jondo (Antonio Bartrina y Ariel Hernández) en el Colectivo La Latina
Cartel del concierto de Antonio Bartrina y Ariel Hernández presentando Tango Jondo
Cuentan Antonio y Ariel que en el 2008, durante la gira con Malevaje, se recorrían España haciendo entrevistas y dando conciertos. Antes de cada uno de ellos, y a modo de presentación, hacían pequeñas actuaciones promocionales, sólo con bandoneón y voz, como dos maestros del flamenco. Aquellos pequeños conciertos anticipo, hoy se han convertido en un disco con entidad propia. Para grabarlo se fueron a Buenos Aires, no podía ser de otra forma, se colocaron bajo un micrófono colgado del techo, a la antigua usanza, y a darle a la esencia del tango que por alguna ventana se coló y quedó impresa en la grabación.

El Colectivo La Latina es un local en el que se refugian muchos artistas que viven por los alrededores del barrio de La Latina, que rondan el rastro y compran en el mercado de la plaza de la Cebada, un lugar castizo lleno de madrileños que han nacido en cualquier sitio y que han terminando en este barrio de esencias.

Con la entrada al concierto te regalan un disco -vinilo- de Malevaje, Va cayendo gente al baile, título que suena premonitorio para un concierto. Se trata de un disco descatalogado del que hace unos días Bartrina encontró un centenar de ellos en un maletero en casa de su madre. Es que él es así, tan canalla como atento con su público, al que se entrega en cada concierto, pues es la música y la posibilidad de seguir cantando lo que a buen seguro le hace feliz. Esa alegría y buen humor se transmite desde el momento que pisa el escenario, comenzando a fluir una comunicación cómplice entre artista y público.

Sube primero Ariel, con una cerveza en la mano, se sienta y estira el bandoneón. Llega después Bartrina, vestido con un traje negro, con corbata fina de tonos rojos, como para un bautizo. Se sienta y se arrancan con los primeros compases del concierto. A penas van unas notas y a Bartrina le suena el móvil. Risas. Es artista viejo, más de un cuarto de siglo paseando sus canciones, así que de todo incidente sabe sacar partido, convertirlo en una anécdota. Se muestra locuaz, bromea. Pero sobre todo canta y lo hace con sentimiento, con fuerza, con el coraje que un tango precisa, desde una voz timbrada.

Antonio Bartrina y Ariel Hernández presentando Tango Jondo
Antonio Bartrina y Ariel Hernández presentando Tango Jondo
La pose también es importante, supone una declaración de intenciones. Los dos artistas sentados, como en un tablao flamenco donde hay un cantaor y otro que toca. Las piernas abiertas, las manos sobre los muslos. Parece que se van a arrancar con un quejido, y en el fondo así es. Un quejido bien templado de tango.

Hernández y Bartrina van haciendo un repertorio clásico y también temas de Malevaje, solo con la voz y el bandoneón; algo diferente, más íntimo, cercano y quizá más esencial. Bartrina lo describió muy bien: «Tango solo, crudo, que va hacia adentro, muy íntimo, muy intenso, tal y como a mí me gusta realmente». Un tango de raíces, sentido, para cantar en lugares pequeños donde la proximidad termina uniendo al público con la música, donde se va a escuchar con embeleso la profundidad de unas vidas e historias desgarradas que no ocurrieron tan lejos de nosotros.

Entre canción y canción, Bartrina saluda a los amigos, habla con el público, dedica canciones y también abre un turno de peticiones. Se gritan títulos a veces, otras estrofas de las canciones pues los títulos se quedan cortos para tanta poesía. Deseos que luego se van cumpliendo sobre el escenario. No le importa cantar a capela si hace falta, ni mirar de frente. Así va desgranando Cambalache, Garufa, Che bandoneón, Arroz Blanco, Esta noche me emborracho, Si soy así, Madame Ivonne, Margot, Confesión, Tinta roja...

Me gustó María, no sé porqué pero me llegó más adentro. A veces pasa que en un concierto, de pronto, una canción que has oído mil veces antes y a la que no habías prestado mayor atención cobra un brillo especial, de momento único.

Pasaron más cosas, como que con Cambalache se atrevieran a hacer una pequeña -y divertida- fusión hip-hopera o que pidieran a Marcelo, bailarín que les acompaña en los conciertos de Malevaje, taconear.

Dice Bartrina que sólo hay dos tipos de tangos, los que hablan de mujeres y los que hablan de bares. Con ambos va repasando canciones que son vidas contadas en una minutos y al final cuando todo se acaba, entre aplausos y agradecimientos, uno se da cuenta que ha asistido a una experiencia imborrable.

A modo de pequeño anecdotario: Tango Jondo es un disco con nueve tangos clásicos más un tema propio que los dos artistas grabaron con Malevaje dedicado a Alfredo Di Stéfano. En este último tema, y para este disco, participó Puro Tango, un grupo de amigos de allá, que pusieron sus guitarras y su voz a disposición de Antonio Bartrina y Ariel Hernández en este homenaje al mítico jugador.

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