lunes, 20 de junio de 2011

Jugadores de billar, jugamos como vivimos

José Avello retrata con maestría la cerrada sociedad ovetense


Portada de la novela Jugadores de billar
Portada de la novela Jugadores de billar
Jugadores de billar se publicó en 2001. Se trata de una novela densa, de 633 páginas, uno de esos libros que da pereza sacar de casa. Sin embargo se lee con voracidad, con deseo. Alrededor de la mesa de billar, tres hombres que hace años dejaron atrás la juventud y un omnisciente cuarto jugador convertido en narrador -que da fe de lo que ocurre y que indaga buscando desentrañar los motivos-, despliegan la vida. Es un juego, pero con la estrategia de cada tacada van desvelando la forma de comportarse en la realidad. Hay quien es cauteloso, quien resulta metódico y quien se comporta con arrogancia. La vida son carambolas, cada uno las planifica o deja de hacerlo como quiere o sabe. La vida se contagia de la forma de jugar, de los tiempos muertos de espera y de la conversación que se fabrica para entretenerlos. La mesa es una metáfora de lo que ocurre dentro de la ciudad, con sus márgenes fuera de los cuales las bolas no corren. El billar no se hace aburrido, pues se queda en anécdota dentro de la novela, un punto de confluencia de lo «mejor» de una sociedad enquistada por la falta de un viento nuevo.

La ciudad de Oviedo, al igual que en La Regenta, es un personaje más que el lector siente con su aire pesado, su sociedad cerrada, su ambiente un tanto opresor a la vez que conservador, dónde parece que todo lo que tenía que ocurrir en ella ya pasó hace mucho tiempo y el reloj se detuvo. Del tiempo sólo quedan en la memoria las campanadas que van sonando con las horas, el mismo rutinario sonido que se repite durante toda la vida.

La minuciosidad con la que se plasma ese ambiente provinciano y elitista es sin duda uno de los principales valores de la novela. La otra gran virtud, el excelente dominio del lenguaje. Jugadores de billar es una novela estupendamente bien escrita, como pocas, de las que da gusto leer. Las páginas se van pasado con sumo placer ante tan magnífica prosa, donde la historia va surgiendo entre las palabras y fundiéndose con ellas.

El autor se mueve en una geografía que se va haciendo cercana, donde el lector puede unirse a los personajes y caminar tras ellos por las calles, escuchando de soslayo las conversaciones cotidianas y los más oscuros secretos. Al leer Jugadores de billar tengo la sensación de moverme entre gentes de las que voy conociendo hasta cómo respiran, a los que puedo sentir latir a pesar de la enorme distancia social y vital que nos separan. ¿Quién no ha oído historias de señoritos que tienen la vida resuelta? ¿Quién no sabe lo que pesa un apellido en una ciudad pequeña?

José Avelló en una foto de archivo
José Avelló en una foto de archivo
Son personajes contradictorios, acostumbrados a otro tipo de responsabilidades, llenos de una complejidad que con diferentes luces va produciendo distintos matices. En ellos confluye el pasado y el presente, pues la novela habla de la maldad en tiempos pasados que sigue flotando en éstos, de enfrentar la generación de los padres frente a la de los hijos que tanto han odiado la forma de comportarse de sus progenitores. Pero en el fondo casi todo se repite como sin querer, pues nadie rehuye de las ventajas sobre las que acondiciona su vida holgada. Nada puede cambiar. Los menos favorecidos se buscan la vida alrededor de ellos, entre sus negocios y con sus asuntos. Y así todos van pasando para retratar esta sociedad entumecida.

Es cierto que hay pasajes un tanto desmesurados, que ocurren circunstancias increíbles que no decrecen sino que se acrecientan cada vez más disparadas. Pero al final forman parte de una historia imposible que se va haciendo verosímil de tanto insistir sobre ella. Avello acude al humor con frecuencia tanto como a la caricatura, algo que se agradece en la lectura.

Otro factor importante en Jugadores de billar es lo libidinoso, la recreación de historias que incluyen el sexo como parte de otro juego, como forma de relacionarse o dominar o entregarse o simplemente compartir. Sin ellas el libro sería otra cosa, perdería peso, en el fondo nos hacen entender el mundo recreado por el autor, son el origen de todos los desvelos y la solución a lanzarse hacia delante para cambiar lo que se tiene por un futuro diferente y desconocido, donde no todo parezca ya escrito.

El último de los elementos que utiliza Avello en la novela es la intriga. Va salpicando la historia con pequeños asuntillos que van despertando nuestra curiosidad. De pronto queremos saber por qué ocurrieron las cosas que nos han traído a este presente, las que han marcado el carácter de los personajes, las que determinan sus relaciones. A veces creemos adelantarnos y saber qué camino vendrá luego, pero siempre nos quedamos cortos.

La sensación con la que me he quedado tras finalizar la lectura de Jugadores de billar es que he pasado un tiempo aprendiendo a vivir y a contar. Avelló escribe con una maestría envidiable, siendo capaz de contar los sentimientos que la vida produce con el lenguaje más próximo a ellos, para transmitir esas sensaciones que alguna vez yo también quise escribir.

A modo de pequeño anecdotario: José Avello fue finalista del premio Nadal en 1933 con la novela La subversión de Beti García. Es licenciado en Derecho y profesor titular emérito de Sociología de la Cultura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. En la década de los setenta publicó cuentos y relatos en revistas literarias y codirigió la revista de literatura Estaciones.

Con su segunda novela Jugadores de billar, obtuvo en 2002 el «Villa de Madrid» de narrativa y el «Premio de la Crítica de Asturias». Según las malas lenguas, la novela se ha construido desde el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, de quien Avelló fue alumno. También se afirma que el personaje de Floro Santerbás está inspirado en el asturiano José Ignacio Gracia Noriega (narrador, ensayista, articulista, gastrónomo, crítico literario y cinematográfico, autor de libros de viajes, y cronista oficial de Llanes).

1 comentario:

mensajes claro dijo...

El billas es un juego muy pero muy complicado para unos , Pero muy facil para otros , El truco esta en la practica , Por cierto me gusto el titulo de el post ""Jugadores de billar, jugamos como vivimos""