viernes, 30 de septiembre de 2011

¿El instinto o la eficacia?

No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, cine negro y criminal de nuestros tiempos

Cartel de la película No habrá paz para los malvados
Cartel de la película No habrá paz para los malvados
En el pasado Festival de San Sebastián se habló mucho de No habrá paz para los malvados, algunos incluso auguraron que José Coronado se llevaría la Concha de Plata a la mejor interpretación masculina. Le ganó un griego, Antonis Kafetzopoulos, por interpretar otro tipo de policía, menos duro y más humano. Santos Trinidad, el papel que interpreta José Coronado, es uno de esos personajes que agradece hacer un actor porque se prestan a un buen lucimiento personal: un policía marginal, alcohólico con un pasado glorioso pero que ahora va por libre, duro e insensible. Coronado lo borda, se come la pantalla, y Urbizu lo sabe y se recrea en planos cortos, que nos muestren cada una de sus arrugas, cada una de las cicatrices que la vida le ha dejado.

Santos Trinidad es un personaje en el otro lado de los demás, nadie puede compararse con él si no es por oposición. De su experiencia sólo queda un poco de aquella esencia convertida hoy en puro instinto que le permite avanzar sin complejos ni vergüenzas. Frente a él tenemos a la jueza Chacón (Helena Miquel) que es toda eficiencia, que va atando cabo a cabo, con esfuerzo y dedicación extrema, tanto que su vida profesional se coloca por encima de la personal. Es inteligente y capaz, siempre encuentra lo que busca, pero resulta un trabajo lento cuando se está del lado de la justicia. Frente a Santos también está el inspector Leiva (Juanjo Artero) compañero de promoción que le admiró durante mucho tiempo. Leiva es el ejemplo de un policía que cumple con corrección y eficiencia en su trabajo, su antagónico. Frente a Santos aparece el comisario Ontiveros (Pedro Mari Sánchez), un hombre oscuro, que se mueve sacando provecho de lo que se encuentra rebañando los márgenes de la legalidad.

Santos Trinidad no está atado por la ley, está por encima de ella y esa es la ventaja que juega. Nada le ata más que el deseo de terminar un asunto que se le quedó a medias. No hay ningún interés altruista que colocar por encima. Justificar lo alegal por sus resultados e independientemente de sus causas, hacerlo solo por las vidas que salva, es una trampa en la que quiere encerrarnos Enrique Urbizu, acentuándolo además con las últimas imágenes de la película que resultan una declaración en regla de sus intenciones. No puedo estar de acuerdo con ello. Creo en el camino que emprenden Chacón y Leiva, aunque siempre lleguen un poquito después, y creo en él porque ese sendero es la única garantía de un mundo justo y honesto, la única posibilidad para no fomentar nuevas desigualdades que traigan acarreadas como resultado otras injusticias.

José Coronado en una escena de la película No habrá paz para los malvados
José Coronado en una escena de la película No habrá paz para los malvados
¿Qué hacemos entonces con los malvados, con los que siembran el terror, con los que matan sin piedad por unas ideas que en su caso consideran de valor superior al de la propia vida? ¿Los ajusticiamos sin juicios ni defensas?, ¿les pegamos un tiro durante un asalto y mientras duermen?, ¿los encarcelamos en Guantánamo y nos olvidamos de que son seres humanos y que como tales tienen derechos? Durante muchos años, una gran mayoría de políticos y medios de comunicación han venido machacándonos con el asunto de que la seguridad debe estar por encima de la libertad y en ello se han amparado para ir limitando al ser humano, para dar forma legal a atrocidades que se comenten en nombre de nuestra supuesta seguridad.

Los mercados globales exigen medidas globales, y eso supone injerencia sobre otros estados y explotación de la materia prima que no se tiene mediante el uso de la fuerza militar y otras estrategias impulsadas por los servicios de inteligencia. El mundo se ha hecho un lugar injusto, donde vamos aumentando las desigualdades, donde hacemos diferencias sustanciales, donde creamos problemas que no resolvemos por el simple hecho de que su solución implicaría disminuir la rentabilidad. Mientras fomentemos un mundo de desigualdades, en el que no queramos distribuir equitativamente la riqueza, seguirá habiendo malvados y lo que haga Santos Trinidad servirá de poco.

El papel de Santos en esta película es importante porque nos descarga la conciencia de la culpabilidad. El sistema sigue siendo justo, pero ha sido un hombre descarriado, que no tiene que rendir cuentas a nadie, que está fuera del sistema, el que ha perseguido a quien hace el mal sin que nosotros, desde las butacas de nuestra vida, podamos intervenir. El instinto gana a la eficacia y de todas formas nos quedamos contentos, sonreímos porque un montón de inocentes se han salvado por el coraje de un hombre que actúa al margen de la ley.

En lo técnico, No habrá paz para los malvados, es una obra maestra. Cada encuadre, cada plano, cada fotografía es cine del grande, del que se cuela por los ojos sin explicaciones. Un cine negro de nuestros días.

El guion no es redondo, sino que tiene pequeñas formas por las que se le escapa la fuerza. La primera es la poca claridad con la que cuenta la primera escena que siembra la duda de si toda la trama de la película nace por una pura casualidad o si hay una historia anterior que está reviviendo. La segunda es el ritmo, que baja en algunos momentos con fuerza y que dejan escapar al espectador.

A pesar de esa primera escena, a partir de ella, toda la película sigue ya perfectamente enganchada, sostenida por una buena estructura en la que el resto de las piezas va encajando con suavidad y cierta sorpresa. En resumen, No habrá paz para los malvados es cine de acción, de ese que termina con muchos muertos, con disparos certeros y un halo de realidad doloroso como el que nos dejan muchos de los sucesos que encontramos a diario en la prensa.

A modo de pequeño anecdotario: Elena Miquel interpreta en la película a la jueza Chacón. No es una cara conocida del cine, pues ésta es aún su segunda película, la primera fue El idioma imposible. Donde es más famosa es en el mundo de la música. Forma parte del grupo Facto Delafé y Las Flores Azules y su tema Mar el poder del Mar se convirtió en el tema musical de la campaña Ya es primavera en El Corte Inglés de 2008. Mezclando cine y música tenemos su participación en la banda sonora de Yo soy la Juani de Bigas Luna

No hay comentarios: