martes, 13 de septiembre de 2011

Renovando el mensaje desde nuevas estéticas

Se acaban los cortos de la sección oficial


Martes 13 de septiembre de 2011. Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes. Madrid


Cartel del cortometraje Matar a un niño
Cartel del cortometraje Matar a un niño
El Festival de Cine de Madrid-PNR que organiza la Plataforma de Nuevos Realizadores proyecta su última sesión de cortometrajes en sección oficial. Elige para esta noche algunos de los que presentan un formato más novedoso con respecto a la forma, con una sensibilidad artística diferente.

Por ejemplo, los hermanos Esteban Alenda, César y José, presentan Matar a un niño, un cortometraje en blanco y negro que en su mayoría es una sucesión de fotografías estáticas. Es la suya una propuesta muy interesante, de tiempo visual detenido me atrevería a decir, jugando en todo momento con una imagen que se para y un sonido que sigue, como eligiendo cada fotograma que debe guardar el espectador en su memoria. Una historia de inocencia narrada con una voz en off potente, marcada por sonidos cotidianos que nos resultan familiares y que rellenan los huecos entre imágenes. No por detener el movimiento se pierde la tensión dramática, incluso en algunos puntos se acentúa más. Me dejó muy buen sabor de boca, a pesar de que el giro final del guion supone, más que una sorpresa, un cambio de decisión, una ruptura demasiado fuerte que se separa por sí sola del resto del cortometraje.

Cristina Molino con ¿Te vas?, también hace un par de apuestas estéticas. La primera parte la recorre con una cámara en movimiento que va atravesando las estancias de un edificio sin detenerse y en un mismo plano. Nos cuenta cómo son los vecinos de la escalera que mantienen toda su atención sobre una conversación que todos escuchan. Ella se quiere ir, dejar a su marido, pero éste la detiene y se entabla una última conversación de reproches, de decisiones coartadas. La segunda se produce cuando la cámara llega a la habitación de los dos protagonistas, la imagen se ha detenido y lentamente la mujer rompe el estatismo sin que nada más en la fotografía se altere para hacer una llamada de despedida a su amante. Es un buen trabajo, muy interesante y lleno de poesía.

15 summers later, de Pedro Collantes, resulta un corto extraño. Desde lejos vemos una escena que ocurre en la orilla del mar. Es un encuentro, el de dos antiguos compañeros de instituto, donde ella casi no se acuerda de él, pero él no ha podido olvidar un solo detalle de ella, aunque hayan pasado 15 años. Se han ido a Noruega a rodarlo y el corto está rodado en esta lengua. Aunque parece un experimento, 15 summers later resulta muy fresco y original.

Cartel del cortometraje ¿De qué se ríen las hienas?
Cartel del cortometraje ¿De qué se ríen las hienas?
¿De qué se ríen las hienas?, de Javier Veiga, es un cortometraje con un mensaje directo, con chistes que se van haciendo serios porque la edad va cerrando esos espacios. Pero no nos gana por lo gracioso, sino por la ternura que despiertan los personajes, por esos diálogos de comedia romántica que se cuelan en el excelente guion para luchar contra el ingenio más desmedido. Resulta una comedia divertida donde los dos protagonistas, el propio Veiga y Toni Acosta, transmiten con naturalidad un historia de amor que podría ser cotidiana. A ellos se suman Carlos Hipólito, Chiqui Fernández y Millán Salcedo con sus disparatados papeles.

Dicen, de Alauda Ruíz de Azúa, nos cuenta una historia de abusos escolares. La cámara sigue las contantes bromas que siempre se ceban en los mismos, en los más torpes, en los que son diferentes. Y nos habla de un precio para salir de esa situación. La cámara nos va desmenuzando a los protagonistas, nos va pintando su realidad y también cómo mantienen otra parte más imaginativa que es la que les permite salvarse psicológicamente del drama. Además de interesante la historia, la parte técnica de Dicen resulta impecable.

Última parada, de Juan Miguel H. Nevado, es quizá el corto más flojo de la sesión. Una voz en off nos va contando la historia imaginada de los personajes con los que se cruza a diario en el mismo recorrido de autobús. El corto incide en que a veces lo que nos imaginamos de los demás, esa felicidad que les suponemos, está muy alejada de la propia realidad.

El regalo, de Irlanda Tambascio, es una anécdota infantil contada desde el punto de vista de una niña. Nos muestra lo que parece un instante intrascendente, pero tal vez es el momento en el que la niñez se va quedando atrás porque se empiezan a entender las reglas de los adultos. Lo hace con tomas de mucho detalle, orientadas a la propia imagen, que juegan muy bien con la estética y los colores. Pero es su guion lo que flaquea, enredándose un tanto con las sensaciones y ralentizando la poca acción.

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