sábado, 26 de noviembre de 2011

La noche de Montxo Armendáriz

Pepe Colubi y Blanca Romero presentan la gala de clausura del 49 Festival Internacional de Cine de Gijón

Detalle del cartel del 49 FICXixón
Detalle del cartel del 49 FICXixón en la mesa de prensa del Antiguo Instituto
Se acabó la 49 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón. Nueve maravillosos días cargados de películas para todos los gustos. La de este año ha sido una selección de gran calidad, tanto que si habláramos de cosechas de vino y sus añadas, a esta edición se debería aplicar la categoría de excepcional.

Sección oficial. The Forgiveness of Blood, las culpas de los padres heredadas por los hijos

El director estadounidense Joshua Marston, que hace unos años sorprendió con la excelente María llena eres de gracia compite en la Sección Oficial con su segunda película: The Forgiveness of Blood, una coproducción entre cuatro países: Estados Unidos, Albania, Dinamarca e Italia.

En una aldea albanesa, padre e hijo, viajan en un carro tirado por un caballo. Cruzan las tierras de los vecinos, apartando las piedras que han colocado, para evitarse el rodeo que supone usar el camino, es algo que vienen haciendo de siempre. En el bar discuten las dos familias por estos asuntos, se llaman ladrones unos a otros, pero no llegan a las manos, alguna mirada de las que hielan hasta el alma, alguna palabra más alta que otra. Nik, el hijo, es un adolescente con una vida normal. Su futuro, lo que hará en unos años cuando sea adulto, y la chica detrás de la que va, ocupan su tiempo. En clase tienen ordenadores, él usa Facebook, se comunica con móviles… La tecnología no es algo extraño en la aldea, conviven el atraso y el progreso en el mismo pueblo. Pero no va de eso la película, va de lo otro, de esas disputas entre familias que un día acaban con un muerto. Nos cuenta la historia de una deuda de sangre entre familias, en realidad las consecuencias que trae. Hay toda una ley ancestral que rige de qué forma se ajustan las cuentas en estos casos, una ley que todos respetan: un duelo, el encierro de la familia deudora en su casa, el uso de mediadores…

Todo cambia, de la noche a la mañana han perdido su libertad. Nik se encuentra encerrado en casa, sin posibilidad de salir, su hermana Rudina, un poco más pequeña que él debe dejar la escuela para encargarse del reparto del pan con el que subsiste la familia. De pronto esa losa aumenta su responsabilidad, el dinero del pan es poco y comienza a vender tabaco. ¿Es justo que los hijos asuman la culpa de los delitos de los padres? Ese el dilema que se plantea The Forgiveness of Blood y para ello nos presenta esa atmósfera opresiva, con una estructura jerárquica familiar inquebrantable y esa obligación de hacerse mayor de golpe, porque toca crecer antes de tiempo.

Montxo Armenáriz posando en el Festival tras la rueda de prensa
Montxo Armenáriz posando en el Festival tras la rueda de prensa
Premio Nacho Martínez. Montxo Armendáriz charla sobre el presente del cine

Nacho Martínez fue un actor asturiano, de Mieres, que tuvo una presencia destacada en el cine que se hacía en nuestro país en los años ochenta. Comenzó en el teatro universitario independiente, cuando aún era muy joven y en los tiempos finales del franquismo. Se fue a Madrid y empezó a ganarse la vida como doblador poniendo voz a artistas como Richard Chamberlain en El pájaro espino, Richard Gere, Sylvester Stallone... Consigue un papel en Tasio y ya no pararía hasta el final de su carrera. 17 películas y una cuantas series como Los pazos de Ulloa, Los jinetes del alba o protagonizar El olivar de Atocha. Trabajó a las órdenes de directores como Manuel Gutiérrez Aragón, Gonzalo Suárez, José Luis Cuerda, Fernando Fernán Gómez, Vicente Aranda, Inmanol Uribe, Eduardo Campoy, Miguel Picazo o Montxo Armendáriz, pero sin duda siempre será recordado por sus papeles en las películas de Pedro Almodóvar, especialmente por su interpretación del torero de Matador.

Murió joven, en 1996, con 44 años de edad, de un cáncer de pulmón. En su recuerdo, el Festival Internacional de Cine de Gijón otorga el Premio Nacional de Cinematografía Nacho Martínez y que esta edición recae en el director Montxo Armendáriz, en reconocimiento a su carrera.

En el encuentro con la prensa, el director navarro cuenta que, cuando le llamaron, lo primero que pensó es que venía a dar el premio, no ha recibirlo. De Nacho Martínez tiene muchos recuerdos y anécdotas. Coincidieron en Tasio, la primera película de ambos. Cuenta que entonces Nacho Martínez era un doblador, con una voz muy bonita, así que el director tenía cierta preocupación por si podría adaptarla, romperla un poco, embrutecerla. Le hacía hablar mal y el actor le decía que le iba a hundir la carrera, que sus paisanos de Asturias cuando le oyeran hablar así se iban a pensar que era un mal actor. Dice que todo el mundo quería a Nacho Martínez, que era divertido y que se encargaba de poner motes a todo el mundo. Rodar su papel eran unos días, pero el equipo se iba inventando otras cosas para que se quedara y así, un día por otro, estuvo hasta el último día.

Le preguntan por la situación de los festivales de cine en España en estos tiempos de crisis y recortes. Responde que sería perjudicial que festivales como el de Gijón desapareciesen o viesen mermada su financiación. Son frágiles, cuesta colocar un festival en el mapa y sin embargo es fácil derrumbarlo. Quien no tiene una imagen desaparece. Gracias a ellos se da a conocer nuestro cine, quien habla de cine habla de cultura porque explica el pueblo que somos y cómo nos manifestamos. Es labor de los organismos oficiales desarrollar y potenciar nuestro cine, así como facilitar el intercambio cultural con otros países. El FICXixón cumple con estos objetivos, muestra nuestro cine y el de otras culturas, lo que nos permite enriquecernos. Sería injusto que desapareciese por una crisis creada desde fuera y que sin embargo tenemos que pagar todos nosotros, por culpa de unos mercados que se imponen a los gobiernos cuando debería ser al revés.

Respecto a los rumores de que el Ministerio de Cultura desparezca en la próxima legislatura con el gobierno de la derecha, dice que Ministerio de Cultura habrá siempre, lo que hay que ver es dónde está y en qué forma. Explica que le da igual que se llame como se llame, que sea un ministerio o que dependa de otro, porque lo importante no es el nombre, sino lo que tiene que hacer y lo que debe cumplir. Considera que es un error industrializar la cultura, algo a lo que desgraciadamente estamos asistiendo desde hace varios años. La cultura se quiere medir por los beneficios que genere, aunque con fortuna, aún se está escapando de esto en una gran parte. Más que el mercado, la unidad de medida debería ser la aceptación. Cree que cada uno debe decidir que películas quiere ver, pero siempre que exista la igualdad de oportunidades, si no es muy difícil hablar de libertad de elección.

Cada vez se abre más el abismo entre los dos tipos que tenemos para hacer cine, el de las grandes producciones que suelen financiar las televisiones y las pequeñas producciones más orientadas a los festivales. Las primeras buscan el máximo beneficio, sea como sea, mientras que a las segundas apenas les importa la rentabilidad. Ese marco intermedio, entre un cine y el otro, se ha quedado sin espacio, desapareciendo prácticamente. El éxito se mide por la taquilla y, o lo tienes pronto y tremendo, o casi no existes. Las películas que van por el circuito de festivales y cosechan éxitos, luego pasan desapercibidas en las salas comerciales. Ese el dilema que hay que resolver.

Comenta que en torno a un festival y una vez al año, es fácil agrupar a gente joven que quiere ver películas «raras». Pero cuando desde los medios hay un bombardeo masivo de las películas de las grandes distribuidoras, es difícil mantener la pugna y encontrar público para esas películas de autor durante todo el año.

Dice no querer hablar de las subvenciones, pero sí de una protección mínima a nuestra cultura. Pone a EE.UU. como ejemplo. Explica que allí, si alguien va a rodar a un estado, el gobierno local reintegra el 40% de lo que se invierte en la producción, lo llevan haciendo desde hace años y eso hace que se pueda decir que el cine estadounidense es el más subvencionado. No todo es correcto en las subvenciones de nuestro país, así que no justifica que toda valga. Hay de todo, mucho listillo incluido que se aprovecha, pero eso no debe invalidar a todos por igual. Habría que ver caso por caso para evitar los abusos, algo que a toda la profesión le interesa. No le gusta que a veces se critiquen ciertas subvenciones, como diciendo que no deberían existir. Y sin embargo de otras no se dice nada. Nadie ha pedido justificación del dinero público que el gobierno ha inyectado a la banca.

Los premiados en la 49 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Los premiados en la 49 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Una Gala de Clausura muy ágil presentada con humor por Pepe Colubi y Blanca Romero

Arrancó con sorpresa, con una performance audiovisual, una especie de explicación del futuro y la deriva del cine, que combinaba una proyección con fragmentos de varias películas en una única historia sobre un guion perdido, encontrado, necesario e innecesario. Mientras las imágenes se mostraban en pantalla, los cuatro artistas interactuaban en directo, a través de un piano, un dispositivo y varios ordenadores. Le añadían música electrónica, efectos sonoros especiales, e incluso un tratamiento a las imágenes mostradas en directo. Algo diferente, que se graba en la retina y que predispone la actitud receptiva hacia lo positivo.

Después aparecieron los dos presentadores, Blanca Romero y Pepe Colubi, que siguiendo un guion ágil y con mucho humor consiguieron divertir al público. Colubi recordó que en la inauguración de esta edición habló del gobierno y que el domingo el gobierno cambió. También hizo bromas con la monarquía, y el lunes tuvimos lo del ojo del rey y la puerta. No por eso dejó de bromear con ambos temas en la clausura.

Se fueron entregando cada uno de los premios del palmarés con pocos discursos. Destacaron tres de ellos. El de Armendáriz para describir con ternura los momentos que compartió con Nacho Martínez en los rodajes. Cuando Santiago Mitre director de El Estudiante habló del bajo presupuesto de su película mientras bromeaba indicando que ya con estos premios recibía más dinero del que habían invertido; después en serio habló de su postura como cineasta ante la crisis y los recortes: «seguir filmando, sea como sea». Finalmente el máximo responsable de Golem, que distribuirá en España la otra película ganadora La guerre est déclarée, tuvo un discurso emotivo en estos momentos de crisis para apoyar al Festival ahora que los recortes aprietan a la cultura. Felicitó a su director José Luis Cienfuegos y a todo su equipo, pues sin su trabajo los estrenos americanos se comerían al cine independiente.

Tras la foto de familia con los premiados, la gala tuvo un guiño hacia su futuro, ya que al girar la mesa de los presentadores, tras el 49 apareció un 50, el número que hará la edición del próximo año que ya se ha puesto en marcha.

Pawel Pawlikowski, director de la película The Woman in the Fifth, durante la rueda de prensa de presentación
Pawel Pawlikowski, director de la película The Woman in the Fifth, durante la rueda de prensa de presentación
Sección oficial. The Woman in the Fifth, el juego onírico del aburrimiento

Pawel Pawlikowski cierra el Festival con la proyección en la gala de clausura de su película The Woman in the Fifth. Un trabajo confuso, que juega con la paciencia del espectador y que se ha construido sobre los tópicos de todo escritor maldito: hombre atormentado al que rondan sus fantasmas, autor de una única novela, que necesita a las musas cerca, que se siente perseguido y que debe tocar fondo para poder escribir, como si las palabras solo pudieran nacer del dolor. No hay una línea clara entre la realidad y el universo onírico del propio autor que interpreta Ethan Hawke. El resultado es una entelequia borrosa, demasiado literaria y con un exceso de simbolismo, donde todo parece querer decir otra cosa diferente.

La muerte está presente siempre, pero sin que sea demasiado distinguible de la vida. Los fantasmas se comportan como seres vivos, solo se diferencian en que los que ya están muertos suelen ser mucho más sabios. Otro punto en el que abunda la película es en el fuerte deseo que el protagonista despierta en las mujeres, una especie de magnetismo que las atrae supongo que por ese aire de escritor maldito.

Hay dos aspectos que resultan acertados. El primero, encontrarnos con un París sórdido para pintar en paralelo el derrumbe de su vida y el paisaje entre el que se desenvuelve. El protagonista está lejos de casa, en realidad siente que no hay ningún lugar al que pertenezca, salvo el territorio de lo inventado. El otro es la fuerza de la curiosidad frente a lo prohibido, esa imposición de no permitir hacer preguntas mientras se exige un trabajo que no se explica.

En la rueda de prensa, Pawel Pawlikowski explicó que le mandaron la novela para ver si podía hacer un thriller con ella, pero ese no era su estilo, así que decidió darle un tono más poético que encajase con lo que el director tenía en su mente. Quería contar la historia de una persona dividida por sus contradicciones mentales. The Woman in the Fifth es algo un tanto perverso, una mezcla de géneros que responde a un desafío personal propio. Hay una invención por parte de Pawlikowski de las normas que rigen el film para conseguir crear un universo paralelo que evoque sensaciones. Es su intención crear una atmósfera hipnótica para que el público no mida la película con la realidad. Confiesa que lo único que espera es que el espectador experimente algo. En realidad es un anti-thriller, una especie de juego más que una película de suspense. Hay una intención deliberada en que el nos piense en la trama.

Eligió a Ethan Hawke para el papel protagonista porque necesitaba un hombre que fuese atractivo para el espectador, pues según avanza la película el personaje va perdiendo la confianza que se ha depositado en él y se va haciendo más sospechoso. Hay una intención de que el público sufra con él.

Palmarés del 49 Festival de Cine Internacional de Gijón

Todos los jurados ha coincidido en señalar la buena selección del Festival de este año

Largometrajes de la Sección Oficial premiados en la 49 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Largometrajes de la Sección Oficial premiados por el Jurado Internacional en la 49 edición del Festival Internacional
de Cine de Gijón

SECCION OFICIAL:

El Jurado Internacional de la 49 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, integrado por Eduardo Chapero-Jackson, Alberto Fuguet, Fernando Lara, Lola Mayo y Mira Staleva ha concedido los siguientes premios a las películas participantes en la Sección Oficial:

Premio Principado de Asturias al mejor largometraje: (ex aequo) La guerre est déclarée de Valerie Donzelli (Francia) y El estudiante de Santiago Mitre (Argentina)

Premio Principado de Asturias al mejor cortometraje: (ex aequo) At the Formal de Andrew Kavanagh (Australia) y Meteor de Christoph Girardet y Matthias Müller (Alemania)

Premio al mejor director: Ruben Östlund por Play (Suecia)

Premio al mejor actor: Jérémie Elkaïm por La guerre est déclarée (Francia)

Premio a la mejor actriz: Valérie Donzelli por La guerre est déclarée (Francia)

Premio al mejor guión: Santiago Mitre por El estudiante (Argentina)

Premio Gil Parrondo a la mejor dirección artística: Elena Zhukova por Фауст / Faust (Rusia)

Premio Especial del jurado: Take Shelter de Jeff Nichols (Estados Unidos).

Mención Especial del jurado: Iceberg de Gabriel Velázquez (España).

Fernando Lara, Eduardo Chapero-Jackson, Lola Mayo y Alberto Fuguet, Jurado Internacional en la 49 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón
Fernando Lara, Eduardo Chapero-Jackson, Lola Mayo y Alberto Fuguet, Jurado Internacional en la 49 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón

El jurado leyó una declaración mostrando su apoyo al Festival Internacional de Cine de Gijón por su inestimable y necesaria labor en defensa del cine independiente.

RESTO DE PREMIOS:

Premio del público a la sección Rellumes: Tomboy de Céline Sciamma (Francia)

Premio FIPRESCI de la Prensa Internacional: Terri de Azazel Jacobs (Estados Unidos)

Premio del jurado joven al mejor largometraje: El estudiante de Santiago Mitre (Argentina)

Premio del jurado joven al mejor cortometraje: Voice Over de Martín Rosete (España)

Premio Efants Terribles al mejor largometraje: Papá, soy una Zombi de Ricardo Ramón y Joan Espinach (España)

Premio Día D'Asturies: Festuki de Francisco de Borja Fernández (España)

Premio Nuevos realizadores del Principado de Asturias al proyecto: El primer día del resto de mi vida presentado por Marta Loza Alonso (España)

Premio al proyecto corto Canal + 2011: Misterio presentado por Chema García Ibarra (España)

viernes, 25 de noviembre de 2011

Día de cine directo, el más próximo al documental

Dos historias de adolescente con nombre propio

El Festival Internacional de Cine de Gijón está abierto a los jóvenes espectadores, la sección Enfants Terribles está pensada para ellos y es bonito ver todos los días una larga cola de niños y niñas esperando para entrar a ver la película. Para estos pases, cada colegio ha reservado un día y ha hecho la solicitud previa.

Sección oficial. Michael, los criminales y las víctimas no pueden ser invisibles

Markus Schleinzer, director de la película Michael, durante la rueda de prensa de presentación
Markus Schleinzer, director de la película Michael, durante la rueda de prensa de presentación
El austriaco Markus Schleinzer debuta en la dirección con Michael, una película durísima sobre un caso horrible de un hombre adulto, Michael, que tiene secuestrado a un niño en un cuarto especial de su garaje.

Michael resulta especialmente dolorosa por la frialdad con la que está tomada. La cámara sigue al protagonista en su vida cotidiana y no tiene ninguna señal que deje intuir lo depravado que es. Hace una vida normal, pero al llegar a casa, cuando se bajan las persianas automáticas de la casa, encontramos a ese otro Michael que aterra sin levantar la voz, con una pequeña mirada. La suya es una vida construida sobre el engaño y lo hace con espeluznante naturalidad, la vida de un ser que parece ser inofensivo.

Curioso ver que esa maldad del personaje no transciende en su vida profesional, donde se está labrando una buena carrera. Es un monstruo que triunfa porque su mejor virtud es la de ser servil y mostrar la mayor docilidad hacia sus superiores. Algo que nos hace preguntarnos qué tipo de personas están construyendo nuestras sociedades.

No es un producto consumible, es una película que conmueve y hacer revolverse los intestinos de quien la ve, pero lo hace de una forma sosegada, aséptica incluso, mientras nos habla de una crueldad vergonzante que nos sonroja y que no nos permite mirar hacia otro lado. Filmada sin ser explícita, asentada en los detalles y con una gran capacidad para sugerir nos obliga a sufrir con asco, a desearle lo peor a Michael, a no sentir piedad cuando tiene mala suerte, a esperar que le pillen.

Comenta su director en la rueda de prensa que se han dado muchos casos de secuestros de niños en Austria, todos ellos son casos horribles. La intención de Schleinzer con Michael es la de enfrentarse a estos hechos criminales desde un enfoque serio, alejado del tratamiento sensacionalista que tienen estas noticias en la prensa amarilla. Reconoce que no tuvo ningún dilema moral, porque conocía a priori sus ideas al respecto, pero no ha querido ser moralista. Confiesa que no tiene las soluciones y que ni siquiera sabe qué hacer con estos sujetos. Lo que tiene muy claro es que los criminales y las víctimas no pueden quedar invisibilizados ante la sociedad.

Rellumes. Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead, rebeldes a los cuarenta

Luis Mayo conversa con Vladimir Blazevski, director de Pankot ne e mrtov durante la rueda de prensa
Luis Mayo conversa con Vladimir Blazevski, director de Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead durante la rueda de prensa de presentación
Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead es una película de Macedonia dirigida por Vladimir Blazevski. Va sobre un grupo punk que después de diecisiete años vuelven a juntarse para dar un concierto. Hacen un viaje para ir recogiendo a sus viejos compañeros y en él vemos una país destrozado por una guerra con un fuerte conflicto étnico que va siendo el telón de fondo de Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead.

Lo primero es ir convenciendo a cada uno de los miembros, pues la vida ha dado muchos tumbos. Han envejecido en lo físico, pero sus vidas no han cambiado demasiado, es como si se hubieran congelado en el tiempo para seguir tras la guerra en un punto similar. Lo colectivo se ha deshecho y solo quedan los caminos personales, un tanto ácratas, de cada uno. La película nos muestra con crudeza a los marginales, la pobreza, los que van trampeando para ganarse la vida, las drogas, lo que tienen que escapar por patas pues siempre están –elijan lo que elijan– en el lado equivocado. No hay reconstrucción posible.

Macedonia y las otras repúblicas ex-yugoslavas son un paisaje desolador, con barrios destruidos, con gentes con armas, con bandos que separan a los nuestros del enemigo, algo que se repite varias veces en la película. Por contra, lo que propugna como solución es la multiculturalidad. Hay en Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead un deseo implícito de provocar desde el arranque de la película. No es otra cosa que invitarnos a levantar la barrera de la moral, a dejar que nos llegue la historia sin prejuicios.

Blazevski, en la rueda de prensa, explica que Macedonia presenta problemas similares a los de otros países postcomunistas, que han iniciado cambios sociales, políticos y psicológicos y que desde dentro se perciben con muchísima inseguridad. A todo esto hay que sumarle un conflicto étnico entre la mayoría macedonia frente a la minoría albana.

Han pasado diecisiete años desde que Blazevski presentara su anterior película, dice que ha sido un periodo de «querer hacer algo y no poder hacerlo». Ahora se siente más maduro y capacitado, ha profundizado en el Cinema Verité. Confiesa es que su deseo es que la película se vea como si fuera un documental. Ha tratado de ser fiel a la cultura punk con sus personajes y la actitud que toman. Resultan caóticos, anarquistas y, con cuarenta tacos encima, parecen ser inmaduros e irresponsables, algo que es fruto de sus decisiones. En opinión de Blazevski el punk es un movimiento importante, con una ideología, y con gente rebelde e inconformista.

Sección oficial. Terri descubriendo su mundo

Azazel Jacobs, director de la película Terri, durante la rueda de prensa de presentación
Azazel Jacobs, director de la película Terri, durante la rueda de prensa de presentación
Entender el mundo cuando se está en el instituto es un proceso difícil, un tanto imposible. En la pubertad se viven momentos específicos que luego, en los años posteriores, tienen un gran impacto en la vida de esa persona. Las decisiones de entonces marcarán el futuro.

Azazel Jacobs nos narra en Terri la historia de un adolescente muy gordo que se siente excluido. Hay, a esas edades, una necesidad de formar parte de algo, de ser admitido en un grupo, de compartir con los demás. Pero no vale cualquier cosa, la solución no puede pasar por una pandilla de monstruos. La diferencia de Terri con los demás chicos es que no tiene a nadie más, él mismo tiene que observar por sí mismo el mundo ya que no tiene otras referencias. Ese trabajo personal de asimilación de lo de fuera le da un cariz importante a su carácter, pues le hace más comprensivo con los otros.

Terri es también una película de aprendizaje, donde se empieza a entender el mundo de fuera y se van encontrando los esquemas a repetir, los que nos permiten aprender lo necesario para sobrevivir. Todos tenemos defectos.

En ese mundo cruel y real, la válvula de escape que funciona es el sentido del humor que está presente con frecuencia en la película. Es un tanto ácido, pero funciona a la perfección, sirve para hacer explotar el dramatismo y para poder dibujar en los personajes una sonrisa ante una vida tan adversa. El director maneja muy bien esa comicidad que lleva a primer plano.

Durante la rueda de prensa, justifica Azazel Jacobs que la película solo nos muestre lo que Terri conoce, dice que en ningún momento ha intentado salirse de su mundo y que ha huido, como director, de hacer ningún comentario para dejar que las imágenes hablen por sí solas. Al hilo de esto explica la importancia de la música en el film, definiéndola como un diálogo para expresar los sentimientos de Terri. También nos habla de que el guion no es suyo, que con este proyecto ha tratado de ver si podía contar la historia de otro. Lo cierto es que lo ha hecho muy bien, le ha salido una buena película que además resulta entretenida.

Esbilla Asturiana. First We Take Milán, 20 años de historia de un campus universitario

Chus Neira y José Braña se han encargado de realizar el documental First We Take Milán. Con la disculpa del concierto que ofreció la Universidad de Oviedo a Leonard Cohen cuando vino a recoger el Premio Príncipe de Asturias, los directores han elaborado un trabajo que recupera los veinte años de historia del campus del Milán, un lugar por el que han pasado Nacho Vegas, Xabel Vegas, Ígor Paskual, Fernando Marín, Mar Álvarez, Montse Álvarez, Luis Mayo…

El documental se ha construido charlando con los músicos que vivieron el arranque del campus, con las canciones del concierto-homenaje a Cohen y a base de grabaciones caseras de los primeros años del Milán que recogen los conciertos que se ofrecían en las Semanas Culturales que se organizaban cada año. Se trata de hacer una memoria audiovisual que recupere la actividad que allí se llevó a cabo, que muestre los grupos que se formaron y que dé visibilidad al movimiento social y cultural que se dio en los años 90 entre los universitarios del campus. Un trabajo express que tardó veinte años en hacerse para poder dar el reconocimiento de la Universidad a aquellos estudiantes que luego han desarrollado sólidas carreras en el mundo de la música.

El documental está hecho sin pretensiones, como una cosa pequeña, pero no por eso deja de ser importante, sobre todo para quienes lo vivieron o se acercan ahora a la música que se hacía en Asturias. First We Take Milán consigue la magia de recuperar el pasado a través de una conversación amable, entre amigos y conocidos, y deja momentos memorables tanto de antes como del ahora. Me quedo con dos del presente, a Ígor Paskual explicando como llegó a la versión del Allelujah estilo Elvis o a Nacho Vegas y Mar Álvarez intepretando El extranjero.

jueves, 24 de noviembre de 2011

El cine, unas veces como conciencia y otras como celebración

Vol Special irrumpe con fuerza en el Festival

Sin darme cuenta, hoy me percato que ya va quedando poco del Festival Internacional de Cine de Gijón, dos días más y ya habrá echado el telón. Son muchas horas viendo películas, escuchando a sus directores hablar de ellas y respirando cine. Y sin embargo, ya empiezo a sentir la nostalgia de lo poco que queda y la necesidad de disfrutar de cada uno de los minutos que restan.

Sección oficial. Vol Special, la dura realidad de los centros de internamiento europeos para inmigrantes

Fernand Melgar, director de la película Vol Special, durante la rueda de prensa de presentación
Fernand Melgar, director de la película Vol Special, durante la rueda de prensa de presentación
Fernand Melgar, director suizo e hijo de emigrantes españoles, compite en la sección oficial con Vol Special, un duro documental grabado en el interior de un centro de reclusión para inmigrantes en Ginebra. Su cámara se cuela con naturalidad y va siguiendo las historias de los que están allí recluidos. La decisión judicial termina para unos pocos con la salida en libertad, al resto se les propone un vuelo comercial en el que regresar a sus países de origen voluntariamente y, si se oponen, entonces un vuelo especial de expulsión. Se muestra con crudeza el dolor de la repratiación, el temor a ser el siguiente. Cada cual tiene su carácter, pero a todos le hace mella el centro y su situación, una situación injusta siempre, pues niega los derechos a estos ciudadanos. Les considera extranjeros, cuando muchos llevan en Suiza viviendo más de la mitad de sus vidas. Son de allí, no tienen otro hogar. Nada les une a sus países de origen, unos son exiliados en busca de asilo, otros huyeron buscando un futuro mejor, un sueño que se va a romper. No hicieron nada malo, su único crimen es el de ser inmigrantes sin papeles.

En el centro encontramos muchas contradicciones, el personal trata de mantener una relación más humana con los detenidos. Vemos bastante cortesía y también firmeza. Algo que a veces resulta chocante, pues el papel del personal del centro, en lo más profundo es el de carcelero, un rol en este caso que se acerca a lo psicológico, a formar pequeñas estrategias de adormecimiento que hagan la situación más soportable.

Vol Special es una película sobre las contradicciones de nuestra sociedad occidental y un aviso a la conciencia del espectador para que toma nota y sepa que estamos involucrados por nuestros gobiernos en una guerra silenciosa y acallada contra la inmigración y los seres humanos.

Si interesante resulta la película, no lo fue menos la rueda de prensa, en la que Fernand Melgar, con un cerrado acento andaluz, profundizó en su trabajo. Explicó primero que en Suiza existen 28 centros de detención para inmigrantes y que en Europa suman unos 300. Esta ocasión ha sido la primera vez que se ha podido entrar en uno de esos centros de detención para grabar una película. El equipo dedicó seis meses de observación para establecer la relación de confianza tanto con el personal como con los detenidos y dos más para el rodaje. Durante ese tiempo tuvieron acceso completo a todas las zonas del centro, no hubo ninguna censura e incluso tenía las llaves de la cárcel. En el centro había 24 personas retenidas. Grabaron muchísimas horas con ellos, haciendo varias historias, lo que les ha hecho muy difícil la selección hasta reducirlo a poco más de hora y media. Confiesa que todas las historias eran fuertes y no fue fácil abandonar algunas. Abanderado del cine directo insiste que hay que filmar desde dentro para poder extraer el fondo. No añade comentarios, las imágenes hablan por sí solas y en realidad el comentario existe, está de forma invisible, pero no de forma explícita, para que no estorbe al espectador diciéndole lo que debe pensar y de esta forma le permita pensar por sí mismo. Al espectador le exige una participación activa.

El de Ginebra es un centro modelo, en él no ha habido ningún suicidio, y a Melgar le interesaba éste espacialmente por el hecho de estar ubicado en la ciudad de los Derechos Humanos, se preguntaba si eso significaría dotar al centro de una cierta cara humana. Cada cantón tiene su centro y cada uno funciona de forma diferente. En algunos separan a los negros de los blancos; en otros se nombra a los reclusos por su número, nunca por su nombre; en otros son grupos especiales los que se encargan de entrar a recoger a los reclusos con vuelo especial… Retratar alguno de ellos hubiera servido para justificar que se trataba de problemas de los guardias, no del sistema. Por eso eligió el centro de Ginebra, pues allí todo el personal ha elegido voluntariamente ese destino y provienen todos del trabajo social y tienen la máxima de que cada persona dice que hace su trabajo lo mejor que se puede hacer. Eligiendo el centro de Ginebra se puede generar una cadena de responsabilidad colectiva.

Sabe de lo que habla, Melgar, con su cine, reconoce que siempre habla de historias propias. Cuenta que sus padres emigraron a Suiza para trabajar, que entonces les permitían estar allí nueve meses, pero se tenían que volver luego tres a España, tampoco se podían llevar a sus hijos. Así que en uno de los viajes decidieron llevarse a los niños de forma clandestina. Melgar fue un sin papeles.

No es que Fernand Melgar quiera polémica con Vol Special, pero sí quiere que se discuta públicamente este asunto de los centros de internamiento para inmigrantes. No quiere dejarles solos, ni que se olviden los temas de emigración, quiere recordarnos que hay que respetar los derechos de todas las personas y sabe que lo hace en un momento en el que va contracorriente de las decisiones políticas que se están tomando en Suiza. Avisa del peligro que existe en Europa, donde estamos viviendo una guerra sorda contra la inmigración. Si estos lugares siguen proliferando, terminaremos cerrando nuestras fronteras a los extranjeros y convirtiendo el conjunto de Europa en una cárcel. La extrema derecha en Suiza tiene un 30% de los votos, ellos son los que manda, y deciden, los que controlan el poder financiero, los que promueven estos centros y los que no quieren que se hable de estos temas. Han tratado de evitar que la película se pase en las escuelas suizas.

Tras esta película, en Suiza le señalan como terrorista de extrema izquierda. El cine es democracia en movimiento. La suya es una forma de resistencia. Ahora está trabajando en un nuevo proyecto, ha seguido a seis de estas personas deportadas y ha rodado en sus países un año después de la expulsión.

Esbilla. Los muertos no se tocan, nene, un cariñoso tributo a Rafael Azcona

Carlos Iglesias y Silvia Marsó, protagonistas de la película Los muertos no se tocan, nene, posan para la prensa
Carlos Iglesias y Silvia Marsó, protagonistas de la película Los muertos no se tocan, nene, posan para la prensa
Se agradece ver una película en blanco y negro, con sonido doblado en estudio, como las de antes, cuando los guiones los escribía Rafael Azcona. José Luis García Sánchez rinde, con Los muertos no se tocan, nene, un homenaje al maestro, llevando al cine la novela de Azcona del mismo título. Comicidad para volver a esa España de la postguerra, pobre de solemnidad, religiosa a ultranza por culpa de una educación recalcitrante, reaccionaria e incluso contraria a todo aquello que pueda suponer el menor avance.

Con ironía Los muertos no se tocan, nene hace sangre de las clases sociales, especialmente de la burguesía estática y conservadora. Lo cómico va destapando la realidad, funcionando como un falso escudo totalmente transparente que nos permite ver lo que hay al otro lado sin miedo a ensuciarnos. Aquí están todos sus arquetipos: el mendigo pedigüeño, la criada sin complejos que ha espabilado en la ciudad, el militar cobarde, el industrial vasco, el abuelo bebedor y de derechas, el cuñado rojo, la amante insaciable que es más madre que hembra, el médico adivino, la vecina como símbolo del primer amor platónico, el niño que será poeta …

Estupendas son las interpretaciones de Carlos Iglesias, Blanca Romero, Mariola Fuentes, Carlos Álvarez-Nóvoa y Silvia Marsó, actriz que hace uno de sus mejores papeles en cine. Muy bien arropados los cinco por una fila interminable de grandes secundarios que se suman por unos minutos a la ficción de un pasado, de otra forma de hacer cine, desde el cariño y el respeto hacia los que hicieron solos el principio del camino de nuestra filmografía.

Géneros mutantes. Aquele querido mês de agosto y el ritmo de los veranos en el pueblo

Cartel de la película Aquele querido mês de agosto
Cartel de la película Aquele querido mês de agosto
Aquele querido mês de agosto es una película del portugués Miguel Gomes difícilmente clasificable, pues parece una cosa y termina resultando otra. Tengo que confesar que yo me divertí con ella, que no se me hicieron largas las dos horas y media de su metraje.

Me gustó porque me trae recuerdos de mi infancia, de la de aquellos que fuimos niños de ciudad que pasaban el verano en los pueblos de sus abuelos, los que sufrimos la pereza del mes de agosto, con sus calores, sus fiestas con verbena, los baños multitudinarios en el río, las risas y la despreocupación de quien solo está de paso. Son días en los que se adquiere un barniz como de seguir siendo de allí, de pueblo de toda la vida, de decirlo en voz alta y escuchar las sonrisas de quienes de verdad son de allí.

Me gustó el acento portugués que suena como un arrullo y por las canciones que van sonando completas para separar las escenas. Son temas románticos de orquesta de verbena.

Me gustó la entereza del director y su personalidad, incapaz de admitir alternativas que no le sorprendan a él mismo. Puede parecer un vividor, que ha presentado un guion enorme pero que se ha gastado el dinero de la producción sin llegar a rodar nada de lo escrito en él, pero que tiene la osadía de pedir más para encontrar los actores y seguir la historia escrita. Entre esas dos partes está la diferencia, eso de lo que hablaba al principio de que parece una cosa y termina siendo otra. Al inicio todo apunta a la realización de un falso documental que nos habla de los grupos que tocan en las fiestas de los pueblos y que nos sirve de excusa para que los campesinos nos cuenten sus anécdotas y su vida diaria. En la primera de todas vemos un matrimonio de sesenta y tantos en el que el hombre va contando su historia y la mujer, por detrás, va matizando, algo que todos hemos visto alguna vez, pero que en la película está tratado con especial gracia, resultando fresco. La segunda parte se olvida de la primera, salvo para engarzar con algún detalle ya contado. Descubrimos en ella el engaño del uso de la anécdota para ver que nos están contando una ficción. La película no es otra cosa que una historia de amor, un rollito de verano entre dos primos con una banda sonora excepcional, pero es algo que hay que descubrir por uno mismo.

Me gustó el humor directo y el sutil, el jugar con el espectador y el final mágico donde director y responsable de sonido discuten sobre el audio grabado en el que aparecen cosas que no deberían estar en la esos lugares cuando lo recogieron. Una disculpa para que vaya apareciendo todo el equipo técnico para discutir el asunto y así ir formando los títulos de crédito.

Noche del corto español, una selección y una sala llena

Carteles de los cortos participantes en la selección La noche del corto español
Carteles de los cortos participantes en la selección La noche del corto español
Con la sala repleta se mostró la selección de los seis cortos españoles elegidos para esta noche. Son trabajos diferentes, pero todos ellos destacables.

Abrió Desanimado, de Emilio Martí López, un corto de animación con un monólogo divertido e ingenioso, que «sin querer» dice demasiadas verdades.

Le siguió The Astronaut on the Roof de Sergi Portabella, una historia disparatada, llena de giros, que es un homenaje al arte de escribir guiones, destacando por el uso de un lenguaje rápido y por jugar constantemente a cumplir la necesidad de sorprender al espectador.

La Huida, de Víctor Carrey, tira de casualidades, de unir elementos, de una ciencia -como de documental- que se asienta en la meticulosidad y desde la que hila un instante cualquiera que un día ocurre y que lo hace diferente. Muy buenos planos, muy buen tratamiento de la velocidad de grabación, pero demasiado larga la última parte, la que parece un vídeo musical.

Libre directo, de Bernabé Rico, es un corto de interpretaciones, donde cada gesto dice mucho y explica casi todo. Petra Martínez, Ramón Barea y José Antonio Izaguirre dan sentido a la historia. Lo hacen con rostros serios, trabajando sobre tópicos para caricaturizarlos y con buen humor.

Oz, de Adrián López, es una ficción más dramática con dos protagonistas adolescentes. Un argumento elaborado que es una historia de iguales, un deseo de ser normales y un ansia de posterioridad. No tiene muchas sorpresas, pero engancha.

Dinero Fácil, de Carlos Montero Castiñeira, también es un cortometrajes de giros, de hacer pensar una cosa al espectador para terminar siendo otra. Alguien nos engaña o al menos uno de ellos está equivocado. Sin embargo, mientras dura la incertidumbre, picamos esperando la pieza sorpresa que una el desbarajuste y lo explique todo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El cine del compromiso

Se presenta la esperada película de Santiago Mitre, El estudiante

Durante el Festival Internacional de Cine de Gijón diversos organismos patrocinan la proyección de una película, que por temática consideran afín. Son los casos del Ateneo Obrero, la tertulia feminista «les comadres», Abierto hasta al amanecer, Oficina Municipal de la Lengua, Amnistía Internacional y Milenta muyeres y moces.

Sección oficial. El estudiante y la formación de una conciencia política

Santiago Mitre, director de la película El Estudiante, durante la rueda de prensa de presentación
Santiago Mitre, director de la película El Estudiante, durante la rueda de prensa de presentación
¿Cómo se inicia una carrera política? A veces el camino no es directo. Cuando Roque, el personaje protagonista de El estudiante, llega a la universidad de Buenos Aries lo que de verdad le interesa son las chicas, su formación política está por hacer, es cierto que ha tenido alguna inquietud, pero… Así, sus éxitos de cama se van convirtiendo en las etapas iniciales de su construcción política. No es accidental el camino, todo lo contrario, Roque va tras lo que le seduce y eso es la política.

Cuando Roque encuentra su camino, cuando se forma su ideología, lo hace vinculándola a los sentimientos mucho más que al componente de racionalidad. Se descubre a sí mismo con capacidad de liderazgo, le gusta organizar, participar. En ese camino personal, encuentra los resortes que mueven la política y descubre los dos pilares sobre los que se asienta: capacidad práctica y formación ideológica. Saber aunar ambos en su justa medida es lo que marca el éxito. Descubre que la forma de hacer política se basa en pactar, llegar a acuerdos que repartan el poder, va descubriendo que una carrera política deja cadáveres, que no está exenta de traiciones. Es el valor de la honestidad lo que esta película pone en juego, la decisión que se debe tomar.

Santiago Mitre arranca su película con escenas donde se ve juventud y pasión. Son los jóvenes de hoy los que están reverdeciendo la conciencia política y a eso nos enfrenta El estudiante, a la confrontación entre la vieja política y la juventud que se pregunta cómo va a participar. El mensaje de Mitre, su opinión, es que la política debería ser de otra manera.

En palabras de su director, El estudiante, como cualquier objeto político, es permeable a cualquier interpretación, un punto de inicio para debatir. Lo que ha conseguido es una gran película que no pasará desapercibida para aquellos a los que les interesa la política.

Rellumes. Toomelah, escarbando en busca de los orígenes

Toomelah, del director australiano Ivan Sen, es una película con varios niveles de profundidad y en la que conviven la historia de un niño que quiere ser malo y una comunidad con sus raíces rotas. Toomelah es una reserva de aborígenes, en ella vive Daniel que no quiere ir a la escuela, pues en ella no le ensañan nada de sí mismo y además, lo que pueda aprender, no va a servirle para su vida futura de traficante. No hay muchas posibilidades de trabajo en la reserva. La cultura británica nada tiene que ver con Daniel, tan solo le ofrece el idioma que habla, pero nada le dice de su pasado que intuye está en otra parte. Por dentro siente algo que le inquieta y no sabe explicarse, otra cultura ancestral pegada a sus instintos de la que nada conoce.

Si la escuela no le transmite nada, los mayores tampoco le ofrecen mucho más. Su padre es más bien una figura fantasmal que siempre está borracho. Su tía abuela está llena de silencios, de sus recuerdos de un pasado, de cuando, como otras mujeres de la tribu, fue raptada. Tampoco parece estar viva, ni que nada le importe lo más mínimo. Ante sus ojos sólo se extiende el vacío y la desolación. La abuela, que nunca se fue, siente la misma angustia. Sus horas son largas esperas en las que hacer preguntas a Daniel, pero las respuestas son demasiado obvias como para tomarse la molestia de contestar. Quiere que Daniel le diga lo que quiere ser de mayor, como si acaso el muchacho pudiese elegir.

Nadie es capaz de contarle la cultura de los suyos, como si se hubiera perdido. Algunos se conforman con la nostalgia de aprender un par de palabras en su idioma original. Cuando no hay raíces, el viento se lleva la vegetación y lo único que queda es la aridez de una tierra yerma. La trama pasa despacio, pues el tiempo en la reserva es infinito y no hay prisa por crecer.

Esbilla. La olas, la road movie de la memoria

Cartel de la película La olas
Cartel de la película La olas
Al final de la vida no quedan respuestas por descubrir, pero sí muchas sensaciones que producen ahogo. No hay paz con el presente sin resolver primero el pasado, aquellas cuentas que se quedaron pendientes porque no hubo tiempo o fuerza para terminar de una vez con lo pospuesto.

Alberto Morais construye en La olas una road movie de la memoria, un viaje por carretera en lo exterior y una búsqueda profunda en lo interior. Abrir la válvula que suelta el chorro de palabras no es fácil, lleva su tiempo, así que la película se va construyendo con pequeños gestos, con momentos de largos silencios, asumiendo el proceso de destapar un recuerdo con el ritmo propio de la vejez. El recuerdo es una foto de un tiempo doloroso; la necesidad, la de cerrar las heridas. Miguel quiere ver por última vez el pasado en este presente, mirar lo que el tiempo ha construido encima para soltar el lastre de la memoria.

La olas juega con lo recóndito del alma, desvelando lentamente un enigma, el por qué y para qué del viaje emprendido.

Sección oficial. In film nist / This is not a film, una clase magistral de cómo hacer cine

Los iranís Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb avisan de que «esto no es una película». La verdad es que es mucho más, en primer lugar una clase maestra de lo que es hacer cine, en segundo lugar un grito pidiendo libertad para crear.

Panahi está esperando la decisión de un juez para ver si le inhabilitan como director en su país, sabiendo que le van a prohibir hacer cine durante mucho tiempo. Tiene un guion listo para rodar, pero no puede llevarlo a cabo, así que llama a su amigo, el documentalista Mirtahmasb para que le ayude. Decide contar su película en lugar de hacerla y mientras cuenta la primera escena se da cuenta de lo estúpida que es esta idea: si las películas se pudieran contar, no haría falta hacerlas. El cine varía con la interpretación de un actor, con un espacio que resulta más expresivo que cualquier gesto, con una cámara enfocando un pequeño detalle.

Pahani nos habla de la manipulación que el cine conlleva. Está en su casa y oímos ruidos como de disparos. Pensamos que en Irán hay violencia en las calles y con esos sonidos la acentuamos. Luego descubrimos que se trata de la fiesta de los fuegos artificiales, que eran cohetes lo que escuchábamos. De la misa forma, con una llamada telefónica acentúa la presencia de la policía en la calle, algo que por otro lado es normal en cualquier país cuando se celebra algún acto multitudinario o una fiesta callejera. Con esta voz al teléfono y entrecortando el sonido se produce mayor angustia en el espectador.

La última parte resulta aún más original y divertida, se trata de rodar al portero mientras baja la basura, acompañándole en el ascensor y teniendo una conversación sobre las posibilidades de la gente de la calle, a qué trabajos aspiran… Conocemos así la cotidianidad y las aspiraciones del pueblo.

In film nist / This is not a film es un trabajo interesante y que además se ha construido de una forma divertida.

martes, 22 de noviembre de 2011

Muchas risas en el pase de Dark Horse

La sección oficial recorre los dos extremos: el cine estético y artístico de Low Life, frente al cine socarrón e irónico de Dark Horse

Otro de los valores del Festival Internacional de Cine de Gijón es la propia ciudad en la que se celebra. Gijón es un lugar acogedor, con un tiempo norteño. Hoy llovía y el mar golpeaba contra el muro algo irritado. Acodarse en la barandilla mirando romper las olas mientras el agua de la lluvia resbala por la cara resulta a veces el mejor cine posible

Sección oficial. Dark Horse y la ironía

Cartel de la película Dark Horse
Cartel de la película Dark Horse
Dark Horse es una sátira social del estadounidense Todd Solondz, un reflejo distorsionado de sus propias experiencias. Con la risa como bisturí va avanzando sobre las debilidades de la clase media norteamericana.

Dark Horse arranca con la celebración de una boda judía, donde los novios e invitados bailan sin pudor. Dos personas son la excepción, permanecen sentadas en la mesa y se muestran dignos, incapaces de hacer el ridículo, o eso parece. Nada más lejos de la realidad. Abe y Miranda, que no se conocen, viven con sus padres una vida cómoda, sustentada por sus progenitores, sin preocupaciones, con todos sus caprichos cumplidos. Ha llegado el momento de romper el cascarón, de abandonar las neurosis y vivir con responsabilidad. El paternalismo solo crea generaciones de personas comportándose como estúpidos. Ahí es donde escarba Solondz para hacer una película que se ve con facilidad.

Comicidad y un mensaje claro de qué es la vida, porque aunque todos tenemos el recibo, no se permiten cambios ni devoluciones, cada uno ha de tirar con la suya y es su propia responsabilidad hacerlo bien o tirarla por la borda.

Rellumes. Hollywood Talkies abusa de los silencios

Óscar Pérez y Mia de Ribot firman Hollywood Talkies, un documental un tanto experimental con una imagen totalmente separada del audio, es decir un texto leído al que acompañan ciertas imágenes, paisajes y fotografías antiguas.

Hollywood Talkies homenajea a los actores españoles y latinoamericanos que en los años 20 del siglo pasado, con el inicio del cine sonoro, hicieron sus maletas y se fueron a Hoolywood para hacer las versiones en español de las producciones de los estudios californianos. Sin duda sabe contar anécdotas jugosas y entretenidas, un bonito recuerdo a los que se fueron para triunfar sin lograrlo nunca.

Sin embargo la película no funciona, pues juega con un ritmo desigual. Tal vez sea la exacerbada lentitud con la que se van pasando las fotografías. Demasiados segundos de silencio, demasiado tiempo para observar una imagen estática en una pantalla, como si jugáramos a buscar el detalle que no encaja.

Sección oficial. Low Life, el cine de palabras

Una escena de la película Low Life
Una escena de la película Low Life
Nicolas Klotz y Elisabeth Perceval retratan en Low Life la juventud que hereda un mundo turbio, pero que aún así es capaz de tener lucidez y una mirada bonita. El resultado es un trabajo muy filosófico y que abusa de la literatura. Un cine cargado de metáforas donde se muestra una juventud con fuerza, que conoce la teoría, pero que a la que le falta la práctica de vivir. Low Life es básicamente una película de conceptos que pone los sentimientos por encima de todo, donde la grandilocuencia de la palabra es el pilar de esta construcción.

Nuestros jóvenes se sienten controlados, habitan un mundo que no les gusta y se ven relegados a un futuro sin esperanza, que no cuenta con ellos. Low Life no consigue poner voz a estos jóvenes, sino a otros que lo fueron. De la misma forma las armas y el lenguaje de estos jóvenes de hoy vienen del pasado, de aquellas otras generaciones luchadoras a las que los directores han mirado en todo momento. Acude a mitos (Antígona, Carmen, Ofelia…) y se va perdiendo en invocar imágenes –muy plásticas sí– que son poses que terminan diciendo poco si no se llenan de frases.

Lo que sí aplaudo en Low Life es el coraje de esa juventud que ha construido su mensaje, su valentía en enfrentarse a la policía sin acobardarse y defender el amor como fuerza que da sentido a todo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La apuesta por el cine lento

Tras el fin de semana, el Festival programa las películas más minoritarias

Al entrar al Jovellanos se escucha la música alta, no es que sea una estrategia para transmitir energía, sino que el Festival Internacional de Cine de Gijón cuenta con un DJ que anima con una sesión la espera antes de las películas. Va creando ambiente, con música instrumental en su mayoría y jugando con los platos, aunque obliga a que las conversaciones entre el público se hagan a voces. No es mala idea.

Sección oficial. Iceberg, historias del otro lado del río Tormes

Cartel de la película Iceberg
Cartel de la película Iceberg
Gabriel Velázquez, antes de la proyección, define su película con tres adjetivos: arriesgada, contemplativa y minimalista. Iceberg nos cuenta tres historias de adolescentes de pocas palabras, que ocurren en Salamanca, pero al otro lado del río Tormes, el que ya no forma parte de la ciudad, el que está escondido detrás. Ese otro lado del río parece más bien un cementerio donde van a vagabundear entre sus chopos las ánimas. Por esas mismas veredas y los espacios deshabitados, van paseando su soledad los protagonistas, cargando con el peso de lo que aún no saben resolver. Cada uno trata de hacer lo que cree que se espera de él, pero los límites los marcan sus propios caracteres, aún no saben lo que son. Apocados unos, valientes otros, desconcertados todos y conformistas en general.

No hay personas mayores que les tutelen y apenas si hay diálogos en Iceberg. Así que el uno frente a los demás se siente más que se cuenta. La violencia como forma de expresión sí que está presente con ese aire rebelde que lleva a destrozar por instinto.

Dos detalles destacables. El primero, la apuesta por la música popular y tradicional, por los sonidos de la flauta (dulzaina) y los golpes de tambor, que tan bien mezclan y contrastan en pantalla con la juventud y las dudas de los adolescentes. La segunda el ambiente creado para contarnos una historia, la que vemos, y sin embargo hacernos sentir otra más, la que va sumergida sin presentarse nunca. Es una película de mirada diferente, en la que una parte del público se marchó antes de finalizar la película y otra la aplaudió con fuerza durante los títulos de crédito.

Esbilla. Trumpet, regresos y perdidas

Trumpet es un cortometraje de Anna Petrus con muy pocas palabras, las que se necesitan tan solo para llamar al perro cuando se escapa. Habla de regresos y de pérdidas, de un pasado que se fue, de objetos amontonados, de abandonar una trompeta y de vagabundear. Buscar entre lo que otros tiran algo que necesitamos es el camino perfecto para perder lo poco que nos queda. Y al final, lo que queda, es no saber si ha servido de algo o simplemente es tiempo perdido.

Esbilla. Amanecidos describe a una generación por sus reacciones en situaciones anodinas

Tal vez la felicidad sea cantar todos juntos una canción de adolescentes en una roulotte camino de una playa infinita. No se sabe como se llega a la felicidad, lo que se comprueba desde el principio es que el camino que lleva hacia ella resulta siempre doloroso. Muchas veces es un sendero estrecho lleno de situaciones insustanciales. Así es Amanecidos, un ejercicio de describir la forma de ser de una generación por sus reacciones en momentos anodinos.

Yonay Boix y Pol Aregall plantean una película para hablar de soledades y también de la incomunicación, pues en el fondo, aunque estemos acompañados, nos comportamos como islas. Por Amanecidos van desfilando los estados de ánimo, que van cambiando en los protagonistas sin que ellos hayan encontrado las palabras para describirlos, pues son sensaciones para las que tienen dificultad a la hora de expresarlas, de contar lo que sienten a los demás.

Se les agradece a los directores que hayan sido breves y que no hayan sentido la necesidad de alargar la película cuando ya lo habían contado todo.

Rellumes. Osmdesát dopisů / Eighty Letters, cine checo

Cartel de la película Osmdesát dopisů / Eighty Letters
Cartel de la película Osmdesát dopisů / Eighty Letters
Osmdesát dopisů / Eighty Letters es una historia del checo Václav Kadrnka, inspirada en su propia infancia y ambientada en la Checoslovaquia comunista de 1987. Se trata de una película muy lenta, narrada desde el punto de vista de un niño que mira y observa. Lo que ocurren son esperas, una tras otra, y subir muchas escaleras para encontrarse siempre de frente con la burocracia, al final de cada largo e interminable pasillo. Nos habla de un padre emigrado en Gran Bretaña y una madre que quiere reunirse con su marido. El propio Václav es el hijo que contempla el papeleo que supone arreglar la situación para que les permitan iniciar el viaje.

Václav Kadrnka realizó un trabajo introspectivo para recuperar sus sentimientos y emociones que se grabaron en su infancia como una huella que perdura. Apagó los colores con gamas oscuras, buscó la luz de invierno y utilizó los primerísimos planos para evocar ese tiempo a ritmo lento del pasado, como si hubiera querido congelar la memoria. Jugó con sonidos repetitivos y añadió muchos silencios.

Al final una película en la que no pasa nada, llena de detalles, de pasado.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Día de buen cine hecho en francés

La sección oficial presenta dos importantes candidatas al palmarés de esta edición: La guerre est déclarée y Les Géants

Las cinco salas de los cines Centro son el corazón del Festival Internacional de Cine de Gijón, pero el FICXixón tiene más pantallas repartidas por la ciudad, como el teatro Jovellanos, el salón de actos del Antiguo Instituto, el teatro de la Laboral, los Cines Yelmo o el Centro Municipal Integrado de Pumarín. Todas abiertas al público, por las que pasan los autores para encontrarse con los espectadores y con precios bajos al alcance de todos, incluso con algunas películas de entrada libre. Es un festival «sin alfombras rojas», como le gusta decir a su director José Luis Cienfuegos, hecho para la gente.

Sección oficial. La guerre est déclarée, una grandísima película, muy dura y sin concesiones a la compasión

Cartel de la película La guerre est déclarée
Cartel de la película La guerre est déclarée
La francesa Valérie Donzelli consigue en La guerre est déclarée una película redonda, tanto por el texto, como por su impecable dirección y la rotunda interpretación que ella misma realiza. Julieta (Valérie Donzelli) y Romeo (Jérémie Elkaϊm) son una pareja compenetrada. Se quieren, se entienden y se divierten. Juntos deben enfrentarse a una prueba demasiado dolorosa, la enfermedad de su hijo Adán, que medirá la resistencia de su amor. Una prueba devastadora que no solo forja sus caracteres sino que tensa hasta los límites finales el aguante de sus protagonistas.

Es una historia bien contada, con el ritmo que necesita en cada momento, que emociona, directa e impactante, que consigue dejar sin aire al espectador en varias escenas y que bien vale unas lágrimas, pero con una virtud excepcional: que huye en todo momento de la compasión. Es coraje lo que nos muestra, fortaleza, pasos hacia delante y también muchos hundimientos, momentos en que el dolor les vence y agota. El ánimo sube y baja como en una montaña rusa, su paso por los diferentes estadios está subrayado con muchísimo acierto por cada una de las canciones con que se acompañan y que resultan la mejor descripción, una música que expresa perfectamente los matices de cada momento y que nos va llevando con precisión por cada uno de ellos. Hay humor, una cierta crítica a quien considera la vida burguesa como la normal y mucho respeto con las decisiones de los demás. Es una película de izquierdas, hecha sin prejuicios, progresista, valiente y dedicada a la Sanidad pública y a los profesionales que trabajan en ella.

La guerre est déclarée merece conseguir estar dentro del palmarés de esta edición.

Esbilla Asturiana. Memoria de nuestras abuelas, un documental necesario y mejorable

Lucía Herrera y Juan Luis Ruiz firman el documental Memoria de nuestras abuelas. Se trata de un trabajo de entrevistas a distintas mujeres, para darles voz. Busca ser una construcción colectiva de la memoria histórica, exigente con lo que sucedió en este país durante la Guerra Civil y la posterior dictadura fascista y colocando el foco sobre las mujeres.

Si bien tiene emoción escuchar los recuerdos y los puntos de vista sobre la sociedad actual de estas mujeres con voz propia y muchas historias que contar, el documental se encuentra un tanto deslavazado, como si fuese un collage hecho de pinceladas. No hay una estructura que lo sustente en un hilo común, ni siquiera bloques con suficiente entidad que orienten en el objetivo buscado. De algunas entrevistas debería aparecer más material en el resultado final, pues se echa en falta mayor profundidad y formar un contexto que ayude a entender lo contado. Quedarse con una frase brillante no siempre es suficiente para transmitir un mensaje completo. Cada una de estas mujeres tiene una historia que hay que contar de principio a fin.

Sección oficial. Les Géants, chicos abandonados a su suerte, chicos sin esperanza

Cartel de la película Les Géants
Cartel de la película Les Géants
Bouli Lanners, director belga, presenta en la Sección Oficial su película Les Géants, una película con dos hermanos adolescentes de protagonistas. Tienen 15 y 13 años y se creen ya gigantes, que pueden con todo. Se hace evidente desde el principio que su madre les ha abandonado allí, en el pueblo de su familia y sin ningún adulto que se haga responsable de ellos. A los dos hermanos se les une un tercer adolescente más, un chico que sufre maltrato físico. Juntos tratan de sobrevivir, intentando vivir una vida sin mayores, como de fiesta permanente, sin normas. No es que quieran elegir ese camino, como todo niño preferirían tener a su alrededor el cariño de una familia y a quien les fuese marcando lo que hacer.

Sin familia, solos van desparramando y sin querer todo se va complicando. El mundo les enseña que cada decisión trae consecuencias y que ellos no estaban preparados para tomarlas. Todo se desploma a su alrededor, se les acaba el dinero, les timan en todos los negocios que emprenden… Lo único que les queda es la sensación de grupo, la protección que unos se dan a otros.

Les Géants es una película que hace pensar y que nos muestra hacia dónde lleva la despreocupación de unos padres sin responsabilidad. Duele ver el camino sin esperanza que toman unos muchachos abandonados.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Mil historias, mil formas de contarlas

Tomboy recibe calurosos aplausos del público

Cartel del 49 FICXixón
Cartel del 49 FICXixón
La ciudad de Gijón se siente orgullosa de su Festival Internacional de Cine y no hay en ella un solo rincón en sus calles, escaparate o lugar donde colgar un cartel que no se engalane presumido con él. Es obra, como los ocho anteriores, del diseñador gijonés Marco Recuero. Es innegable su encanto, no sé si por la luz amarillenta de la fotografía, los dos ojos que miran con curiosidad, la línea marcada y recta de un flequillo perfecto, las pestañas con rimel, los poros tapados con maquillaje, por los labios delicados o por el conjunto de la expresión que logra el rostro, tal vez de una joven espectadora ante una pantalla de cine.

Sección oficial. The Future, más «arte» que «cine»

The Future, de la directora y artista Miranda July, arranca con el monólogo de un gato. Son las reflexiones, las explicaciones de los huecos que las imágenes de la película van a dejar. Al principio resulta original introducir un personaje con el que desentrañar la historia que nos va a contar. Jason (Hamihs Linklater) y Sophie (Miranda July) son una pareja a punto de cumplir los treinta y cinco; viven cómodamente, con cierta pereza, pero son felices, se ríen y disfrutan de la vida. Sienten que se hacen mayores, que el futuro se les hace presente y piensan que con la edad les debe llegar la obligación de tomar responsabilidades, de dejar ya de posponer la siguiente etapa en la que deberían estar inmersos. Mirando hacia atrás perciben que no han vivido la vida que soñaron, se sienten incompletos, y en ese repaso se bloquean tratando de reinventarse. Jason se busca mostrándose atento a las señales que vienen de fuera, como si necesitase un guía externo para vivir, y Sophie toma el camino clásico de familia tradicional, algo que resulta inexplicable en la película. La pareja salta en pedazos sin haber sido capaces de entender que su relación, tras cuatro años, aún estaba comenzando.

Buena fotografía e ingenio son las armas con las que despega, y en los primeros minutos la forma de narrar, las imágenes del principio y la historia van atrapando al espectador que encuentra puntos de contacto, similitudes y complicidades con los personajes. Luego se va cargando de cierto nihilismo con el que expresar la vaciedad de la vida moderna tan dependiente de Internet. Después viene el declive: la división del tiempo en dos líneas paralelas, el surrealismo… Incluso los monólogos del gato empiezan a resultar cansinos. Pero es el diálogo de Jason (Hamihs Linklater) con la luna su mayor déficit, pues muestra a las claras que la directora ha elegido contar los sentimientos de sus personajes directamente con palabras, insegura de si ha podido o no transmitir todo lo que quería con las imágenes que ha ido construyendo en la película. Es el punto en que el espectador se despega totalmente de la película y pierde la mayor parte de la curiosidad, pues The Future se precipita por otro camino, el de lo artístico, lo simbólico y la dosis de ciencia-ficción, elementos todos que empañan los resultados, cayendo sobre la película como una losa y haciendo que la segunda mitad de la película se emborrone y tire por tierra el excelente trabajo de la primera parte.

Michael Glawogger. Haiku, trabajamos por dinero para gastar

Haiku es un pequeño cortometraje de Michael Glawogger, cineasta al que el Festival rinde homenaje este año al proyectar su última película en la sección oficial y dedicarle una retrospectiva de su obra. El corto destaca por su fuerza, ya que en tres minutos logra transmitir la dureza y monotonía del trabajo. Lo hace con la repetición de algunas imágenes y de la frase «dinero para la compra», pero sobre todo con el ritmo acompasado de los sonidos de una acería que funcionan como potente corazón de Haiku.

Michael Glawogger. Workingman’s Death, el esfuerzo de ganarse un jornal

Una escena de la película Workingman’s Death
Una escena de la película Workingman’s Death
En Europa se cierran las acerías para convertirse en museos de ocio y entretenimiento. Uno de estos casos es el de Düsseldorf donde han transformado una de ellas en un lugar turístico donde al caer la noche se proyecta un espectáculo de luces. En Europa buscamos trabajos cómodos, de despacho, alejados de lo manual y hay que irse a otros países para mostrar que las condiciones de los trabajadores no han mejorado mucho. Para ello, Michael Glawogger, visita cinco lugares del planeta desde los que mostrarnos esta aplastante realidad. Elige una mina en Ucrania, cargadores de azufre en Indonesia, un supermercado de carne en Nigeria, un desguace de barcos en Pakistan y una fábrica siderúrgica en China.

Son trabajos extenuantes realizados en las peores condiciones y casi siempre de forma ilegal, de dureza extrema que consiguen hacernos sentir que arrancamos las vetas de carbón con nuestras propias uñas, haciéndonos arrastrar por sus angostas galerías, sintiendo la claustrofobia, transportando pesadas cargas sobre nuestras espaldas mientras los turistas nos fotografían, desollando entre barro la carne de centenares de vacas cada día. Workingman’s Death es un documental convertido en un reflejo de la injusticia global de este mundo, donde vemos hombres –nunca aparecen mujeres- trabajando o hablando de su trabajo, describiendo su día a día con normalidad, nunca les parece que hagan nada extraordinario, simplemente están ganándose su pequeño jornal. A veces lo hacen en entornos naturales de gran belleza, pero ni siquiera lo perciben, pues el esfuerzo que requieren sus tareas convierte en invisible para ellos esos paisajes.

Rellumes. Tomboy: Laure quiere ser Michael

Cartel de la película Tomboy
Cartel de la película Tomboy
La directora francesa Céline Sciamma firma una gran película que el festival proyecta en la sección Rellumes. Nos habla de identidades sexuales en formación, de descubrimientos que se afianzan y que se muestran aunque aún no haya capacidad de verbalizarlos en esa etapa de la infancia, de decisiones y de juegos. Laure quiere ser Michael y aprovecha que su familia se muda a un nuevo domicilio para presentarse así a la pandilla de críos del edificio. A todo problema siempre hay una solución por rocambolesca que parezca, pues seguir adelante es mejor que pararse a descubrir el engaño. En toda acción queda un resquicio, un pequeño riesgo de ser descubierta, y eso genera adrenalina a los dos lados de la pantalla. Vivir es eso.

El engaño no puede durar, tiene fecha de caducidad: el final del verano, lo que genera una curiosidad por ver de qué forma se resolverá la situación. Se hace sin resquicios, con naturalidad, pero de forma rotunda. Las últimas escenas se plasman precisas, no permitiendo lugar para los equívocos, sabemos que no ha sido un juego, sino que hay una determinación en su protagonista, que no tiene confusiones ni dudas y que sabe lo que siente.

Tomboy es una delicada película, hecha con mucha sensibilidad, bien construida, estupendamente filmada y con un guion sólido que el público agradeció con sonoros aplausos a su finalización.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El FicXixón elige Take Shelter para inaugurar su 49 edición

Se abren nueve días intensos llenos de cine de autor

Son tiempos difíciles para mantener un Festival de Cine, ahora que la derecha amenaza con recortes allí donde gobierna, especialmente en el ámbito cultural. Hay que hacer malabares para mantener una forma de entender la cultura, para ofrecer a una ciudadanía un festival ambicioso, arriesgado en muchas de sus apuestas, diferente y aún así llenar las salas. El cine se hace para pensar con él y para disfrutar de él. Así arranca una año más, con el trabajo inmenso e intenso de un buen equipo, el Festival Internacional de Cine de Gijón de 2011.

Sección oficial. Take Shelter, una sociedad de miedos

Cartel de la película Take Shelter
Cartel de la película Take Shelter
Take Shelter es una película del cine independiente que se hace en los Estados Unidos, con la que el Festival Internacional de Cine de Gijón ha elegido abrir su 49 edición.

Curtis (Michael Shanon) es un hombre modélico: enérgico trabajador, amante esposo y padre de una niña que sufre sordera. Por las noches empieza a tener pesadillas atroces en las que llega una tormenta apocalíptica y durante la cual observa comportamientos violentos a su alrededor. ¿Qué son de verdad esas pesadillas?, ¿un presagio?, ¿el camino irreversible de un proceso que conduce hacia la esquizofrenia?

De Curtis vamos sabiendo detalles, antecedentes de una situación familiar de demencia, y con sus pocas palabras descubrimos la soledad que le produjo aquello en el pasado, cuando el tenía solo 10 años. Mientras, la obsesión de su presagio afianza la sensación de locura, de luchar uno solo contra el mundo. Después se empieza a confirmar otro de los síntomas, las alucinaciones. Take Shelter bien podría haberse quedado en una película angustiosa sobre las dudas que crea en una persona el hecho de sentir que se está comenzando el camino de un proceso esquizofrénico, pero da un paso más, con valentía, para hablarnos también de la sociedad, de sus miedos y de cómo han ido llegando para quedarse. Jeff Nichols, su director, pinta con pericia su sociedad, la de los EE.UU., donde la Sanidad la cubre un seguro médico que paga la empresa como un beneficio social y que a la vez hace a los trabajadores más dependientes y solícitos hacia los esfuerzos que pida el patrón, donde los bancos aprietan a la hora de conceder créditos pues no están los tiempos para dispendiar, donde la mujer de Curtis, para ganarse un sobresueldo, cose por encargo y también vende lo que confecciona en un mercadillo, donde la iglesia pone deberes y tira de las orejas a los que se descarrían. En esos márgenes, Take Shelter se muestra como una película sobresaliente. Los miedos personales se han convertido en generales, en defectos de esta sociedad que camina hacia una catástrofe. No es extraño que la locura nos ronde cerca. Ese proceso propio de Curtis llena de angustia y sus pesadillas producen terror, plasmadas con una verosimilitud que sobrecoge, pero es el proceso social que hay detrás, más soterrado, el que desnuda al espectador y le hace sentir indefenso, sobre todo con la profundidad de la voz de Curtis que nos recuerda a un John Wayne vencido. Si ya no se puede confiar en las percepciones propias, la sociedad, llena de fisuras, es incapaz de proteger a nadie, no es extraño que la mirada se vuelva hacia la familia cercana y la confianza se deposita en aquellos a los que se quiere para encontrar la solución a nuestras angustias convertidas en enfermedad.

Llendes. Alvorada Vermelha, la crudeza del trabajo en un mercado

Aún de noche, comienza el trabajo en el Mercado Vermelha de Macao. Durante casi media hora desfilan antes los ojos del espectador la actividad de los puestos, principalmente su preparación. Tedio y repetición, días iguales unos tras otros. Trasladar carne, apretarse el mandil, ponerse los guantes, colocarse el mandil y trabajar. Pequeños rituales que se convierten en costumbre. Sobrecoge ver la rutina diaria, pero más aún como la vida se va escapando. Un ligero corte sobre el cuello de una gallina y lanzarla al cubo para que se desangre. Después otra y repetir el mismo gesto. Sin rictus en la cara, sin sentimiento, porque es la tarea de convertir un animal en comida. Lo mismo el pescadero con sus peces y ver, como aún troceados, estos siguen coleando. La sensibilidad nos pone alerta, nos habla de imágenes que nos hieren, pero no son otra cosa que cotidianidad dentro de un mercado. En realidad no hay violencia sólo crudeza. Darse cuenta de ese matiz es lo que permite seguir con atención la secuencia de imágenes de esta parte documental.

João Rui Guerra da Mata y João Pedro Rodrigues dirigen Alvorada Vermelha, un pequeño documental que consigue hacerse interesante de ver, más profundo y directo de lo que parece tras su comienzo. No tiene diálogos, pero no los necesita, el ser humano trabajando con sus manos se explica sin necesidad de palabras. Lo que sí requeriría una explicación son las pocas imágenes fantásticas que se insertan en él, donde una sirena tal vez funcione como válvula de escape.

Llendes. La muerte de Pinochet revivida por cuatro esperpentos

Una escena de la película La muerte de Pinochet
Una escena de la película La muerte de Pinochet
Bettina Perut e Iván Osnovikoff construyen, a su particular manera, el documental La muerte de Pinochet. La primera palabra que me viene al verlo es incómodo, porque presiento que nadie se va a encontrar a gusto ante su proyección, porque no abundan los argumentos, porque en realidad no trata de explicarse sino de moverse entre lo grotesco.

En el momento que fallece Pinochet, Perut y Osnovikoff se van, cámara en mano, al Hospital Militar para captar lo que ocurra. Con la etiqueta de «press» en su solapa filman. Consiguen un buen archivo de imágenes y para darle una forma más artística, pasado el tiempo buscan a cuatro de aquellas personas que aparecen entre lo grabado haciendo bulto, para repasar con ellas las sensaciones de aquel día y recrear lo vivido. Nos encontramos con dos pinochetistas exacerbados, un borracho y un hombre de izquierdas, un poco loco, que recuerda a Allende y compara las dos figuras. Discursos manidos, construidos desde lo visceral, tejidos con mentiras convertidas en axiomas…

Según avanza perdemos la referencia de la palabra por lo estético, o más bien por lo contrario, con esos largos primeros planos (medio ojo, una boca, el principio del bigote…) que muestran fealdad a la vez que nos conducen por lo deforme hacia lo esperpéntico. No es fácil encontrar un punto desde el que desenredar la madeja que supone La muerte de Pinochet. Uno se pregunta si será la burla, el deseo de ridiculizar las posturas de los protagonistas del documental o simplemente el interés de mostrarnos con patetismo unos ideales trasnochados. Sin embargo el documental elige un camino pendiente que conduce hacia el vacío, o como mucho a un pequeño conjunto de estampas.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Sigue siendo poema José María Alfaya

José María Alfaya plantea un concierto reivindicando la poesía escrita por grandes mujeres caribeñas


Sábado 5 de noviembre de 2011. Asociación Cultural Yemayá. Madrid


Cartel de presentación del concierto de José María Alfaya en el Yemayá
Cartel de presentación del concierto de José María Alfaya
José María Alfaya es un luchador, un militante de izquierdas, de las de verdad, las que están más allá de esas socialdemocracias. Si le pides a él que se defina, unos días te dirá que es un cantautor de guardia y otros que cantautor de la tercera edad. Siempre le tenemos de guardia porque está dispuesto a atender cualquier llamada y salir disparado y con urgencia para subirse a un escenario que le necesita, donde sea y a cualquier hora. Pero más aún, está de guardia porque su compromiso político y los tiempos que vivimos, los de ahora y los de antes, le obligan a permanecer alerta. Lo de la tercera edad puede ser, tal vez, porque luce canas y reivindica el derecho a una vejez que siga expresándose públicamente en nuestra sociedad, que participe activamente en ella. Jugador de la palabra, de esos que desnudan lo políticamente correcto para que entendamos el significado de lo que nos escuchamos en los medios –también de lo que se callan-, y lo hace con ironía, reivindicando el uso de la inteligencia y alejándose del mercantilismo.

Cantautor y músico polifacético, José María Alfaya es conocido por su retranca y el sarcasmo político-social de sus canciones, que se condimentan a partes similares con humor y compromiso. Aunque últimamente viene hablando de otras cosas: le ha dado por musicar poemas de grandes mujeres caribeñas, especialmente de Carilda Oliver (Cuba) y Julia de Burgos (Puerto Rico). Explica que el concierto de esta noche así lo ha planteado, cargado de poesía, coraje de mujer y sensualidad. Como todo concierto, tiene sus intenciones y Alfaya comienza declarándolas con el tema de Pedro Mir A capriccio. Arranca acompañándose de su guitarra, con voz fuerte, melodiosa y entonada. Silban sus eses en un acento rico, que mece y arrulla. Elige, con intención, un poema de Julia de Burgos, A José Martí, para seguir. Lo canta Mónica Yebra con su voz impresionante, llena de dulzura, y los oídos se deshacen al escucharla.

José María Alfaya en una foto de archivo
José María Alfaya en una foto de archivo
Es el turno de Canela en rama, un tema que Alfaya ha construido sobre un texto de Valle Inclán. No tiene reparo en parar a medias, pues entre el público, Pepe Tarduchi, su compañero de andanzas musicales, está cantando. Le pide que se acerque al escenario para hacerlo juntos. Parecen dos niños traviesos. Mónica Yebra, que le acompaña esta noche con su voz, interpreta Nada, sobre un poema de Julia de Burgos. La canción resulta una delicia, pues el aire del local se llena, contagiado, de sentimientos y temblores. A dos voces, la de Alfaya y la de Yebra, hacen Dicen que soy, basada en un poema de Carilda Oliver. Siguen Es necesario a veces y Elegía por mi presencia. Regresan después a Julia de Burgos para hacer Oh lentitud del mar. La noche está encendida, con la piel sensible que solo sabe poner la poesía cuando recita el Discurso de Eva de Carilda Oliver, un clamor directo. Vuelve a las canciones con La loba, de Etnairis Rivera.

Otra parte importante del concierto son las charlas animadas de Alfaya con las que presenta los temas y que este cronista se ve incapaz de reproducir pues desvelaría una de los mayores encantos de estos conciertos y que precisan ser vividos en directo. Así, cuando van a hacer La cita rota se deshace en explicaciones sobre la fina ironía de Carilda Oliver en este poema en el que nos cuenta el detalle de una mujer preparándose para una cita que al final no se cumple, y el fino sentido del humor con el que la propia mujer describe ese despecho. A La mañana está de lluvia le sigue el recitado de los versos de Que mueras primero amor.

A José María Alfaya y Mónica Yebra les acompaña en el escenario Quico Aladro, con cajón, palillos y sonidos de percusión. Alfaya comenta que tiene mucho mérito, pues le llama para que venga y no le dice que canciones van a formar el repertorio, así que Aladro se toma los conciertos como si fuesen de jazz improvisado, saltando de sorpresa en sorpresa.

Hacen Dame tu hora perdida de Julia de Burgos , recitan El beso de Carilda Oliver Recitado y siguen cantando otra canción de esta cubana, Me desordeno, que suena dulce y hermosa. De Julia de Burgos y a dos voces, interpretan Voy a hacer un rompeolas, otra canción intensa. Vuelven a Carilda Oliver con Adiós, Lo digo porque lo siento y Sombra seré que no dama para la que Alfaya pide la participación activa del público con un estribillo onomatopéyico y étnico, que resulta tan especial como divertido. Eligen cerrar con Réplica, de Julia de Burgos, por su fuerza y porque condensa esta maravillosa velada musical.

No se pueden ir así, el público reclama más, y con sorpresa Alfaya le pasa la guitarra a Mónica Yebra, quien nos va hacer dos poemas de Julia de Burgos en solitario. El primero es Canción Amarga y el segundo Yo quiero darme a ti, que es la primera vez que lo interpreta en público. El sentimiento que su voz transmite convierte en mágica la noche y un estado hipnótico muy cercano a la felicidad nos embarga a todos.

Tampoco así se pueden ir, ante la insistencia, Alfaya recupera la guitarra y pide a Pepe Tarduchi que vuelva al escenario para que le haga coros con Yebra. Es el momento de Caperucita roja una canción de Alfaya de la época del Campamento de la Esperanza y la Dignidad de los trabajadores de Sintel.

Después lo prometido, como Mónica Yebra estaba de celebración, el público le canto Cumpleaños Feliz con todo su corazón.

A modo de pequeño anecdotario: José María Alfaya nació en Ceuta y estudió en Granada. Mientras estudiaba su carrera de Filosofía y Letras comenzó su actividad sindical y política. Se vio obligado a marchar de cooperante y exiliado a Argelia. En 1975 le llega el indulto que ofrecía la amnistía a cambio de la pérdida de memoria. Aún así decide quedarse en Marruecos como trabajador sociocultural. Regresa a España en 1984 y es uno de los periodos de paro cuando comienza a cantar en bares y otros escenarios. Se declara aficionado a la cienci-ficción y además marxista-darwinista, reclamando la práctica diaria del humor político y creyendo en la inteligencia del pueblo (organizado).