domingo, 11 de marzo de 2012

Daniel Higiénico, la teatralización de la canción

El pianista David Sam acompaña a Daniel Higiénico en su gira por los escenarios con El club de los 6.000 millones


Domingo 11 de marzo de 2012. Sala Clamores. Madrid


Cartel del espectáculo El club de los 6.000 millones
Cartel del espectáculo
El club de los 6.000 millones
El club de los 6.000 millones es la forma íntima, solo con voz y piano, que tiene Daniel Higiénico de presentar en pequeños escenarios su último disco 6.000 millones. Lo primero que hace al salir al escenario es presentar a su pianista, David Sam. Después explica que siempre quiso hacer un disco de crooner, de esos que se tocan en directo en los clubs de jazz y en los garitos que regentan los más mafiosos. Así se disculpa por tener que llevar corbata, diciendo que en esos lugares, el cantante siempre debe salir a escena con ella. Cosas de la corrección.

Abre con la canción que da título al disco, 6.000 millones, no sin antes contar la génesis del tema con gracia. De la vida cotidiana, de verla con otros ojos, van naciendo los temas. Así lo explica, aunque utilice otras palabras. Te regalo un blues surge en la cola de un supermercado, Yo quiero hablar como un argentino del deseo de querer imitar y no poder a sus amigos argentinos y su poder de convicción, El camarero del regreso al curro tras unas vacaciones. ¡Y es que la realidad nos resulta siempre tan cruel en contraposición con la imaginación! Daniel Higiénico no se siente a gusto si no se mete dentro de cada uno de sus personajes, así que se ayuda de los disfraces, del gesto y de la representación dramática. Ese es el plus que aporta, con el que viste su potente voz.

Como es hombre de cuentos, pero al revés, interpreta uno de los temas más aplaudidos: Aquí nadie será azul. Le sigue Deduzco una canción que le pidieron una vez para hacer un disco de homenaje a Edgar Alan Poe y que nunca llegó a ver la luz. La aprovechó y la dramatizó para incorporarla al disco y a sus últimos espectáculos. Para ella se viste con una camisa blanca de enormes chorreras y una larga capa estilo drácula con la que se tapa y oculta. Se apagan las luces para que solamente una luz blanca le enfoque a la cara mientras surge humo en el escenario. Es uno de sus temas emblemáticos y que mejor recibe el público.

David Sam y Daniel Higiénico durante una actuación de su espectáculo El club de los 6.000 millones
David Sam y Daniel Higiénico durante una actuación de su espectáculo El club de los 6.000 millones
Daniel Higiénico tiene cara de niño pillo, de esos que están en todas las salsas, de los que no se conforman y de los que han roto más de un plato. En su rostro destacan sus ojos grandes, la nariz afilada, la perilla enloquecida y su pelo largo y rebelde recogido en una coleta. Antes de casi todas las canciones avisa que la siguiente es diferente, y es verdad, no le gusta repetir, cada tema tiene su propia historia. Hace Estoy acabado y después se viste con una boa de plumas rosas y amarillas, oculta los ojos tras una gafas de feria, para interpretar El contrato. Deja a un lado su último trabajo y recupera dos temas antiguos: La humedad del disco Flipando en colores y Me duele el cuello de tanto mirar las estrellas de El hombre del tiempo. Después se echa un gabán encima y se escuchan sonidos de lluvia para crear el ambiente necesario que necesita El último cigarrillo, a la que sigue la veloz y alocada Nunca es demasiado y luego una canción escrita para su hijo: Sentirte especial donde le pide que cuando crezca piense por sí mismo y no le haga demasiado caso a su padre. Cada uno ha de vivir su vida.

El público está entregado, disfrutando de la música y también del ingenio de Daniel Higiénico, de su exageración y de ese mirar diferente, con cierto humor y mucha ironía que deja un sabor agridulce, en ese estilo tan propio como personal, de llevar lo teatral a lo musical. La de Daniel Higiénico es una espontaneidad muy trabajada. Para que resulte tan natural y encantadora le ha tenido que dedicar horas y esfuerzo. Los detalles están medidos con el fin de hacer perfecta cada representación, cada historia que cuenta.

Vuelve al disco Flipando en colores para hacer A veces me pregunto si los peces duermen, otro tema lleno de filosofía de bar, de entre copa y copa. Para el siguiente tema dice que no tiene explicación, se titula Me gustaría ser mujer y también es una historia antigua, en este caso del disco Flipando el doble.

Llega el último tema del concierto, y también del disco que presenta y que ha tocado completo. Dice que quizá no es la más propicia, pues supone acabar con una canción triste, pero es que el título obliga a cerrar con ella: El último vals.

El público le reclama de nuevo para los bises. Hace primero una historia negra, de dibujante de cómic y personaje detectivesco, Freedie Black de su disco Flipando el doble. Termina con La rebelión de los niños que es el tema principal de La rebelión de los niños con problemas emocionales. Es un final que resulta apoteósico; con el solo final de piano, Daniel Higiénico abandona el escenario dejando solo a David Sam, pero se le puede ver por entre las cortinillas entreabiertas y lo que se descubre es que está siguiendo con las manos el ritmo, chasqueando sus dedos y moviendo la cabeza al compás. Regresa saltando y gritando para acabar la canción. Se retuerce la camiseta y pone voz de niño porque la rebelión será mañana, sin falta. Así cierra y entonces, al hacer balance final, se puede decir que las intenciones de crooner que confesó al principio, se le han cumplido. A Daniel Higiénico, le ha salido un concierto con muchos aires de blues, de swing, de sonidos de Nueva Orleans y también de rock & roll.

Rápido, sin tiempo para cambiarse, se baja del escenario y arrastra una bolsa de viaje. Se sienta en una mesa a la salida y va extrayendo los cds para venderlos y firmarlos con cariño. Así es una parte de su vida, de escenario en escenario, haciéndolo todo para ganarse la vida con lo que le gusta, siempre mirando de frente a su público. Daniel Higiénico es una gran artista, dentro y fuera del escenario.

A modo de pequeño anecdotario: Daniel Higiénico, antes de músico tuvo un empleo de mecánico de automóviles. Empezó en solitario, pero muy pronto se hizo acompañar de una banda. Recorrieron los escenarios bajo el nombre de Daniel Higiénico y la Quartet de Baño Band y ganaron en 1992 la X edición del Concurso de Rock de Palma, lo que les permitió grabar ese mismo año su primer disco Doble hoja, a los que seguirían El poder de flipar (1994), Flipando en colores (1996), Flipando el doble (1998), In laif (2000) y Lágrimas de chimpancé (2001) que cierra el ciclo de la banda. La decisión de terminar esta aventura es del propio Daniel Higiénico que quiere profundizar en su vena más teatral. Asiste a un «psico-cursillo» con el actor Leo Bassi y después se pasa dos años recorriendo salas y teatros con su espectáculo Mamá, quiero ser autista, que recoge en un disco con el mismo título.

En 2002 funda su sello Producciones Higiénicas y lo aprovecha para editar su libro de cuentos Personajes y su hígado. Se embarca en su segundo espectáculo teatral Mentiras podridas que le supone una dedicación exclusiva a su faceta interpretativa de tres años. Regresa a la carrera musical con El hombre del tiempo (2004), al que siguen La Rebelión de los niños con problemas emocionales (2007) y Rarezas de Cojones (2007). Explota de nuevo su vena teatral con su tercer espectáculo Palabra de Ornitorrinco. En 2010 edita su último trabajo discográfico 6.000 millones del que prepara dos giras, una con banda y otra más íntima, acompañado por el pianista David Sam, y que llama El club de los 6.000 millones.

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