viernes, 23 de marzo de 2012

Redención (Tyrannosaur), la violenta ira de la insatisfacción

El actor inglés Paddy Considine dirige su primer largometraje

Cartel de la película Redención (Tyrannosaur)
Cartel de la película Redención (Tyrannosaur)
Redención (Tyrannosaur) es una gran película que habla de seres humanos confusos en busca de un consuelo que no saben pedir. Se trata de la primera incursión como director en un largometraje del actor inglés Paddy Considine, y lo cierto es que le ha quedado una película tremenda, en todos los sentidos. Se trata de una historia rotunda, por la que cruzan el alcoholismo, los malos tratos y un pasado que muerde la conciencia hasta que sangra. De rabia contenida y de dolor. De explotar y encontrarse con que no hay lugar para uno, levantarse sin esperanzas para vivir otra vez un largo día o volver a casa para recibir otra paliza. De no saber medirnos, de tenernos miedo, de actuar con desmesura o de no hacerlo. De pensar que se sabe lo que va a ocurrir para terminar dejándose vencer por la apatía.

Convivimos con la violencia, doméstica, social y de la calle. Al protagonista masculino, un viudo alcohólico, le domina esa violencia y se siente incapaz de explicar el mecanismo por el que le salta una vez tras otra, o saber si le sirve para algo aunque sólo sea como simple desahogo o como la forma de trazar un camino sin vuelta atrás, sin razón, que le conduzca a la autodestrucción. Lo que sí conoce es que las personas no cambiamos, no habrá días plácidos para nadie. Para ella, la mujer, una trabajadora de la caridad cristiana, no existe válvula de escape física que no sea el sometimiento y los rezos. El miedo se ha hecho fuerte alrededor de estos personajes, no sin motivo: sociedad frustrada, sin futuro, sin empleo, sin compasión. Cada uno busca su redención. La ira y la brutalidad son las soluciones que encuentra Joseph (Peter Mullan), herramientas que además le permiten provocar para que sean otros los que le castiguen con violencia en ese camino de destrucción emprendido, su forma de aliviar el dolor que le producen los remordimientos sobre su pasado, recuerdos que no le permiten olvidar y le hacen sentir que es una mala persona. Para Hannah (Olivia Colman) el camino de redención, el que le hace soportar su otra vida, pasa por la dedicación a los demás en esa tienda de ayuda social en la que trabaja y que con su mano va convirtiendo en una especie de cielo. En ella aguanta los insultos, la rabia de las personas heridas y solitarias. Y a ese dolor ajeno le va poniendo pequeñas cataplasmas sobre las cicatrices, lo que le permite no ver las suyas.

Redención (Tyrannosaur) nos enseña a personas que sienten que no valen nada, a las que le pesa la soledad y que necesitan con urgencia ese oasis de paz que puedan tomar como una redención. Pero resulta que son incapaces de pedir ayuda, han creado un duro caparazón que les aísla en el que se han encerrado para defenderse ante tanta insatisfacción que les produce su vida. Esos defectos, esas imposibilidades, que colocan al espectador alerta y que en cierta manera le obligan a poner distancia con los personajes, terminan siendo la forma de transmitir su humanidad y estableciendo una nueva mirada hacia ellos más completa y diferente.

Peter Mullan en una escena de la película Redención (Tyrannosaur)
Peter Mullan en una escena de la película Redención (Tyrannosaur)
La marginalidad de las casas sociales forma parte de la película. Nos muestra esos hogares como aparcamientos de la vida donde se vegetan las insatisfacciones y los remordimientos. Son los peores lugares para que crezca un niño. En estas barriadas no se puede vivir, porque en ellas todo es violencia. Son como bosques llenos de lobos hambrientos, que huelen la sangre. La relación entre los vecinos ha desaparecido; ya no se conocen, cada uno subsiste preocupado de sí mismo y los demás no le importan nada. Sobreviven si son el más fuerte, si pueden golpear sin ser golpeados, si se toman siempre la revancha y dan el último puñetazo. Considine no se recrea en este mundo, lo utiliza de decorado, pero es capaz de mostrarlo en su mayor profundidad con un par de escenas, como la del perro vecino que por su angustia y violencia pone la piel de gallina.

Joseph vive en ese mundo de amenazas, de venganzas, de ira, sin trabajo y acudiendo cada día al pub para beber y adquirir el estado de inconsciencia que nuble todas sus sensaciones. El entorno de Hannah es diferente, vive en un barrio residencial con un marido celoso, muy poquita cosa, que paga con ella todas sus insatisfacciones. Ella no sufre la violencia social, pero sí es víctima. En Redención (Tyrannosaur) descubrimos que ambos mundos están llenos de mentiras con las que tapar la fea realidad.

Cuando Joseph se burla de la fe de Hannah, lo hace porque no puede pensar que haya otra persona que arrastre mayor sufrimiento que él, lo que le lleva a pintar una existencia más satisfactoria en los demás. Si bien hay un planteamiento por parte del director de mostrar personas que piensan en la religión como un refugio, también nos enseña que la religión puede encerrar mucha hipocresía. En todo caso Paddy Considine se la toma como una decisión personal, una forma de plantearse las cosas que no es buena ni mala por sí misma. La bondad o la maldad está enraizada con la ética de las personas, su moralidad se sitúa por encima de su credo. Lo que sí transmite con devoción es la necesidad del trabajo dentro de las obras sociales para aliviar a quien sufre. Eso es lo que realmente le importa a la película, por encima del carácter religioso. Pero la ayuda no funciona si no se quiere recibir, si para ello no se mitiga la intensidad de esa coraza protectora que se interpone al tratar con los demás. Cuando se abre el caparazón es cuando se puede empezar a sentir empatía. Lo demás vendrá por sí solo.

¿Por qué se unen los dos protagonistas? Tal vez porque las vidas de ambos, con sus angustiosas situaciones, les lleva a ser capaces de entender el dolor del otro. En el fondo Redención (Tyrannosaur) es una historia de amor, o al menos de amistad profunda, ambientada dentro de lo más sórdido.

Son los giros, el descubrir lentamente la realidad de cada uno y esos pequeños juegos con lo inesperado, los que hacen que la trama no pierda intensidad en ningún momento, que la película atraiga de principio a fin. Se trata de un guion excelente muy bien llevado por dos interpretaciones sobresalientes, la de Peter Mullan de nuevo en la piel de un hombre atormentado sin esperanza y la de Olivia Colman, un contrapeso excelente que construye un personaje difícil y de mucha profundidad. A ellos hay que sumar el maravilloso trabajo de Eddie Marsan para dotar de maldad a un personaje que debe resultar el más repulsivo de todos los que pasan por el film.

Sin duda es una gran película que triunfó en el pasado Sundance y que pasó por San Sebastián, dentro de la programación de Zabaltegi-Perlas, con muy buenas críticas y elogios del público. Redención (Tyrannosaur) no deja indiferente pues sabe escarbar entro los sentimientos más humanos para sacarlos a la luz.

A modo de pequeño anecdotario: Redención (Tyrannosaur) es la primera película como director del actor Paddy Considine. En 2007 escribió y rodó el corto Dog Altogether que contiene la génesis de esta película y en la que aparecen los mismos personajes que el director desarrolla y completa en Redención (Tyrannosaur) al profundizar en su historia. Dicho corto fue ganador del León de Plata en el Festival de Venecia, de un BAFTA y un BIFA al Mejor Corto. Considine también participó en la escritura del guión de Dead Man's Shoes (2004) que dirigió su amigo Shane Meadows.

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