martes, 24 de abril de 2012

Wilaya, ficción en un campamento saharaui

Festival de Málaga Cine Español. Sección oficial. Wilaya

Cartel de la película Wilaya
Cartel de la película Wilaya
En la Sección Oficial del Festival de Málaga Cine Español se presenta Wilaya, una ficción que dirige Pedro Pérez Rosado y que se ambienta dentro de un campamento de refugiados saharauis («wilaya»). Es la historia de una joven que, después de 16 años viviendo en España, vuelve a la «wilaya» de Smara para el entierro de su madre. En el campamento se produce un choque cultural, pues lo que ella había planificado como un corto viaje, su familia lo había asumido como un regreso definitivo.

Wilaya es sin duda una acercamiento a la forma de vivir de los saharauis dentro de los campos de refugiados, en sus jaimas, y en un estado de provisionalidad perpetuo que dura ya más de 35 años. Muchos son ya los jóvenes que han nacido en el exilio, una generación víctima que ha vivido añorando un paisaje que ni siquiera conoce, con una identidad fraccionada, con el tiempo detenido, con un futuro por construir y en un permanente equilibrio entre su cultura ancestral y las modernidades que van llegando de occidente, donde tradiciones y neveras de las primeras marcas españolas conviven. La vida se va pautando de comportamientos férreos aprendidos, de largas esperas, de soledades, de silencios, de angustiosa desesperanza, de dolor por una tierra que les ha sido arrebatada y de la que se les expulsó para ser llevados a un lugar inhóspito convertido en un nuevo hogar provisional, hasta que las cosas se arreglen, si es que algún día existe esa voluntad. Pero el tiempo pasa y está detenido a la vez. Así le ocurre a la película, en la que se ha ido imponiendo ese ritmo de tragedia que no se puede enfrentar, donde la única posibilidad real es seguir esperando. Las decisiones van cayendo en saco roto y se posponen un día tras otro a la espera de lo importante.

Lo más enriquecedor de la película es quizá la doble mirada de su protagonista, quien siendo de allí llega desde fuera y ha aprendido otras cosas que le permiten valerse por sí misma. Es cierto que debe buscar su identidad, pero en ese camino juega con ventaja, pues tiene más modelos y decisión que los que allí se quedaron, que los que no han visto otra cosa. Y sin embargo también tiene que abrir los ojos para descubrir su propia realidad cultural que se encontraba oculta y decidir entonces quién es y hacia dónde quiere caminar. Es así como se convierte en un modelo a seguir.

Memona Mohamed, Pedro Pérez Rosado y Nadhira Mohamed durante la rueda de prensa de Wilaya (Foto: Nani, por cortesía del Festival de Málaga)
Memona Mohamed, Pedro Pérez Rosado y Nadhira Mohamed durante la rueda de prensa de Wilaya (Foto: Nani, por cortesía del Festival de Málaga)
La libertad individual es el concepto sobre el que gira Wilaya, los caminos para establecerla y los obstáculos que encuentra una mujer en dicho camino. La libertad colectiva, sin embargo, queda en un segundo lugar, sin apenas entrar en ella. No se habla del derecho de autodeterminación de un pueblo sometido y expulsado, en un conflicto del que Occidente o bien, como el caso de España, se ha desentendido o bien, como EE.UU. y Francia, ha tirado de los hilos en la oscuridad para que nada se mueva en contra de los intereses de Marruecos.

Destaca especialmente la banda sonora de la película, con buena música, enraizada y costumbrista pero a la vez potente y emotiva. Con ella se van envolviendo los sentimientos y logrando trasladar al espectador hacia el interior del mismo paisaje que están viendo sus ojos, un lugar diferente, pero con el que se logra una estupenda proximidad. En lo interpretativo destacar el trabajo de sus dos protagonistas: Nadhira Mohamed y Memona Mohamed. La segunda de ellas obtuvo el Premio a la Mejor Actriz por WILAYA en la pasada edición del Festival de Abu Dhabi.

Wilaya es una película menor que olvida rápidamente la carga política que pudiera esperarse de ella y que prescinde de contarnos la problemática que viven los ciudadanos del Sáhara Occicental. No era esa su intención y lo cierto es que se echa en falta esa mayor profundidad.

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