miércoles, 31 de octubre de 2012

Contando la silenciada epopeya de los soldados republicanos en la II Guerra Mundial

Alejandro M. Gallo presenta su novela Morir bajo dos banderas en Madrid


Miércoles 31 de octubre de 2012. Libería Rafael Alberti. Madrid

Gaspar Llamazares, Alejandro M. Gallo y Jesús Egido presentando Morir bajo dos banderas en la librería Rafael Alberti. (Foto: Toni Gutiérrez)
Gaspar Llamazares, Alejandro M. Gallo y Jesús Egido presentando Morir bajo dos banderas en la librería Rafael Alberti. (Foto: Toni Gutiérrez)
En la madrileña librería Rafael Alberti se presenta Morir bajo dos banderas, la última novela de Alejandro M. Gallo. Lo hace con la primera edición agotada y con una segunda camino de hacerlo en pocos días. Al autor le acompañan el diputado de IU Gaspar Llamazares y Jesús Egido, el editor de la novela.

Jesús Egido explica que Alejandro Gallo sigue dos líneas de trabajo a la hora de escribir sus novelas, por un lado el género policíaco y por otro el de la memoria histórica. Tras publicar con la editorial Rey Lear Asesinato en el Kremlin, el autor le propuso esta novela, la de unos soldados republicanos que tras la derrota en España se van enrolando en todos los frentes para seguir combatiendo contra el fascismo. Una novela extensa, de más de 700 páginas, dividida en cuatro partes y que estremece, especialmente al entrar en la piel de esos luchadores exiliados que mantienen con una fuerza inmensa la idea y el pensamiento de un país que se habían visto obligados a abandonar. Es una novela con un gran fondo histórico, muy documentada pero sin abrumar. Hay en ella una guerra, pero no es una novela de guerra, aunque no escatime a la hora de narrar cómo es una batalla. En Morir bajo dos banderas hay un poso de tristeza y traición, pero también la fuerza de una épica cotidiana que nos queda muy cerca, en la que los personajes históricos y los de ficción se mueven con naturalidad sobre los mismos escenarios.

Gaspar Llamazares recuerda que en su adolescencia leía muchas novelas de guerra. Confiesa que como lector siente un gran interés por la novela social, una novela que en este siglo y en el pasado se ha venido desarrollando dentro del género negro. También le preocupa la memoria porque le gustaría que pudiera dar voz a las víctimas y con ella dar sentido a una lucha antifascista que no ha terminado. Gallo aúna todos estas aficiones y con Morir bajo dos banderas ha escrito un relato trepidante sobre la memoria de los derrotados y olvidados republicanos que terminan siendo héroes en la Segunda Guerra Mundial y más allá. Añade que se trata de una gran epopeya de una historia cierta pero que nunca será reconocida. Sus páginas están llenas de víctimas a lo largo de hasta treinta años de guerra continuada en el caso de algunos de estos combatientes.

El diputado califica la novela de interesante y atractiva, especialmente por una reflexión compleja que ofrece al plantear otra mirada sobre la División Azul, la de unos verdugos que luego desaparecen del escenario porque llega un momento que para la dictadura se convierten en hombres que sobran. Morir bajo dos banderas establece un diálogo entre víctimas y verdugos, poniendo en el centro a los perdedores y a la vez se rebela moralmente contra la lógica de la Historia construida para decir que cualquier hecho posterior es siempre mejor. La épica de estos luchadores no se dobla, tras la victoria de la II Guerra Mundial quieren volver a España para tener la revancha y de nuevo salen derrotados cuando los propios aliados se lo impiden. Llamazares no quiere una tercera derrota para esos hombres y mujeres, una nueva derrota que venga por no recordarlos. Por eso la importancia de esta larga, densa y trepidante novela que recupera y resarce a unos derrotados que sin embargo fueron decisivos en la victoria contra el fascismo.

Portada de la novela Morir bajo dos banderas
Portada de la novela Morir bajo dos banderas
Alejandro M. Gallo recupera el término «epopeya» que ha utilizado Gaspar Llamazares porque esa palabra describe lo que quiso escribir, una historia que abarcara todos los frentes en los que lucharon los españoles. Para eso inventó una familia en la que cada miembro acabara en un frente, pero que además le permitiera articular esa realidad que va desde los campos de concentración para los exiliados, los trabajadores forzados en las minas de wolframio que se esquilmaron como un regalo de Franco a Hitler para proteger el frontal de sus Panzer, los prisioneros que se unieron a la División Azul con el único propósito de desertar en tierra rusa, los partisanos, la resistencia, la legión extranjera, los soldados que lucharon con Leclerc en la II División Blindada…

Cuenta que todo empezó con los trabajos de los historiadores Secundino Serrano y Evelyn Mesquida recogidos en los libros La última gesta y La Nueve. Cuando conoció a Mesquida e intercambiaron datos, Gallo comenzó a darle forma a esta novela. Nace en ese momento como una necesidad que explicase por qué en todos los lugares hay tumbas con nombres de soldados españoles. Gallo, un tipo duro, cuajado en mil batallas, se emociona mientras repasa algunos de esos sitios que dan descanso a esos republicanos. Mirando esas tumbas supo que había una gran novela con la que unir todas esas gestas de una gente impresionante. Dice que nosotros, la izquierda social y consciente de este país, siempre hemos sido generosos con los brigadistas internacionales que vinieron a combatir en nuestra Guerra Civil apoyando a la República. Y sin embargo le duele que Francia no haya sido capaz de hacer lo mismo con los republicanos que lucharon a su lado y que les ayudaron a liberar su país. A Franco no le interesó contarlo y una vez que las potencias reconocieron su gobierno, tampoco los aliados quisieron narrarlo, así que no se hace mención a los republicanos que lucharon en la II Guerra Mundial. Lo que cuentan es una mentira construida.

El autor confiesa que eligió Rey Lear para editar Morir bajo dos banderas porque no es una editorial cualquiera, aman los libros y lo que hacen es un trabajo de equipo. Tuvo conversaciones con una editorial grande, pero le ponían condiciones que no quiso aceptar pues desdibujaban el sentido con el que la había escrito. Añade Gallo que la novela está contada en segunda persona, algo poco comercial, para poder establecer un diálogo a varias bandas: con los lectores, con los que están vivos, con los familiares de los muertos y con los propios fallecidos. Habló con muchos de estos combatientes y todos le dicen que hicieron lo que tenían que hacer y que recuerde que ellos no son héroes. No les gusta aparecer, pero Gallo quería contar el papel que tuvieron y hacerlo pronto porque son ya mayores y se nos van. Es difícil saber de que estaban hechos aquellos hombres y mujeres. Ahora tienen noventa y tantos años y no han perdido la vitalidad, ves que siguen soñando. No es porque fueran ilusos. Gallo cree que se alimentaban de sueños, algo que ya no hacemos ahora. Hoy el individuo no sueña, todo le viene prefabricado. No quiere ser pesimista y nos dice para despedirse que hay posibilidad de seguir luchando por cambiar esta sociedad.

No hay comentarios: