sábado, 6 de octubre de 2012

Cortometrajes para ver el mundo y la excelente Ali  para entender cómo nos comportamos

Paco R. Baños presenta Ali, uno de los largometrajes que más suenan para el palmares del Festival de Cine de Madrid - PNR

sábado 6 de octubre de 2012. Sala Berlanga. Madrid

Cartel del cortometraje La boda
Cartel del cortometraje La boda
Si algo viene destacando en el Festival de Cine de Madrid - Plataforma de Nuevos Realizadores desde sus inicios ha sido su apuesta continua por el cortometraje. La sesión del sábado mostró la calidad de la Sección Oficial de esta edición con una selección de gran nivel. Se proyectaron siete trabajos. Tres de ellos me parecieron excepcionales. No solo son impecables en lo técnico, de fotografía precisa y de buen guion, sino que sus directores los han cargado de sentimientos y los han contado con mucha inteligencia. No es extraño que terminen provocando emociones a borbotones y que la retina se haya quedado impregnada con sus imágenes para construir recuerdos duraderos.

La boda, de Marina Seresesky, nos cuenta una pequeña anécdota. Y sin embargo el corto resulta una maravillosa historia de grandes mujeres, tan llenas de fuerza como acostumbradas a cargar con las dificultades que llegan. Su protagonista es una cubana que vive en Madrid y que trabaja en la limpieza, como muchas otras inmigrantes. No es fácil mantener el trabajo, ni que el dinero llegue para todo el mes, o que se pueda estirar un poquito para alguna celebración especial. La vida que soñaron no se cumple en este falso paraíso del capitalismo en el que todo son obstáculos colocados tan altos que son imposibles de saltar. Pero no se quejan, siguen adelante. Es la amistad el vínculo que mantiene su fortaleza indisoluble y la solidaridad entre estas mujeres trabajadoras el último atisbo de esperanza. Excelentes interpretaciones de un gran reparto y muchos sentimientos saliendo a flor de piel. A Yailene Sierra le basta una mirada triste para contarnos las dificultades de todas las vidas de quienes se fueron de su país para prosperar y no encontraron otra cosa que los peores trabajos. La boda nos revuelve en el asiento ante las pequeñas injusticias con las que se envuelve el día a día. Nos hace sentir por un ratito mejores personas.

Xacio Baño en Anacos hace un homenaje a su madre y por extensión a todas las madres. El recuerdo de la receta de la tarta de bizcocho le trae las nostalgias con las que construir el semblante sencillo de una mujer que siempre está en segundo plano, alejada y totalmente dedicada a que los demás -su marido, sus hijos- sean felices. Un sacrificio constante el de la figura de la madre que no busca recompensa y que no valoramos casi nunca en su justa medida, pero que cuando falta se echa de menos. El frío duele más sin una manta que cubrirnos. Xacio Baño parte la pantalla en fragmentos y con una fotografía de colores apagados y muchas veces detenida se va adentrando en la vida simple de ese pasado para colocar en su sitio a una madre, para que por una vez el foco se pose sobre ella en un ejercicio de responsabilidad. No hay vanaglorias, ni alabanzas superfluas, solo sentidas palabras llenas de nostalgias y sabores que el tiempo fue dejando en la boca. Es la recuperación sentimental de un tiempo vivido que se añora.

Cartel del cortometraje El vendedor de humo
Cartel del cortometraje El vendedor de humo
El vendedor de humo, de Jaime Maestro, es un trabajo de animación que nos cuenta con trazos seguros la historia de alguien que vive de que los demás le compren una ilusión. El problema es que la vende como realidad. El vendedor llega con su carromato a la plaza de un pueblo. No le hacen mucho caso. Pasa el tiempo pero no pierde su paciencia. De pronto surge una oportunidad. Los demás miran y se les va contagiando una necesidad que no tenían. Todos tienen sueños, deseos de mejorar, de que la imagen de sus enseres cotidianos sea algo más bonita y están dispuestos a pagar por ese embellecimiento pensando que será para siempre, o al menos duradero. Y la realidad es que, como toda mentira, al final se esfuma. Nuestros tiempos son así. ¡Qué nadie se atreva a pedir responsabilidades!, la culpa es nuestra por habernos dejado engañar y haber comprado humo solamente.

Zombi, de David Moreno, es un buen trabajo que quiere acercarnos a la dureza de enfrentarse a la enfermedad de Alzheimer. Para ello hace una comparación entre las personas que sufren esta enfermedad con los zombis porque encuentra que ambos tienen la mirada perdida, no recuerdan nada y ya ni hablan. ¿Quién querría vivir en esas condiciones y además haciendo sufrir a los que más quieres? Esplendido trabajo de los actores y de todo el equipo técnico que acierta con el ritmo y el enfoque visual, pero con un punto débil. Vemos la fatiga de cuidar a su padre en el matrimonio protagonista y en el nieto, y sin embargo el guion se empeña en usar el Alzheimer como fuente de comedia. El abuelo está cuerdo siempre que toma decisiones, y aparece en tres ocasiones bajo los síntomas de la enfermedad y las tres se convierten en escenas cómicas. Esos tres momentos son divertidos, pero desenfocan el objetivo: no sabemos si estamos ante una historia trágica o una comedieta.

El increíble viaje de Pipo & Astutto, de Pipo Arnaldo de Mendoza y Astutto Strap es un cortometraje muy particular. La visión de dos viajeros que se toman la vida con filosofía y parsimonia, lo que les permite establecer sus conclusiones y ver las vidas diferentes a las suyas, las que tienen gentes que nacen, viven y mueren en el campo. Es una historia de idiosincrasias contadas con respeto desde una voz en off y un pequeño homenaje a Amanece que no es poco, tanto en la vespa con sidecar en la que viajan sus protagonistas como en el deseo de mostrar una península ibérica profunda. Tal vez el viaje sea un despropósito, pero sirve el camino, ya que supone un aprendizaje. Hay otra conclusión más que se puede sacar de la proyección, que si tomas psicotrópicos terminarás viendo pitufos azules.

Pero no toda sesión es perfecta. Dos de los trabajos presentados me dejaron bastante frío. El primero fue el cortometraje de Ismael Ferrer Pacín Foto que juega a crear la atmósfera para una historia de terror psicológico. Todo el peso recae en la interpretación de la única actriz y, para mi gusto, no llega a funcionar. Algo parecido me ocurre con Al otro lado, de Neftalí Vela, otra historia intranscendental, mejor interpretada quizá, pero que camina demasiado tiempo por un espacio vacío, sobre repeticiones y sin un deseo de explicarse. Esta vez lo que me distancia es la mínima expresión de su guion.

Cartel de la película Ali
Cartel de la película Ali
A los cortos les siguió una sesión con el largometraje Ali, de Paco R. Baños, al que Amanda Guadamillas presentó pidiendo al público que disfrutase con el caramelo. No iba desencaminada la presentadora. Ali es una película redonda, de una pieza y sin flecos que queden abiertos. Si hablamos de la fotografía diremos que es intensa y cuidada, que juega con rojos fuertes enfrentados a tonos azules más tenues y que separa momentos de luminosidad, como la vida misma de una adolescente, de otros oscuros que nos introducen en espacios no compartidos. La banda sonora acompaña milimétricamente la acción. Pero sobre todo, dejando al lado la técnica, es una película que indaga en los sentimientos y que transmite el misterio de la naturaleza humana. Son las personas y su forma de establecer relaciones los motores de esta historia. Entrar en el mundo de Ali es comprender los miedos de una adolescente que no ha tenido tiempo para serlo porque se ha visto obligada a tomar responsabilidades muy pronto, una niña que siempre ha estado preocupada de cuidar a su madre, que por sus brotes de alegría y depresión sospechamos que padece una enfermedad. Ali tiene miedo de ser igual que su progenitora y va construyendo su vida sobre la premisa de no repetir los errores de ella, no quiere fracasos sentimentales, así que decide no enamorarse y huir siempre de los demás. Para ello se ha creado una máscara de frialdad porque cree que no sufrir significa no amar, no compartir. Sin embargo la película no transita exclusivamente por esa pose exterior de dureza del personaje, sino que explora el momento de atreverse a probar lo que rechazaba, de entender lo contradictorio que resulta decidir entre la cabeza y el corazón, de descubrir el valor de lo que le falta.

Interesante resulta ver como cada personaje soporta la vida con un punto de fuga propio, una actividad extraña y diferente que sin embargo los humaniza y les hace ser ellos mismos. Curiosas las metáforas que se establecen donde el miedo a conducir es simétrico al de enamorarse, o donde Ali y Stallone son y no son la misma persona. Divertido jugar a que los sueños de los demás solo son invenciones y estamos condenados a una vida gris y luego descubrir que nos equivocamos en nuestro prejuicio. A veces pienso que Paco R. Baños nos ha dado unos puntos sobre una hoja y que con Ali ha comenzado a trazar las líneas que los van uniendo para hacer un gran dibujo. Los trazos son la voz en off de Manolo Solo que nos guían sobre esa hoja que es Ali.

Sobresalientes son los trabajos de interpretación de Nadia de Santiago, Adrián Lamana, Luis Marco y Julián Villagrán. Pero sin duda la realmente excepcional es Verónica Forqué, que en su regreso al cine borda el papel de la madre de Ali. Es su mirada, su empuje, quien va dando profundidad y sentido al camino de su hija que de otra forma no se explicaría.

En el coloquio que siguió a la película, Paco R. Baños y la actriz protagonista Nadia de Santiago nos fueron descubriendo el interior de Ali. Este es el primer largometraje del director y el primer papel protagonista de la actriz. Nadia de Santiago dice que tiene poco de Ali, que ella es más cariñosa y no es tan dura. Cuenta Baños que cuando escribió el guion con Rafael Cobos pensó que nunca se iba a rodar, se conformaba con disfrutar mientras lo escribía. Pero les dieron una subvención y fue viendo que podía terminar rodándose. Construyeron personajes entre el surrealismo y la más cruda realidad. El director espera que la película provoque algo en el espectador, con eso le basta. Después, cuando habla sobre que el cine es un camino de aprendizaje en el que se hacen muchas pruebas, nos damos cuenta de que es una persona meticulosa con su trabajo. También se muestra perfeccionista al reconocer que hay que equivocarse para poder darse cuenta de las cosas. Explica que se falla cuando lo que quieres contar no llega al público con la misma intensidad que esperabas. Pero yo no creo que Baños esté hablando de Ali, si tuvo errores están corregidos. Sobre la distribución del largometraje en salas comerciales comenta que es complicada. Le pasa como a todas las películas pequeñas, donde incluso las que logran una cierta difusión se dan batacazos.

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