martes, 2 de octubre de 2012

Historias de minorías, historias de mayorías

El Festival de San Sebastián también encuentra espacio para un cine más comercial

Jueves 27, viernes 28 y sábado 29 de septiembre de 2012. San Sebastián

Cartel de la película The Sessions
Cartel de la película The Sessions
La sección Zabaltegi-Perlas del Festival de San Sebastián proyecta una selección de películas que han pasado por otros festivales internacionales durante el año y que por tanto no pueden competir en la Sección Oficial. Entre ellas, los espectadores votan para elegir el premio del Público. Este año ese galardón se lo ha llevado con un sobresaliente alto la película estadounidense The Sessions, a la que solo le ha hecho cierta competencia Ken Loach con The Angels' Share.

The Sessions es una dulce película del director Ben Lewin que toma los escritos autobiográficos del poeta y periodista Mark O'Brien para acercarnos con mucho humor a las prácticas sexuales de un discapacitado. La habitación de O'Brien apenas tiene muebles, pues su vida se la pasa en el interior de un pulmón artificial, del que en los buenos días puede salir hasta unas cuatro horas. En esos ratos la vida la ve desde una camilla, empujado por la cuidadora de turno. Tiene 38 años cuando decide perder su virginidad. Para ello debe vencer dos obstáculos: sus impedimentos físicos y sus dudas morales fruto del catolicismo en el que se ha educado y comparte. Los primeros miedos los resuelve con su terapeuta y los segundos escuchando a su sacerdote. No hay que dejarse llevar por lo aparatoso que pueda sonar este argumento, pues la película es todo lo contrario: fresca, ágil y sobre todo divertida. Ese es su gran éxito, un personaje que nos gana por su inteligencia y sentido del humor, lo que hace olvidarnos de su minusvalía y que cualquier gesto de compasión desaparezca para centrarnos en la historia. Vemos a un hombre que es como todos y que trata de superar un reto. Hay en él algo que lo hace peculiar, sin duda, la amable ironía con la que mira el mundo a su alrededor. Lo que toca es vivir, y esa decisión se contagia mágicamente al resto de personajes que admiran esa vitalidad del protagonista, porque sienten que ellos ya la habían perdido y O'Brien se la vuelve a traer. Es ese optimismo y la luminosidad las armas que usa Ben Lewin para desarmar al espectador, y las utiliza muy bien. Si el guion resulta brillante es también en gran medida por la gran interpretación de sus protagonistas: John Hawkes, Helen Hunt y William H. Macy.

En la Sección Oficial, aunque fuera de concurso, se presentó Quartet, el primer trabajo como director de Dustin Hoffman. Una película cargada de sentimientos que se han dibujado desde una visión basada en la experiencia que dan los años. La vejez podría ser ese lugar tranquilo donde esperar el final o todo lo contrario, un estado de inquietud en el que fluyen disparadas las ganas de vivir. Algo más tozudos, con un cierto regreso a posturas un tanto infantiles que ahora se dirían de un cascarrabias, se mueven sus protagonistas, y lo hacen en el marco elitista de una gran mansión convertida en residencia para que ellos tengan un dorado y bien merecido retiro después de haber despuntado en el pasado como artistas relacionados con el mundo de la ópera. Quartet es un homenaje tanto a la música de Verdi como a quienes la interpretaron. Hombres y mujeres que ahora peinan canas y a los que el gran público ya ha olvidado. Hoffman reivindica que hay un espacio en el cine para actores y actrices mayores, que hay papeles para ellos y que aún les queda capacidad para conmover. La película, por su ternura, despertó grandes aplausos, aunque no pasa de ser una melodrama muy amable bien apoyado en la música clásica.

Cartel de la película Hypnotisören / The Hypnotist
Cartel de la película Hypnotisören / The Hypnotist
Hypnotisören / The Hypnotist compite en la Sección Oficial. Es una película sueca del director Lasse Hallström basada en el best-seller del mismo título que escribiera Lars Kepler. Viniendo de Suecia no podía ser otra cosa que un relato policíaco que va narrando la investigación de un violento crimen. Tiene dos buenos momentos visuales sobre los que se asienta la película, la escena donde el policía encuentra los cadáveres de la familia asesinada y el instante en el que un autobús se hunde en el hielo. Pero esas dos circunstancias son poco bagaje para justificar el resto del metraje. Es cierto que presenta algún buen giro inesperado y creíble y que durante algún tiempo mantiene cierta intriga. Pero poco más se puede decir de esta película sin acudir a describir sus hermosos paisajes nevados.

Técnicamente resulta impecable y de una buena visión cinematográfica de su director que acude a muchas tomas elevadas para permitir al espectador una mirada superior y completa, a que se eleve por encima de la historia para intentar anticiparse en la investigación. No en vano Hallström es uno de los directores más reconocidos de su país con una larga trayectoria en el cine norteamericano y con películas como ¿A quién ama Gilbert Grape?, Las normas de la casa de la sidra o Chocolat.

El cine asiático también está representado en la Sección Oficial con la película All Apologies de la directora china Emily Tang. Es una historia trágica cargada de impotencia ante el destino, en un país donde el individualismo tiene poco camino. Es lo colectivo lo que manda y las normas las que fijan lo esencial, las que cuantifican cada circunstancia. Todo tiene su precio oficial y cada uno sabe que debe cumplir con lo que ha aprendido que es justo y equitativo. Pero a veces surgen dilemas morales a los que no resulta tan fácil aplicar ese justiprecio estipulado. Con un ritmo lento Tang nos va adentrando en la historia que nos quiere contar y lo hace desde dos entornos diferentes. En el primero, el rural, la tradición ha secularizado de una forma indiscutible la manera de medir y contar, no hay posible discusión. En el segundo, la ciudad, existe un pequeño espacio para el individuo. El cine chino tiene otra forma propia de medir el tiempo y un ritmo cultural de narrar. All Apologies no resulta una excepción, ni supone por tanto ninguna sorpresa.

Cartel de la película Le capital
Cartel de la película Le capital
Francia, junto con España, son los dos países que más películas han aportado a la Sección Oficial de este año. Costa Gavras nos trae en Le capital su visión sobre la culpa de esta crisis en Europa. Él mismo explicó sus motivación a la hora de hacer este film: «Somos esclavos del Capital. Nos tambaleamos cuando se tambalea. Nos regocijamos cuando crece y triunfa. ¿Quién nos liberará? ¿Deberíamos liberarnos nosotros? Deberíamos conocer al menos a los que lo sirven y cómo lo hacen». Así que para ello nos contó la historia del imparable ascenso de Marc Tourneuil, un sicario del Capital que quiere ser respetado y reconocido por todos como amo y señor. No sabemos si tiene principios o si estos cambian con cada billete que recibe. Desconocemos si tiene la mínima conciencia, si todo lo justifica por sobrevivir en la cúspide del éxito o si simplemente se comporta como si todo fuera un juego al que enfrentarse con su inteligencia. Contar el Capitalismo en cine siempre termina resultando aburridísimo, pues esas grandes ideas que todo director que se acerca a la economía tiene son papel mojado, conocimientos que ya hemos experimentado en nuestras propias carnes. Ya no son oscuros secretos. Tratar de ser didáctico para contarnos que el lema de los capitalistas es seguir robando a los pobres para que los ricos puedan acumular más no garantiza que el público se interese por la película. Explicar el mecanismo cortoplacista del accionista que busca su beneficio lo más rápido posible, que empuja incluso contra la empresa en la que invierte para comprar más barato el número de acciones suficientes que le permitirá hacerse con todo el poder, no es suficiente para mantener la atención de casi nadie. Enseñar cómo quedarse con el dinero del otro para recomprar con ese mismo dinero lo que éste vende, tampoco. Poner un mínimo de conciencia para que podamos vernos a la inmensa mayoría como víctimas del Capitalismo ya no sirve.

Al final lo que se retrata son seres egoístas, desdibujados, que visten bien, que se acuestan con putas caras, que tiran millones por un capricho y que viajan constantemente de un lado para otro sin detenerse más que a mirar un segundo lo que hay debajo de sus pies, lo que divisan desde la cima de un mundo que la verdad no tiene sentido. La pena es que sigan siendo modelo de vida en nuestra sociedad.

No hay comentarios: