sábado, 9 de marzo de 2013

Enseñando y aprendiendo en la calle

La Universidad pública madrileña sale a la calle para mostrar su labor cotidiana y visibilizar sus reivindicaciones en defensa de la educación y contra los recortes del gobierno


Sábado 9 de marzo de 2013. En las calles y plazas de Madrid

Cartel de la convocatoria La Uni en la calle
Cartel de la convocatoria La Uni en la calle
Frente a la injusticia se puede protestar de muchas maneras. El profesorado de las universidades públicas madrileñas ha salido a nuestras calles y plazas a impartir sus clases, ante la mirada de todos, con luz y taquígrafos, para que podamos ver su labor cotidiana y nos sirva a todos para seguir aprendiendo. Enseñarnos su trabajo y la forma en la que lo hacen es su manera de visibilizar el deterioro al que nos llevan las actuales políticas de educación, tanto estatales como de la Comunidad de Madrid. Se han subido las tasas en las matrículas, se han reducido las becas, se ha recortado el gasto en investigación y se han acortado significativamente los presupuestos educativos en un intento de estrangulamiento económico que termine ahogando la enseñanza pública. A esta jornada la han llamado La Uni en la calle.

Profesores y alumnos vienen a decirnos que ya está bien, que no es posible tener una sociedad democrática y avanzada si nos falta una buena universidad, pública y accesible sin discriminación alguna, porque no debemos olvidar que es la universidad quien forma ciudadanos libres. Esa es su labor social. Nos lo enseñan con humildad, impartiendo los profesores universitarios una clase abierta de su materia en plena calle, al aire libre. Por un día nuestras calles se convierten en aulas y cada uno de nosotros en un alumno improvisado, en alguien que está aprendiendo y formándose, porque esta vida es tan puñetera que nunca se deja de estudiar.

La jornada no arrancó bien, el Ayuntamiento de Madrid quería encargarse de dificultar la protesta, así que, a primera hora y en varios de estos lugares públicos, envió a la Policía Municipal para obstaculizar estas clases, impidiendo la colocación de carteles o equipos de sonido y solicitando identificación a los asistentes para posible sanción administrativa posterior. Son los métodos que ahora usa el poder, claros actos intimidatorios con los que pretendían romper la participación. La coordinadora de la protesta se mostró rápida, contactó con la Delegación de Gobierno y confirmó con ella que no precisaba ninguna autorización adicional a la comunicación hecha a la Delegación para seguir impartiendo las clases y los municipales fueron desapareciendo.

La Uni en la calle buscaba también la solidaridad de la ciudadanía, que saliéramos y nos plantáramos ante los recortes. Elegí acercarme a El Campo de la Cebada, un lugar donde las vecinas y vecinos del Distrito Centro de Madrid se han agrupado para fomentar el uso temporal del solar del derribado polideportivo de La Latina. Esos vecinos y vecinas han levantado un espacio comunal que cuenta con un huerto, un solario, unas canastas… Allí se proyecta cine, se hacen conciertos y muchos mañanas de domingo se cede el espacio a diferentes cantautores. El lugar también sirve para que correteen muchos niños y niñas jugando entre las modélicas construcciones de madera mientras los mayores leen el periódico. En definitiva se trata de un espacio de encuentro entre iguales. Hasta allí se acercaron dos profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad Autónoma de Madrid. José Luis Velázquez nos contó de una forma didáctica y amena El cerebro y las emociones morales, mientras que Eduardo Álvarez disertó sobre Los conceptos antropológicos de Marx y su sentido filosófico. Hablaban rodeados de gente, explicándose cada uno con su método. El primero sentado, el segundo en pie. Convivían sus clases con las actividades cotidianas sin que unos interrumpieran a otras, con naturalidad, porque enseñar forma parte de vivir. Mientras el profesor habla, un anciano cruza por delante, dos niños corretean detrás de una pelota de goma, un grupo de personas rueda un corto, alguien habla por teléfono, un perro olisquea una maceta, dos mujeres toman el sol tumbadas mientras charlan, un alumno toma notas y otra se lía un cigarro. Y la integración de todo ello produce una estampa perfecta de una mañana importante.

José Luis Velázquez impartiendo su clase en el Campo de la Cebada
José Luis Velázquez impartiendo su clase en el Campo de la Cebada
La Universidad publica tiene sus problemas y seguro que ha cometido errores en su sistema formativo porque no es perfecta y sí mejorable, pero es nuestra educación, la de todos, la que vela porque sigamos educando las personas que queremos ser, la que construye nuestro futuro como sociedad, la que pone en contacto al profesor que quiere enseñar con el alumno que desea aprender. La universidad ha salido a la calle, un sitio que no debe abandonar, y nos pide que entre todos la defendamos y no permitamos que sigan podándola porque irremediablemente, cuando arrepentidos nos demos cuenta del error, será tarde, el árbol estará muerto y con él habremos perdido varias de nuestras generaciones.

Vivimos una crisis que nos ahoga como sociedad. El gobierno sin vergüenza nos culpabiliza a los ciudadanos insultando nuestra inteligencia con eso de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Solo es un problema de desigualdad, porque la brecha entre los más ricos y los más pobres se ha disparado, y de redistribución que lo corrija; pero se nos cuenta monsergas de sostenibilidad cuando lo que se busca es empobrecer, hacer ineficaz y desprestigiar nuestra sanidad y educación, para que otras manos, esta vez privadas, se llenen los bolsillos de billetes. Recorta de lo público para favorecer el negocio privado. El gobierno se empeña en decirnos que nos sobran personas tituladas, pero lo cierto, la realidad, es que lo que nos faltan son puestos de trabajo cualificados. Es el empleo la prioridad, lo que hará sostenible todo nuestro sistema social del bienestar, así que cualquier política que elimine un solo puesto de trabajo lo que hace es hundirnos más.

Los ciudadanos hemos decidido salir a la calle para protestar. El problema es que tenemos un gobierno sordo, pretencioso, chulesco y arrogante al que ya no le importan sus ciudadanos. Es culpa del PP y responsabilidad de quienes les votaron. Este gobierno insiste en que solo hay un camino, el neoliberal, y que va a ser mejor que no tengamos Estado, cada cual según su fuerza, según lo que tiene, según lo que mueve. Así que se han puesto a desmontar lo que por un lado llaman «chiringuitos» y por otros «lujos que nos podemos permitir como sociedad». Pero nos están engañando y las mentiras siempre terminan teniendo las patas muy cortas.

No hay comentarios: