lunes, 22 de abril de 2013

El cine más social toma el Festival de Málaga

En la Sección Oficial se presentan Diamantes negros, de Miguel Alcantud, e Hijo de Caín, de Jesús Monllaó


Sábado 20 de abril de 2013. En el Festival de Málaga Cine Español. Málaga

Alassane Diakite, Miguel Alcantud, Guillermo Toledo y Carlo D’Ursi durante la rueda de prensa de Diamantes Negros (Foto: Toni Gutiérrez)
Alassane Diakite, Miguel Alcantud, Guillermo Toledo y Carlo D’Ursi durante la rueda de prensa de Diamantes Negros (Foto: Toni Gutiérrez)
Si el día pasado dominaba la etiqueta comercial en el Festival de Málaga Cine Español, en esta jornada se da un giro y se presentan algunas de las películas más sociales de esta edición. Diamantes Negros compite en la Sección Oficial y sin duda es una película valiente que dará motivos para hablar de ella. Trata de la explotación de niños procedentes de África para jugar al fútbol en las ligas europeas. Costa de Marfil, Nigeria, Camerún, Senegal, Mali… se han convertido en países cantera con diamantes en bruto para el fútbol que Europa quiere expoliar, igual que lleva haciendo siempre con las materias primas de África. La película la dirige Miguel Alcantud, un hombre polifacético que inventó el formato de Microteatro, que ha dirigido capítulos de grandes series en televisión y también varias películas.

Se puede hacer cine de calidad y comprometido. Diamantes Negros es una buena película que produce dolor y vergüenza de formar parte de un primer mundo donde hay personas que viven de explotar a otras personas. Realmente estamos hablando de tráfico de niños. Son chicos de 14 o 15 años, sin formar y sin recursos, a los que un ojeador, cómplice de una red, les promete un futuro maravilloso. Se les engaña con falsas promesas. Para traerles a Europa se les cobra un dinero a sus familias que supone cargarles con una deuda que hipoteca sus vidas y por tanto una obligación del muchacho para rescatar o compensar ese gran esfuerzo familiar. Cuando llegan algunos sirven, pero a los otros, los que no les valen, la mayoría, los dejan tirados en la calle de una ciudad europea que no conocen y donde tienen que empezar a intentar ganarse la vida siendo aún niños. Si vuelven a casa se convierten en parias, esos desagradecidos que rompen el sueño de los demás, y así, hayan regresado o se hayan quedado, su vida se termina convirtiendo en silencio y vergüenza.

Aunque es una película contenida en la interpretación, desborda los sentimientos del espectador por la intensidad emocional que va despertando. Si algo destaca en el trabajo de Diamantes Negros es la empatía que surge hacia los dos muchachos malineses a través de cuya peripecia se nos cuenta toda la historia. Hay en ellos, en lo que les pasa, una angustia que nos obliga a enfrentarnos a la injusto, que nos pide hacer algo para que las cosas no sigan siendo iguales. Estupendo es también el trabajo de los actores profesionales que intervienen en la película: Carlos Bardem, Willy Toledo, Carlo D’Ursi, Santiago Molero y Ana Risueño, entre otros.

Miguel Alcantud durante la rueda de prensa de Diamantes Negros (Foto: Toni Gutiérrez)
Miguel Alcantud durante la rueda de prensa de Diamantes Negros (Foto: Toni Gutiérrez)
Miguel Alcantud tuvo noticia de este tipo de explotación por la documentación que generó Picking Players. También estuvo trabajando de cooperante en Mali y comprobó que se trataba de una problemática real. Después se fue a Noruega para entrevistarse con un abogado experto en el tema. Completó su información hablando con chicos, con jugadores africanos y sobre todo con un ex-futbolista camerunés que ha fundado una ONG para tratar de ayudar a todos estos muchachos en Francia. Confiesa el director que esta historia la han contado desde la verdad e implicándose. Viajaron a Mali y allí trataron de insertarse en la vida del país, viendo a esos jóvenes muchachos que sueñan con llegar a ser una gran estrella del fútbol. Con lo que vieron y les contaron, fueron reescribiendo el guion. Es un drama muy documentado en el que todo lo que ocurre le ha pasado a alguien que el director ha conocido. No han tratado de hacer una crónica periodística, por eso no han elegido el formato de documental y se han decantado por una película que ficciona la realidad metiendo el dedo en la llaga porque piensan que así es posible que llegue a más público y puedan hacer más ruido. Tampoco se han querido ir a las situaciones más dramáticas, se han quedado en retratar el caso medio. Lo que pide Alcantud es que cada uno saque sus conclusiones.

Alassane Diakite es un futbolista malinés que actúa en la película aunque su personaje no juega al fútbol. En la rueda de prensa explica que ha vivido el 95% de las diferentes situaciones que presenta la película. Cuando le piden que cuente su historia explica que en Mali gusta mucho el fútbol y que la liga española es de las que más se ve. Para la mayoría de los niños su sueño es venir a España a jugar. Su tío le llevó a un equipo de Mali. El presidente del club conocía a alguien que decía ser un representante de jugadores al que le interesaba Diakite para un equipo europeo. En dos meses le consiguió un visado para Francia. Ese hombre le mentía cada día. Alassane descubrió que detrás de la mentira no había nada más. Eran los equipos pequeños los que le querían, pero pagan poco y tuvo que buscarse la vida. Tenía un primo en Madrid, así que se vino de ilegal; jugó un torneo de emigrantes y empezó otra etapa. No la explica, pero se ve su dolor. Confiesa que lo pasó mal, que no ha robado, pero que ha tenido situaciones muy difíciles. Por suerte no le ha faltado un equipo. Ahora sigue jugando al fútbol, su club es el CD Canillas.

Alcantud denuncia el desinterés de los medios y cuenta que se dirigió a Marca para pedirles documentación sobre el tema. Le respondieron que no tenían ninguna. Les dijo entonces que al terminar la película les daría la documentación que fuera generando. Le respondieron que no les interesaba. Alcantud intentó hablar con los grandes clubes, pero le cerraron las puertas. Sólo el Atlético Madrid les dejó el estadio para que rodaran una escena. Explica Willy Toledo que Diamantes Negros es también un retrato de cómo funcionan los equipos de fútbol y el mercadeo de jugadores, y que todo ese inframundo es bastante desconocido. Él mismo, antes de rodar la película no tenía ni idea. Añade que en España hay tres instituciones intocables: iglesia, monarquía y clubs de fútbol. Alcantud apunta en ese sentido al señalar que no hay, ni ha habido, ningún proceso judicial sobre este tema.

María Molins, Jesús Monllaó, José Coronado y David Solans durante la rueda de prensa de Hijo de Caín (Foto: Toni Gutiérrez)
María Molins, Jesús Monllaó, José Coronado y David Solans durante la rueda de prensa de Hijo de Caín (Foto: Toni Gutiérrez)
Hijo de Caín es la segunda de las películas de Sección Oficial que se presenta en este día. Se trata de un thriller psicológico donde el protagonista es un niño lleno de maldad al que su familia quiere curar. Sabe sacar de sus casillas a los que le rodean, pero también consigue llegar al corazón del espectador. Se podría decir que es una historia de poder y sobre todo de manipulaciones que se ha montado sobre dos elementos fundamentales: la psicología y el ajedrez. A través de ellos y utilizando a los personajes como figuras del tablero, se desarrolla una historia con grandes dosis de suspense. Se nota que Hijo de Caín es una película muy trabajada que consigue resultado. La verdad es que me gustó, pues me atrapó con su juego desde el primer momento y no me soltó hasta la escena final. No se puede pedir más a una película de suspense.

Jesús Monllaó describe su película como un viaje al interior de una familia al borde del colapso. Si el cine es hacer realidad un sueño, a veces toca tener pesadillas. Hijo de Caín es una de esas últimas, un largometraje para sufrir el dolor de los personajes. Está basado en la novela Querido Caín del psicólogo Ignacio García-Valiño y nos habla de una sociedad profundamente enferma que provoca enfermedad. Nuestros jóvenes se enfrentan a un mundo que rechazan, donde se ejerce el poder por el poder cada día. Una sociedad tan compleja requiere que prestemos gran atención a nuestros niños. Debemos hacerlo desde la política, la escuela… Conseguir que los valores de nuestra sociedad sean distintos. Preguntado sobre la hipocresía que se muestra en la película con respecto a las entidades filantrópicas, Monllaó se muestra generoso y dice que hay de todo: advenedizos, corruptos y buena gente. El único lugar en el que no ocurre esa hipocresía es aquel en el que hay diálogo. En nuestra sociedad no se habla del dinero y sin embargo hacemos esfuerzos ímprobos por conseguirlo. En la película no hay una crítica hacia esas entidades filantrópicas, simplemente muestra este status quo que tienen esas organizaciones. Lo que sí se ve en Hijo de Caín es quién tiene el poder. El dinero es solo un componente del poder. Poder es saber los puntos débiles de los demás para sacar ventaja. En la película todos los personajes creen conocer esas debilidades de los demás. En ese sentido, el ajedrez es una metáfora del andamiaje de esta sociedad. La medicina moderna, añade Monllaó, tiene una tendencia exagerada hacia la biologización. Se vende medicamentos para cada síntoma o síndrome. Pero no todo es explicable desde un punto de vista médico, hay personas que no sienten nada ante el dolor ajeno. Etiquetarlo como una enfermedad es una simple excusa porque somos incapaces de creer que hay gente así.

Explica también el director que la película muestra la realidad sociológica de Cataluña donde le bilingüismo es así, si te presentan a alguien en castellano te va a costar hablar con él en catalán y al revés también. Lo que demuestra Monllaó durante la rueda de prensa es una pasión absoluta. Él no hace cine industrialmente, por eso llevaba tiempo buscando una oportunidad para dirigir su ópera prima. Le ha llegado con esta historia de García-Valiño por la que ha sentido que tenía que dejarse la piel. No ha seguido ninguna estrategia, solo creer ciegamente en la película y en la gente con la que la ha hecho. Agradece especialmente a José Coronado que quisiera participar en ella.

Dice David Solans, el niño protagonista, que para desarrollar su personaje se inspiró en un Anibal Lécter de pequeño. María Molins reconoce que sufre y aguanta su papel porque es madre de corazón, por eso sabe que su personaje está ciego con respecto a su hijo y entiende que se comporta como una leona que protege a su hijo. Finalmente José Coronado define a los personajes como creíbles y destaca sobre todo la capacidad de la película para encontrar el ritmo con el que ir enseñando el lado oscuro del niño y de todos los demás personajes. De Jesús Monllaó dice que es un contagiador y que, como ama esta profesión, es fácil que saque lo mejor de cada uno.

La actriz Ingrid Rubio durante la rueda de prensa de La Estrella (Foto: Toni Gutiérrez)
La actriz Ingrid Rubio durante la rueda de prensa de La Estrella (Foto: Toni Gutiérrez)
Una de las nuevas secciones de este año en el Festival es Málaga Premiere, un espacio para estrenar algunas de las películas españolas que en breve comenzarán su recorrido por salas comerciales. La Estrella es una de ellas. Se trata de una película cargada de esperanza a pesar de la amargura que nos hace vivir. El largometraje tiene muchas virtudes, pero sin duda es la fuerza que Ingrid Rubio imprime al personaje de Estrella la que llena la pantalla. Se trata de una mujer que es alegría, ganas de vivir y un deseo tremendo de ayudar siempre para que todos a su alrededor lleguen a ser felices. Sin embargo, y sin saberlo, ella no lo es. Ha ido cediendo a la vida acomodada que le propone su novio. Ese cuestionamiento que enfrenta la película sobre el modelo de éxito que culturalmente se ha impuesto en nuestra sociedad como única manera para llegar a ser felices es uno de sus pilares. Es fácil caer en ese modelo, dejarnos arrastrar porque no resulta simple decir que no en el momento adecuado. Así se van quebrando nuestras relaciones. El mensaje en este aspecto la película es claro: hay que decir que no cuando no se quiere. Si Estrella es la luz, su amiga Trini, a la que interpreta Carmen Machi, es la sombra: esa otra capa en la película que la tiñe con la amargura de la que hablaba antes y que nos lleva a una historia sobre malos tratos.

La película es una adaptación de la novela del mismo título de Belén Carmona. Dice Alberto Aranda, su director, que película y libro son hermanos mellizos. Leyó la novela hace 6 años y le apasionó el personaje de Estrella, lleno de luz, vitalidad y con un deseo de que todos a su alrededor fueran felices, aun siendo ella infeliz sin saberlo. Para tener la voz femenina que la película necesitaba, le propuso la idea a la autora que se sumó al proyecto y ambos decidieron partir de cero, jugar a otro registro pero que bailara la misma coreografía. Belén Carmona, que define su libro como una rumba-novela, habla de la presencia del flamenco en la película como una herramienta de crecimiento personal porque el flamenco es valentía.

Ingrid Rubio señala que La Estrella sirve para prevenir lo que hoy en día está ocurriendo, y lo hace dando una esperanza, diciendo que es posible levantarse y empezar de nuevo. Le pide a las mujeres que no se pasen por encima y que se escuchen. Destaca que es una película luminosa. Carmen Machi supo en cuanto leyó el guion que Estrella debía ser Ingrid Rubio porque ella es pura verdad y pura vida, como el personaje. Machi también habla de su papel, explica que cuando aparece no vemos las raíces del problema, solo una mujer que atraviesa una depresión por la mala vida que le ha tocado vivir. Añade que el cine sirve para mucho, con él se pueden despertar conciencias, apuntar con el dedo, avisar antes de que nos sorprendamos por algo que no esperamos y nos llevemos las manos a la cabeza. Marc Clotet también explica su personaje, el de un hombre que quiere unas cosas y al final no acaba valorando lo que de verdad quería. En realidad es un egoísta que piensa más en su felicidad y no consigue entender a Estrella.

domingo, 21 de abril de 2013

El Festival de Málaga premia la trayectoria profesional de José Coronado

Casting, de Jorge Naranjo, la película que ha despertado más simpatías


Domingo 21 de abril de 2013. Festival de Málaga Cine Español. Málaga

José Coronado (Foto: Toni Gutiérrez)
José Coronado (Foto: Toni Gutiérrez)
Si ayer, en el Festival de Málaga Cine Español, la protagonista fue Isabel Coixet, hoy le toca el turno a José Coronado a quien el Festival entrega el Premio Malaga Sur 2013 por su trayectoria profesional. Coronado recuerda en la rueda de prensa que no nació con vocación de actor, que simplemente, cuando tenía 30 años, una amiga le propuso ir a clases de interpretación para desestresarse. Luego le acompañó la suerte, añade, algo muy importante en esta profesión. Habla también de Paco Rabal como referente, de Enrique Urbizu y de Santos Trinidad, el personaje que interpretó en No habrá paz para los malvados y que le hizo pasar del registro de galán al del tipo duro. A la situación que estamos atravesando la califica de crítica para todo el mundo, pero especialmente en el sector del cine español que está siendo uno de los más castigados. Comenta que los compañeros que siguen teniendo la suerte de trabajar en esto se han recortado el sueldo a la mitad. «Es una lástima que se esté hurtando el deleite de la cultura al ciudadano de a pie», dice Coronado y tiene toda la razón. Al recoger el premio en la gala de la noche, Coronado dobla la rodilla en el suelo, con agradecimiento y emoción, dando las gracias por el honor y también por tener un trabajo que además de darle satisfacciones le gusta.

Hoy se presentan dos películas en la Sección Oficial a concurso. Casting, de Jorge Naranjo, es la primera de ellas. Sin duda se trata de una apuesta firme del festival por un cine fresco que están haciendo los nuevos directores. Me gusta por cercana y porque sabe a verdad. Con pocas pretensiones, desde lo cotidiano, habla de personas corrientes enfrentadas a sus conflictos y obligadas a tomar sus decisiones. Las hay valientes, cobardes, pero todas están hechas un lío y necesitan que las demás les den ese empujón que las lleve a tirar de sí mismas. Es extrañamente positiva, a pesar de que casi todo lo que les ocurre a sus personajes no sea bueno. Y esa es su magia, esa mezcla hermosa de vitalidad y corazón, esa petición a que aparquemos la competitividad malsana de nuestra sociedad, a que nos paremos un instante a observar unas vidas que no tienen nada de especiales pero que nos pueden enseñar algo de nosotros mismos, a que nos interesemos por cómo es eso de pertenecer a una generación de actores y actrices jóvenes en busca de un papel.

Casting es una película coral que bien podría terminar siendo catalogada como el manifiesto de una generación de actores y actrices que sobreviven. Hacen cortos, no cobran un duro y siguen yendo a castings que les destrozan porque les obligan a enfrentarse una y otra vez con esa parte de sí mismos que no les gusta. Saben que ese es el camino impuesto al que deben doblegarse para llegar a triunfar un día. No les agrada, pero lo admiten y participan un poco a regañadientes porque ellos no pueden cambiar las reglas. Y en ese ambiente, ellos son capaces de encontrar humanidad, de formar un grupo, de preocuparse los unos por los otros más allá de las rivalidades porque saben que después, cuando salen de la prueba, cada cual tiene una vida como la de todos, cargada de problemas, penurias y desventuras.

Me gusta, no puedo negarlo, porque está rodada en el Madrid por el que camino cada día: Lavapiés, Rastro, Atocha, Embajadores, Tirso de Molina, Tabacalera, La escalera de Jacob… Esas calles, esos espacios forman mi barrio y de verdad es tan luminoso y bonito como lo muestra Jorge Naranjo en la película. Me gusta también porque como espectador me lo he pasado bien viéndola y porque encuentro en ella una cierta esperanza que a mí me vale.

El director Jorge Naranjo durante la rueda de prensa de Casting (Foto: Toni Gutiérrez)
El director Jorge Naranjo durante la rueda de prensa de Casting (Foto: Toni Gutiérrez)
La rueda de prensa comienza con una novedad, Fernando Méndez-Leite, encargado habitual de presentarlas, esta vez se sienta a la izquierda de la mesa. Jorge Naranjo, cargado de energía, dice que Casting es su primera película y la define como del tipo chico conoce a chica, pero «tuneado». Añade a continuación que en realidad se trata de un encuentro de chicas y chicos consigo mismos. Cada personaje, cada persona, porque en cierta manera se interpretan a sí mismos, se encuentra con algo propio que no quiere ver. Les dicen algo y tienen que aceptarlo porque es verdad. Y todo eso adornado con el juego con el que va cruzando las historias, esa especie de pequeños regalos que se han ido haciendo durante el rodaje. Quienes están interpretando a los personajes se desnudan emocionalmente, tanto que los personajes llevan su propio nombre. La película está ligada a lo que son. Casting requería inmediatez: escribir y rodar seguido, sin tiempo que demorar porque de otra forma no se hubiera podido hacer. Confiesa Naranjo que el guion ha sido muy orgánico, se ha ido construyendo a medida que iba conociendo a los actores; muchos de ellos eran amigos, a otros los conoció a través de un videobook, de hablar con ellos… Han estado muy unidos, formando una pequeña bola que les lleva todos juntos a la vez.

Esther Rivas, la actriz protagonista, explica que la película es muy coral, de actores y actrices que salen en cortometrajes pero a los que no conoce nadie. Han llegado a esta película sin nada y todo lo que tienen lo muestran en ella. Casting exagera sus vidas, pero sin embargo Rivas siente que es real, sincera y que no hay engaños. Jorge Naranjo confiesa que todo el mérito es de los actores que han puesto su cara y su alma. Después se acuerda del Notodo FilmFest, dice que es un festival que ha hecho algo maravilloso, les ha permitido a muchas personas aprender a hacer cortometrajes y que estos se vean. Añade que sin el Notodo seguramente no estarían aquí. Javier López, el actor protagonista, cuenta que todo empezó como un corto y que no recuerda cuando Jorge dijo que era una peli.

Jorge Naranjo habla de que han tenido un modelo de producción distinto al habitual, pero que eso les ha ocurrido a muchas otras películas que han ido abriendo caminos. Cada cual tiene el suyo. Dice que no se ha planteado nada, que para la película ha utilizado la misma filosofía que cuando hace cortos, pero con más días de rodaje. Reconoce que ha sido un inconsciente, pero que tuvo suerte. La distribución ya vendrá luego porque Casting va haciendo su camino, va pidiendo cosas y al final va a sobrevivir. Torsten Gauger, el productor, explica que es una peli pequeña. No hay televisión, ni preventas, ni ayudas, así que la única manera de conseguir el dinero era ir al banco y pedirlo.

Daniel Calparsoro, Adriana Ugarte y Álex González durante la rueda de prensa de Combustión (Foto: Toni Gutiérrez)
Daniel Calparsoro, Adriana Ugarte y Álex González durante la rueda de prensa de Combustión (Foto: Toni Gutiérrez)
La otra película de Sección Oficial que se estrena hoy es Combustión, y lo hace con un enorme despliegue por parte de Atresmedia. Me parece una película de evasión, un tanto vacía y dirigida a gente muy joven, buscando marcar en ellos un estilo de vida fuera de su alcance. En estos momentos de crisis atroz nos muestra un mundo de coches deportivos de alta gama, robos, carreras ilegales, dinero a espuertas, acciones sin responsabilidad y amores pasionales en forma de triángulo. Juega sobre esa línea que separa la legalidad con esa libertad que entiende la derecha española como un derecho a que nadie, ni siquiera el estado, nos puede decir qué podemos hacer y qué no. Viendo la película uno recuerda a Aznar soltando aquello de «las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás». Me molesta ese cine irresponsable con nuestra sociedad, y creo que frente a ese tipo de cine, de distracción si se le quiere llamar así, también estamos obligados a hacer una lectura política. Puede que haya un tiempo para vivir el momento a tope, no digo que no, pero tratar de hacer de eso el único modelo de vida me parece un despropósito a cuestionar.

Pocas veces he visto tanto desinterés en una rueda de prensa. Al equipo se le recibe con bastante frialdad y son pocas las preguntas que se les hicieron. Considera Daniel Calparsoro, su director, una grata sorpresa estar en la sección oficial de Málaga. De la película dice que se trata de una historia de amor pasional, donde Mikel (Álex González) lo deja todo por un amor, Ari (Adriana Ugarte) se queda atrapada en su propia trampa y a Navas (Alberto Ammann) se le escapa el amor porque no lo ha cuidado. Cuenta que llegó al proyecto porque le atrajo su elemento lúdico de «carpe diem» y que lo que ha buscado es conseguir un fuerte subidón en el espectador al terminar de verla. Su trabajo ha sido sobre todo mantener el mismo tono en toda la cinta. Calparsoro defiende que la película no es machista porque el personaje que interpreta Adriana Ugarte toma sus propias decisiones; cuando ella no quiere hacer algo, no lo hace, y nadie la obliga. No ve nada vejatorio en ese papel. Añade Ugarte sobre su personaje que no tiene la sensación de que la hayan utilizado. Ella no es un objeto de la historia de amor, al contrario, todo está equilibrado entre los tres, pero que no se trata de un romance al uso.

El último debate que se abre es sobre la etiqueta de comercial que la película lleva. Calparsoro dice que si comercial es conectar con el público, que entonces Combustión sea comercial. Adriana Ugarte habla de las etiquetas explicando que entendemos por comercial el cine frívolo y lúdico y dejamos para la etiqueta de autor aquello que es dramático y profundo y que por tanto no aspira a tener una buena taquilla. Si es así, que a algo le pongan la pegatina de comercial resulta un horror. Pero esta película pretende llegar a todo el mundo para demostrar que lo divertido no es frívolo, que lo comercial no está vacío. Tras la encendida defensa de Ugarte, su compañero Álex González expresa su deseo de que el cine comercial goce de una gran salud, porque necesitamos que el público joven venga, que se reconcilie y aprenda a ver cine español.

Dentro de la sección ZonaZine se presenta Esto no es una cita. Guillermo Fernández Groizard, su director, ha construido la película uniendo cuatro de sus piezas de microteatro. Se trata de una comedia romántica al estilo de las que nos llegan de Estados Unidos. De ese que cruza a un hombre algo gordito, que cuida poco su imagen, pero que tiene muchos valores como la simpatía, con una mujer, muy mona ella, con escasas luces y a la que los hombres que le gustan le hacen sufrir. Un tipo de cine que a mi no me gusta y que para definirlo en unas pocas pinceladas bastaría con escribir sencillo, elemental, pequeño, de risa fácil, predecible e intrascendental. La película de Groizard cumple con los estereotipos. No digo que todo el cine deba ser sesudo, pero tampoco las llamadas comedias comerciales deban ser tan despreocupadas. Esto no es una cita es una película del montón, floja y que no creo que sea capaz de recordar la semana que viene. De lo que sí estoy seguro es de que va a tener es una buena promoción, como así demostraron llenando el pase de prensa de amigos incondicionales que hicieron de la sala de proyección una fiesta.

sábado, 20 de abril de 2013

Isabel Coixet inaugura el 16 Festival de Málaga Cine Español

Ayer no termina nunca no ha tenido una acogida unánime


Sábado 20 de abril de 2013. En el Festival de Málaga Cine Español. Málaga

Últimos retoques en los cines Albeniz antes del primer pase de prensa (Foto: Toni Gutiérrez)
Últimos retoques en los cines Albeniz antes del primer pase de prensa (Foto: Toni Gutiérrez)
La magia de regresar a un festival de cine es que cada año es distinto, pero sin embargo perviven una serie de elementos iguales que te hacen volver a sentir como en casa. Son esas pequeñas cosas que equivalen a ponerse las zapatillas para sentirse cómodo. Vivimos malos tiempos en lo económico que nos están devastando también en lo cultural. Y eso se nota. A la programación de este año del Festival de Málaga Cine Español no han llegado tantos grandes títulos como en otras ocasiones y elegir se hace más complicado que otros años.

Hoy es un día grande, Isabel Coixet presenta a concurso en la Sección Ofical su película Ayer no termina nunca con la que se inaugura esta edición. Es una apuesta arriesgada por parte de una directora consagrada que sigue exponiéndose con cada uno de sus trabajos. Escuchándola hablar lo que me encuentro es a una mujer tímida que siente verdadera pasión por contar historias. No sé qué hubiera sido de ella si no se hubiera cruzado el cine en su camino. Coixet es ingeniosa, pero no le gusta tener que enfrentarse ante los medios y eso se le nota. La película ya se ha proyectado y habla por sí sola, así que no entiende esa necesidad de contarla en rueda de prensa. No ve la hora en la que se termine todo esto. Solo le interesa rodar, el resto del tiempo parece que siente que lo pierde.

Ayer no termina nunca es una película rara, de esas de las que es mejor no contar nada. El espectador debe enfrentarse a la historia sin conocer lo más mínimo de su argumento, estar limpio de cualquier prejuicio para que se siente y se deje llevar, encerrado en la magia de la sala y cara a cara enfrentado a los personajes. Ver cine es cruzar una puerta que te lleva a otro lugar, un sitio donde puede ocurrir casi de todo.

A mí no me gusta Ayer no termina nunca. Me resulta un tanto claustrofóbica y eso que hay escenas en espacios abiertos. Son las conversaciones entre los dos protagonistas, Candela Peña y Javier Cámara, lo que me encierra en el interior de su historia y lo hace sin dejarme aire, ni escapatoria. El zigzag de su charla se mueve dando coletazos para sacar lo profundo, la esencia que esconde un ser humano roto por su propia tragedia. Pero esa extracción requiere su tiempo, su parsimonia y ese lento proceso para que afloren las verdades. Coixet apuesta porque toda la historia transcurra en tiempo real, salvo tres o cuatro pequeñas elipses temporales, y con largas secuencias que permitan expresarse a los personajes descargando todo el peso que llevan dentro.

Isabel Coixet durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
Isabel Coixet durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
La posición de la cámara y el encuadre en algunos momentos me va dejando dudas, pues no sé cuál es ese lugar de confidente desde el que se nos cuenta la historia de un hombre y una mujer frente a frente y solos, fuera de su entorno. Coixet juega más a ofrecernos una mirada cinematográfica nueva en cada toma, apoyándose en lo estético pero sin querer remarcar el contenido con la forma, como imitando los movimientos que ella misma haría como espectadora en el sofá de su casa. Tengo una sensación de juego, de estar frente a una película sin terminar nunca de entrar en ella, que no se me va. Eso es lo que no me gusta. Por el contrario, me agrada que Coixet no haya huido de dar su punto de vista sobre la crisis, de mostrarla dentro de su película de una forma cotidiana, pero tal vez la coloca en un plano un tanto literalizado y la muestra desde un futuro apocalíptico. La crisis ha producido consecuencias en los personajes, forma parte de su esencia, y sin embargo no termino de verla integrada en la historia, como si crisis y personas estuvieran en planos separados. Hay otro juego más: frente a lo que los personajes dicen aparece lo que callan, lo que no se han dicho. Es cierto que enriquece y describe mejor que otra técnica el pensamiento oculto y los sentimientos silenciados, pero vuelve a mostrar la historia sobre otros dos planos separados abriendo demasiadas posibilidades.

Para ir terminando con mi opinión señalar un único punto más: la interpretación de Candela Peña y Javier Cámara me ha parecido brillante. Dan vida a unos personajes profundamente dolidos, que quieren cerrar en paz una etapa de su vida. Se han hecho daño y necesitan revolver en su interior y entender esas explicaciones del otro que les permita a cada cual seguir su vida desde ese punto. No es fácil sostener una película así y los dos lo consiguen.

Coixet dice que que la película tiene tres patas, y cuando comienza a enumerarlas le salen cuatro. La primera es la obra de teatro de Lot Vekemans titulada Antes te gustaba la lluvia y cuya adaptación es la base de Ayer no termina nunca. Para contar la segunda Coixet explica que que la película está dedicada a Cristina y Jaime, una pareja que tuvo una gran pérdida en su vida y de quienes la directora recibió testimonio de todo el proceso que siguieron para volver a salir a flote. Reconoce que su historia es una lección de vida de la que que ha aprendido. La tercera de las patas es lo que vivimos cada día en esta sociedad y este mundo, inmersos en una crisis económica feroz de la que Coixet no ha querido evadirse. Señala que le ha costado hablar de las cosas que tenía cerca pero que quería plasmar el paisaje político y social de ahora con las contradicciones que estamos viviendo y mostrar su propia perplejidad ante la situación. Es un manifiesto de su confusión. Finalmente como cuarto elemento citó a los actores, Candela Peña y Javier Cámara, sin los que no podría haber hecho esta película.

Dice que Ayer no termina nunca es una historia de amor, mucho más que en las anteriores, y que acaba como tenía que acabar. Luego habla de otro elemento importante: el hecho de traer el pasado con respecto al presente, poniéndolo en el ahora y el aquí. Hay mucho texto en la película, pues los silencios han estado presentes en los personajes desde hace bastante tiempo, y cuando se reencuentran necesitan muchas palabras, todas las que fueron pensando durante esos cinco años en los que no se han visto. La directora reconoce que ella misma no tiene la capacidad para sobreponerse al dolor, es cobardica, pero usa las películas como un exorcismo poniendo a sus personajes en lo peor para ver que es lo que pasa. Tal vez sea sadismo.

Candela Peña durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
Candela Peña durante la rueda de prensa de Ayer no termina nunca (Foto: Toni Gutiérrez)
Confiesa Candela Peña que para ella este papel ha sido un regalo. Reconoce que los actores son herramientas de trabajo que el director utiliza para contar su cine. Dice que ahora ve a Coixet satisfecha porque la película se acerca a lo que soñó. Así que todo está bien. Se siente otra actriz gracias a este personaje porque ha llegado a un sitio donde nunca antes había llegado.

El productor, Adolfo Blanco, dice que lo de AltaFilms es triste porque defiende un cine diferente y sus salas son un referente. Significa mucho y seríamos insensatos si no estuviéramos profundamente preocupados. Quiere hablar del problema de fondo que tenemos en nuestro cine y para ello explica que antes de que surgiera la piratería o tuvieramos la subida del IVA, ya sabían que había menos espectadores en las salas. Hay una generación que se está perdiendo, que no va al cine. Y eso, señala, tiene que ver con la educación. Sin duda hay una correlación entre los bajos índices en la educación y esa deserción de las pantallas. Nada hace tanta afición al cine como ver buenas películas. El espacio en las televisiones para el cine es mínimo, y si no se programan, no estaremos fomentando esa afición. Hay que ir a la raíz del problema e inyectar el gusanillo del cine a los jóvenes, porque esta generación en ningún sondeo va a poner el cine entre sus aficiones. Blanco expresa su deseo para que las buenas películas españolas tengan las misma oportunidades que otras no tan buenas pero con mayor gasto en promoción.

Coixet dice que ella seguirá contando historias como sea. Cuando pasea por su barrio y ve las luces encendidas en las casas, las mira y piensa en cuantas historias hay aún por contar, seguro que una por cada lucecita.

Pero lo mejor de la rueda de prensa es escuchar a Candela. Le preguntan por el Goya y responde que prefiere que no le den nada, que le den trabajo. Recuerda una entrevista que le hicieron posteriormente para una revista. Le mandaron las preguntas por correo electrónico para que las contestara ella misma. Se ve sentada en su cocina, con sus tres Goyas a los que ha puesto pestañas postizas, sin un duro, bebiendo leche de la marca DIA y haciendo el trabajo del periodista. Sabe que ella no tiene el perfil ni el dinero de las chicas que salen en esa revista. No hay espacio para el talento, así que hubiera preferido tener menos y que le hubieran dado el premio Max Factor a la cara más bonita porque viviría más tranquila y le iría bien haciendo campañas publicitarias. Reconoce que vive en un mundo que no sabe cual es, sin poder decir mucho porque le dan palos. Pensaba que había libertad de expresión, pero la verdad es que se respeta poco a quien piensa diferente. Confiaba en la bondad de los desconocidos. Pero ya no, ahora no es tan naif y ve venir a los carroñeros. Se hace preguntas. Piensa en la PAH, las preferentes y solo espera que pase este gobierno y que llegue otro que crea en la cultura. Si le preguntan como se ve dentro de cinco años responde que peleando por todo esto; con nosotros no van a poder. Dice que su profesión es sagrada y la respeta como nada en el mundo. Por ella seguirá peleando, por trabajar y que le paguen mejor.

Cartel de la película documental Silvio Rodríguez Ojalá
Cartel de la película documental Silvio Rodríguez Ojalá de Nico García
Dentro de la sección de Documentales del Festival de Málaga Cine Español se presenta a concurso Silvio Rodríguez Ojalá de Nico García. Un buen trabajo que emociona mientras nos va acercando la inmensa persona que hay detrás del cantautor Silvio Rodríguez. El documental está construido a un tiempo con devoción y con una hermosa mirada limpia. Silvio es ese cantante al que cada vez que toca una de sus canciones se le aplaude al menos dos veces. La primera cuando suenan los primeros acordes y el público, con esa pequeña pista, reconoce el tema. La segunda, cuando la canción se acaba para agradecérsela. No hay muchos artistas de los que se pueda decir eso, ni tampoco que logren en el público el embeleso con el que se le escucha a él.

Silvio aprendió a tocar la guitarra a escondidas mientras hacía el servicio militar. De esa época aparecen en el documental muchas imágenes. Es entonces un jovencito con flequillo infatigable que no para de componer y que va encontrando su lugar y su propia voz. Él, junto con Pablo Milanés y Noel Nicola, formaron ese movimiento cultural y musical que fue la Nueva Trova Cubana. Pero el documental no quiere irse siempre hacia atrás, así que abunda en el presente, pues Silvio, después de 45 años de carrera, sigue en activo. Su estudio, Ojalá, mantiene el compromiso con la cultura y desde él sigue apoyando nuevos talentos cubanos. Él mismo sigue subiéndose a los escenarios y actuando. Ahora anda inmerso en otra de sus iniciativas, es la Gira por los barrios, una serie de pequeños conciertos que el cantautor va realizando por los barrios más desfavorecidos de Cuba porque la cultura también tiene una obligación con ellos.

Silvio llama a las cosas por su nombre, sin rehuir nunca de dar su opinión. Eso hace tan interesante escucharle hablar, tanto como oírle cantar. Esas dos virtudes las sabe combinar Nico García en el documental. Las canciones suenan completas, como una banda sonora que va subiendo y bajando de volumen según la intensidad de lo que explica, dejándoles su tiempo verdadero para que se expresen por sí mismas. Las palabras nos describen un tiempo y una ideas revolucionarias. La Cuba que aparece, con sus limitaciones, pero con esa alegría contagiosa de los cubanos, es la que encuentra cualquier visitante que busque algo más que el sol de la playa.

La proyección de esta sesión es doble, así que haciendo acompañamiento a Silvio Rodríguez Ojalá, se presenta Habana Flou (Calle Real 70), de Juan Carlos de la Rubia, un documental que no se sostiene por resultar maniqueo y sectario pues manifiesta una intención clara de sacar de contexto las opiniones de una generación de músicos underground cubanos dedicados al hip hop, buscando dar una imagen determinada, la que apoya el grupo PRISA, de la situación social y política de la isla.

En la Sección de Territorio Latinoamericano se puede ver la película peruana Casa dentro de la directora Joanna Lombardi Pollarolo, hija del reputado director de cine Francisco Lombardi. Es un film lento que nos muestra la convivencia familiar en una casa de una anciana acomodada; cada cual en su sitio y con cada puerta cerrada con su llave. Con el paso de los años se ha distanciado de sus hijas y en lo afectivo es su perra la que ocupa toda su atención. Ni siquiera una bisnieta puede hacerle competencia al animal. Si me preguntan si pasó algo en la película, diré que no. Joanna Lombardi ya lo advirtió antes de comenzar, no es una película fácil ni superdivertida. Lo que es es un retrato de un mundo pequeño, una mirada distante pero con cierta ternura hacia una clase envejecida y adinerada que mantiene en la rutina su vida.

martes, 16 de abril de 2013

«Hablar de inmigración es hacerlo de desigualdad y abuso»

En el libro Invisibles, Juan Diego Botto desanda el camino para volver a la verdad que se ocultó tras la ficción de Un trozo invisible de este mundo


Martes 16 de abril de 2013. Teatro Español. Madrid

Melani Olivares, Montxo Armendáriz, Juan Diego Botto y Pablo Rodríguez el Pampa presentando el libro Invisibles (Foto: Toni Gutiérrez)
Melani Olivares, Montxo Armendáriz, Juan Diego Botto y Pablo Rodríguez el Pampa presentando el libro Invisibles (Foto: Toni Gutiérrez)
Contó Santos López que asistió a la representación de la obra de teatro Un trozo invisible de este mundo de Juan Diego Botto y que salió entusiasmado. Más tarde, como editor, se preguntó si Botto no tendría otras historias latentes que se pudieran llevar a un libro, así que se lo preguntó directamente. Invisibles es ese resultado, una especie de «cocina» de la obra teatral que incluye los textos (un 40% del libro) y esa otra realidad que los sustentan. A Juan Diego Botto, aparte del editor, le acompañaban Montxo Armendáriz, Pablo Rodríguez el Pampa y Melani Olivares.

El director navarro aprovechó su intervención para explicar que cuando se lee un libro cada cual saca diferentes conclusiones porque se analiza desde distintos puntos de vista. Armendáriz ha encontrado tres lecturas posibles. En la primera fue navegando por el trayecto de Juan Diego Botto por el exilio, desde la desaparición de su padre hasta el presente. Un segundo nivel se correspondería con la catarsis personal de Botto con respecto a lo que ha sido su existencia, algo que el director destaca por la generosidad con la que el autor que se ha desnudado a través de un texto personal, cargado y duro. La última de las lecturas tendría que ver con la propia obra de teatro y supone un complemento que explica la génesis y el desarrollo del texto dramático.

Montxo Armendáriz presentando el libro de Juan Diego Botto (Foto: Toni Gutiérrez)
Montxo Armendáriz presentando el libro de Juan Diego Botto (Foto: Toni Gutiérrez)
Armendáriz defendió la tesis de que la inspiración, en realidad, no existe; lo que hay es que trabajar todos los días. Esa es la verdadera base del trabajo creativo. Señala que Juan Diego Botto ha dedicado gran parte de su tiempo a visitar ONGs y hablar con personas para preparar los monólogos que componen la pieza teatral. En toda obra creativa, tras esa fase de documentación, llega la hora de ponerse a escribir, es decir organizar los materiales, todos esos datos que el autor ha ido almacenando, y aplicarles un punto de vista. Es ahí cuando se produce el salto cualitativo, lo que determina que lo escrito sea mejor o peor que otro texto que habla de lo mismo. No hay obras creativas neutrales, todas son absolutamente políticas. Lo son las que muestran una realidad social y también las que la esconden. Incluso aquello que se cataloga como de entretenimiento está haciendo una lectura del mundo y nos dice lo que está bien y lo que está mal. Para terminar, Armendáriz destacó la gran honradez de Invisibles.

Pablo Rodríguez, el Pampa, pertenece a la Red de apoyo Ferrocarril Clandestino. Contó de Invisibles que es un libro que nos invita a indagar dentro del mundo de la inmigración. Para la Administración los inmigrantes son sólo números, pero en el libro encontramos las personas que hay tras esas cifras, como ocurre con Samba Martine, la mujer congoleña que falleció en diciembre de 2011 mientras se encontraba prisionera en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche. Samba representa a los desplazados de Colombia por las empresas transnacionales o de Sri Lanka por los intereses hoteleros a la hora de aprovechar la costa tras el tsunami. También en Samba vemos a la población de Níger, donde la explotación de su petróleo está haciendo que haya constantes tragedias del mismo tipo que la del Prestige. Representa a las mujeres y niños que son traídos a Europa para la explotación sexual y laboral; a los «piratas» somalíes a los que expoliamos sus mares por el interés de nuestras grandes compañías pesqueras; a los futuros hombres y mujeres a los que se detendrá ante la mera posibilidad de que decidan emigrar y a quienes se encarcelará en la prisión que España está construyendo en Mauritania; a tantos muertos y desaparecidos por las políticas de inmigración.

El viaje de Samba está lleno de legitimidad y nos muestra por un lado la violencia que ejercen los países para que la gente se vaya y por otro la dignidad de muchas de éstas luchas. Por ejemplo la de quienes están peleando ahora porque la Sanidad sea universal, o por los derechos de las trabajadoras domésticas o contra las redadas dirigidas por la policía hacia aquellos que tienen otro color de piel. Esas estrategias considerábamos que eran para los de fuera, así que no nos movimos de la silla, pero ahora vemos que se han extendido hacia nosotros. El Pampa afirmó que el mundo está hecho una mierda, así que es necesario que levantemos el culo para cambiarlo.

Juan Diego Botto durante la presentación (Foto: Toni Gutiérrez)
Juan Diego Botto durante la presentación (Foto: Toni Gutiérrez)
Cuando Juan Diego Botto tomó la palabra fue para señalar que considera a Montxo Armendáriz uno de sus referentes, especialmente por su honestidad. Dijo que ha crecido trabajando con el director y por eso le resulta muy importante tenerle a su lado en esta presentación. Reconoció que el rigor que trata de aplicar para encarar el trabajo y la importancia del punto de vista los aprendió de él. Con El Pampa comprendió que «los otros somos nosotros» y que si descuidamos el eslabón más débil nos estamos descuidando a nosotros mismos. Dijo del activista que se ha empeñado en favorecer un cambio legislativo y que es de los que insiste para que miremos hacia esas personas expuestas a los mayores abusos.

Regresando al libro, Botto explicó que tiene dos patas y ambas son personales. La primera es una llamada de su tío informándole que se iba a celebrar el segundo megajuicio sobre las torturas y desapariciones ocurridas durante la dictadura argentina en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y que el caso de su padre iba a formar parte del juicio. La segunda de las patas surge con otra llamada, en este caso la de El Pampa para asistir al funeral de Samba Martine. En el taxi que les llevaba hasta allí, le fue contando todo el caso, cada uno de los detalles: once visitas a consulta médica, solo una vez con traductor, no le hicieron mucho caso hasta que murió. Tenía SIDA, pero en el CIE de Aluche no se lo llegaron a diagnosticar, aunque hubiera bastado para ello un simple análisis de sangre. Ahora se conoce que en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) en el que había estado antes ya se lo habían detectado, pero que esa información no viajó a Madrid. Una muerte a todas luces evitable. En el entierro, la madre se aferraba al ataúd cerrado de su hija gritando «yo que te parí, no te puedo abrazar. Yo que te vi crecer, no te puedo abrazar». La imagen, por lo contundente, la tiene grabada y fue uno de los motores que le llevaron a escribir la obra de teatro.

Hablar de inmigración es hacerlo del desarraigo y la soledad, pero sobre todo de dos elementos que laten con fuerza y con una tendencia cada vez más acentuada: desigualdad y abuso. El autor lo ha ido constando con personas que saben del tema a las que ha ido conociendo; personas que le han dejado entrar en sus vidas y que le han ido contando sus historias personales. Esa proximidad establecida, confesó Botto, es la que ha llevado a la obra a ser lo que fue. Cuando Santos López le planteó el libro comenzó a desandar el camino para volver a la verdad que se ocultó tras la ficción.

Melani Olivares lee el principio de Invisibles (Foto: Toni Gutiérrez)
Melani Olivares lee el principio de Invisibles (Foto: Toni Gutiérrez)
Quiso tener tiempo en su intervención para recuperar la idea esgrimida por Armendáriz sobre que ningún arte es neutral porque la comparte en su totalidad. Habló de Van Gogh y de unas botas gastadas y sucias de un obrero que retrató; con ellas está contando algo social y nos dice que allí hay belleza. Al teatro le ocurre lo mismo, pero pero plantearse ser social y político antes debe preocuparse de entretener. Si no lo haces ameno, el mensaje no va a llegar. Su obra la construyó con esa idea, pero sin faltar a la verdad y tratando de que los personajes no resultaran maniqueos, ni buenos ni malos. Para terminar su intervención, describió Un trozo invisible de este mundo como una reflexión sobre esos lugares oscuros a los que muchas veces no queremos mirar y aprovechó la ocasión para agradecer a todos aquellos que formaron parte de la construcción de la obra de teatro porque también son parte de Invisibles. Fue citando a cada una de estas personas por su nombre.

Para finalizar la presentación, Melani Olivares leyó el principio del libro. Imposible no emocionarse con esas palabras tan sentidas. Ella lo hizo y Juan Diego Botto la miró con ternura, intercambiaron una sonrisa y siguió con el texto. Al finalizar, la actriz le miró dándole las gracias por «habernos enseñado un trocito visible de tu mundo».

domingo, 14 de abril de 2013

Haciendo República

Actos conmemorativos de la II República en Madrid


Sábado y domingo 13 y 14 de abril de 2013. En el Ateneo de Madrid y en las calles de Madrid

Manifestación por la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Manifestación por la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Siempre me siento incómodo cuando llega la Navidad, no consigo entender tanta alegría revoloteando alrededor, ni compartir racionalmente esa sonrisa bobalicona que veo en tantos rostros. Para mí, el periodo de Navidad, es una época triste donde no tengo nada que celebrar, y no soy capaz de ver otra cosa en esos días que la mano de los grandes almacenes detrás y su llamada al consumismo.

Sin embargo, hoy he descubierto que mi Navidad llega siempre en abril, que florece cada año y lo hace para celebrar el recuerdo de la II República y el deseo de que no falte mucho para que consigamos alcanzar la III. Sí, abril me trae color al corazón, tanto como para estar de fiesta, con una sonrisa de esas que iluminan el rostro, alegre, deseando compartir mi felicidad con todos. Celebro porque mis señas de identidad son el republicanismo. Conmigo hay un multitud, todos los que como yo piensan que la forma de gobierno que queremos para nuestro país es una república federal, democrática y social. Por eso los republicamos nos agrupamos y celebramos el recuerdo de aquel 14 de abril que supuso una victoria de la razón y el progreso, que por unos años nos abrió un horizonte de esperanza y justicia social y que posteriormente la barbarie del fascismo nos arrebató con crueldad extrema a todos los españoles.

Pero para celebrar se impone siempre una liturgia. Quiero usar ese término a propósito y a conciencia por su hermoso origen. «Liturgia» proviene del griego y no distinguía las connotaciones religiosas que ahora arrastra. Su significado literal es «obra del pueblo» y se utilizaba para hacer referencia a las obras que algún ciudadano realizaba a favor del pueblo o de las funciones militares y políticas. El republicanismo español y madrileño tiene su liturgia que comienza con la Lectura Continuada de la Constitución de la II República, redactada en 1931. En ella, personalidades relevantes y rostros anónimos pero con la misma ilusión republicana compartida, nos damos cita puntualmente para reflexionar sobre aquellos 125 artículos que buscaban una sociedad mejor.

Un joven lee un artículo durante la Lectura Continuada de la Constitución de la II República en el Ateneo de Madrid
Un joven lee un artículo durante la Lectura Continuada de la Constitución de la II República en el Ateneo de Madrid
Este año es el cuarto que se celebra. La abre, en el salón de actos del Ateneo de Madrid, su presidente Carlos París. Dice que no hay un lugar mejor, aquí se forjó la anterior. Después se acuerda de Azaña en estos mismos pasillos. De los recuerdos pasa a las palabras: «no habremos salido de la Guerra Civil hasta que no tengamos la III República», la que afirme democráticamente la unidad de la clase trabajadora luchando por unos intereses comunes y sin enfrentamientos, porque solo hay libertad cuando el poder reside en las clases populares. París lee el primer artículo de aquella constitución. Le siguen José María Alfaya, Enrique Santiago, Armando López Salinas, Sagrario, Gloria, Manolo… En los ojos de cada lector hay un peso del pasado y una mirada hacia el futuro, a salir a la calle. Se habla de crisis, de corrupción que llega hasta la misma jefatura del gobierno. La monarquía se está tambaleando, pero tendremos que empujarla si queremos que caiga. También se escuchan emotivas dedicatorias a familiares fusilados por sus ideas republicanas.

El segundo acto de la liturgia republicana de cada 14 de abril es más conocido. Orgullosos, a la luz del día y en plena calle, los republicanos madrileños recorremos la distancia que se extiende de Cibeles a Sol, con nuestras banderas y pancartas, gritando nuestros lemas. Nos manifestamos recordando, pero también juntando fuerzas para traer una nueva república democrática de trabajadores, la definitiva.

El aire es festivo, alegre y hay un espíritu subterráneo de solidaridad entre hermanos que aflora en cada gesto, en cada acto. Nos reconocemos y estamos contentos de caminar juntos. Somos iguales y diferentes pero nos une esa aspiración legítima que compartimos y que vemos cada día más cerca, pues una monarquía como la que ahora tenemos ni es útil ni se sostiene. Vamos encontrando a los amigos, nos abrazamos y coreamos que «España mañana será republicana». Somos más que el año pasado, hemos crecido y vamos a seguir haciéndolo.

La cabecera es una larga bandera republicana extendida y llevada por una multitud. Tras ella la primera pancarta y detrás la gente. Si busco un patrón común no lo encuentro más que en los colores de la tricolor que de una forma u otra llevamos cada cual. Hay personas mayores, maduras y jóvenes, mucha gente joven, así que el futuro está con nosotros. Gritan «Juan Carlos acelera que llega la tercera» o «Los Borbones a los tiburones», pues son impulsivos y no quieren perder más tiempo porque quieren comerse la vida. «No pasarán» o «Madrid será la tumba del fascismo» son lemas que no han perdido su vigencia.

Manifestación por la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Manifestación por la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Veo a Antonio Romero que dice con una sonrisa que ha venido porque esto es importante, a Cayo Lara, a Javier Couso, a Jorge Vestrynge, al coronel Amadeo Martínez Inglés… formando esa multitud republicana que no tiene caras. Cuando la cabecera llega a Sol, cruza frente al Oso y el Madroño mientras se escucha el Himno de Riego. Nos vamos acercando al principio de la plaza donde se monta un escenario sobre un pequeño camión. Es sencillo: una enorme bandera republicana hace de escenario y tres altavoces a un lado. El cantaor Juan Pinilla dice que somos muchos los que queremos una república justa, solidaria y socialista. Espera que el próximo desahucio y el único que se produzca en el estado español sea el de la Zarzuela. Pero ha subido para cantar y se entona con unos versos de Miguel Hernández. Levanta el puño derecho mientras con la izquierda se agarra al pie del micrófono, y se retuerce para encontrar el sentimiento hondo que lleva.

No hay convocantes, no hay manifiesto, solo algunos lemas: «Abajo el régimen monárquico», «Gobierno dimite», «Por el derecho a la autodeterminación de los pueblos», «No al pago de la deuda», «Por un Estado Laico», «Contra la impunidad del franquismo» y «Por la III República».

Cierran el acto las canciones republicanas y obreras que interpretan Germán Coppini y Armando Martínez. Mientra ellos cantan, un coche de la policía municipal hace sonar sus sirenas, su intención es abrir paso para que dos autobuses turísticos puedan cruzar la puerta del sol por el medio de la manifestación. No nos movemos, coreamos otra vez «No pasarán». No hay más, la propia policía se da cuenta de la estupidez y deciden dar la vuelta.

Ahora estoy seguro, más que nunca, de que veré la Puerta del Sol festejando la llegada de la III República.

«La tercera abducción del pueblo español puede venir de la de la mano de la palabra República»

Carmen Reina y Julio Anguitan presentan su libro Conversaciones sobre la III República un 14 de abril en el Ateneo de Madrid


Domingo 14 de abril de 2013. Ateneo. Madrid

Julio Anguita durante la presentación (Foto: Toni Gutiérrez)
Julio Anguita durante la presentación (Foto: Toni Gutiérrez)
Un 14 de abril de 1931 se proclamó la II República Española. Coincidiendo con el cumpleaños de aquella fecha tan significativa para el movimiento republicano se presentó en el Ateneo de Madrid un libro que nos trae una propuesta para construir una nueva República como régimen político de gobierno en nuestro país. Lleva por título Conversaciones sobre la III República y es un mano a mano entre Julio Anguita y la periodista cordobesa Carmen Reina que la Editorial El Páramo acaba de publicar. Como en la mayoría de los actos a los que acude Julio Anguita, el Salón de Actos del Ateneo de Madrid se llenó completamente. Sus 345 butacas se quedaron cortas para el interés que despierta el político andaluz y todo lo que dice, pues su voz y su discurso están llenos de sentido común y verdad, algo que la mayoría de nuestros políticos han perdido.

Tras la bienvenida del presidente del Ateneo, Carlos París, y la pequeña presentación del editor Ricardo G. Mestre, tomó la palabra el diputado Alberto Garzón, prologuista del libro. Definió Conversaciones sobre la III República como un trabajo interesante, profundo y necesario. Explicó que cuando la crisis se prolongan en el tiempo puede cristalizar también una crisis ideológica que produzca una nueva concepción del mundo. Así ocurrió con la II República que surgió como solución al crack del 29. Ahora la juventud no ve claras las historias que les contaron. Les dijeron que si estudiaban tendrían un trabajo que inicialmente sería precario pero que se iría consolidando, que dispondrían de un salario que les permitiría comprar una casa, aunque tuvieran que hipotecarse durante muchos años. Pero el dispositivo ideológico que hay detrás de ese relato, que se resume en que la generación siguiente vivirá mejor que la de sus padres, se ha roto y se ha convertido en un cuento de hadas. Y esto no es solo una cuestión meramente económica. Las instituciones surgidas de la Transición están en crisis, la democracia se ha quedado en un concepto mínimo y formal y se ha vaciado de poder a la Constitución en beneficio de una entidad supranacional como es la construcción de la Unión Europea. Una construcción que se ha impuesto por medio del chantaje, cambiando el modelo de sociedad por una ideología concreta de derechas y que además le ha quitado a los ciudadanos la palabra. Garzón señaló que estamos inmersos en un proyecto «deconstiyente» que nos está desposeyendo de capacidad para tomar decisiones. En este contexto resulta importante la voz de Julio Anguita y la articulación que en el libro ha hecho para plantearnos la acción: un nuevo proceso constituyente. El libro permite un debate sobre cómo queremos organizarnos en una nueva república. Nos estamos repolitizando como sociedad y es el momento de trabajar unidos los partidos políticos de izquierda, los movimientos sociales y las personas que tienen intención de cambiar esta sociedad, para que juntos definamos nuestro futuro. Lo haremos a través de unas ideas, un proyecto y una sustancia política como nos plantea Conversaciones sobre la III República. La Casa Real nos está ayudando, así que tenemos que aprovechar esta oportunidad.

Carmen Reina, coautora del libro, conocía los escritos de Julio Anguita para construir una III República y entendió que era necesario convertirlos en una propuesta que llegara a la mayor gente posible. Por eso el libro es una herramienta que adopta el formato de conversaciones ya que hablamos de una forma más cercana de lo que escribimos. Explicó la periodista que su labor ha sido la de tirar del hilo de la conversación. Es el suyo el papel que ella misma ofrece al lector para que pueda realizar sus propias reflexiones.

Carmen Reina, Julio Anguita, Carlos París, Alberto Garzón y Ricardo G. Mestre presentando el libro Conversaciones sobre la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Carmen Reina, Julio Anguita, Carlos París, Alberto Garzón y Ricardo G. Mestre presentando el libro Conversaciones sobre la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Julio Anguita explicó que hace once años se incorporó a la Unidad Cívica por la República y que trajo entonces una propuesta. Después el PCE le pidió documentación a modo de ponencia que les sirviera para definir la postura del Partido sobre el tema de la República, lo que le sirvió para profundizar más en ella. Pero aquella propuesta tenía que transcender y salir a la luz para que la gente la entendiera, era necesario y urgente ponerla en marcha y comunicarla.

Señaló Anguita que a nuestro pueblo le han engatusado dos veces. La primera llegó con la Transición, donde se nos vendió la palabra democracia como un paraíso frente al franquismo. Se construyó como negación a la dictadura, pero cuando se ha intentado debatir sobre ella nadie ha hablado de la posibilidad de desarrollarla. La segunda de las abducciones tiene que ver con la construcción de Europa, por la cual todos los países deberían sacrificarlo todo por esa nueva Europa. Con una y otra nos han ido castrando el sentimiento de rebeldía. Anguita dice tener miedo a una tercera abducción y que ésta puede venir de la mano de la palabra República. El gobierno es el capataz del poder y por tanto obedece al poder. En 1945 el gobierno de EE.UU. obedeciendo los deseos del poder, dictaminó que España tendría que hacer una transición que desembocara en el bipartidismo. Algo que se va intensificando según van pasando los gobiernos y que nos demuestran que las dos fuerzas (PP y PSOE) hacen la misma política. El poder ya da por amortizados a ambos partidos, han cumplido su trabajo. En este momento el poder ha dejado de confiar en la monarquía, ya no les sirve y están pensando en el relevo. Los medios ya sabían hace treinta años todos los asuntos privados del rey, pero se lo venían callando. En los 90 saltaron los escándalos de los amigos del rey (Javier de la Rosa, Manuel Prado y Colón de Carvajal y Mario Conde) y medios monárquicos como el periódico ABC promovieron una campaña para sustituir al rey. Había que amputar el miembro enfermo. Ahora, ante las nuevas corrupciones de la Casa Real, se vuelve a hablar abiertamente de que, para salvar la monarquía, el rey debe abdicar y comenzar a reinar Felipe VI. Pero cuando el príncipe reine, en su pensamiento estará que debe seguir robando y vendrá entonces otra solución. El poder está preocupado y preparando esa solución futura que podría ser la III República. Pero en ese caso no va a venir del pueblo español, sino de los poderosos. Si es así nos pueden dar una república como el bienio negro, conservadora y de extrema derecha. Al pueblo español le van a engañar por tercera vez.

Anguita, para evitarlo, se preguntó qué debe ser la construcción de la III República y eso es lo que ha escrito en este libro. Quiere hablar de una república concreta que va acompañada de contenidos que surgen de hacerse las preguntas clave: ¿para qué sirve? o ¿qué quiero hacer con ella? Porque la bandera tricolor y el himno de Riego por sí mismos no le dicen nada. Lo que hacen falta son propuestas. La República es un proceso de construcción y una nueva relación con la sociedad. No viene sola, hay que traerla.

Julio Anguita y Carmen Reina firman ejemplares de su libro Conversaciones sobre la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Julio Anguita y Carmen Reina firman ejemplares de su libro Conversaciones sobre la III República (Foto: Toni Gutiérrez)
Conversaciones sobre la III República se vertebra en tres partes. Cada una responde a un interrogante: ¿Por qué?, ¿qué república? y ¿cómo?. El «por qué» se traza en cuatro capítulos con nuestra Historia y nuestro presente, utilizando el pasado sin regodearse para entender el futuro. Las ideas republicanas vienen de la Revolución Francesa trasladadas a España, explica luego como llegan la I y la II Repúblicas y las compara encontrando analogías. También en esta parte se plantea que la crisis que padecemos es de mucho mayor calado, en realidad estamos viviendo una crisis de civilización, pues los principios de Occidente se basan en la Revolución Industrial (capitalismo) y en el concepto de Democracia Representativa, pero cada uno de ellos tiene intereses contrarios. La segunda parte del libro, la que responde a «qué república queremos», se articula en torno a siete ejes que definen el contenido que debe tener, explicando como dotarla del conjunto de poderes ciudadanos que van a hacer que se cumpla, de democracia radical, de paz y derechos civiles, de austeridad revolucionaria que nos permita vivir con decoro y dignidad con lo que se necesita y quitando los gastos superfluos, laica, mirando más allá de Europa y con un discurso alternativo por encima de la ruindad de las exigencias de los mercados. La parte del «cómo» se responde a través de un proceso constituyente.

Estas son las propuestas que nos lanza Julio Anguita para que discutamos sobre ellas y podamos poner nuestras fuerzas por un proyecto republicano en el que estemos todos de acuerdo. Anguita señaló que «más amaremos la Segunda si traemos la Tercera» y luego avisó que debemos dejar de estar mirando siempre hacia la II República, porque si no lo hacemos el poder nos va a traer una república de cuarta mano. Con ello nos exhortó a que despedacemos el libro, pero que nos pongamos a trabajar porque tenemos un reto por delante.

Conversaciones sobre la III República no va dirigido a historiadores ni es un libro del tipo doctrinal, sino que ha sido escrito para la inmensa mayoría que forma la ciudadanía. Es más para quienes no tiene las ideas claras de lo que significa una república o aún no entiende por qué la necesitamos en España. Hay que ser didácticos con ellos, traerlos a este terreno común y, para ello, hay que explicarles las cosas. Hace falta rigor, pero debe hacerse con un lenguaje y una exposición clara. Por este motivo, señaló Anguita, participa Carmen Reina en el libro. Le da la gracias, pues sin ella el libro hubiera terminado siendo un mamotreto. Así con la participación de los dos, forma y fondo se hace una única entidad. El republicanismo está hecho de presente y de futuro. Desde la Segunda República, viva la III República Española.

jueves, 11 de abril de 2013

Construyendo el discurso del poder

Feelgood, una sátira política de Alistair Beaton


Jueves 11 de abril de 2013. Teatro Español. Madrid

Cartel de la obra de teatro Feelgood
Cartel de la obra de teatro Feelgood
¿Por qué? Por mostrar el doble lenguaje entre poder para cambiar las cosas o para servirse a sí mismo
Feelgood arranca en las horas previas a la intervención del Presidente del Gobierno ante el Congreso de su partido. Todos esperan ese discurso salvador que les de otro empujón más arriba, que marque la política que los demás van a obedecer. Pero ese discurso se construye por personas contratadas para ello. En el anterior Congreso tuvieron que trabajar hasta el amanecer para terminarlo a tiempo, pero este año las cosas aún parecen más difíciles. La calle está llena de indignados que protestan y de policías que sirven de parapeto que separa la realidad de la construcción política de la propia realidad. A las puertas del Congreso esos ciudadanos ninguneados y descontentos con las decisiones de sus políticos se manifiestan, lo hacen con ingenio y con disturbios cuando ven que de nada sirve la inteligencia ni la paz. Hay también un debate parlamentario sobre medio ambiente que se le va a escapar al gobierno de las manos, una votación controlada que se desboca en el Congreso, un vicepresidente gafado en una situación ridícula y un asunto secreto del Ministro de Agricultura, íntimo amigo desde la infancia del Presidente, que hay que ocultar porque sería un escándalo capaz de desestabilizar al Partido. Elementos todos que hacen aún más necesarias esas palabras de unidad que les va a dirigir su líder. En política el control de lo imprevisto está al orden del día y superar la tensión de los acontecimientos mostrando calma se ha convertido en un gesto aprendido.

Al líder, al Presidente del Gobierno, no le vemos en la representación más que un vídeo al final de la obra. Está a la sombra, pero su presencia es un peso que atenaza a cada uno de sus asesores. Su equipo le llama G.P., unas siglas que no vienen de sus iniciales pero que parecen ser una especie de broma hacia la adoración mesiánica del líder. G.P. no trabaja en su discurso, nada tiene que decirles, no les censura, no marca caminos, ni señala las mínimas directrices, quienes están al otro lado de sus palabras son profesionales, saben de sobra lo que deben contar, conocen la forma para embellecer el discurso con frases hermosas cargadas del significado que conviene y sin duda serán capaces de virar según los acontecimientos como si todo estuviera previsto de antemano. Todo esto son cosas que a ningún español le pillará ya por sorpresa pues tenemos, y hemos tenido, gobiernos que nos han dado ejemplos similares a diario. Nuestros últimos gobernantes y sus gabinetes se han comportado de la misma forma paternalista, negando que hacían lo que hacían, como si los ciudadanos no fuéramos capaces de entender de qué forma son las cosas, y ocultándonos los intereses que hay detrás del tablero. Queda claro desde el primer minuto de la obra la poca importancia que dan los políticos a la ciudadanía. La realidad de la calle sale vencida frente a la construcción del poder, que va llevando a su terreno las circunstancias aunque sean adversas. Angustia ver esa estrategia de ir desgastando con el tiempo lo prometido para que deje de cumplirse sin saber nunca cuando se dio ese giro, en qué momento se quebró toda nuestra esperanza. Sabemos a ciencia cierta que no vamos a ser capaces de volver reconstruirla y miramos hacia otro lugar, como si confiásemos en que alguien viniera a darnos todas las soluciones que requerimos. Vivimos embelesados y crédulos en el siguiente gran discurso con el que podamos comulgar hasta que también se rompa. No queremos verlo, pero todo está corrompido.

No sería malo usar el poder para hacer cosas buenas pensando en el bien del resto de la humanidad, con justicia y distribuyendo la riqueza. Sin embargo lo que parece que los poderosos buscan es el poder en sí mismo y precisamente contra todo lo anterior. Los poderosos solo piensan en el beneficio propio y desmesurado, el estar por encima de las leyes, el desprecio a la democracia y al resto de las personas. Feelgood nos enseña en primer plano la relación del ser humano con el poder, su grado de deterioro, el nepotismo y como la política se ha convertido en una herramienta controlada para ejercer el poder de los que mandan.

Feelgood va de todo esto y de muchas más cosas. Una de ellas es contarnos cómo la esfera política maniata la libertad de expresión, incluso censura la información. Quieren construir la realidad, decidir la parrilla de un informativo y decir lo que va a ser noticia. Y lo malo es que lo hacen a diario porque parte de su crédito les va en ello. Saben que así, haciendo girar las situaciones, encontrarán el punto que les favorece. A veces les basta una llamada, negociar, un comentario, un consejo o una amenaza, pero al final el periodista cede y el político ordena lo que va a ser noticia y elimina aquello que le perjudica. Los sueños de quienes trabajan informando también se descabalgaron en todo este proceso, en esa pelea desigual ante el poder. Si alguien se resiste, al final siempre habrá algo con que comprarlo o una manera de hacerlo callar.

Pero quizá lo que queda más claro en toda la obra es que los que escriben los discursos para el poder están vencidos de antemano, su ilusión se desvaneció con los años cuando aprendieron las reglas de este mundo. Aquellos que prestan sus palabras al poder para adornar las ideas que convienen, en la obra están cercados en un despacho, podrán entrar o salir las veces que quieran, pero su vida, el único sentido que esta tiene, se encuentra puesta en su trabajo. No hay nada más, su realidad es un páramo vacío más allá de esas palabras. Podrán creérselas o no. Feelgood plantea un cierto compromiso, o más bien el deseo de poner en claro la diferencia entre el querer y el deber. Los personajes que trabajan para G.P. tienen claro a quien sirven y para qué les han contratado, sus sueños de cambiar el mundo hace tiempo que se desvanecieron del todo. La autocensura ha vencido sin necesidad de la mínima presión, ni siquiera hace falta sugerir, cada uno sabe cuál es su sitio y dibuja su propia línea roja, mucho más restrictiva que si hubiera sido impuesta.

Hay dos estrategias en la estructura de la obra que en mi opinión son un gran acierto. La primera es que no hay ninguna discusión entre partidos. La trama se desarrolla en el Congreso de un único partido y se supone que todos sus políticos están del mismo lado. Esta situación sirve en dos sentidos: para que no se hable de ideologías políticas que desvíen la atención del binomio política-poder; y segundo para generalizar indicando que no hay diferencias en los métodos, lo que nos permite aplicar lo visto por igual a PP que a PSOE (o el bipartidismo que queramos).

Jorge Bosch y Fran Perea en una escena de Feelgood
Jorge Bosch y Fran Perea en una escena de Feelgood
La segunda estrategia tiene que ver con el mecanismo para introducir el elemento humorístico dentro de la prudencia y gravedad de un ambiente político. El equipo de G.P. (Fran Perea, Javier Márquez y Ainhoa Santamaría) es sobrio, conoce su trabajo y hasta cierto punto cree -más bien creyó- en lo que hace; lo que permite mostrar al espectador la seriedad de quienes diseñan la política. La misma que aparece también dibujada en el personaje de la periodista (Manuela Velasco) que representa el idealismo y en cierta forma la esperanza de la prensa como elemento para controlar al poder cuando éste se desvía. Esa seriedad sobre lo que significa la política y que comparten los dos lados se deteriora, sin embargo, en los propios políticos, algo más estrambóticos si se quiere y ya nada idealistas, como el ministro de Agricultura (Jorge Bosch) a quien no se puede hacer demasiado caso por lo que dice. Para romper ese ambiente tan mecánico y dinamizar la obra, aparece el personaje de Simón Pik (Jorge Usón), un guionista de una serie «graciosilla» de televisión. Con su presencia, y justamente estableciendo ese contraste aparecen los momentos más divertidos de la función, donde el espectador se ríe a carcajadas.

Edu (Fran Perea), el personaje principal está al servicio del poder porque conoce la debilidad humana y ya no le quedan escrúpulos para aprovecharse de ella. Él dirige las tareas más difíciles y comprometidas, las más sucias; presta sus palabras, su ingenio y conoce el camino para resolver los problemas sin importarle su legalidad o no. Está para resolver, para marcar la diferencia, para salir de cualquier entuerto. Me sorprendió su interpretación, pues sin duda Perea ha crecido como actor y aquí hace un gran papel, al igual que la mayoría de sus compañeros de reparto. Ainhoa Santamaría le da dureza a un personaje quebradizo y Jorge Usón sabe romper con el humor de su personaje lo estricto. Sin embargo es Jorge Bosch el que más brilla sujetando a un hombre que a todos nos parecería ridículo.

En Feelgood observamos que la postura dignas no llevan a lograr los objetivos y que es tan triste como injusto tener que venderse por conseguir algo que es nuestro, por recuperar los derechos de todos. La obra nos sirve de estímulo para despertarnos como ciudadanía. Pero no esperemos milagros, el final es desolador. El presidente, G.P. o cualquier otro, nunca será sincero, leerá las palabras de otros, las que convienen, y nos engañará, porque nosotros, los ciudadanos, hace tiempo que dejamos de importarles.

miércoles, 10 de abril de 2013

Los colegas, la rumba y que no falte el buen rollito

Desde la azotea del Círculo de Bellas Artes despega La Pandilla Voladora y su gira ¡Del deporte también se sale!


Miércoles 10 de abril de 2013. Círculo de Bellas Artes. Madrid

Cartel de la gira ¡Del deporte también se sale! de La Pandilla Voladora
Cartel de la gira ¡Del deporte también se sale! de La Pandilla Voladora
¿Por qué? Porque es un concierto que contagia el buen rollo desde el escenario y entre rumbas
Pocas vistas de Madrid hay que impresionen más que las que uno vislumbra desde la azotea del Círculo de Bellas Artes. Desde allí arriba la ciudad parece estar a los pies de quien la contempla para que pueda, con los dedos, ir trazando entre las calles toda una geografía de sus recuerdos. Es, en cierta forma, un lugar donde jugar a reconocer sitios por pequeños indicios y visualizar una panorámica de la capital diferente y completa, distinta de la que podemos hacernos con los mapas que la representan tan plana pero que nunca la abarcan. Todo Madrid se extiende a sus pies, con una estampa diferente para cada uno de los cuatro puntos cardinales. Sin querer, solo por el lugar, a todo lo que allí pasa se le adhiere un cierto aroma a magia, a momento inimitable. Así ocurrió también, no podría haber sido de otra manera, con el concierto de La Pandilla Voladora.

La Pandilla Voladora no es un grupo al uso, es algo diferente y hasta cierto punto inimaginable, es la «confluencia galáctica de la rumba más canalla». Son tiempos difíciles en los que se necesita apoyarse los unos en los otros, en los que hay un deseo de cambiar el rumbo, pero sobre todo de buscarse las castañas con ingenio. No sé cual de estos tres motivos ha convencido a Muchachito Bombo Infierno, Tomasito, Albert Pla, Lichis y El Canijo de Jerez (Los Delinquentes) a juntarse para explotar los cinco su vena artística, aunque esta vez hayan decidido hacerlo en equipo. Ataviados con capa y antifaz saltan al escenario como si fueran superhéroes de barrio que diría Kiko Veneno, otro artista que no está pero al que se siente cerca, no en vano el concierto comienza con En un mercedes blanco. Todos llevan una «pe» mayúscula sobre su pecho, la mayoría bordada, salvo Tomasito que se la ha pintarrajeado en el cuerpo, es lo que tiene ser tan calorífico y no usar camisas ni camisetas.

Se presentan con sorna, explicando que a esta gira la han llamado ¡Del deporte también se sale! porque ellos lo están intentando con todas sus fuerzas. Ese Spanish Tour despega con el coraje de los que no se rinden nunca. A los cinco les acompañarán en esta gira otros tres músicos excepcionales: Diego Cortés -guitarrista habitual de Albert Pla-, David Sáenz de Buruaga y el batería Tino de Geraldo.

¿Qué pretenden con La Pandilla Voladora? La verdad es que no hay que darle muchas vueltas a la respuesta porque resulta muy sencilla: estar a gusto o como ellos dicen ponerse «agustisísimo». En realidad, reivindican la postura vital de Tony Curtis, un ídolo para todos ellos, así que cada vez que pueden explican que «hay que ponerse hasta arriba y disfrutar en la vida como lo hacía Tony Curtis», no hay otro secreto. La verdad es que les funciona, ellos se lo pasan bien y el público también, contagiado por su irreverencia y sobre todo por el ritmo de sus rumbas que van haciendo que los pies empiecen a moverse solos al compás, que las palmas fluyan y que las caderas no paren de bailar. Es imposible quedarse quieto o no canturrear con ellos los himnos del repertorio que han elegido. Son canciones de cada uno de ellos pero revisitadas por todos. Suenan La lista de la compra, Felicidad, La fábula del hombre lobo y la mujer pantera, Joaquín, el Necio, Insolación, El lado más salvaje de la vida, Soy rebelde, El aire de calle, La primavera trompetera, La mujer del tuerto, Camino del hoyo, Sobreviviré, Siempre que quiera, Será mejor, Azul… Letras pegadizas, palmas y mucho ritmo.

La Pandilla Voladora (Lichis, Albert Pla, Tomasito, Muchachito Bombo Infierno y El Canijo de Jerez) en la azotea del Círculo de Bellas Artes antes de comenzar el concierto
La Pandilla Voladora (Lichis, Albert Pla, Tomasito, Muchachito Bombo Infierno y El Canijo de Jerez) en la azotea del Círculo de Bellas Artes antes de comenzar el concierto
La Pandilla Voladora desparrama porque ellos son así y no pueden evitarlo, va con su naturaleza. Cantan, tocan y se apoyan en el público que se muestra entregado en todo momento. Me gusta mirar a Albert Pla, encerrado en su propio mundo y disfrutando como nadie; canta todas las letras, rasga su guitarra con fuerza una veces y otras la desenchufa para moverse por el escenario y acercarse a la gente, animándose mutuamente con ellos. Lichis está serio, ensimismado en marcar con su bajo el pulso del corazón de la banda. Sobre Muchachito y sus guitarras también descansa gran parte del peso musical de la Pandilla, así que también se muestra concentrado. A Tomasito le toca dar espectáculo; corre frenético, bate palmas y taconea su arte más flamenco mientras se va desnudando, siempre le puede su exhibicionismo y el calor que siente tan arropado. El Canijo está en el punto medio, entre un lado y el otro, así que se divierte con responsabilidad.

A medio concierto se van todos y dejan allí, solo ante el peligro, a Diego Cortés. No se amilana y demuestra su arte haciendo maravillas con las manos y la guitarra que suena y suena. De ella consigue nuevos sonidos e incluso nos engaña, pues nos parece a veces que suenan dos, ya que Cortés es capaz de tocar con su mano derecha y su mano izquierda a un mismo tiempo. Otras, la madera de su instrumento se convierte en un cajón de percusión a sus golpes rítmicos que se van haciendo étnicos con los gritos de su voz. Parece que la música está dentro y va saliendo como impulsada por la propia noche a través de su cuerpo, como si estuviéramos en una sesión de magia negra y vudú.

A la Pandilla Voladora tal vez les falte acoplarse un poco más, algún que otro ensayo, pero eso irá llegando con el rodar de los conciertos que les llevará a ajustarse. Lo que traen de serie es ese colegueo y un buen rollo que se disfruta. Es bueno dejarse llevar durante hora y media por su música, y darse cuenta que todos nos sabemos cada una de las canciones, sean de quien sean, y que en el fondo estaban predestinados para cantar juntos. Me volví a casa con una sonrisa porque hacía tiempo que no me divertía tanto en un concierto.

Málaga será la cuidad del cine por unos días

Se presenta en Madrid el 16 Festival de Málaga Cine Español


Martes 9 de abril de 2013. FNAC de Callao. Madrid

Cartel del 16 Festival de Málaga Cine Español
Fernando Méndez-Leite, miembro del comité de selección, y Juan Antonio Vigar, director del Festival de Málaga Cine Español
Málaga se convertirá en la mayor cartelera del cine español en pocos días. Por las pantallas de su festival pasarán muchos de los títulos importantes que se estrenarán comercialmente los próximos meses y, sin duda, será un magnífico escaparate de lo que es capaz de hacer nuestra industria cinematográfica, incluso cuando escasea el dinero. La 16 edición del Festival de Málaga Cine Español se celebrará del 20 al 27 de abril y si hablamos de su sección oficial podemos decir que contará con trece títulos, aunque la película Todas las mujeres, de Mariano Barroso, no entre en competición. Abrirá el festival el nuevo largometraje de la directora Isabel Coixet, Ayer no termina nunca. También se estrenará, después de todas sus polémicas y juicios, La mula, aunque no figurará ningún director en ella, pues Michael Radford abandonó pocos días antes del final y rechazó su autoría final. La sección oficial cuenta además con la presencia de los films de directores consagrados como Alberto Lechi (Sola contigo), Gracia Querejeta (15 años y un día) y de Daniel Carparsoro (Combustión), así como de directores emergente como Jorge Naranjo (Casting), Miguel Alcantud (Diamantes negros), Gabriel Ochoa (El amor no es lo que era), Jesús Monllaó Plana (Hijo de Caín), Jorge Algora (Inevitable), Alejandro Marzoa (Somos gente honrada) y Rodrigo Sorogoyen (Stockholm).

Dice Juan Antonio Vigar, nuevo director del Festival de Málaga Cine Español, que ellos aún cuentan sus ediciones por unidades cuando muchos otros festivales lo hacen por décadas. Son un festival joven, pero también fuertemente consolidado y con sello propio, el del cine que se hace aquí. Habla del Festival como el proyecto común de todos y lo describe como cercano y cómplice con nuestro sector, tanto con la industria como con las instituciones, agentes culturales y prensa. Vigar no es un extraño, ni un novato, ya ha trabajado con anterioridad en el Festival de Málaga y lo conoce bien. Suena en cierta manera a continuismo con la línea trazada en las anteriores ediciones por Carmelo Romero.

Los directores y productores, durante la rueda de prensa, hablan de emociones, de pasión, de riesgos, de exponerse, de sana competición, de poner toda la carne en el asador, de pequeñas películas, de presupuestos muy cortos, de talento, de buenos repartos, de cine accesible para todos, de volver… Y a todos se les escapa una sonrisa ilusionante mientras esperan a que se estrene su película en el Teatro Cervantes de Málaga. Están agradecidos por un festival que apoya su cine y contentos porque aquí es donde querían estar. No lo ocultan.

Cartel del 16 Festival de Málaga Cine Español
Cartel del 16 Festival de Málaga Cine Español
Cuando le piden a Vigar que haga una valoración del cine español actual tomando como base las películas que compiten en la sección oficial da su opinión con franqueza: «El estado del cine de España es estupendo». Lo que más destaca es su alto valor creativo y por eso se muestra muy satisfecho con el conjunto de la selección de este año en Málaga. Dice que se han visto 107 películas para hacerla. Habla también del 5% de bajada en la producción, menos significativo de lo esperado. Señala que los formatos de producción son ahora diferentes. De las cifras de cuota de pantalla del cine español comenta que el año pasado han sido elevadas, pero que se sustentan solo sobre tres o cuatro títulos. El Festival de Málaga quiere servir de escaparate para todas esos otros largometrajes, para que se pueda ver cine español y que cada vez sean más las películas sobre las que se asienten esos números.

Fernando Méndez-Leite, miembro del comité de selección, comenta que entre todas esas películas vistas ha encontrado de todo, pero que lo que sí ha notado en general es que son proyectos más modestos y menos ambiciosos. Siembra con ello un debate sobre la producción. Mariela Besuievsky, productora de 15 años y un día, habla de que en España ese tejido cinematográfico tan potente se ha perdido, así que la imagen de gran cinematografía que teníamos en latinoamérica se ha debilitado porque nos resulta difícil generar películas tan grandes. Añade que hay una crisis de modelo, pero que aún no se ha encontrado el que suplante al clásico circuito de cine, dvd, televisión de pago y televisión en abierto. Saben que va a cambiar, porque así lo ha hecho el modelo de ocio y de ver películas de los jóvenes, así que es una tarea pendiente de todos darle vueltas para ver como vamos a producir el cine que vendrá. Jesús Monllaó asegura que seguiremos haciendo cine, porque hay gente que quiere contar cosas y que todo sería más fácil si los profesionales no tuvieran que estar tan preocupados por llenar su nevera. Jorge Algora dio la noticia del E.R.E. en Deluxe, uno de los estudios de postproducción para cine, y añadió que mientras aquí se cierran se abren este tipo de estudios en Colombia. No podemos pararnos, el mundo es muy grande y habrá que moverse para encontrar el espacio y el sitio, para seguir haciendo películas.