sábado, 6 de julio de 2013

«Al pueblo griego hay que contarle la verdad sin ninguna reserva»

Markaris fue recibido como una estrella en la Semana Negra


Sábado 6 de julio de 2013. Semana Negra. Gijón

Petros Markaris durante la rueda de prensa en el Hotel Don Manuel
Petros Markaris durante la rueda de prensa en el Hotel Don Manuel
Petros Markaris es la tercera vez que pasa por la Semana Negra de Gijón. La primera fue cuando era bastante desconocido y acababa de publicar su segunda novela. Taibo pensó entonces que debía tener su espacio en el Festival. Dice Ángel de la Calle que ahora es facilísimo presentarle: «Es Petros Markaris, y ya». Ha conquistado Europa y se ha convertido en la voz de Grecia. Frente a los números de esta crisis, él nos cuenta lo que está pasando de verdad. Para romper el hielo a De la Calle no se ocurre otra cosa que preguntar por todo lo que ha pasado en Grecia desde la última vez que vino a la Semana Negra. Responde que durante estos últimos cuatro años todo ha sido un desastre, y a la vez una oportunidad que nos obliga a reflexionar sobre Europa y los europeos. En Grecia ocurrió en una noche, se levantaron un día y la crisis ya estaba allí. No contaban con preparación para enfrentarse a ella, para preguntarse qué era y de dónde venía, así que los griegos se convirtieron en rehenes. Se ven las cifras, pero no a las personas que están solamente para sufrir y pagar. Los griegos han vivido varias crisis, pero esta es la primera que no tienen esperanza. Markaris opina que los escritores tienen la obligación de convencer a la ciudadanía de que para salir se necesita esperanza y valentía. Su objetivo no es solo escribir novelas, sino hacerlo para explicar mediante ellas que se necesita una alternativa. El pueblo griego está desilusionado, decepcionado y desesperado. Ante esta situación de desánimo es difícil convencerles de nada. Pero lo que sí es importante es contarles la verdad sin ninguna reserva, que sepan lo que pasa. Pero los políticos mienten a la gente. Es absolutamente necesario decir a la gente lo que los políticos griegos no han dicho porque llevan años instalados en un mensaje de «no os preocupéis, aquí no ha pasado nada» y mientras lanzaban ese mensaje tranquilizador iban tomando medidas de recortes sin cesar. Eso hay que explicarlo a la ciudadanía.

Desde 2010 el autor solo se ocupa de la crisis y ya le resulta agotador. Le produce incluso una cierta sensación de desesperanza. Dentro de su familia también está instalada la crisis. Es crítico con los griegos. Ellos dicen que los errores los han cometido los alemanes, pero algunos son errores propios. El objetivo que tiene en mente es explicar estos fallos para que la gente los conozca y así se puedan subsanar. Las explicaciones nunca son fáciles.

A Markaris le preocupa mucho que está viendo en Europa una realidad muy preocupante: el odio. Se ha transmitido el mensaje de que todos los griegos son corruptos y allí impera la afirmación de que todos los alemanes son nazis. Esas generalizaciones conducen al odio y cuando pase esta crisis, ese odio va a seguir ahí, instaurado. Desde los cincuenta se han hecho esfuerzos para unificar Europa y ahora la crisis puede deshacerlos. Grecia, España y Portugal salieron de una dictadura y fueron buscando a Europa como destino. Igual les pasó a los países del Este tras la caída de la URSS. Si les preguntas a las gentes de estos países si quieren volver a la moneda propia que tenían antes, dicen que no, que sería peor. Pero no es así, en realidad seguir con una moneda única solo resulta menos malo. Se necesita otra visión, que se nos diga que no estamos por el buen camino. No debemos confiar en que la única senda es la que marcan las cifras, es solo una imagen. La Cultura tiene que ocuparse de la crisis porque es la única que puede explicarla y hacer que la gente actúe de otra manera. La gente se podrá defender si entiende y comprende. Quizá la construcción europea debió plantearse primero desde la política y la cultura común, más que como la reunificación económica que se planteó.

La traductora Lourdes Pérez y el autor Petros Markaris durante la charla del escritor en la Carpa del Encuentro
La traductora Lourdes Pérez y el autor Petros Markaris durante la charla del escritor en la Carpa del Encuentro
Alemania nunca entendió Europa, y quizá ahí resida el problema. El modelo alemán es falso e imposible. Además se ha roto el equilibrio entre Alemania y Francia, algo que al dejar de existir ha hecho que desaparezca la visión cultural europea. Desde los noventa se ha trabajado en una continua destrucción del equilibrio y el resultado ha sido el neoliberalismo. El mundo no puede vivir sin equilibrio. No puede ser que solo exista una posibilidad.

Por la tarde, la Carpa del Encuentro está a rebosar, a Petros Markaris le acompañan el librero Paco Camarasa y el reportero Víctor García Guerrero. Guerrero, gran conocedor de la realidad griega, hace un retrato de la situación política y social de aquel país como introducción para preguntar a Markaris «cuándo se jodió Grecia». Le responde que en 2009 vivían una situación de alternancia política entre Nueva Democracia y el PASOC. Ocultaban la realidad porque les servía para mantener esa alternancia. Cuando la Troika les intervino, utilizaron la medida para descargarse de las decisiones, diciendo que venían impuestas. El gobierno no hizo esfuerzos para resolver la crisis y en 2010 la situación empezó a deteriorarse para la gente de la calle y aún no ha tocado techo. En cierta manera, la celebración de los Juegos Olímpicos fue el inicio de la crisis. Markaris reconoce que aplaudió la entrada de Grecia en el euro. Fue un error, pero ahora es tarde. Sin embargo siempre estuvo en contra de que Grecia organizase los Juegos porque consideraba que superaba con creces las posibilidades del país y solo serviría para tender redes de clientelismo que ahora siguen pagando.

También Europa cometió con Grecia un gran error, pensó que era el único país en crisis, que era una excepción. Ahora la crisis se ha instalado también en otros lugares europeos. El problema es estructural. Europa está formada por muchos países y las decisiones deben llegar por concesiones y compromisos comunes. Cuando hay crisis, el modelo de Europa salta por los aires porque no es posible encontrar una solución entre todos y los acuerdos no llegan.

 Petros Markaris firmando libros tras su presentación en la Carpa del Encuentro
Petros Markaris firmando libros tras su presentación en la Carpa del Encuentro
De la inmigración, especialmente de la albanesa, también habla porque están sufriendo los efectos de una crisis repentina de una manera muy fuerte. Dice que los inmigrantes albaneses siempre han mostrado un gran deseo por integrarse en la sociedad griega y que la segunda generación no se puede distinguir a simple vista de los griegos autóctonos. Esta inmigración se enfrenta a dos problemas. El primero es el paro; no tienen ningún trabajo, buscan donde pueden para encontrar algo que hacer. Su segundo problema es el partido neonazi que surgió tras la caída de la dictadura y que actualmente es la tercera fuerza del país con un 15% de los votos. Los griegos están desilusionados y cabreados, por esos sus votos se van a los partidos que están fuera del sistema. Así se va generando un racismo muy severo, algo que se quedará y que resultará difícil de erradicar luego. La crisis tiene la culpa de que se haya hecho indistinguible a los culpables de las víctimas. No se sabe hasta qué punto el culpable es una víctima y al revés. Los límites no están claros. Cuando el gobierno no ejerce las funciones que tiene que hacer siempre habrá otros que les sustituyan para realizarlas y el pueblo tenderá a aplaudirles. Sin embargo, aunque la argumentación sea correcta, la actuación de estos delincuentes que realizan las funciones abandonadas por el gobierno no es correcta. La simpatía hacia el culpable es peligrosa y además resulta el primer paso hacia la dictadura. En el caso de los emigrantes, el gobierno no tomó ninguna decisión y el partido neonazi la tomó por él. Ahora es complicado separar a la gente que vive en los barrios de la ideología de los neonazis, te responden que son gente simpática que les están defendiendo. La realidad es que Grecia es un país pequeño que no puede soportar un 10% de inmigración. El gobierno no planteó una política para esos barrios, los abandonó y ahora está volviendo con una política de represión para demostrar que lo está haciendo mejor que el partido neonazi.

El pueblo perdió la confianza en la clase política y no esperan nada de sus políticos. Esas personas, que abarcan todas las edades, luchan por sus propios medios y mantienen una distancia entre su trabajo y la política. Los partidos tampoco se acercan a la gente. Este alejamiento es algo diferente a lo que la generación de Markaris vivió, ellos siempre estaban en partidos políticos de izquierda. Respecto a la juventud, el autor señala que hay que convencerla para que se quede en Grecia, pero que lo haga para luchar y cambiar la situación porque son gente muy bien formada. Si el pueblo quiere luchar hay que desarrollar la alternativa. Las marchas y las manifestaciones son formas de resistencia, pero no son las únicas. Hay jóvenes que van a los barrios más pobres para ayudarles a mejorar su escolarización. Otros buscan pisos vacíos para la gente que no tiene casa. Cuanto más elaboradas estén estas formas de resistencia mayor será su eficacia. Es cierto que son una minoría, pero existen. En Europa no podemos hacer una revolución, la resistencia es una forma de luchar poquito a poco.

Con la crisis se planteó escribir una trilogía y una periodista en su país le preguntó si pensaba que la crisis iba a durar tanto como para que pudiera escribir tres libros. Ahora tiene un problema, ya ha terminado las tres novelas y no se siente con fuerzas para iniciar una nueva trilogía porque está agotado. Ha empezado con un epílogo. No sabe lo que aún va a durar la crisis, pero él la va a darla por finiquitada con esta novela. En septiembre se publicará en España Pan, educación y libertad. Markaris nos anticipa que trata de la llamada generación «Politécnica», la de quienes estudiaban durante la dictadura militar griega y se enfrentaron a ella; esos mismos que luego pasaron a la vida pública en ámbitos políticos, educativos, sindicales… Durante estos 30 años, esa generación ha cometido muchos errores y ahora, las nuevas generaciones de griegos, las que sufren el paro, tratan de pedirles cuentas. Es el reproche hacia sus padres y abuelos. El título se corresponde con el lema que los estudiantes coreaban ante la dictadura.

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