martes, 30 de julio de 2013

Chus Pedro, la rememoranza de una identidad asturiana

Chus Pedro ofrece en el Jardín Botánico de Gijón un nuevo concierto de su gira ¿Cómo era aquello que decía…?


Martes 30 de julio de 2013. Jardín Botánico Atlántico. Gijón

Chus Pedro durante el concierto en el Jardín Botánico. Foto Toni Gutiérrez
Chus Pedro durante el concierto en el Jardín Botánico. Foto Toni Gutiérrez
Nadie puede considerarse asturiano del todo hasta que comprende el peso de esta tierra como un sentimiento y esa fuerza con la que se arranca el carbón a golpes como una forma de ser que muestra la lucha diaria por subsistir sin rendirse contra lo más adverso. Cada día se empieza de nuevo en una pelea que no tiene fin, eso es lo que dicta la vida para quien vive honestamente de su trabajo. De la misma forma, nadie puede sentirse asturiano sin emocionarse escuchando cantar a Chus Pedro. Sus raíces son ese peso de la tierra, las de una cuenca minera dinamitera y cada día más dinamitada. La naturaleza conforma el carácter de las personas que habitan un lugar, de la misma forma que las horas de lluvia dan color al paisaje asturiano. Sin ese agua que aquí a menudo cae hasta el agotamiento no habría verde tan abrupto, tan desbordado, con el que se convive. La orografía construye a su vez la resistencia de sus gentes y las condiciones de trabajo les dotan de una rebeldía que no se doblega. Así se tejen las sociedades, con individuos que sienten lo propio por debajo de lo colectivo. Ese engranaje perfecto entre naturaleza y sociedad se da en la canción popular, en ese decir indirecto las verdades vividas.

Algo de mágico tiene este concierto de Chus Pedro al celebrarse dentro del Jardín Botánico de Gijón, entre un llagar, un hórreo, una casona y una arboleda y con el cielo como cúpula. No es un concierto cualquiera, es un repaso por la banda sonora de su vida. Chus Pedro va contando con palabras las anécdotas, sus historias. Enlazando confesiones y cantos va construyendo su monólogo, recuperando y recordando la esencia de una generación combativa. Explica cómo fue su primer «contrato profesional», esa primera vez que le pagaron por cantar. Después, con ocho años, participó en un festival con Cuando la aurora una canción popular que le enseño su hermana. Con once, en otro festival, cantó su primera canción protesta: Si yo tuviera una escoba. De su infancia se acuerda de varias canciones que triunfaban en aquella época y las va interpretando: Angelitos negros, El tamborilero o La vida sigue igual. Respira un instante y se ríe pensando en alto que hubo un tiempo en el que le gustaban los cantantes de derechas. Con cariño le «echa la culpa» a su hermana, porque era ella quien traía y ponía esos discos en su casa.

Pero la realidad, todo lo que vino después cuando la vida rasga el telón inocente con el que se protege la infancia del mundo, le llevó al otro lado, a que sus inquietudes políticas y sociales le definieran como el joven comunista en que se convirtió. Participó en el colectivo cultural Camaretá, conoció la poesía de Manuel Asur y con Manolo Peñayos surgió el grupo Nuberu que fue conformando la banda sonora de toda una generación, la que forjó la Transición en Asturias. Se mezcla lo político, con lo personal, con las raíces y los paisajes. Suenan La Mula torda, Delina, La carbonera, La Canción de los Valles, Dame Tira, Nenita, So vaqueiro, El chamiceru… y todas ellas obligan a quien las escucha a emprender un camino de sentimientos, de rememoranza y de identidad difícil de explicar.

Chus Pedro después de Nuberu. ¿Cómo era aquello que decía…?
Chus Pedro después de Nuberu. ¿Cómo era aquello que decía…?
Cuando canta El chalaneru todo el público le acompaña. Tal vez, esa canción representa su unidad con la tradición y el sentimiento de un lugar y unos valores que cuentan cómo fuimos. Las figuras de su hermana Florentina Suárez, Nenita, y del poeta Manolo Asur se repiten a lo largo del concierto, al igual que la sombra de su padre que marca una especie de herencia biológica maldita. Su hermana forja en él la emotividad, la unión con la tierra y el mundo rural, mientras que Asur le ofrece una visión poética y política de compromiso y solidaridad. El concierto ofrecido es una llamada urgente a la solidaridad, a retomar con coraje los valores de una cuenca minera que se enfrenta y pelea, a que volvamos a preocuparnos los unos de los otros. Así lo dice, con cierta rabia, con un regusto amargo de nostalgia y con un cierto deje de decepción al mirar el camino que entre todos hemos tomado.

No es el único momento en que la política le viene a la boca, hay un instante para soltar el aguijón de la ironía contra el concejal de cultura del Ayuntamiento de Gijón. Se lo ha ganado a pulso con su estrechez de mente y con esas declaraciones de desprecio que últimamente ha hecho sobre la minería asturiana. A él le dedica la canción con la que cierra el concierto: En el pozo María Luisa.

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