sábado, 5 de octubre de 2013

El sentido de la realidad de un cortometrajista

Lo que dio de sí el último pase de cortometrajes de la sección oficial del Festival de Cine de Madrid-PNR

Sábado 5 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Cartel de corto Presence required
Cartel del corto Presence required
El Festival de Cine de Madrid-PNR agota sus últimas proyecciones en un ambiente de una cierta tristeza. Es extraño que cuando la tecnología ha evolucionado hasta extremos insospechados, tanto que se vive una sensación de que el cine se ha democratizado hasta el punto de ser accesible para una mayoría muy amplia, se viva un retroceso tan grande. Parece que el mundo cinematográfico que conocíamos se agota y que no han surgido nuevos modelos desde los que iniciar el futuro que seguro vendrá. Las reglas de juego están en espera, en ese estado de «stand-by» en el que se quedan los aparatos eléctricos hasta que alguien accione el botón del mando para que se vuelva a encender. Las expectativas por lo que vendrá no terminan de plasmarse en un proyecto y todo son dudas, temores y angustias. Cada cual piensa que está perdido y viviendo en una amplia estepa de soledad. Hay quien mira con pesimismo, hay quien lo hace con melancolía, quien incluso se va por la amargura o por la desconfianza también. Y el resto, una parte muy pequeña, se mantiene con la mínima esperanza de que el chaparrón escampe. Estamos donde algunos, los que nos dirigen, quieren que estemos, ni más cerca ni más lejos. En nuestras manos está organizarnos y salir adelante sin esperar por nadie, con independencia y valentía. No tengo duda de que los propios cineastas pueden revertir la situación y que aún tienen impulso para ello.

Es cierto que en general no estoy encontrando el cine que buscaba. Pensaba que estos tiempos de crisis son momentos de compromiso, de un realismo exacerbado y revulsivo. Pero ese cine en el que pienso no lo encuentro más que con pequeños cuentagotas. Necesitamos que la realidad que camuflan los informativos se muestre con crudeza, sin suavizar sus aristas y sin transmitir esperanza, para que así nos agite de una vez y nos haga despertar. Quizá por eso estoy siendo tan crítico estos días con la evasión. Me he pasado todo el festival buscando el sentido de la realidad de los cortometrajistas. En la sección oficial del sábado si encontré un buen ejemplo de eso que últimamente voy persiguiendo.

El primero de los cortos, Negro sobre blanco, de Enrique Caruncho, es justo lo contrario de lo que contaba. Es la negación de un presente doloroso, la venda en los ojos, la caridad de la clase dominante, insultar diciendo que vivimos en la sociedad con más capacidad de la historia. Y quizá lo sea, pero solo para unos pocos, esos mismos que viajan y dirigen orquestas. Caruncho ha realizado un pequeño documental sobre Ramón Torrelledó, una pieza en blanco y negro donde vamos escuchando «grandes reflexiones» decoradas con imágenes y música. Falta de vergüenza y puro atrezzo, nada más. Un trabajo que no tiene vida más allá que la que se aprende en una escuela de marketing porque es la voz de una élite que ya nos tiene cansados.

Cartel de corto A New Way Of Life
Cartel del corto A New Way Of Life
Después, como para echarle un jarro de agua fría al anterior corto, vino A New Way Of Life, de Mikel Mas. Un corto sencillo, impresionante y de una potencia emocional tremenda. Nos habla de los problemas económicos que viven las personas y para ponerlos en contexto va siguiendo a un hombre maduro sin trabajo que vive en una furgoneta y que no se cansa de buscar empleo. Es un hombre que tiene sueños, precario subsistiendo, uno de tantos a los que nuestra sociedad va dejando al margen. Vemos su drama mientras vamos escuchando extractos de una radio que es la voz de la conciencia, que nos va contando el panorama que va dejando la crisis, las mentiras de los gobiernos de Zapatero y Rajoy que niegan la propia realidad, poniéndole barreras. Mas no necesita imágenes efectistas, le basta lo cotidiano, los pequeños gestos de una realidad presente, para construir la verdad.

No me gustan los cortos con voz en off, me recuerdan las presentaciones en powerpoint donde la imagen es un simple apoyo para lo que se quiere contar. El cine es imagen y ella domina, no necesita de una voz que te vaya explicando lo que hay más allá de esas imágenes. Con este preámbulo es fácil deducir que The Acrobat, de Gerardo Herrero, no me gustó. Me pareció un corto demasiado grave, pretencioso incluso. Y sin embargo me supo a una especie de trailer para una película que no se terminó de hacer. Herrero, un joven director asturiano, se cuestiona en este trabajo las decisiones para decirnos más o menos que toda alternativa nos lleva al mismo resultado, que nada cambia salvo el punto de insatisfacción donde ya no nos soportamos o donde dejamos de servir para aquello en lo que nos habíamos volcado. La desilusión es la misma, así que nada importa, que el destino no está en nuestras manos, que solo elegimos el camino de insatisfacción que nos lleva a él.

María Gordillo nos propone con Presence Required una situación absurda de la que saca petróleo. Pero es que el ser humano es así. No es fácil desacostumbrarse a una presencia fantasmal con la que se ha convivido durante muchos años y que ahora se ha ido. Resulta difícil encontrarle sustituto. La pieza de Gordillo desborda humor sin dejar de ser una caricatura de lo que somos, sin soltar los pies de la tierra por mucho que partamos de un estado surrealista. Estupenda la crítica soterrada que esconde en un segundo nivel a esa sociedad banal, aparente, irreflexiva, estúpida y tan egoísta en la que nos hemos convertido.

Cartel de corto Quiero
Cartel del corto Quiero
Quiero, de Bernat Gual, es un corto de trece minutos profundamente dramáticos. Gual se ha empeñado en mostrarnos la dificultad de una situación difícilmente superable: el dolor que produce en una madre la imposibilidad de comunicarse con un hijo que es sordo y ciego. Para ello no escatima nada, preocupado de transmitirnos una angustia vital que por su realismo trasciende la pantalla y traslada al espectador una impotencia agotadora.

Isabel Herguera se ha convertido en una de las figuras más reconocibles de nuestra animación. Su corto Bajo la almohada cerró la sección oficial de este festival. Se trata de un pequeño documental de animación realizado a partir de los dibujos y voces de un grupo de niños y niñas residentes en una clínica de la India. En esos trazos que inspiran este trabajo, dominan los sueños y las esperanzas para sobreponerse a la vida tan dramática que les espera. La enfermedad les rodea, pero los colores son vivos, llenos de rojos y azules, de verdes, de cielos, de paisajes abiertos… Herguera rompe el pesimismo con ilusiones, y la realidad, sin querer, otra vez se va quedando afuera. Quizá necesitemos esperanza y sueños que también sepan despertarnos de nuestro aletargamiento.

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