viernes, 4 de octubre de 2013

Exprimiendo las ideas para hacer cortos

Penúltima sesión de cortos en el Festival de Cine de Madrid-PNR

Viernes 4 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Cartel del corto El otro
Cartel del corto El otro
Todo festival es un camino de altibajos emocionales que va creando relaciones de amor y odio entre el espectador y las proyecciones. Un festival, ante todo, no es otra cosa que acumular cansancio, horas de trabajo, muchas esperanzas pendientes de convertir en hechos y algún deseo cumplido. La cultura necesita de las épicas de los festivales, del esfuerzo incansable de quienes se encargan de ponerlos en pie. El cine, en este momento, también se encuentra necesitado de estandartes que lo aproximen a la ciudadanía porque no puede estar desconectado del público. El Festival de Cine de Madrid-PNR hace todo eso, y por tanto cumple con la sociedad de la que forma parte, reflejándola en cada uno de sus pases. Son las películas, largos o cortos, que pasan por la gran pantalla de sus salas un trozo propio que nos explica, que nos interroga y que nos obliga con nosotros mismos. El cine, al igual que el público, demanda festivales honestos donde encontrarse. Esos puntos de encuentro y coincidencia nos proporcionan momentos inolvidables en los que fuimos felices.

La sesión de hoy, en general, ha sido la más floja de esta edición, quizá tenga que ver en ello eso del camino de altibajos con el que empezaba esta reseña. Como es habitual, vuelve a tener un poco de todo, dividiéndose entre los que desean contar una historia propia o de pura ficción y los que quieren que contemplemos una realidad que les atosiga, aunque también sea ficcionada. Los hay que se van al pasado para encontrar las emociones que siguen siendo válidas para nuestro presente. También hay quien se escapa por el camino de lo irreal, por esa línea tangencial que nos da más libertad para contar nuestros miedos.

El otro, de Jorge Dorado, en mi opinión es el corto más completo de esta sesión. Nos cuenta una historia de ficción, con cierta intriga e inquietud. Lo hace desde la primera toma en la que nos muestra el despertar de alguien que no confía en sí mismo, que necesita grabarse cada noche y repasar por la mañana hasta las mínimas perturbaciones que ha tenido durante el sueño. Nada bueno puede deparar alguien así, que sabe que dentro de sí encierra toda la mandad del mundo, que tiene que pasar su vida controlándose, huyendo. Una noche conoce a una camarera argentina que está de paso por el lugar, y ese yo, el del otro, no pude reprimirse más. Dorado nos envuelve con sus imágenes la metáfora de la pequeñez de un hombre frente a la grandeza de la naturaleza, una naturaleza a la que siempre se llega como un extraño. Es la fuerza del instinto natural la que gobierna esa jungla que habitamos y por mucho que nos alejemos seguirá pegada a nosotros como una sombra. Es el de este trabajo un cine de paisajes fríos, introspectivo y con cierto aire a las películas negras que nos están llegando desde los países nórdicos.

Cartel del corto Jeremías
Cartel del corto Jeremías
Jeremías, de Nicos Beatty, nos recuerda que detrás de cada «sin techo» hay una historia y unas cuantas decisiones mejor o pero tomadas. Su ficción nos dice al oído algo innegable: sostener la dignidad en el mundo capitalista, amoral, infoxicado, desprofundizado e inculto no es una tarea importante. Por eso Beatty quiere echar una mirada a una miseria que sobrecoge porque cada día está un paso más cerca de nosotros. Lo hace manteniendo la vista levantada, sin arrodillarse, como su personaje. Parece que las ideas que no tienen que ver con la competitividad y el emprendimiento se van quedando trasnochadas y con ellas el ser humano y sus principios más básicos. Parece que estamos un poco desorientados y cada día más locos.

Josecho de Linares con Mi ojo derecho rinde homenaje a su abuela. Nos recuerda que todos fuimos el «ojito derecho» de nuestros mayores y que poco a poco, mientras crecemos, los lazos se van rompiendo. Justo cuando más necesitan es cuando más alejados nos encontramos. Linares hace un corto íntimo, pero a la vez universal que habla de volver a estar cerca de quien siempre nos ha querido y portarnos como esas mismas personas nos enseñaron en nuestra infancia. Es lo emotivo, el punto fuerte de este trabajo.

Un hombre que escribe, de Carlos Hernando Sánchez, me parece un corto manipulador, que quiere contar una realidad tergiversada en beneficio de una causa imperialista. Dice denunciar la censura en Cuba y para ello muestra gentes en lugares públicos hablando con la libertad que dice que no existe, recitando las frases y los versos del poeta y periodista cubano, Raúl Rivero, de quien se señala en el corto que fue condenado y cumplió condena por ejercer el derecho a expresar sus ideas. Esa es la mentira que se destapa sola, la propaganda que construye una disidencia cubana que conspira contra un pueblo que decidió ser revolucionario y socialista. Los disidentes cubanos no son presos de conciencia, el código penal de cualquier país condena a aquellos ciudadanos que mantengan relaciones con otros gobiernos y reciban dinero de ellos para actuar en contra del suyo. España tampoco es una excepción. Hernando monta un corto de fragmentos, de imágenes repetidas, efectista, ñoño y manido. Ni artística, ni moralmente, tiene nada que ofrecer.

Cartel del corto Pequeños electrodomésticos
Cartel del corto Pequeños electrodomésticos
Pequeños electrodomésticos, de Manuel Arija, es una travesura y un desvarío erótico-festivo un tanto surrealista para responderse a la pregunta ¿qué busca un hombre en una mujer (o viceversa)? Una relación puntual se basa en la atracción, en una serie de procesos químicos y orgánicos que despiertan todo un ritual a su alrededor, una forma más o menos repetida de cortejo, un preámbulo que busca un resultado que dependerá siempre de aquello que logremos despertar en el otro. Lo mismo que ocurre cuando ves un corto, en la cabeza se despliegan una serie de elementos (culturales, sociales…) y un instinto que termina haciendo que con el paso del tiempo se recuerde o se olvide. A mí el corto de Arija me atrae, no le daría un premio, seguro, pero sí despertó en mí una sonrisa por saber contar eso de los complejos con tanta gracia e imaginación.

Gernika, de Ángel Sandimas, es el corto de animación de la sesión. Nos habla de una tragedia orquestada para aniquilar a una población combativa. Ese pulso luchador es el espíritu que encierra el corto de Sandimas. La guerra interrumpe la vida y no volvemos a reponernos nunca. Lo más fatídico la muerte y curiosamente, la muerte inhumana, injusta y aterradora es siempre motivo de inspiración.