viernes, 7 de noviembre de 2014

El cine que nos cuenta una Europa socialmente polarizada y sin futuro

Arrancó la undécima edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla

Viernes 7 de noviembre de 2014. Festival de Cine Europeo de Sevilla. Sevilla

Cartel del 11 Festival de Cine Europeo de Sevilla
Cartel del 11 Festival de Cine Europeo de Sevilla
Sevilla tiene un festival de cine europeo: el SEFF. La de este año es su edición número 11. Desde hace tres, lo dirige José Luis Cienfuegos que llegó aquí después de la encerrona política que le hizo el partido de Álvarez Cascos en Gijón y su cese tan fulminante como injustificado del FICXixón. Sin duda, ha puesto todo su conocimiento y estilo para nutrir este nuevo festival al que le está dando un buen impulso. Su programación, a priori, resulta muy apetecible para quienes nos gusta el mundo del cine.

La programación cinematográfica la distribuye en tres lugares, el teatro Lope de Vega, el teatro Alameda y los cines Nervión. Son estos últimos el epicentro del festival, se encuentran dentro de un centro comercial, mirando al estadio Sánchez Pizjuan y en cierta forma en el extrarradio de Sevilla. No deja de resultar extraño el protagonismo de un centro comercial al uso como eje de un festival. Cierto que ofrece ventajas (número de salas, pantallas, capacidad…) e inconvenientes (palomitas, desplazamientos en autobús, alejamiento del resto de la vida de la ciudad…)

La ciudad nos ha recibido con un tiempo otoñal y con una lluvia fina por la noche. Ese sol perpetuo del que siempre nos hablan a los de fuera, ya sabemos que no es tan real, que se trata más bien de un asunto de marketing.

Anoche había gala de inauguración. La presentaba Antonio de la Torre. Dicen que había mucho ambiente de festival. En los Nervión, lo que había es mucha gente con ganas de ver buen cine.

[Selección EFA. «Girlhood». Céline Sciamma. Francia] Identidad y futuro

Cartel del largometraje Girlhood
Cartel del largometraje Girlhood
Céline Sciamma presentó hace unos años «Tomboy», una excelente película. Ahora llega «Girlhood», una historia de adolescentes que tienen que tomar decisiones. La protagonista, sobre todo, sabe lo que no quiere. No se engaña. Frente a sí tiene los modelos posibles, y reconoce que a la larga todos son un fracaso, que viven una vida que no es la que ella quiere tener. Así va construyendo su identidad, golpe a golpe, sola o en equipo. No hay futuro: el barrio, ser una mujer, la falta de dinero… Para Marieme, para muchas mujeres nacidas en suburbios, no hay forma de salir de ese círculo cuando la posibilidad de ir al instituto se esfuma. Lo que queda es duro de elegir, de sobrellevar y de reconducir. Hay que ser muy fuerte, casi invencible.

En «Girlhood» las cosas suceden, caen por su propio peso, una a una las puertas se van cerrando. Sciamma es directa, nos llena de primeros planos que nos hacen convivir con Marieme, sentir su angustia y vivir con ella ese camino donde se labra la identidad. Reconozco que la película engancha porque tiene grandes momentos y está bien construida y que consigue mantener al espectador atento y sobretodo reflexivo. La directora opta por insinuar, por no inmiscuirse, por mostrarnos una cruda realidad que sabemos que existe y de la que sin embargo nos sentimos distantes en nuestra vida cotidiana, como si nos hablaran de la vida en el planeta marte. Sin embargo, en ese deseo de huir de toda moralina, el argumento se queda un tanto tambaleante, como sin cerrar. Le falta el golpe final que la haga redonda, que no nos deje en el preámbulo de una historia por venir aún más asfixiante.

«Girlhood» nos habla de esa Europa socialmente polarizada que hemos construido. Nos habla de un barrio marginal, y lo hace desde el punto de vista de la media, de lo que ocurre normalmente. Son barrios cargados de segregación que cumplen la función de ser el escalón más bajo de nuestra sociedad. De allí saldrán los que harán los trabajos que los demás no queremos hacer y los focos de delincuencia. De esos barrios, si podemos, salimos y si nos quedamos es que nos hundimos. Hay en ellos exclusión, falta de mezcla y una ausencia de empatía que no permite avanzar. La separación es cada vez más grande, alcanza a un mayor número de gente. No hay futuro para una gran parte de nuestra sociedad y empezamos a conocerlo, esa distancia se va haciendo imposible de franquear.

La República Cultural

2 comentarios:

Isabel dijo...

Me alegra descubrir que estás en el SEFF.
Y también que este año haya vuelto el festival a su sitio original: Nervión, porque también a las personas que viven en pueblos les gusta el cine, y la estación de Santa Justa está casi al lado.

Como tengo en cuenta tu opinión creo disfrutaré leyéndote.

Gracias y saludos.

Javi Álvarez dijo...

Gracias a ti, Isabel