miércoles, 12 de noviembre de 2014

Hay días que sería mejor saltarlos

Sexto día en el SEFF

Miércoles 12 de noviembre de 2014. Festival de Cine Europeo de Sevilla. Sevilla

Hace días que no dábamos el parte meteorológico. Hoy hace sol y una luz muy blanca, de esa que te obliga a cerrar los ojos para mirar hacia delante. El Festival avanza, ya ha cruzado su ecuador y vuela hacia su final. El tiempo pasa volando entre película y película, pero hay días que uno se equivoca, que la elección se ha demostrado insatisfactoria, días que sería mejor saltarlos. En las salas, a oscuras, esos días se vuelven plomizos, vacíos.

[Sección Oficial. «El camino más largo para volver a casa». Sergi Pérez. España] La pérdida que nos anula

Sergi Pérez presentando su película El camino más largo para volver a casa
Sergi Pérez presentando su película El camino más largo para volver a casa
Foto Toni Gutiérrez
«El camino más largo para volver a casa» tiene el honor de ser la única película española que compite en la sección oficial de esta edición del SEFF. Es un largometraje independiente, pequeño, con baja financiación y de los que se llaman de autor. Un cine diferente que dicen algunos. Estas películas funcionan si conectan. En mi caso no se ha producido esa conexión y «El camino más largo para volver a casa» me deja simplemente frío.

Son veinticuatro horas de seguimiento exhaustivo a un hombre que no atraviesa su mejor momento. No hay ningún background del personaje, un hombre opaco, y ni siquiera podemos estar seguros de lo que le ha pasado. La cámara le persigue sin indulgencia, diseccionándole, retratándole de forma despiadada en un dolor que le hace tambalearse. Ese seguimiento nos va mostrando el estado más animal del protagonista, donde sus decisiones no las toma de forma razonada, son básicamente viscerales y solo son admisibles por esa pérdida que le nubla los sentidos. Y aún así, la cámara va dejando espacio para que el espectador pueda sentir una mínima empatía ante la mirada perdida del protagonista y ese deambular intentando encontrar un sentido.

Explica Sergi López que «El camino más largo para volver a casa» se apoya en la imagen, en la acción y en los símbolos. Es la forma de evitar el texto y dar información al espectador, porque no son la parte importante del film. Se trataba de abstraer el dolor. Ese conflicto interno es lo básico de la película, por eso el director necesitaba que el conflicto externo fuera algo pequeño: buscar unas llaves. Ese detalle le va haciendo pasear al protagonista de un lado a otro de la ciudad, mostrando su estado y evolucionando en él, hasta que explota.

La película se ha montado con 100 cortes. Estéticamente todo ha estado medido desde el principio. Abundan los espejos, los planos secuencia, los juegos con la luz, las sombras...

[Las nuevas olas. «Tonight and the people». Neïl Beloufa. Francia y EE.UU.] Mundo estúpido

Un fotograma del largometraje Tonight and the people
Un fotograma del largometraje Tonight and the people
A priori, siempre se debe meter una comedia en todo festival. Una sonrisa ayuda a equilibrar tanto pensamiento profundo y hay que garantizarse al menos una. El programa del SEFF daba para pensar que «Tonight and the people» era esa comedia balsámica. Pero me equivoqué, la película no tiene la menor gracia, ni de lejos. Es cierto que subyace en ella lo absurdo, la metáfora y la exageración, que nos tropezamos con unos personajes que son auténticos paradigmas, pero vistos desde otro tamiz, como si nos enfrentáramos a auténticos estúpidos que, sin embargo, hablan a través de reflexiones filosóficas sobre el sentido humano. Es lo inesperado y el ambiente apocalíptico por estallar lo que tira de la película, esa falsedad que nos representa como sociedad.

Un mundo así no tiene futuro. Si un día se acabase, si solo sobrevivieran los que tienen personalidad, los que no siguen las modas, ¿cómo construirían la nueva sociedad?, ¿tal vez una asamblea al estilo «Occupy Wall Street»?, ¿podrían ponerse de acuerdo para empezar otra vez?

Lo mejor de «Tonight and the people» es que ya pasó. Alguna tenía que ser la peor película.

[Las nuevas olas. «Equí y n’otru tiempu». Ramón Lluís Bande. España] Paisaje, rigor y memoria

Cartel del largometraje Equí y n’otru tiempu
Cartel del largometraje Equí y n’otru tiempu
No voy a decir que «Equí y n’otru tiempu» sea un documental, yo lo definiría como un audiovisual con otras miras. Es un registro exhaustivo de los lugares donde las fuerzas del orden de la dictadura fueron asesinando a la guerrilla asturiana que se echó al monte tras la Guerra Civil. 34 lugares donde aquella impunidad aún hoy no ha dejado señal, ni marcas distinguibles, sino olvido.

Dice Ramón Lluís Bande que tres son los pilares de este trabajo: el paisaje, la memoria y el rigor. Cumple con todos. Es más, el rigor define también la estructura y el sentido, pues se ha rodado exactamente en los mismos lugares y se ha tratado, en su mayoría, que también se cumpliera con las mismas fechas. El reparto del tiempo es matemático, cada cartel, cada plano, dura lo mismo.

Hay otra frase que dice Bande que me gustado mucho: «del documento al monumento». «Equí y n’otru tiempu» es eso, un monumento audiovisual a todos aquellos luchadores republicanos. Este trabajo les rinde ese homenaje y coloca una «placa» en cada uno de esos lugares. Hay también un pequeño prólogo, las palabras de Manolín «el de Llorío» que cuentan cómo fue detenido en una de esas emboscadas, y que sirve de representación a las historias que no pudieron contar todos aquellos que recibieron un tiro impune que acabó con sus vidas. La película se cierra con un epílogo, una canción popular que completa el viaje.

Destaca Bande su esfuerzo por vaciar la película para dejar la rigurosa esencia: ese paisaje y esa memoria. Ese es el sentido, lo único que tiene cabida. Una pena, el espectador querría saber mucho más, las historias de esos hombres que no se cuentan y la forma e investigación a través de la que se fue encontrando cada uno de esos lugares.

La República Cultural

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