lunes, 14 de septiembre de 2015

Los otros, nosotros


Ilustración: Artsenal
Ilustración: Artsenal
Dice la RAE que Xenofobia es el odio, la repugnancia o la hostilidad hacia los extranjeros. De lo que no habla la RAE es de la cura. Sanar de xenofobia es bien sencillo, basta con viajar, con ver mundo, con querer conocer otras culturas. Ya va para dieciocho años que vivo en Lavapiés, un barrio que estos últimos tiempos se ha ido rehaciendo así mismo, enriqueciéndose con la mezcla de todas las personas que se han establecido aquí. Lo distinto, lo diferente, nos hace tomar nuevos puntos de vistas, comprender, aprender y superarnos. Precisamente ha sido la heterogeneidad el motor que ha impulsado el barrio y tanto lo ha hecho que ha despertado el interés de gentes con economías más ricas que han tomado la decisión de trasladarse a vivir aquí. No sé cómo saldrá Lavapiés de este proceso de gentrificación que la golpea, pero esa es otra historia.

Mientras le doy vueltas a todo esto de la xenofobia, me siento en alguna de las terrazas de la calle Argumosa y pido una caña. En la mesa de al lado una chica le pide a su compañero un bolígrafo para firmar. Este abre su bolso y saca un puñado de bolígrafos; una docena calculo a simple vista entre los que no hay dos iguales. Ante la mirada de ella, a él no le queda otra que explicarse: «De cubrir ruedas de prensa, el miedo a que alguna vez se te acaben dos bolígrafos seguidos te hace ser previsor». «Quería uno negro», dice ella. Él hace un gesto de extrañeza: «¿y qué más te da? Todos sirven para lo mismo, para escribir». «No queda bien firmar en rojo», se justifica ella, «el rojo es para señalar o para corregir». Se ríen.

Van llegando mis amistades y van pidiendo sus consumiciones. Empezamos a hablar de la gentrificación. Va pasando la tarde y pedimos otra ronda de lo mismo a la camarera. «Lo homogéneo solo nos lleva a ser más conservadores», nos espeta mientras se vuelve a la barra sin saber si lo ha dicho por la conversación o por lo pedido.

Siguiendo los titulares del día, hablamos de racismo. Hemos dejado de contar los muertos, de escandalizarnos por las cuchillas de las vallas, de repudiar las expulsiones, de hablar del maltrato en los CIES… como si todo se hubiera normalizado y hubiéramos olvidado el drama humano que hay detrás de cada persona. Nos hemos creído esos falsos mensajes de nuestros gobernantes que dicen que aquí no caben más extranjeros pobres. Laura nos habla de Miguel, la pareja de su hermana. Dice que se fue a hacer el MIR a Londres, que la vida era cara y que se puso a hacer camas en un hotel. Cuenta que una noche, al salir, en el callejón, dos racistas le dieron una paliza, simplemente por su aspecto de español. Nos escandalizamos y siento en ello una cierta hipocresía porque sabemos que aquí también ocurren ese tipo de agresiones, lo único que las víctimas son otras, las personas que tienen otros rasgos, otro color de piel diferente al nuestro.

Revista Gurb

lunes, 20 de julio de 2015

Puñetera austeridad


Ilustración: Artsenal
Ilustración: Artsenal
Nombrar a Ángela Merkel es lo mismo que decirle a la austeridad que pase. Si la austeridad se sienta en una de nuestras sillas del comedor, no volverá a levantarse nunca más de allí. Se hará fuerte y se quedará con pereza a vivir a nuestra cuenta. Nos dará órdenes sobre la comida que le servimos y sobre la nuestra, que por supuesto no puede ser la misma; las proteínas caerán del lado de su dieta y para la nuestra nos conformaremos con pan y cebolla. Nos dirá, desde la teoría y nunca desde la experiencia, en qué postura debemos dormir e incluso con quién y cuántas veces. Nos criticará si ponemos un poco más fuerte el aire acondicionado porque, aunque fuera haga un calor infernal, nos recordará que debemos ahorrar ese dinero para pagarle al banco la hipoteca que tenemos pendiente antes que despilfarrarlo en la electricidad que consume de más bajar ese grado. Soltará frases lapidarias, sacrificará nuestro presente e intentará sobornarnos con un crecimiento económico tan futuro como hipotético y falso. Pero al final, nuestros euros nos habrán desaparecido de los bolsillos y estarán bajo su manga por el arte de birlibirloque.

Alguien dirá que exagero al personificar la austeridad de una forma tiránica, la realidad es que convivimos a diario con ella. También es cierto que aprieta hasta ahogarnos. La RAE viene a darme la razón en esto, en su segunda y última acepción, define literalmente la austeridad como una «mortificación de los sentidos y pasiones».

Entonces, si solo trae dolor, ¿por qué ha venido para convertirse en el centro de todas nuestras políticas? ¿Por qué soportamos esas tijeras de podar los derechos sociales de las personas? Dicen los que más saben, que como somos un país serio, tenemos que aplicarnos la austeridad, así en general. Pero es mentira, la austeridad solo viaja en un sentido, solo la carga una parte de la población: la parte obrera y asalariada, la que no sabe lo que es un privilegio, la que ha trabajado cada día de su vida.

Es falso que nuestros políticos del bipartidismo se hayan aplicado a sí mismos esa austeridad. La llegada de Ahora Madrid al Ayuntamiento de la capital ha sacado a la luz los privilegios de los concejales: palcos y pases en el Teatro Real, en el Santiago Bernabeu, en las Ventas, en la Caja Mágica, en el Club de Campo, en Ifema, en los teatros municipales... Con la renuncia del equipo de Manuela Carmena a todos ellos se han hecho números y sumando todas estas partidas, 20minutos calcula que supondría una cantidad cercana a los 350.000 €, lo que nos dan una idea muy clara de la distancia que existe entre los gobernados y sus gobernantes.

Revista Gurb

martes, 23 de junio de 2015

Sin gracia ni perdón


Viñeta: El Koko Parrilla
Viñeta: El Koko Parrilla
A mí, lo confieso, «Los Morancos» no me hacen gracia. Mi límite del humor lo marcan ellos, bueno, y «Chiquito de la Calzada», pero eso ya es otro cantar. Ni siquiera entiendo que alguien pueda reírse con sus chistes. Reconozco que me ofenden un poquito por esa gracia que no les encuentro y por el reflejo chabacano que hacen de nuestra inmadurez. Sin embargo nunca se me ha ocurrido pedir pena de prisión para ellos, que les quiten su programa o que los inhabiliten para presentarse a cargo público alguno. Si alguien les vota, sabrá por qué. Su humor no les deshumaniza por mucho que no lo comparta.

Bien, conozco mis límites del humor, no me costó mucho encontrármelos, ¿pero, la libertad de expresión, tiene fronteras?

Con los tuits sacados de contexto de Guillermo Zapata me he dado cuenta de que vivo en un país que ha puesto cotas a la libertad de expresión y que además no atiende a explicaciones. El nuestro es un país dominado por una «derechona» que se comporta como un niño mal criado, que se tapa los ojos, los oídos y chilla para no escuchar a los demás. Se burlan de nosotros. Somos tontos si les seguimos haciendo caso.

Si la derecha no gobierna, crispa para que nadie pueda hacerlo, para que nada cambie, para que todo siga atado y bien atado. No quieren un Madrid mejor, pues siguen defendiendo los intereses de sus amistades, de las élites empresariales y económicas. Para la derecha, lo público no es otra cosa que un saco de dinero donde meter la mano.

Con los tuits sacados de contexto de Guillermo Zapata me he dado de bruces con la estupidez; no la de Zapata, sino la de quienes escarban con odio buscando desprestigiar al rival político, la estupidez de los que van detrás, de los que se hacen eco, de los ofendidos porque no saben perder y también de los que hacen caso sin informarse.

De nuevo tenemos a la derecha diciéndonos lo que está bien y lo que está mal, con sus dos varas de medir que igualan la viga en su ojo, con la brizna en el nuestro. Lo peor es que se han empeñado en seguir marcando la agenda política y nosotros hemos picado y se lo hemos permitido. Nos entretienen, nos desvían y nos enfrentan. ¡Basta ya! Respeten un poquito y dejen trabajar a los nuevos gobiernos municipales y autonómicos. Gentes del PP, hagan el favor de sentarse y pónganse a aprender del ejemplo político que la ciudanía va a darles.

A Guillermo Zapata -activista político, guionista, director de cortos y novelista- no le han dejado demostrar su capacidad y me duele porque hubiese sido un estupendo concejal del área de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid. No tengo la menor duda de ello, por eso le voté. Y también porque quiero que Madrid cambie, que sea la cuidad que los madrileños nos merecemos. Ha llegado el momento de la ciudadanía, de poner en pie una gestión pública que se preocupe de las personas y una nueva forma más justa de distribuir la riqueza.

Revista Gurb

sábado, 23 de mayo de 2015

Jugando en casa


Ilustración: Jorge Alaminos
Ilustración: Jorge Alaminos
Telemadrid es una cadena pública de televisión manipulada, que sirve a unos intereses políticos muy concretos y no a la ciudadanía madrileña. Ideológicamente es un «cortijo», así que nada bueno, ni digno, sale de allí. Su programación, pobre en casi todo, me produce, como a la mayoría, falta de interés, así que la he ido relegando en mi dial y me costó un buen rato encontrarla el otro día. Por lo de las municipales y lo de servicio público, emitían un debate en directo entre Manuela y Esperanza, una de ellas será la próxima alcaldesa de Madrid. En la cadena, se han inventado un modelo nuevo de debate, una especie de cara a cara en tres bloques, donde a cada candidata le tocan tres minutos y medio a repartir como quiera, se entiende que para hablar sobre su programa con respecto a la temática de ese bloque. Estos cara a cara se celebran de dos en dos y entre los candidatos de los partidos mayoritarios, entre los que han incluido también a VOX. No hay más reglas, así que mientras el reloj va descontando segundos, vale todo, porque de lo que se trata es de hacer un espectáculo y para informarse hay otros sitios. Aquí solo se trataba de llenar media hora de televisión con lucha en el barro. Tres minutos y medio para hablar de un tema no da para hilar un discurso político coherente.

Esa pretendida pluralidad se queda en pura teoría, estos debates son solo un espacio pensado para la demagogia y dirigido hacia un público que no quiere pensar, el de la audiencia de televidentes que han ido construyendo todos estos años con desinformación, tergiversaciones y mentiras, si son necesarias. La presentadora del debate se niega a hacer un papel de periodista, está para saludar al principio, presentar a las personas que van a intervenir y decir «se ha terminado su tiempo». Vale, no quiere hacer periodismo, pero ni siquiera busca ser imparcial. No le es cuando resume un curriculum impecable con un detalle tendencioso, ni cuando pide a una candidata que responda a una cuestión plantada por su adversaria y no lo hace en el caso contrario. Como careo resultó decepcionante. Manuela y Esperanza no tenían las mismas armas. Esperanza estaba en su televisión, jugando en casa, mandando con la misma prepotencia y altanería de siempre. No mostró una rivalidad sana y sí una inmoralidad corrupta, como la de su partido.

Esperanza, marrullera ella, no habló de Madrid, ni quiso responder a lo que Manuela le preguntaba sobre los resultados de su gestión al frente de la Comunidad. Se centró en ETA, en interrumpir a su oponente y en agitar una hoja donde cabía todo el programa del PP para la capital. Le bastó con enseñar esa hoja, decir que hay programa, pero sin entrar en él, total para qué, con lo bien que les funciona la improvisación para qué comprometerse en nada.

Últimamente me he aficionado a una serie de la televisión danesa que se llama «Borgen». Trata de política y de periodismo. Es una serie excelente que habla de una normalidad que aquí falta. En comparación con aquello, a menudo siento envida de lo sana que es su democracia, de sus niveles de transparencia, de la importancia de los principios, de la asunción de que pactar leyes es lo más natural, de esa humanidad que hay en sus políticos y políticas. Pensando en «Borgen» y mirando el nivel rancio que ofrecía Telemadrid, mis expectativas fueron bajando.

Con ese sabor de amaño en la boca que me estaba produciendo el cara a cara, apagué la tele enfadado. ¡Mira que soy estúpido pretendiendo ver un buen debate en Telemadrid! Hace tiempo que abandonaron todo periodismo.

Revista Gurb

miércoles, 29 de abril de 2015

Un pobre hombre con una vida pobre


Ilustración: Artsenal
Ilustración: Artsenal
Estoy pensando seriamente en cambiar de rumbo e iniciar otra vida. Si de pronto pudiera comenzar de cero, elegiría ser escritor de boleros. Nuestro país da para eso, pues está lleno de vidas de sufrimiento, de malvados con almas negras que nos llevan a los callejones más oscuros, de abandonos, de lágrimas, de vidas arruinadas, de una última copa para ahogar en una borrachera infinita el destino quebrado, lo que pudo ser y ya no será. En tres minutos y medio, los boleros siempre nos cuentan un amor apasionado que se ha convertido en un desamor insuperable, un infierno personal. Los boleros nos obligan a transitar ese camino que une dos fotos: la del antes y la del después, donde, al revés de los anuncios de dietas, el antes siempre fue mejor. Nos hablan de nostalgia, de otro tiempo que fue feliz.

Para mi primer bolero estoy pensando en hablar de un pobre hombre con una vida pobre; tan necesitado estaba que todo el dinero el mundo se le hacía poco. El agujero de insatisfacción de su corazón no se llenaba nunca. Vamos, la historia de un infeliz, de alguien como Rato, que cuánto más robaba más triste estaba. No hablo de escribir una especie de narco-corrido que engrandezca su figura de ladrón, sino de contar la historia personal de su fracaso, la angustia que le viene, su corazón roto.

Intento canturrear la primera estrofa y se me cae al suelo sin remedio recordando su sonrisa cínica. Mal intento.



Llevo dos horas emborronando papeles y me doy cuenta de que no encuentro la menor hebra épica de la que tirar. Es verle tocando la campana en Wall Street y ponerme a llorar. Le miro y no encuentro otra cosa que al clasista que es, subido en su pedestal, por encima de los demás, importándole un bledo cada uno de nosotros, los pobres mortales. Él tiene apellidos y se siente inmune bajo ese sombrero panamá, trajinando con maletines llenos de dinero en paraísos fiscales. Se ríe de nosotros a carcajadas.

Rato es un hombre malo, avaricioso, egoísta e inhumano que no merece la menor compasión. Así que me da por probar con un tango canalla, pero tampoco encuentro la historia del perdedor con la que sentirme identificado. Es un estafador que no tiene ni escrúpulos ni honor y esos sinvergüenzas no sirven para protagonizar un tango.



Tres horas más y lo mismo. Yo no puede escribir esa canción. Ahora sé que podría pasarme el resto de mi vida intentándolo sin el menor éxito.

«¿Por qué nos robaste?» le pregunta un hombre mayor a Rato cuando sale de los juzgados. No hay respuesta. Ese mismo silencio cobarde y deshonesto es quizá lo que mejor le describe. Ese silencio cobarde y deshonesto nunca podrán ser los versos de una canción.

Revista Gurb

miércoles, 15 de abril de 2015

Un país secuestrado


Ilustración: Jorge Alaminos
Ilustración: Jorge Alaminos
No hace demasiadas semanas contaba Rajoy historias de un país inventado al que le puso el nombre de España. Allí las cosas iban bien. Quizá tiene una perspectiva un tanto particular, algo interesada y clasista. Quizá sólo le importan los pocos que sacan beneficio y no el dolor creciente de los demás a quienes ya ha dado por desahuciados. Muchas personas no piensan como él. Yo no siento la menor mejoría, al contrario. Los que no nos hemos dejado engañar nos hemos convertido en el problema, así que para mantener esa mentira, esa idealización partidista, necesita que no hagamos ruido. Su desgobierno no duda, con decisión elige tapar la boca a quienes protestan, a quienes se salen de su pensamiento único, a quienes vamos a enseñar la realidad, esa misma que no sale en los telediarios, pero que se ve con solo asomarse a cualquiera de las calles.

A Rajoy y a su ministro del Interior, ese señor tan de derechas y tan religioso, les ofendemos. Así que para proteger su mentira ha forjado alrededor de ella una legislación regresiva con la que secuestrarnos. No les queda ya ninguna vergüenza, les da lo mismo el calado de las nuevas leyes tan represivas que hasta la ONU ha tenido que mostrar su preocupación. Dicen cinco relatores de la ONU, expertos en derechos humanos e independientes, que la «ley mordaza» amenaza con violar derechos y libertades fundamentales de los individuos, socavando los derechos de manifestación y expresión. No pasamos la conformidad con los estándares internacionales, con esta ley no somos una sociedad libre y democrática. Estamos secuestrados y a todo secuestrado, lo he visto en el cine con frecuencia, lo primero que le hacen es ponerle un trozo de cinta americana en la boca. Luego vendrá lo de apagarle cigarrillos en el cuerpo, arrancarle las uñas y otros tormentos si se tarda en pagar el rescate, pero lo primero es el silencio para que no se desmonte el tinglado.

No han podido pasarse casa por casa, ni les ha parecido correcto mandarnos por correo ordinario nuestro propio pedazo de cinta-mordaza; pero nos han secuestrado igual. Cada noche oigo el helicóptero que me dice que me tienen «controlado», cada mañana me cruzo con las furgonetas policiales de turno amenazantes que me avisan de los peligros de salirse del «camino recto», a mediodía veo policías con chalecos antibalas y ametralladoras que me enseñan dónde han puesto los límites de mi «seguridad», a la tarde veo en las noticias que han detenido «otra peligrosa red» y de nuevo lo han hecho preventivamente, sin ningún delito cometido y solo por la palabra acusadora del ministro.

Ese señor de derechas y tan religioso quiere darme miedo, no tengo duda. Me está diciendo que mi país está amenazado, que debería temblar y sacrificarlo todo por el concepto que tanto le gusta de «seguridad». Pero no, no es así, sé que podríamos vivir tranquilos sin esa sobreprotección, seguros y felices, expresando nuestras opiniones, quejándonos por lo que no se hace bien, denunciando la corrupción. Pienso que el ministro sufre delirios y que nosotros pagamos las consecuencias. No es extraño, le hacen vivir dentro del ministerio, rodeado de medidas de seguridad, secuestrado también.

Revista Gurb

jueves, 12 de marzo de 2015

Esa España no es la nuestra


Viñeta: Bohigues
Viñeta: Bohigues
No vi el Debate del Estado de la Nación: La razón no tiene ningún misterio: ya no me queda paciencia para escuchar las perogrulladas de esa persona que gobierna el país. Oír hablar a ese hombre tan insulso es siempre una pérdida de tiempo, se mire por donde se mire. Ni para dar titulares sirve. Si hay algo divertido en él es esa tensión de estar siempre en ese espacio que queda entre la verdad y la mentira, a punto de ser descubierto y resoplando en último momento con la sensación de haberse vuelto a escapar por los pelos. Me rio viéndole en esa especie de cuerda floja, haciendo equilibrios con las frases que otros le escriben. A esos asesores les está dando por las estadísticas, que deforman y retuercen hasta sacarles un dato que pueda parecer aceptable. Le han cogido el gusto, y a veces, sin querer, se les va la mano a esos asesores. El país que el Presidente dibujó en el Debate mola, lástima que no sea éste.

Ese mundo fantástico que ven los amigos de Rajoy no es el que nos toca a la ciudadanía. Leo en Público que «El 80% de los españoles no cree en la recuperación de Rajoy». No es que lo digan ellos, lo dicen los españoles y así lo refleja la encuesta CIS. Quizá Rajoy hablaba para ese otro 20%, el que se ha recuperado y al que le va bien. Quizá el otro 80% no contamos, no somos importantes y además nos estamos haciendo invisibles. La distribución de la riqueza de nuestro país que practica el PP, la de llenar el bolsillo de unos pocos con el dinero de todos, nos hunde sin paliativos. Contar que hemos empezado la recuperación económica es mentir, pero esta vez no nos lo hemos creído.

Rajoy esquiva la realidad porque no le gusta explicarla, así que la maquilla hasta que presenta el aspecto que le conviene. Echo otra mirada a la prensa, esta vez es a La Vanguardia. El titular con el que me encuentro dice «Aumentan las ofertas de trabajo a cambio de comida y un techo, pero sin sueldo». Está claro que el modelo de empleo que idealiza la derecha se sostiene sobre el trabajo esclavo. Esa es la España que se recupera, la de los empresarios caritativos, los que dan lo que les sobra, pero esa España no es la nuestra.

Releo el Diario Octubre, me he cruzado con una noticia dura, de las que te quiebran por dentro: «Blanca y Jacinto: La muerte por hambre de ancianos en la “democracia” española». La España que oculta el Presidente está llena de pobreza, de personas que sufren.

Revista Gurb

miércoles, 11 de febrero de 2015

España no es Grecia, ¡pero se parece tanto!


Ilustración: Jorge Alaminos
Ilustración: Jorge Alaminos
En 2010 viajé a Atenas. Parte de culpa la tuvo Markaris y sus novelas del comisario Jaritos que me atraparon desde la primera línea. Cuando el comisario se vio obligado a cambiar de coche porque el anterior se había quedado inservible, se pensó mucho la elección que tomar. Terminó comprando un Seat Ibiza. Explica que lo hizo por solidaridad entre los pobres, entre países que pasan los mismos problemas y que tienen la obligación moral de ayudarse entre ellos porque si no lo hacemos nosotros mismos, nadie más lo va a hacer. Me gustaría decir que, por el mismo motivo, yo también elegí consciente y solidariamente irme aquellos días a Grecia, pero lo cierto es que la novela de la que hablo se publicó en 2011.

Buscaba la cuna de la democracia, encontrarme con la cultura milenaria que impulsó occidente y descubrir unas gentes muy parecidas a nosotros mismos. Físicamente somos idénticos, nuestros idiomas se parecen fonéticamente y hasta el clima es similar. Me gustaron sus calles llenas de recovecos, los ancianos jugando al tavli al atardecer en las puertas de sus negocios, los cafés largos tomados dejando pasar el tiempo, las comidas sencillas y una copita reposada de ouzo en una terraza antes de irme a dormir.

Descubrí que el pueblo griego estaba bajo una losa, anquilosado, noqueado, incapaz de levantarse. Vi tristeza. Vi soledad. Vi un mundo preparado para el desplome. Aquellas mismas sensaciones las he ido encontrando también en España. En este mundo globalizado donde el capital elige, nos ha tocado estar al mismo lado del tablero. Los griegos, los portugueses, los irlandeses, los italianos y los españoles hemos ido recorriendo el mismo camino que nos ha despojado hasta del estado de bienestar que teníamos. Hemos elegido ser gobernado por políticos al servicio del poder que se olvidaron de la ciudadanía a la que deberían representar. Sus políticas de austeridad nos quitan el trabajo, nos acercan a la pobreza y el hambre, nos conducen a situaciones dramáticas e inhumanas y nos roban el futuro. Es la macroeconomía lo que importa, no los seres humanos. Las cifras hace tiempo que nos dejan de lado.

Dicen, sin embargo, nuestros políticos que nuestras realidades como países no son comparables, que España no es Grecia, que nosotros somos la cuarta economía de la zona euro. No quieren que hagamos las mismas cuentas y salga el mismo resultado en las elecciones.

Ahora que gobierna Syriza, Grecia es una esperanza. Ganó una izquierda seria, responsable y renovadora que va a partirse el alma por su pueblo.

Aquí tampoco se puede continuar dentro de un bipartidismo enfermo y corrupto. Es hora de terminar con las políticas de austeridad porque solo producen mayor enriquecimiento a los que más tienen a costa de empobrecer al resto. Esa diferencia entre ricos y pobres se ha convertido en un abismo que nos fagocita. Es el momento de redistribuir los recursos públicos. Grecia empieza a hacerlo. Sabe que tendrá que librar una batalla durísima, que arranca en absoluta soledad y a la que espero que pronto nos podamos unir.

En España, a las televisiones al servicio de sus amos, a los partidos que se alternan en el poder y a los bancos que mandan les han empezado a temblar las piernas. Se han visto en el espejo griego y les ha faltado tiempo para lanzar el mensaje de que es una insensatez cualquier política diferente al pensamiento único neoliberal, capitalista y conservador con el que tan bien nos va. Lo insensato es quedarnos sentados esperando que la tempestad pase. Es hora de empezar una revolución.

Revista Gurb

jueves, 5 de febrero de 2015

Cuestionario sobre interactividad, blogs y liderazgo de opinión política


Encuesta
Habréis visto que a la Isla Inexistente, en la columna de la derecha, le ha salido una encuesta. Es un cuestionario sobre interactividad, blogs y liderazgo de opinión política que le servirá a Juan Mª Sánchez para su tesis doctoral.Espero que participéis.

Os copio la carta con la que me ha convencido:

«Hola a todos,

Mi nombre es Juan Mª Sánchez y soy estudiante de Doctorado en Marketing en la Universitat de València. Actualmente estoy desarrollando mi tesis doctoral, que se centra en las relaciones existentes entre la interactividad a través de Internet y la adopción de roles políticos más participativos.

Me gustaría solicitar vuestra colaboración para poder concluir el apartado práctico de mi tesis. Para ello, necesito que pinchéis en el enlace que figura a continuación y que completéis el breve cuestionario que figura en dicha página web.

Como veréis, es un cuestionario sencillo que se responde en apenas 8-12 minutos (reales) y en el que se plantean una serie de enunciados sobre factores relacionados con la lectura de blogs y la participación política.

Mi investigación carece de finalidad comercial y las contestaciones son completamente anónimas. Tampoco se requieren conocimientos previos ni existen respuestas correctas o erróneas, lo realmente relevante es la libre opinión acerca de los temas planteados.

Cuestionario sobre interactividad, blogs y liderazgo de opinión política

Muchas gracias por vuestra colaboración.

Un cordial saludo,
Juan Mª Sánchez Villar
Universitat de València
»

martes, 27 de enero de 2015

Es el Estado quien nos ha fallado


Ilustración: Jorge Alaminos
Ilustración: Jorge Alaminos
El tratamiento en los medios del atentado terrorista en la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo y del asalto al supermercado judío de París ha sido unánime. Ambos sucesos se han calificado como actos desarrollados por el terrorismo yihadista contra el mundo occidente y la libertad de expresión. Una vez puesto ese sello, no se ha presentado otra reflexión. A su vez el atentado les ha servido a nuestros medios para convertirse en altavoces del Ministerio de Interior español con su pesado discurso del peligro de «los retornados» y la falta de seguridad en las fronteras de muchos países europeos que han llamado «coladeros». Se trata de endurecer las medidas de seguridad, aunque estas limiten nuestras libertades ciudadanas, la de expresión incluida.

Los gobiernos europeos que llevan adelante políticas conservadoras, el nuestro incluido, sacarán rédito de los atentados con nuevas legislaciones más restrictivas porque vivimos una guerra, y en las guerras vale todo. Para que lo creamos basta con que estemos lo suficientemente asustados. Los niveles de alerta en los países de nuestro entorno han subido y eso significa disminuir las garantías judiciales. Los hermanos Kouachi, autores del atentado, y Amedy Coulibaly, el asaltante del supermercado, fueron abatidos a tiros. Después asistimos a lo de Bélgica, donde la policía federal de aquel país también abatió a tiros a dos jóvenes belgas de origen sirio. Fue una acción preventiva (antes de que se cometiera el delito) para evitar un Charlie Hebdo en Bélgica, dicen los mandos policiales.

Todos los medios coinciden y a la vez se equivocan en ese simplismo que ha consistido en asumir como único el componente fundamentalista. Se han negado a profundizar, a escarbar, a ser críticos, a hacer periodismo. No digo que trabajen desde un punto de vista imparcial, pero sí que nos muestren perspectivas alejadas al pensamiento único de quienes nos gobiernan.

Sentimos empatía por quienes son iguales o similares. Cualquiera de los doce franceses que murieron asesinados en la redacción del Charlie Hebdo podríamos haber sido nosotros. Nos parecemos física y culturalmente, compramos los mismos productos en tiendas parejas, fumamos el mismo tabaco, conducimos los mismos coches y hasta nos gustan las mismas bebidas. También los hermanos Kouachi, Amedy Coulibaly y los dos jóvenes de Verviers fueron así. Hijos de la inmigración argelina y siria, pero nacidos en Europa, los tres primeros en Francia o los otros dos en Bélgica. En esos países se han educado y han crecido. No podemos olvidar que son europeos, que su formación como personas ha sido producto de la educación «europea» recibida y que han tenido las oportunidades que nuestra sociedad «europea» les ha permitido.

La realidad es que son europeos de segunda, marginados en barrios periféricos y señalados. Sin una verdadera política de integración, no hay empleos para ellos y el mejor fututo que pueden soñar va de la mano de la delincuencia. Eso es lo que ven cada día, lo que viven, lo que sienten.

Hemos mirado hacia otro lado como sociedad, no hemos presionado a nuestros gobiernos para que realicen una política efectiva de integración, hemos permitido una degradación continua en los sistemas educativos y hemos admitido no pedir responsabilidades a nuestros gobernantes. Es el Estado quien nos ha fallado.

Revista Gurb

lunes, 19 de enero de 2015

Por ser vos quien sois


Ilustración: Juan Ramón Carneros
Ilustración: Juan Ramón Carneros
España es un país atrasado, tan feudalista como inmovilista y en el que por sus huesos circula un tuétano anclado en plena Edad Media. Cuarenta años de dictadura, una transición blanda que no cambió las élites y un bipartidismo adormecedor han sido las herramientas con las que se ha construido este reino inmutable. Desde su sala de máquinas, las mismas personas de entonces y sus descendientes dan órdenes que son caprichos. Nos hemos dejado imponer el pensamiento único y, lo que es peor, siempre pedimos ayuda al lobo del cuento de Caperucita a quien confundimos con la abuelita. Después nos quejamos, nos exaltamos y no hacemos más que desahogarnos. No es que estemos conformes con que todo siga igual, es que hemos venido con las manos atadas.

Nos queda la Justicia. A menudo, como casi todo en esta España azul, la mayoría de las veces va a dos velocidades, hay clases y no es igual para toda la ciudadanía. Sin embargo, el 22 de diciembre de 2014, el juzgado de instrucción número tres de Palma de Mallorca dictó un auto de apertura de juicio oral para que la Audiencia Provincial juzgue a Cristina Federica de Borbón y Grecia como presunta cooperadora en dos delitos fiscales, pudiéndose enfrentar a un máximo de cuatro años de prisión y reclamando a la Infanta el pago de 2,6 millones en responsabilidades civiles. Cuando un juez nos trata de igual manera surgen las divisiones. Los de la marca «buena familia» se quejan y dicen que el juez es injusto porque a la que señala es la hija de un rey, que eso no es igualdad, que hay intereses. Lo más rancio se ofende y grita que todo tiene un límite y que saltárselo es una vergüenza, que nos convierte en un país de pandereta, en un sindiós. «No te quieras comparar a la hija de un rey», insinúan y se quedan tan anchos. Cristina Federica de Borbón y Grecia nos recuerda esa condición de súbditos sin decir palabra, con sus olvidos y «nomeacuerdos», con una indiferencia mamada en la cuna y con esa distancia que hace resonar nuestra condición de plebeyos que nunca pueden exigir cuentas a sus señores. Y la miramos sin percibir el menor rubor por reconocer que pagaba a sus empleados domésticos en negro porque ella hacía como todo el mundo. No le avergüenza confesar que firmaba documentos porque se lo decía su marido, sin hacer preguntas y sin leerlos, como sin querer, como sin saber, con la irresponsabilidad como bandera.

Nos dicen que no hay clases, pero los de rancio abolengo repiten sus mantras: por ser Cristina Federica de Borbón y Grecia no deberá sentarse en un juzgado pues su presencia inmaculada se mancillaría; por ser Infanta de España no deberá tener culpa alguna. Detrás estará toda la estructura del poder para defenderla. Nos dirán que en realidad las ilegalidades fiscales cometidas por ella no son importantes, que el malo era su marido porque se aprovechaba de la posición de su familia política para vivir sin trabajar. Urdangarín fue quien engañó. Lo de ella era solo amor. Cada una de las excepciones que se cometen o cada privilegio que se otorga se hace «por ser vos quien sois».

Esa misma letanía, la de «por ser vos quien sois», que hoy se me ha metido en la cabeza, la recitaba de pequeño a pie juntillas. Lo que tuvo la educación católica y de irrenunciable elección de mi generación es que nos machacaron con las oraciones, el fervor, la sumisión y la resignación. «Por ser vos quien sois» forma parte del acto de contrición y es un texto con el mismo espíritu atrasado en el que también se presentan dos planos desiguales. No quisiera yo meterme en camisa de once varas, ni en teologías, pero releída ahora le encuentro su gracia con respecto al caso. Es más, creo que un par de retoques le puede servir para un discurso de contrición al estilo del de su padre. Cristina no pierdas más el tiempo, baja al portal de tu casa, ponte ante una de las cámaras y repite con cierta cara de arrepentimiento: «por ser YO quien soy, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. También me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno (aquí haz el favor de no reírte). Animada con tu divina gracia (la de tu padre, claro, que fue el pionero en este tipo de disculpas), propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta para el perdón de mis pecados». ¡Ves lo fácil que era!

Revista Gurb