viernes, 31 de marzo de 2017

Nos quieren prohibir soñar

A voz ahogada nos recuerda la dignidad de los presos políticos en las cárceles franquistas


Miércoles 29 de marzo de 2017. Teatro del Barrio. Madrid

Cartel de la obra de teatro A voz ahogada
Cartel de la obra de teatro A voz ahogada
¿Por qué? Porque nos va a tocar volver a luchar por lo principal: la libertad y la democracia.
En 1960, en el penal de Burgos, el poeta Marcos Ana organizó una obra de teatro para homenajear a Miguel Hernández. Se tituló Sino sangriento. Todo se hizo clandestinamente: el libreto, los ensayos, el vestuario, la escenografía y hasta la propia representación ante el resto de compañeros sin que ningún guardia de la prisión llegara a enterarse. La historia de aquella representación es el germen sobre el que se desarrolla la obra A voz ahogada de la compañía Apunta Teatro que está de gira por Madrid en el Teatro del Barrio. El texto nos va contando la vida en la prisión, el compañerismo, la fuerza y el compromiso de unos hombres moralmente invencibles. Para ello, Iván Campillo, su autor, director y uno de los actores del elenco, se ha basado en el testimonio de Marcos Ana, de Lluís Martí Bielsa y Enric Pubill, ambos presos políticos que compartieron prisión con el poeta, y de Antònia Jover, que nació en la cárcel siendo hija de presos políticos.

A voz ahogada está llena de pequeñas heroicidades que parecen intrascendentes pero que aún hoy nos siguen erizando la piel de emoción porque nos hacen recuperar una mezcla de inocencia y necesidad absoluta de una justicia que está por encima de las leyes torcidas. Son las historias de quienes fueron encarcelados por defender la libertad, la democracia y un gobierno legítimo. La suya fue una adversidad impuesta por el régimen franquista que les castigó por sus ideas con saña, que buscaba su deshumanización y su doblegamiento. Pasaron hambre, frío y sufrimiento físico. El penal de Burgos, durante la dictadura, se llenó de historias de supervivencia y de superación, historias de lucha contra el franquismo desde dentro de la cárcel, historias de personas con valores. Son la solidaridad, la dignidad y la fraternidad comunista las que se pasean por el escenario, las que dan sentido de esperanza a una condena injusta. Poco a poco, frente al sufrimiento, la injustica, el esconderse, la voz baja y los susurros, se van imponiendo las palabras, pues con ellas, bajo su manto, se va construyendo el ideario de la lucha y la camaradería. De pronto la cárcel es una escuela de formación, en conocimiento y en valores, cada cual con sus obligaciones, pequeñas hormigas que conforman un hormiguero con funcionamiento de reloj suizo.

En aquellas cárceles, el amor por la libertad está por encima de la propia vida. Esa es la generosidad que vemos desarrollarse en el escenario con el trabajo de sus intérpretes. Frente a la barbarie fascista, el arte y la cultura se convierten en los únicos caminos para continuar siendo personas bajo aquella situación indigna. En la cultura brilla la esperanza de un futuro. El arte será el motor del cambio. El texto está salpicado con versos de Miguel Hernández y de Marcos Ana que cobran sentido y dan fuerza a la representación. No es extraño que la poesía, pero sobre todo la palabra, sean el armazón de A voz ahogada.

Fotografía promocional de la obra de teatro A voz ahogada
Fotografía promocional de la obra de teatro A voz ahogada
El texto es una maravilla y está muy bien defendido sobre el escenario, con respeto, cercanía y complicidad. A la palabra, sus protagonistas, la acompañan con miradas de ilusión, gestos de cariño y la fuerza que tiene la vida por muy encerrada que se encuentre. El trabajo de Iván Campillo, Mireia Clemente, Ramón Godino, Jordi Martí y Raül Tortosa es excelente.

Viendo la obra, me veo escuchando a Marcos Ana. Su parlamento estaba siempre lleno de esperanza y futuro, sin huir de su realidad, sin revanchas. Ahora, sobre el escenario, aquellas palabras con las que él contaba su vida se van materializando. Puedo sentir que aún le tengo cerca, que su ejemplo comunista y humano va dando fruto.

Camino a casa no puedo dejar de pensar que, como entonces, hoy también nos quieren prohibir soñar. Pero el presente no es tan digno, los vencedores nos han convertido a su religión del egoísmo y hemos agachado la cabeza. Seguimos con hambre, frío e injusticias, pero no somos ni tan solidarios ni tan justos. Ese es el dolor que me queda. Busco la esperanza en aquella generación de luchadores y pienso que mientras podamos seguir creando y conmoviéndonos, aún podemos seguir siendo libres. Hacer cultura es luchar por la libertad y la democracia.

La República Cultural

jueves, 2 de marzo de 2017

El arte de hacer un teatro sencillo

La Belloch lleva al teatro Español Vientos de levante


Sábado 25 de febrero de 2015. Teatro Español. Madrid

Cartel de la obra de teatro Vientos de levante
Cartel de la obra de teatro Vientos de levante
¿Por qué? Porque es un teatro que humaniza a quien lo ve.
La Belloch Teatro es una compañía formada por mujeres. El nombre es un homenaje a la actriz Carmen Belloch, que comenzó con ellas los ensayos de Verano en diciembre, pero que no pudo llegar a representarla en los escenarios. Aquella obra fue premio Calderón de la Barca 2012 y estuvo nominada a los Max 2014. Con aquella pieza, Carolina África, su autora y una de las intérpretes, nos mostró su forma de entender el teatro. Vientos de levante viene gobernada siguiendo esa misma estela, la de un teatro vivo y humano.

Para escribir el texto de Vientos de levante, Carolina África se fue a Cádiz. Allí vive su amiga María José Torres, psicóloga que compagina su trabajo en dos lugares: la planta de paliativos del Hospital Puerta del Mar de Cádiz y un psiquiátrico de San Fernando. Sobre esos dos mundos tan conocidos por su amiga gira la obra.

Si algo destaca en Carolina África es la capacidad de decir con sencillez, sin aspavientos, con una naturalidad rotunda. Su trabajo es quitar, podar y limpiar de todo artificio. Se aleja de estereotipos y esa distancia produce un hermoso efecto de humanización, como si Mary Poppins hubiese pasado su mano para convertir lo inanimado en vital. Ella sopla y es la vida la que se sube al escenario, la que va hilando el texto, la que mueve las personas que hay dentro de los personajes. Casi todo nos podría ocurrir porque nada de lo que vemos, de lo que se dice o de lo que se hace, está lejos de nuestra cotidianidad. Su teatro está en los detalles, las risas sinceras y en las punzadas que nos da el corazón. El resultado es que el público descubre un mundo tan sencillo como próximo, respira y se llena de esperanza.

Vientos de levante habla de las vacaciones de Ainhoa en la bahía de Cádiz. Nada más llegar, busca a su amiga Pepa, psicóloga, que reparte su trabajo entre una planta de paliativos y un hospital mental. De la mano de ella, los personajes del entorno y las casualidades, Ainhoa vivirá en primera persona ese levante que empuja, sacude o revuelve. Le tocará sentir todos esos revuelos que producen los vientos de la vida y entender que cuando sopla el levante, se hace necesario agarrarse con fuerza a quienes tenemos más cerca.

Entre los pacientes de Pepa, en la planta de paliativos, está Sebas. Padece una enfermedad degenerativa, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que en breve se mostrará en su fase más virulenta. Sabe que no hay vuelta atrás. Con serenidad mira la muerte en el horizonte. Irá perdiendo capacidades y apagándose. Pero el futuro inapelable y cruel no le impide vivir. Quiere cumplir sus sueños, beberse la vida hasta el último instante porque tiene derecho a ser feliz.


Teaser promocional de la obra de teatro Vientos de levante
Locura y cordura son dos polos presentes en el texto. Hay cordura, una especie de sentido común innato, en los locos y locura pasajera, el levante que rompe los nervios, en los cuerdos. Y unos miran a los otros sin extrañeza, con la normalidad de lo cotidiano, sin sobresaltos, con dulzura. Cada uno se enfrenta a la enfermedad o a la muerte con su fuerza.

Estupendas la interpretaciones de todo el elenco que destacan por su sobriedad, sin acentuar en ningún momento el dramatismo. Se hacen cercanos y su mensaje llega nítido. También es hermosa la música que suena, especialmente las piezas de Silvia Pérez Cruz, que nos envuelve con su terciopelo.

Es innegable la mirada femenina en Vientos de levante y sorprende porque habitualmente falta sobre nuestros escenarios. La participación de las mujeres en nuestra dramaturgia ha estado muy limitada y esa ausencia ha obligado a varias generaciones a ir envejeciendo sin referentes. Es hora de que eso cambie.

La República Cultural

lunes, 13 de febrero de 2017

«Las mujeres tenemos un problema para acceder al dinero en el cine»

Entrevista con Neus Ballús publicada en la Revista Minerva


Neus Ballús. (Foto: Lorenzo Cerrina)
Neus Ballús. (Foto: Lorenzo Cerrina)
Neus Ballús hace cine. En 2013, con su ópera prima La plaga, nos dijo que había que luchar para salvar lo poco que nos queda. Esta directora catalana emplea la cámara para enseñarnos la piel y la carne de la que estamos hechos. Lo hace desde una mirada transparente, real y necesaria.

Javi Álvarez: Sabía que habías dirigido, escrito guiones, montado y hasta producido, pero me sorprendió enterarme de que también presentaste informativos para la televisión local CityTV.

Neus Ballús: Empecé a trabajar en teles locales con 18 años. Soy activa, así que cuando entré a estudiar audiovisuales, me fui a la tele de mi pueblo y pedí hacer prácticas. En esas televisiones lo hacías todo, incluso presentar. Tenían cero presupuesto, así que solo te pagaban el transporte. Cuando estaba en segundo año de carrera se abrió CityTV y un profesor preguntó quién de la clase tenía interés en trabajar allí. Unos cuantos fuimos a las pruebas. Trabajé durante los fines de semana como presentadora, lo que me permitió pagarme la carrera y el master. Yo tenía muy claro que no me iba a dedicar a eso. He aprendido muchas cosas del periodismo, pero también tenía claro que no era mi territorio natural y, cuando pude, lo dejé y monté la productora El Kinògraf.

JA: ¿Siempre tuviste claro que querías hacer cine?

NB: No tengo la típica historia de alguien que siempre ha soñado con dirigir películas. Ni siquiera era demasiado cinéfila. Empecé la carrera pensando que, de alguna forma, el audiovisual me permitiría aprender un lenguaje y, a través de él, explicar lo que me interesaba. Fue a mitad de la carrera, al hacer las asignaturas de documental, cuando empecé a sentir que en realidad mi punto de vista sobre algunas cosas era distinto del de los demás y que además si yo no lo hacía, nadie iba a contar según qué cosas. Ahí es donde nace la necesidad de ponerme a filmar algo realmente propio, como un impulso natural. Empecé con una pieza sobre mi abuelo. Se había comprado una cámara, se había puesto a filmar y estaba haciendo unas cosas alucinantes. Me di cuenta de que si no lo hacía yo nadie lo mostraría. Me propuse documentar lo que tenía cerca, con mi punto de vista y ver a dónde me llevaba. Los proyectos han venido uno detrás de otro y yo he ido definiendo mis temas y mi lenguaje.

JA: En tus tres primeros cortos (L’avi de la camera, Quan plovien bombes e Immersió) se ve claramente tu mirada, pero siempre la muestras a través de la mirada de los otros

NB: Yo tiendo a ponerme en la piel de los demás. Cuando un personaje me interesa es porque me identifico, o porque quiero identificarme. Busco aprender, entender cómo ve el mundo esa persona. Me sitúo a su lado y explico lo que comparto, las diferencias no están. Me han dicho que en lo que hago no hay enemigos, no hay malos. Simplemente están los que me han interesado.

JA: También de ese periodo surge Barcelona any zero y Barcelona any 1, una serie de televisión. ¿Qué cambia?

NB: Realmente es como hacer gimnasia: pensar rápido, rodar rápido… Aprendes algo de insatisfacción en cada capítulo, porque tú sabes que no estás llegando, que te quedas más cerca del periodismo de telediario que del documental. Yo soy muy lenta, lo he descubierto y lo admito. Sé que necesito tiempo si quiero quedar satisfecha con el resultado. La televisión, de momento, no es el medio.

JA: Después llega La plaga, una película de personajes, sentimientos y realidades que trata muchos temas y ninguno de ellos se superpone a los demás. ¿De qué podría ser una metáfora?

NB: A la hora de hacerla no pensábamos en esos términos. Era mi primera experiencia de algo largo. Sentía que fluían varios temas, inquietudes y sentimientos mezclados a raíz de conocer a estos personajes. Realmente hasta que terminamos la película, no sabíamos que estábamos haciendo, ni de qué iba, ni qué temas eran los centrales. Ahora puedo mencionar varios: hacerse mayor, la periferia, la situación de exclusión… Lo que estuvo desde el principio fue el título. Siendo una zona de agricultores, los problemas con las plagas se repetían cada verano. Siempre batallando para que aquello tirara adelante. El tema de la lucha, de la resistencia a las adversidades que vienen quién sabe de dónde, era lo que unía a todos los personajes, pero quizá tampoco es el tema principal.

Cartel de la película La plaga, de Neus Ballús
Cartel de la película La plaga, de Neus Ballús
JA: ¿Tenías claro desde el principio que iba a ser una película de ficción?

NB: No. Empecé pensando que era un documental absolutamente normal, porque era lo que venía haciendo. No me planteaba hacer una ficción. Lo que pasa que mi concepto del documental siempre ha sido muy abierto y no tengo manías. Si quiero retratar algo que veo, tengo que conocer bien lo que estoy explicando para no sentirme una impostara. Pero si lo conozco y estoy segura de mi punto de vista, no me importa llegar hasta la ficción con elementos reales. Es cine, no podemos fingir que no estamos manipulando porque también en el documental se manipula. No tenía estas reticencias, incluso partiendo del documental. Y así fui llegando cada vez más lejos.

Es verdad que mis referentes proceden de la ficción y no de documentales. A nivel formal me gusta mucho las películas corales de Claire Denis o las de atmósfera de Lucrecia Martel. Vi también muchos westerns. Apliqué todo esto a gente y elementos que eran verdad.

JA: Cinco años es un proceso larguísimo, ¿no?

NB: Como sé que soy lenta no tengo problema con eso. Pero fue muy duro, costó mucho levantar la financiación. No es fácil explicar el proyecto y que la gente vaya confiando en ti, pero salió de una forma sorprendentemente rápida para una ópera prima. Esperamos dos años para ir conociendo a los protagonistas antes de ponernos a filmar. Hicimos varias fases de rodaje, aunque lo concentramos alrededor de un verano. Después vinieron nueve meses de montaje, con muchos cambios. Al final la película sale a la luz y la empiezas a acompañar por festivales. Creo que es el proceso normal, lo que pasa que se suele hacer simultáneamente con otros proyectos. A mí no me dejaba. Trabajando con gente real, no les puedes abandonar, tienes que tener un contacto muy real, directo y regular durante este tiempo.

JA: Todo el trabajo es con personas reales: ¿cómo los conduces hacia donde quieres?

NB: Yo escribo un guion con diálogos porque me lo requieren las administraciones que dan dinero. Esto te impulsa a imaginar lo que quieres hacer, las posibilidades. Así que la imaginación se pone en marcha y avanza más que la realidad. Ya te empiezas a imaginar lo que podría sucederle a un personaje o lo que ocurriría si juntases a los que no se conocen. Este guion se basa en lo que sabes de ellos. No pones nada que sea inviable, o que no forme parte de sus vidas. Muchas veces son cosas que ya han ocurrido, que has visto pasar y que quieres que se repitan. Como les conoces bien, lo prevés y lo preparas, a veces dándoles direcciones distintas a cada personaje. Les dirijo como si fueran actores. Lo que pasa es que lo que les pido son cosas que ellos hacen. Observacional hay muy poco.

JA: ¿Qué pasó cuando se vieron en la pantalla?

NB: La primera vez se quedaron en estado de shock. Había sido mucho tiempo de trabajo, filmamos unas noventa horas, así que no sabían muy bien qué imagen se daba de ellos. No entendían. Se quedaron un poco extraños. Pero después les ha ido gustando cada vez más, sobre todo la parte en la que se reconocen los respectivos trabajos de cada uno porque nunca se habían sentido valorados de esta forma en lo que hacen. Han ganado en que se conocen mejor. Se han tenido que enfrentar a una representación de ellos sin sentir que están siendo falsos. Es un trabajo personal muy interesante. Más que una película, para ellos, es una experiencia.

JA: De la Berlinale a los Premios Europeos de Cine, pasando por el triunfo en los premios Gaudí y la nominación a los Goya, ¿cómo vives ese camino?

NB: Cuando terminas la película, estás destrozada física y mentalmente, no sabes lo que has hecho, si está bien o mal, ni lo que va a pasar. Solo tienes en la cabeza que has implicado a mucha gente. Nunca pensé la película para que se quedara en las fronteras de nuestro país, quería que un espectador internacional también se sintiera apelado por lo que cuenta. Entrar en la Berlinale te asegura un movimiento internacional, que se va a ver y eso es lo que merece la pena. Fue impresionante. Compartir con los protagonistas y con la gente del equipo todo esto produce una sensación de retorno, de que lo que te han dado es muy importante.

JA: Los premios, ¿te sirvieron para seguir adelante con mayor facilidad, o por el contrario, terminó el ciclo de la película y a empezar de nuevo?

NB: La sensación es de empezar de cero cada vez. Es muy efímero. Lo sabía así que no hubo sorpresa. Lo que sí me sorprendió es que financiar el siguiente proyecto me resultara tan difícil, incluso más que La plaga.

JA: Lo siguiente es Amb títol, un documental interactivo.

NB: Existen muy pocos web docs en el mundo, es un formato nuevo. En la Universidad Pompeu Fabra me propusieron dirigir un documental sobre experiencias de universitarios, la vida universitaria y qué función cumple. A mí me gusta probar cosas nuevas: formatos de duración distinta y la idea de la no linealidad. El hecho de que se pueda ver un fragmento y no otro es interesante porque pone en cuestión la idea de la obra y del autor. Creo que merece la pena probarlo y que tiene muchas posibilidades en el plano creativo.

JA: ¿Crees que el mecenazgo es una solución al problema de hacer cine en España?

NB: No conozco a nadie que pueda hacer sus proyectos de forma continuada con este sistema. No existe la tradición y, de momento. no va a ser una vía válida. Puede funcionar de forma puntual, pero no es sostenible. Existe una sensación muy extendida de tener que pedir por favor poder hacer tu trabajo. El buen cine hace una función en la sociedad: me parece lamentable que tengamos que llegar a este extremo.
En cuanto al micromecenazgo, el modelo se acaba convirtiendo en yo te pido dinero para mi proyecto y lo pongo para el tuyo. Tampoco es sostenible, aunque sí me parece una buena forma de empezar la difusión.

María en un fotograma de la película La plaga
María en un fotograma de la película La plaga
JA: Se habla siempre de dos cines antagónicos, el de entretenimiento y el de autor. ¿Qué hay que hacer para que el cine importe al espectador?

NB: Yo aspiro a que el cine que hago también sea entretenido, pero que no sea un entretenimiento vacío. Lo que me interesa más al filmar es llegar a una cierta profundidad de algo, no quedarte en la superficie de las cosas. Creo que la mayor parte del cine se hace muy rápido y pasando por encima. No es habitual que haya dos o tres capas y tener que ver lo que hay debajo, y es lo que a mí me gusta: que no sea una lectura clara, que no termines de entender algo, que realmente sea también un misterio, que te ofrezca algunas respuestas, pero pocas.

JA: ¿Quién está interesado en financiar ese cine combativo?

NB: Nadie. Lo que pasa es que algunos deberían estar obligados. Este cine tiene muy poco retorno económico. El retorno es a nivel personal y colectivo en la sociedad, pero no es cuantificable. Así que para quien financia el cine no cuenta. Por eso las administraciones públicas deberían asegurar que hay financiación, porque genera ese lugar que nos permite reflexionar sobre lo que somos, lo que hacemos y, así, nos ayuda a aprender a vivir. Si dejara de existir este cine, lo notaríamos.

JA: Te pregunto ahora como espectadora de cine, ¿sientes que las mujeres que aparecen en la pantalla se parecen a las mujeres reales de hoy?

NB: Hay pocas cosas interesantes. Echo de menos referentes. El cine, aparte de la emoción de vivir otras vidas, te permite aprender a envejecer o a enfrentarte a problemas. Es una recreación que le sucede a otro pero te podría haber sucedido a ti. Ves comportamientos. Sería muy útil que hubiera mujeres de todas las edades y condiciones para tener referentes de cómo actuar en la vida. Esto falta.

JA: ¿Crees que el público se da cuenta de esa ausencia?

NB: Las mujeres es probable que sí. Aunque más bien es al revés, cuando ves a alguien con quien te identificadas es cuando te preguntas cómo es posible que nadie hubiera hablado sobre esto antes. Te sorprende positivamente cuando debería ser al contrario.

JA: El hecho de que haya menos mujeres dirigiendo que hombres, ¿tiene que ver con esto?

NB: Claro, porque al final lo que cuentas es un reflejo de lo que vives, lo que tienes alrededor y lo que sientes. Lo pasas por tu filtro. No digo que la sensibilidad femenina sea esencialmente distinta de la masculina porque muchas veces no es así, pero es verdad que el 50% de la población está teniendo muchas dificultades para poder contar sus historias. Entre otras cosas porque, en muchos ámbitos, no existe la tradición que te proporciona la posición suficiente para hacer lo que crees. Muchas veces nos autocensuramos. He visto muchas compañeras que a la hora de hacer un proyecto más grande, cuando tienen que pedir dinero, convencer o meterse en un crédito, se plantean si no se estará pasando de atrevidas. Cuando un hombre, en general, no tiene tantas dificultades para eso. Nos faltan referentes también a las mujeres cineastas.

A menudo se considera que el éxito de los proyectos de mujeres es fruto de la casualidad. No se percibe en forma de carrera, de una intención, de un esfuerzo, ni se aprecia la continuidad. Con los hombres cineastas se sobreentiende que después de una película van a hacer otra, es una trayectoria. Para nosotras es más difícil.

JA: ¿Qué haría falta para superar esta situación?

NB: Los planes de estudios están equilibrados. En las escuelas de cine, a veces hay más mujeres que hombres. En los festivales de cortos, de documentales, de proyectos que requieren menos dinero, también está igualado. El problema viene cuando hablamos de proyectos de más dinero. Las mujeres tenemos un problema para acceder al dinero en el cine y en otros sectores. Ahora mismo no se me ocurre algo mejor que imponer cuotas, como está haciendo el Instituto Sueco de Cine donde, por ley, el 50% de la financiación pública va a proyectos de mujeres. La idea no es premiar proyectos que no sean buenos, sino encontrar los mejores. Hace dos años, casi todas las películas suecas que había en Berlín eran de mujeres, y en los premios nacionales de cine sueco habían ganado películas hechas por mujeres. De repente, en las salas había una oleada de espectadores nuevos interesados por un tipo de cine que no habían visto nunca. Ha habido una renovación del lenguaje a través de esta ley. Esto tampoco es tan complicado.

JA: ¿Qué planes tienes para el futuro?

NB: Hemos hecho un documental sobre Carmen Balcells, la agente literaria, que se va a emitir en Televisión Española. Desde que terminé La plaga he estado escribiendo el guion de una ficción; la historia de una chica adolescente española que viaja a un resort en Senegal con su familia para pasar las vacaciones de navidad allí. Nos falta completar la financiación y me imagino que el año que viene lo haremos. Como aún vamos a tener que esperar un tiempo hasta que se filme, tengo otro proyecto, más parecido a La plaga en cuanto a proximidad y manera de trabajo, que está protagonizado por dos fontaneros-electricistas de la misma zona.

Revista Minerva del Círculo de Bellas Artes

lunes, 30 de enero de 2017

El paraíso de Eva y Toño

Eroski Paraíso, la primera producción de la compañía Chévere tras recibir el Premio Nacional de teatro en 2014, llega al Matadero-Naves del Español de Madrid


Jueves 26 de enero de 2017. Matadero - Naves del Español. Madrid

Cartel de la obra de teatro Eroski Paraíso
Cartel de la obra de teatro Eroski Paraíso
¿Por qué? Porque es divertida y tiene conciencia social.
Disfruté viendo Eroski Paraíso. Me reí a carcajadas, con satisfacción, enamorado de la forma tan humana de hacer teatro que tienen en Chévere. Huyen de senderos trillados y apuestan por algo nuevo, una especie de «teatro pop». Vienen contentos a enseñarnos lo que hay en nuestro interior, lo que somos y lo que fuimos; sin revancha, pero con la conciencia clara de que en algún momento nos cambiaron las cartas y empezamos a perder la partida.

Estamos frente a un decorado, las estanterías de un supermercado, y asistimos al rodaje de una película documental. Alejandra, la directora, quiere reconstruir el día en que sus padres, Eva y Toño, se conocieron y en el que además ella fue concebida. Ocurrió en el Paraíso, una sala de fiestas que con el paso del tiempo se ha convertido en un supermercado Eroski. El padre de Eva tomó una fotografía de la pareja aquella noche. La descripción de aquella imagen y el deseo de encontrar su arraigo impulsó a Alejandra a emprender el proyecto de su película: Eroski Paraíso.

La obra mezcla castellano y gallego. Lo hace sin ningún trauma, con la misma naturalidad que se da en Galicia. No hay detalles que se pierdan por ello, nada que deje de entenderse. Y el público lo agradece porque sale enriquecido.

De Eroski Paraíso me gusta especialmente la capacidad que tiene la obra para ir siempre por donde nunca iría el pensamiento único que impera. El texto es inteligente. Se ha construido con ladrillos muy diversos: un poco de poesía, una simbología muy directa, algunas metáforas, memoria, diálogo intergeneracional, respeto y admiración por quienes cuentan sus historias en primera persona, mucho sentimiento de desarraigo, crudeza, recuerdos, conciencia social, sentido del humor, mucha frescura… El resultado es una obra llena de vitalidad, divertida, que nos obliga con naturalidad a pararnos sin prisas y profundizar en el dónde estamos. Miramos alrededor y la realidad es que el paraíso prometido se esfumó.

Acierta con el tono para hacer de una pequeña historia personal un gran reflejo universal en el que vernos. La obra va pintando una geografía local, la de la comarca de Muros en Galicia, con sus laderas y su arquitectura. Respiramos el mar, sudamos con el trabajo en el campo, descansamos con los sueños y miramos el presente huidizo, de desengaño, de viviendas comenzadas y nunca terminadas, de crisis profunda. Hay una identidad que se pierde y con ella algo nuestro.


Teaser promocional de la obra de teatro Eroski Paraíso
Otro de los pilares de Eroski Paraíso es la naturalidad. En eso tienen mucho que ver la actriz Patricia de Lorenzo y el actor Miguel de Lira y la frescura de sus interpretaciones. Son maravillosos. Ellos nos trasladan desde nuestro presente de supermercado al interior de un paraíso. Su verdad se hace sencilla y real. Escuchando a sus intérpretes la vida se cuela en el escenario, se va impregnado del alma que dejan sus historias, de un pasado y un presente que se miran. Nos resulta fácil entrar en el paraíso de Eva y Toño, recuperando los olores de cuando fuimos felices o aquellas anécdotas tan nítidas y vividas que casi nos pertenecen. Los recuerdos que deja una vida dura son a veces dulces y otras amargos. En ese camino de memoria colectiva, vamos recorriendo un rastro, el de una transformación social que ha ido convirtiendo los espacios de socialización en simples espacios de consumo. El capitalismo era eso.

A modo de pequeño anecdotario: Uno de los personajes de esta obra es Avelino, el abuelo de Alejandra, que tomó aquella foto a Eva y Toño en el Paraíso. Para interpretar este personaje en Madrid, Chévere realizó un taller con mayores de 65 años y después escogió a quien mejor se adaptaba al perfil del personaje y lo incorporó al elenco de la compañía para estas funciones. Es una forma de vincular la obra a la comunidad en la que se representa.

La República Cultural

domingo, 15 de enero de 2017

Culpas por pagar

Mala praxis inaugura el ciclo de teatro argentino en El umbral de Primavera


Viernes 13 de enero de 2017. El umbral de Primavera. Madrid

Cartel de la obra de teatro Sótano
Cartel de la obra de teatro Mala praxis
¿Por qué? Porque es pronto, aún le falta rodaje.
Llegar a una sala de teatro alternativo siempre abre interrogantes, supone apuestas, riesgos y el inicio de un camino. El umbral de Primavera ha conseguido un ambiente acogedor que estimula una buena sensación de comodidad, acerca a lo cotidiano el mundo del teatro y amansa todas esas incertidumbres de partida. En el amplio espacio del recibidor se combinan una galería de arte con exposición, la taquilla, el bar y un patio interior con mesas donde conversar amigablemente. Es un lugar agradable en el que el tiempo deja de pesar, una antesala donde descargar los prejuicios que se traen de fuera, una especie de limbo.

El umbral de Primavera ha programado un ciclo de teatro argentino que se inaugura con la obra Mala praxis de la compañía G.A.T.O. (Grupo argentino de teatro off). Se trata del estreno de esta obra, incluso antes de que se represente en Argentina. Lisandro Fiks es el autor, director y uno de sus tres intérpretes. Le acompañan sobre el escenario Romina Fernandes y Juan Luppi.

El término «mala praxis» lo utilizamos para referirnos a la responsabilidad profesional por los actos realizados con negligencia. Cuando se habla de mala praxis pensamos en médicos, y por ahí arranca la obra: en un despacho de un abogado que ha demandado a un prometedor cirujano por la muerte de la señora Duarte ocurrida cinco días después de una operación. Es hora de dirimir una culpabilidad, de asumir una responsabilidad por aquello que no hacemos bien.

Los médicos no nos caen bien. A menudo se les ve como seres altaneros y distantes. Así que intentamos que en nuestras vidas tengamos que verlos lo menos posible porque acudir a su consulta es señal de que nuestra salud no va bien, de que algo en nosotros se ha roto. Y entonces, cuando nuestra mala salud nos pone frente a ellos, les entregamos toda nuestra confianza. En sus manos depositamos también las esperanzas. El precio es que no fallen.

Mala praxis no sigue ese camino, se adentra en la búsqueda de la raíz que lleva al abogado a perseguir todas estas negligencias médicas. Nos va desnudando al letrado, su mundo, sus orígenes, tan en las antípodas del cirujano y sin embargo estableciendo una conexión entre ellos. Sobre el escenario se van esparciendo resentimientos, venganzas y el hundimiento del pilar sobre el que nos asentamos. Subyace un enfrentamiento entre desfavorecidos y privilegiados, entre los que nacen con apellido y los que nacen en la más absoluta soledad.

La obra juega a escarbar para ir ahondando en verdades construidas tal vez sobre barro. Nuestras verdades no suelen ser verdades universales y un viento puede hacerlas tambalearse porque debajo de toda realidad hay demasiadas posibilidades escondidas que hemos querido pasar por alto. En nuestras verdades abundan las justificaciones. Repartimos culpas y a veces nos conformamos con tasarlas poniéndoles precio y llegar a un acuerdo con la otra parte. 
 
La interpretación de los personajes llega con fuerza. Se asienta en ese antagonismo que los enfrenta, tanto en lo mental como en lo físico, y en trasladar sus estados de ánimo para que veamos todo el arco por el que van pasando los dos protagonistas. Es una pelea entre ellos y consigo mismo, entre lo que quieren y lo que deben hacer.

Reconozco que una primera representación no es la mejor función sobre la que hacer una crítica. La obra aún tiene que rodar, que encontrarse a sí misma y afinarse, algo que el tiempo y el trabajo va dando. No es extraño que aún le falte redondear el texto, encontrar el tiempo y el ritmo de los personajes para coger el empaque que necesita.

La República Cultural