jueves, 2 de marzo de 2017

El arte de hacer un teatro sencillo

La Belloch lleva al teatro Español Vientos de levante


Sábado 25 de febrero de 2015. Teatro Español. Madrid

Cartel de la obra de teatro Vientos de levante
Cartel de la obra de teatro Vientos de levante
¿Por qué? Porque es un teatro que humaniza a quien lo ve.
La Belloch Teatro es una compañía formada por mujeres. El nombre es un homenaje a la actriz Carmen Belloch, que comenzó con ellas los ensayos de Verano en diciembre, pero que no pudo llegar a representarla en los escenarios. Aquella obra fue premio Calderón de la Barca 2012 y estuvo nominada a los Max 2014. Con aquella pieza, Carolina África, su autora y una de las intérpretes, nos mostró su forma de entender el teatro. Vientos de levante viene gobernada siguiendo esa misma estela, la de un teatro vivo y humano.

Para escribir el texto de Vientos de levante, Carolina África se fue a Cádiz. Allí vive su amiga María José Torres, psicóloga que compagina su trabajo en dos lugares: la planta de paliativos del Hospital Puerta del Mar de Cádiz y un psiquiátrico de San Fernando. Sobre esos dos mundos tan conocidos por su amiga gira la obra.

Si algo destaca en Carolina África es la capacidad de decir con sencillez, sin aspavientos, con una naturalidad rotunda. Su trabajo es quitar, podar y limpiar de todo artificio. Se aleja de estereotipos y esa distancia produce un hermoso efecto de humanización, como si Mary Poppins hubiese pasado su mano para convertir lo inanimado en vital. Ella sopla y es la vida la que se sube al escenario, la que va hilando el texto, la que mueve las personas que hay dentro de los personajes. Casi todo nos podría ocurrir porque nada de lo que vemos, de lo que se dice o de lo que se hace, está lejos de nuestra cotidianidad. Su teatro está en los detalles, las risas sinceras y en las punzadas que nos da el corazón. El resultado es que el público descubre un mundo tan sencillo como próximo, respira y se llena de esperanza.

Vientos de levante habla de las vacaciones de Ainhoa en la bahía de Cádiz. Nada más llegar, busca a su amiga Pepa, psicóloga, que reparte su trabajo entre una planta de paliativos y un hospital mental. De la mano de ella, los personajes del entorno y las casualidades, Ainhoa vivirá en primera persona ese levante que empuja, sacude o revuelve. Le tocará sentir todos esos revuelos que producen los vientos de la vida y entender que cuando sopla el levante, se hace necesario agarrarse con fuerza a quienes tenemos más cerca.

Entre los pacientes de Pepa, en la planta de paliativos, está Sebas. Padece una enfermedad degenerativa, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que en breve se mostrará en su fase más virulenta. Sabe que no hay vuelta atrás. Con serenidad mira la muerte en el horizonte. Irá perdiendo capacidades y apagándose. Pero el futuro inapelable y cruel no le impide vivir. Quiere cumplir sus sueños, beberse la vida hasta el último instante porque tiene derecho a ser feliz.


Teaser promocional de la obra de teatro Vientos de levante
Locura y cordura son dos polos presentes en el texto. Hay cordura, una especie de sentido común innato, en los locos y locura pasajera, el levante que rompe los nervios, en los cuerdos. Y unos miran a los otros sin extrañeza, con la normalidad de lo cotidiano, sin sobresaltos, con dulzura. Cada uno se enfrenta a la enfermedad o a la muerte con su fuerza.

Estupendas la interpretaciones de todo el elenco que destacan por su sobriedad, sin acentuar en ningún momento el dramatismo. Se hacen cercanos y su mensaje llega nítido. También es hermosa la música que suena, especialmente las piezas de Silvia Pérez Cruz, que nos envuelve con su terciopelo.

Es innegable la mirada femenina en Vientos de levante y sorprende porque habitualmente falta sobre nuestros escenarios. La participación de las mujeres en nuestra dramaturgia ha estado muy limitada y esa ausencia ha obligado a varias generaciones a ir envejeciendo sin referentes. Es hora de que eso cambie.

La República Cultural

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